Tener un plan de desarrollo hasta el 2030 no significa que en el 2030 Cuba será un país desarrollado.
Ahora que en el archipiélago se han comenzado a debatir los documentos del séptimo Congreso del Partido Comunista, donde se plantea el modelo de desarrollo que queremos alcanzar, para poder ser prósperos; creo que el tema de los tiempos, o del manejo de los tiempos, es decisivo.
Avanzar por la senda del desarrollo con un Plan (yo hubiera preferido llamarlo Programa) quiere decir que trabajaremos de forma coordinada y decidida en busca de ese propósito. Quiere decir también que ese plan tendrá que experimentar constantes actualizaciones durante todos esos años, hasta el 2030.
Lo primero entonces será ponernos de acuerdo sobre cuál es el desarrollo que queremos y también sobre cuál es el estatus de desarrollo al que podemos aspirar, siendo, como somos, un país pobre, todavía bloqueado y cuya población decrece y envejece de forma ostensible.
No podremos dar un gran salto al desarrollo porque tenemos muchos déficits acumulados. En aspectos esenciales (como la informatización) avanzamos a una velocidad menor que la velocidad del resto del mundo y todavía no logramos que la mentalidad dominante sea la que necesitamos.
A todo eso siempre hay que sumar los problemas coyunturales que la administración del país debe enfrentar, expuesta a los vaivenes de la economía mundial, a los ciclos de precios de los productos que se exportan, a la situación económica de sus principales socios comerciales y a la evolución de las tasas de interés, entre otros elementos.
La coyuntura es uno de los factores que más presiona a la hora de alcanzar metas de largo plazo. Manejarla con habilidad, encontrar oportunidades allí donde solo parecen existir amenazas, es quizás la capacidad que más se requiere entre quienes conducen procesos económicos.
La ventaja de tener metas de largo plazo radica en que ayuda a adoptar decisiones en el corto plazo que contribuyan a las metas más grandes. Ese es a mi juicio uno de los valores más relevantes de tener una Visión y un Programa de Desarrollo consensuado por todo el pueblo.
Pero como dice mi amigo Goyo, para llegar a mañana tenemos que pasar de hoy. Y la coyuntura de hoy no es favorable.
Como casi todos los países de América Latina, Cuba enfrenta el término del boom de los precios de las materias primas.
Algunos pronósticos indican que países como Brasil tendrán crecimiento negativo (-3%), Ecuador rondará el 0% al igual que Argentina, y Venezuela probablemente enfrente un decrecimiento de su producto interno bruto mayor de -4%. Otros, como Bolivia, Colombia, Paraguay, Perú, Chile y Uruguay, se espera tengan un crecimiento moderado, pero lento.
Para nosotros esa evolución es importante pues, a pesar de que nuestra estructura de exportaciones ha cambiado y hoy solo alrededor del 30% de nuestros ingresos depende de la exportación de productos básicos, esos ingresos son muy importantes.
El níquel, el principal bien de exportación, cotizó a 14 393 dólares la tonelada en el 2015. Sin embargo, en los primeros tres meses de este año sólo ha logrado alcanzar los 8 500 dólares por tonelada. Saquemos la cuenta de los ingresos que pudiéramos dejar de percibir sobre la base de una producción de 56 000 toneladas para este año y el total sumaría 330 millones de dólares que Cuba no obtendría en 2016.
Pero como los cubanos o no llegamos o nos pasamos, entonces en la producción de azúcar, donde la evolución de los precios es positiva (pasó de 300 dólares la tonelada en 2015 a 310 en el primer trimestre y a 380 en mayo de 2016) este año tampoco se alcanzará la meta planeada. Por incumplimiento del plan se dejarán de vender unas 360 000 toneladas, lo que equivale a dejar de ingresar 136 millones de dólares a la economía del país.
En resumen, por los precios bajos de una materia prima y por una producción baja de otra, dejarían de ingresar a la economía del país 516 millones dólares. Llamo la atención de que nuestras exportaciones de bienes totales en el año 2015 alcanzaron solamente los 3 903 millones de dólares, casi un 25% menos que en el 2014, según la Oficina Nacional de Estadísticas e Información. Entonces, lo que hemos perdido entre níquel y azúcar este año es el 13 % de lo que ingresamos en el 2015.
Por eso, y por otras razones que están en los documentos que se discuten, debemos transformarnos productivamente y tenemos que alcanzar mejores maneras de insertarnos en la economía mundial. Ese eje estratégico, transformación productiva/inserción internacional, es más que una meta, una filosofía sobre cómo debe ser nuestro sistema productivo en el futuro. Y si bien es cierto que hace tiempo iniciamos ese camino cuando se impulsó el desarrollo de la biotecnología y del turismo, todavía queda mucho por hacer.
Hay señales halagüeñas. El turismo evoluciona adecuadamente y ya en el primer semestre de este año, más que cumplió sus propósitos. Sigue siendo un sector capaz de encadenar a nuestra economía, aunque lamentablemente no logre fomentar todos los encadenamientos que puede propiciar.
Repito que el corto plazo importa, pues como decía Keynes, en el largo plazo todos estaremos muertos. Y siempre pienso que tenemos posibilidades para mejorar en el corto plazo.
Ahí está como una gran oportunidad que a mi juicio no aprovechamos bien, el “mito Cuba”, la competencia por Cuba, el entusiasmo por Cuba, que se manifiesta de forma palpable en decenas de empresas extranjeras queriendo invertir en nuestro país.
En este de mundo de hoy de tanta incertidumbre, en esta coyuntura difícil que enfrentaremos durante todo lo que queda de año, la inversión extranjera es un recurso que puede reactivar nuestra economía.
Sin embargo, las trabas procedimentales para lograr una empresa mixta o 100% extranjera convierten el camino de su creación en un “vía crucis”, a pesar de que el Presidente del país ha llamado a dejar atrás las maneras arcaicas de tratar a la inversión extranjera. ¿Cuáles son las causas para que sobrevivan esas maneras arcaicas de proceder con la inversión extranjera? ¿Por qué no terminamos de erradicarlas después de tantos años? ¿Por qué no podemos adoptar formas más expeditas para la tramitología?
Un ejercicio interesante que pudiéramos hacer ahora, solo como un recurso para imaginar cómo podría ser en el futuro, es mirar cuánto la Cartera de Oportunidades presentada por Cuba en el 2016 satisface la Visión de país que se está discutiendo, cuánto los Ejes Estratégicos están presentes en esa misma cartera y cómo contribuyen a la transformación productiva y la inserción internacional, o cómo ayudan a la equidad y la justicia social.
Imaginemos por ejemplo, que nuestra futura política para la inversión extranjera, deberá incorporar la visión y los ejes estratégicos como elementos decisivos para la aprobación de proyectos y que la decisión de si adopta una forma de propiedad específica está además determinada por el concepto de medio de producción fundamental que aparece en la Conceptualización.
Un proyecto de inversión extranjera se pudiera aprobar por “defecto”, esto es, si cumple con los parámetros definidos para los ejes estratégicos entonces está aprobado, si no es medio de producción fundamental, entonces es posible que pueda adoptar cualquier tipo de variante de forma de propiedad y la decisión pueda ser tomada por un empresario (estatal, cooperativo o privado), o por el presidente de un gobierno local, o de un gobierno provincial.
¿Es posible imaginar algo así? Claro que requeriría una transparencia total, desde el proceso de licitación hasta su adjudicación, y para eso, además de nuestras instituciones, debe poder seguirse todo el proceso por Internet.
¿Y qué decir de la necesidad de exportar? ¿Cómo lograr que exportar sea realmente estimulante? Debería existir algún tipo de consigna que dijera más o menos así: “¡No pida permiso, exporte!” Claro que no todo se resuelve con consignas. Para exportar hay primero que producir y luego disponer de incentivos para estimular esa exportación. El primero de todos esos incentivos es que quien exporte (una empresa estatal, cooperativa, o un pequeño o mediano empresario privado, junto a sus trabajadores) se beneficien de forma adecuada de sus exportaciones.
Definitivamente el “sapiens cubanensis” es un homínido exitoso, lo ha demostrado en Cuba y fuera de Cuba, somos campeones tratando de vencer obstáculos. En lo externo, el bloqueo, el de mayor significado, pero en lo interno necesitamos superar todavía más las resistencias al cambio, los pensamientos arcaicos de aquellos que Silvio Rodríguez definió como perseguidores de cualquier nacimiento, prisioneros de su propia cabeza acomodada.
Tenemos que vencer en el día a día para llegar al largo plazo. El futuro importa y depende de nosotros.
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