Por Juan Pedro Velazquez
Catedrático emérito de la Universidad de Uppsala, Edward Palmer es uno de los padres del sistema de pensiones sueco, al que muchos miran como modelo de equidad y sostenibilidad. Aunque nacido en Denver (EEUU), Palmer ha vivido la mayor parte de su vida en Suecia. La atención prestada a su hija mayor, nacida con parálisis cerebral, lo convirtió un incondicional del sistema público de salud del país nórdico y, en general, del Estado de bienestar europeo, tema sobre el que está escribiendo un libro. A sus 78 años se acaba de incorporar al Foro de Expertos Independientes del Instituto BBVA de Pensiones, integrado por personalidades de distintas nacionalidades procedentes del mundo académico y de la investigación.
Pregunta. ¿Qué podemos aprender del sistema público de pensiones sueco?
Respuesta. La lección más importante es que es posible crear un sistema de pensiones que sea estable financieramente y que pague buenas pensiones. Muy sencillo (risas).
P. ¿Qué hay que hacer? Los españoles del ‘baby boom’ se van a jubilar pronto y vivirán más que sus padres. Además, España tiene uno de los índices de fertilidad más bajos.
R. Hacer sostenible un sistema de pensiones es una cuestión de largo plazo. Para empezar, hay que analizar en qué momento demográfico se encuentra el país. En el caso de España, hay un grupo muy numeroso de personas que se van a convertir muy pronto en pensionistas y se ha gastado el dinero extra que se guardó para cubrir la burbuja que viene. En mi opinión, fue una decisión desafortunada. Probablemente esté de acuerdo conmigo todo el mundo, salvo quienes pensaron que estaban obligados a hacerlo.
“En Suecia la gente se dio cuenta de que con 50 años no podía irse a jugar al golf a Mallorca”
P. Los políticos dijeron que no había otra opción...
R. Puede que no haya otra opción, pero hay compromisos adquiridos que cumplir. Cuando diseñamos el actual sistema de pensiones en Suecia, a principios de los noventa, ahorramos un dinero pensando en los nacidos entre 1945 y 1955, el baby boom sueco. Hemos tenido épocas de vacas flacas, pero los políticos, por fortuna, no lo han gastado. Para cumplir los compromisos adquiridos es preciso conseguir dos cosas: que el nuevo sistema sea justo para todas las generaciones y que sea financieramente viable.
P. ¿Trabajar hasta los 70 o los 80 años ayudará a resolver el problema?
R. Es preciso fijar una edad de jubilación, pero también se puede recompensar económicamente a quienes opten por seguir trabajando. Toda una generación pensaba que iba a ser pensionista a los 63 años, pero eso no va a ser posible. Quizás tengan que trabajar hasta los 68 o los 69, y los que vienen por detrás van a tener que hacerlo más años aún. La longevidad va a seguir aumentando en Europa, es un hecho. Es posible convencer a la gente de que no tiene por qué jubilarse necesariamente a los 65 y se puede diseñar el sistema de manera que pueda combinarse el trabajo a tiempo parcial con el cobro de una parte de la jubilación.
P. ¿Está funcionando bien ese sistema en Suecia?
R. En Suecia cada trabajador tiene una cuenta personal a la que va haciendo aportaciones durante toda su vida laboral. A la hora de jubilarse puede, si quiere, seguir trabajando y cobrar la pensión al mismo tiempo. Tiene la libertad de elegir. Lo veo a mi alrededor: la gente ha aceptado que así es la vida. Muchos suecos trabajan más allá de la edad de jubilación en los servicios sociales o la sanidad, sectores que demandan muchos trabajadores. Con 40 o 50 años uno puede perfectamente formarse para trabajar en cosas nuevas. Estar en un solo trabajo toda la vida no es una buena idea.
“Gastar [el fondo de reserva] español fue una decisión desafortunada”
P. Muchas personas en España están convencidas de que sus pensiones van a ser inferiores a las de sus padres.
R. Lo mismo pasaba en Suecia cuando empezamos a debatir la reforma de las pensiones. El mensaje que tratamos de enviar entonces era que trabajar más tiempo te permite tener una pensión mejor. Quizás si tienes 25 años esta no sea más que una fantasía, pero a medida que cumples años te das cuenta de que es conveniente para ti y ves que la gente de tu entorno comienza a hacerlo. Con la reforma aumentamos de 30 a 40 los años de cotización necesarios para cobrar una pensión. Ello obligó a un cambio de mentalidad: la gente se dio cuenta de que con 50 años no podía irse a vivir a Mallorca a tomar el sol y jugar al golf. De este modo conseguimos cambiar el relato y hacer sostenible el sistema. Si vamos a vivir más tiempo, ¿por qué no trabajar más tiempo?
P. ¿Está en crisis el Estado de bienestar escandinavo?
R. Creo que no. La mejor prueba de que no es así la dio hace años The Economist, cuando publicó un largo artículo sobre el tema. En la portada de la revista aparecía un vikingo con casco, cuernos y barba con el titular “El próximo supermodelo”. Es muy significativo que una publicación conservadora diga ese es el camino que debe seguir el resto del mundo. La preocupación en Suecia gira ahora en torno a los cuidados al final de la vida. El grupo de personas nacidas entre 1945 y 1955 va a ser muy numeroso cuando cumplan 90 años. Hay un debate abierto entre sobre cuánta gente va a necesitar el sistema de salud para afrontarlo.
P. ¿Sigue siendo Suecia un país igualitario?
R. Suecia es una sociedad relativamente igualitaria, y ello tiene mucho que ver con la educación preescolar. Los países que gastan más dinero público o privado en los más pequeños tienen unos índices de fertilidad más altos. Eso ayuda a liberar a la mujer y a que hombres y mujeres compartan las tareas del hogar y los cuidados. Es imprescindible garantizar un punto de partida igualitario. Incluso los inmigrantes procedentes de Siria que acaban de llegar tienen esa oportunidad. Sus hijos se incorporan de inmediato al sistema educativo y eso facilita que los padres y las madres trabajen. De este modo se amplía la base impositiva y se generan los recursos necesarios para financiar todo esto.
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