El otrora motor de la economía llegó a producir cerca de 10 millones de toneladas de azúcar.
La Habana, 22 oct.- La recuperación de la industria azucarera cubana implica cambios de tecnología hasta lograr más flexibilización para poder decidir entre la producción de azúcar o sus derivados a conveniencia económica de cada momento.
“Tener caña es lo primero. Luego un proceso productivo flexible que dé espacio para las adecuaciones. Y por último identificar clientes para esos frutos de la diversificación”, dijo Noel García, vicepresidente del grupo empresarial Azcuba en un encuentro internacional.
García ejemplificó: “la tonelada de maíz cuesta afuera unos 300 dólares, entonces debemos decidir si destinar mayores volúmenes de miel de caña a la alimentación animal. Cuando baje el precio del maíz y resulte más negocio importarlo, podremos producir más azúcar”.
“Por eso, el concepto debe ser la flexibilidad”, insistió.
A su juicio, “los derivados tienen que ser vistos en el contexto de la cadena de valor, decidiéndose por lo que aporte más dinero”.
Algunos productos tienen ya definidas líneas generales de desarrollo e inversión por su importancia.
“La producción de tableros de bagazo va a ser una de las líneas más impulsadas porque el Ministerio de la Construcción importa grandes cantidades de ese material. Al país se le escurre mucho dinero por ese solo rubro, que debemos convertir en una oportunidad para la agroindustria azucarera”, destacó.
Reinado y ocaso del dulce
La industria azucarera cubana representó por más de un siglo el principal rubro económico de la nación, con cosechas cercanas a los 10 millones de toneladas, que ubicaban a Cuba en la cima del mercado internacional.
La crisis iniciada en 1991 puso en ascuas a un sector que daba empleo a millones de personas. En medio de una coyuntura desfavorable de precios, el país redujo a un tercio las fábricas del dulce para producir en la actualidad 1.200.000 toneladas de azúcar.
Pese a que los precios han repuntado más de una vez en los últimos tiempos, la nación sigue enfrascada en recuperar el histórico motor de la economía local.
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El país persigue sembrar caña para 150-189 días en las áreas planificadas, manejar e incrementar las variedades azucareras, mejorar la semilla y calidad de la siembra, elevar el control de maleza, la eficiencia en el cultivo y fertilización oportuna, con el empleo de bioproductos.
Una parte del crecimiento previsto implica inversiones para elevar las áreas bajo riego, que en la actualidad constituyen seis por ciento y se aspira a tener 33 por ciento a mediano plazo bajo ese sistema; y sustituir los tractores pesados por ligeros de potencia media, con sus correspondientes implementos.
Las proyecciones prevén también garantizar más de 80 por ciento del aprovechamiento de la caña y reducir a menos de 10 las materias extrañas, reducción progresiva del corte manual hasta su total eliminación y el cambio de la tecnología de cosecha de las antiguas combinadas a otras modernas, eficientes y cómodas para el trabajador agrícola.
Pensando en una agroindustria moderna, Azcuba considera también la implementación de un nuevo sistema de control y dirección de la cosecha, mediante el empleo de las tecnologías de la informática y las comunicaciones para acelerar la toma de decisiones y ahorrar recursos.
Esos y otros planes fueron abordados en el XIII Congreso Internacional sobre Azúcar y Derivados Diversificación 2015, celebrado en La Habana, del 6 al 9 de octubre.
En la cita sesionó un foro comercial con temas como energía, eficiencia energética, materiales refractarios, perspectivas de la producción alcoholera para Brasil y Cuba, exportación y servicios, sistema de abastecimiento del sector azucarero cubano y posibilidades de inversión extranjera en la agroindustria.
Una feria comercial con la participación de empresas de naciones como China, España, México, India, Estados Unidos, Alemania, Brasil y Cuba dio la posibilidad de mostrar tecnologías y servicios asociados al ramo, para posibles acuerdos en materia de limpieza de sistemas, montaje y venta de equipamiento. (2015)
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