LA HABANA. En las últimas semanas han aparecido múltiples reportajes en la televisión, artículos en la prensa y declaraciones que hacen pensar que al fin ya pronto se realizará la tan largamente anunciada unificación monetaria. Es decir, ahora sí viene el lobo.
En otras ocasiones el proceso ha sido detenido por valoraciones sobre su complejidad y otros imprevistos, pero ahora, ¿realmente lo que se pretende es una unificación monetaria?
Normalmente los especialistas describen los procesos ya acontecidos, dan valoraciones, o brindan sugerencias sobre qué caminos se emprenderá, pero raramente hacen predicciones sobre lo que sucederá, ya que pronosticar las futuras decisiones de los políticos no suele estar en el ámbito de nuestras facultades, tanto como no debe adivinarse el futuro, que es impredecible. No obstante, ante un hecho tan trascendental y largamente debatido, permítanme realizar algunas valoraciones de algo que pudiera suceder en el corto plazo.
Primeramente, debemos recordar que a finales de 2019 se creó el mecanismo de ventas en USD, con una limitada lista de productos y a través de tarjetas de crédito o débito. Recientemente las ventas en USD fueron ampliadas a alimentos, productos de aseo e higiene, ferretería, etc. Es de esperar que un mecanismo recientemente extendido, y necesario para captar monedas libremente convertibles, no sea eliminado con tanta prontitud. Por lo tanto, si el país se queda solo con el CUP para la circulación monetaria en efectivo, pero también permanece funcionando el USD para las ventas en tiendas en moneda libremente convertible (MLC), sin que medie el efectivo, no estaríamos ante la presencia de una unificación monetaria. No importa que el USD no se acepte en efectivo; habría dos monedas funcionando en el país y seguiría existiendo una dolarización de la economía, aun cuando fuese parcial y el dólar se haya bancarizado (que se use solo a través de tarjetas magnéticas).
Realmente al crearse las tiendas para ventas en USD, donde solo se puede comprar utilizándose tarjetas como medio de pago, sin mediar efectivo alguno, prácticamente perdió sentido la existencia del CUC, convirtiéndose esta moneda —como han mencionado algunos especialistas— en una quinta rueda del carro, y no precisamente la rueda de repuesto. Las nuevas tiendas en USD, de hecho, pueden haber convertido la desaparición del CUC en algo más sencillo. Aunque lo anterior es cierto, veremos que hay otros ángulos de análisis.
Entonces, lo más probable es que solo se eliminase el CUC, pero dejando en funcionamiento las tiendas en USD, permaneciendo la dualidad monetaria. No obstante, la desaparición del CUC puede hacerse bajo una variante muy sencilla, que prácticamente dejaría casi todo como está; o bajo una variante más compleja, pero necesaria y trascendental.
La primera variante —además de permanecer la dualidad monetaria— puede dejar en vigor la dualidad o multiplicidad cambiaria, persistiendo la existencia de varios tipos de cambio. O sea, ante esta variante pudiera seguir existiendo un tipo de cambio oficial (de 1×1 como en la actualidad, u otro como 1×10 CUP, o 1×20 CUP), más otro tipo de cambio para operaciones de la población (el de CADECA actual de 1 USD por 24 CUP, u otro valor a partir de la fecha de la medida), más los múltiples tipos de cambio que existen para variadas operaciones (salarios de los trabajadores de empresas mixtas, o de la Zona Especial del Mariel, o para los campesinos que venden sus producciones al turismo, etc.).
Ante esta primera variante, la desaparición del CUC resultaría muy sencilla, pero seguirían existiendo las mismas complicaciones y distorsiones que hoy presenta la economía nacional para medir sus resultados, para estimular las exportaciones y desestimular las importaciones, etc.
La segunda variante de la desaparición del CUC, puede ir acompañada de la eliminación de la dualidad cambiaria, pasando a crearse un único tipo de cambio para todas las operaciones del país, sean de empresas, de particulares, o de campesinos vendiendo al turismo, o de trabajadores del sector de la inversión extranjera. Es una variante mucho más compleja, pero es la variante que reclaman y defienden los economistas su implementación, y la que demanda la economía nacional.
Esta segunda opción implica una revisión de precios, salarios, variados mecanismos de funcionamiento de la economía, incluyendo aspectos de política monetaria (por ejemplo, el cálculo periódico del tipo de cambio más recomendable y otros), el probable establecimiento de tiendas para variados mercados (o variada capacidad de poder adquisitivo) aun cuando todas cobren solo en CUP, etc.
Dicha variante también podría acarrear que muchas empresas no estén preparadas para soportar esa devaluación del peso cubano, siendo necesario se hayan previsto mecanismos de ajustes, aunque fuesen temporales, para que el proceso no sea tan doloroso para muchas empresas y los trabajadores que allí laboran.
Otro de los aspectos a analizar tiene que ver con las quejas que ya hoy se escuchan, de gran parte de la ciudadanía, sobre la existencia de tiendas en USD y el hecho de que no toda la población recibe ayuda familiar del extranjero, en un escenario donde ya CADECA no vende a la población monedas libremente convertibles. Si la unificación cambiaria funcionase bien y la economía nacional se reactivase, en las propias tiendas en CUP debieran satisfacerse las necesidades básicas de la población, sin necesidad de tener que comprar USD o Euros por parte de la población, para acudir a las tiendas en USD. No obstante, eso todavía no puede asegurarse.
Entonces, o tendría que haber tiendas en CUP de diferentes precios (algo así como el mercado paralelo de los años 80 del siglo pasado), para garantizar que con la moneda nacional se pudieran adquirir algunas mercancías de difícil acceso en el resto de las tiendas en CUP, aun cuando no fuese por parte de todos; o nuevamente CADECA debiera vender alguna cantidad de USD a la población, aunque fuese en cantidades limitadas y controladas. Los propios ingresos de USD en CADECA pudieran servir para establecer esta medida, dejando la recaudación en moneda libremente convertible solo, o mayoritariamente, a través del mecanismo de las tiendas en USD.
Ninguna de estas dos variantes significaría que todo el mundo podría fácilmente comprar todo tipo de mercancías en CUP, o adquirir cualquier cantidad de USD en CADECA, ni significaría una sangría de las monedas libremente convertibles captadas por el país, pero daría una solución parcial a determinada demanda de personas que no tendrían formas de recibir ayudas familiares, ni deseasen quebrantar la ley acudiendo al mercado informal de divisas.
Aunque la existencia de tiendas en USD haya sido aprobada por una situación real de pérdida de convertibilidad y capacidad adquisitiva del CUC, sumada a las tensiones de liquidez externa del país, las presiones de Estados Unidos y la necesidad de incrementar los ingresos de monedas libremente convertibles, la buena noticia puede ser que estas tiendas en USD, paradójicamente, hasta pueden ayudar al proceso cambiario. Y para muchos, si se acepta la unificación cambiaria, este sería uno de los asuntos más complejos de todo el proceso de unificaciones requeridas.
¿Por qué estas tiendas en USD pueden ayudar a este proceso? Porque el proceso de compras de productos de importación, venta y reposición de productos de nuevas importaciones no se vería mezclado y afectado por la posible inflación en CUP, o la creciente masa monetaria en CUP. Porque la comercialización en estas tiendas puede verse separada y analizada casi como una exportación, si tenemos en cuenta que por las ventas se obtendrían recursos obtenidos mayoritariamente de remesas del exterior y otras fuentes externas. O sea, las señales positivas o negativas que diese el mercado, después de la eliminación del CUC y la eliminación de la dualidad cambiaria, no afectaría ni en uno ni en otro sentido el proceso de funcionamiento de las tiendas en USD.
Más bien lo contrario: las tiendas en USD podrían convertirse en un atractivo para que las empresas de la economía nacional dirigiesen parte de sus producciones a ese mercado, obteniendo divisas para la adquisición de materias primas, insumos e inversiones para la totalidad de su proceso productivo, sin verse involucradas en complicados esfuerzos para lograr exportaciones reales hacia el exterior.
Asimismo, el gobierno podría adentrarse en analizar y aprobar el funcionamiento de instrumentos económicos más complejos, sabiendo que detrás le queda un “oasis” separado, que todavía funciona bajo mecanismos ya conocidos y probados en la práctica.
O sea, temporalmente pudieran relegarse las actuales discusiones teóricas de si primero hacen falta ambas unificaciones monetaria y cambiaria para después realizar otras reformas económicas. O si es necesario primero realizar algunas reformas económicas (como la aprobación de la ley de empresas, incluyendo la aprobación de las PYMES y la mayor autonomía de las empresas estatales para manejar sus finanzas; revisión del mecanismo de los precios, que permita dar señales para la estimulación de la producción; o el control permanente del tipo de cambio USD/CUP; etc.), antes de implementar las unificaciones monetaria y cambiaria.
Una vez más pudiéramos estar ante la presencia de algo singular: una dualidad monetaria (CUP y USD), pero con un tipo de cambio USD/CUP único para todo tipo de operaciones, dando espacio a pruebas y errores, reformas y ajustes, todo ello dentro de la economía nacional, pero teniendo como una red de seguridad de trapecistas, que radica en la existencia de una red de tiendas para captar las remesas de ayudas familiares en MLC, satisfacer necesidades de una gran parte de la población y a la vez canalizar las utilidades en MLC en bien de la otra economía nacional.
Por supuesto, eso no quiere decir que abogue por la permanencia en el tiempo de esa dualidad monetaria, o esas tiendas en USD. Simplemente menciono que su mera existencia pudiera ayudar a que sea menos complejo realizar, paulatinamente, las unificaciones monetarias y cambiarias, paso a paso y en momentos diferentes, pudiendo medirse los resultados de las medidas adoptadas, sin afectar todos los aspectos a tener en cuenta en un proceso total de unificaciones de todo tipo.
La vida dirá, esperemos que pronto, cuál será el camino adoptado.
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