Observo en las redes sociales y otros medios de intercambio y debate, legítimas preocupaciones sobre la inflación actual, los efectos y el carácter del ordenamiento monetario.
En este sentido me parece útil volver sobre el tema para intentar contribuir a ordenar una discusión necesaria y de interés social debido a su impacto generalizado, esto a pesar de que ha sido un asunto que he tratado en otros textos y sobre el cual también se han extendido varios colegas economistas del país.
El ordenamiento monetario, que visto en sí mismo es un componente necesario de la reforma, ha tenido serios problemas de diseño y de secuencia, lo cual ha provocado efectos adversos cómo esta espiral inflacionaria que se ha vivido.
En síntesis, en las circunstancias cubanas no es adecuado provocar un incremento de los costos debido al ajuste de la tasa de cambio empresarial y un incremento de la demanda debido al aumento de salarios, pensiones, reparto de utilidades, etc si antes no se incentiva y se logran incrementos suficientes de la oferta (producción e importaciones).
Las condiciones de la economía cubana no permiten pensar en una lógica “keynesiana”, en la cual la inyección de una demanda adicional genera automáticamente el incremento de la oferta por el estímulo de esta a la producción y esto es así porque no existen hoy los necesarios “factores de multiplicación” en el aparato de producción de bienes y servicios del país, hay que construirlos, de ahí la importancia de las secuencias. Como demuestran las evidencias, de la manera que se ha hecho la respuesta no es productiva es inflacionaria. El desequilibrio entre oferta y demanda que se genera se ajusta vía precios y ahí se tiene la inflación que afecta sobretodo a los sectores más vulnerables y de menores ingresos relativos con consecuencias de todo tipo, incluso políticas.
Ese proceso no se controla suficientemente topando precios, porque la inflación que reprimes en el mercado oficial (donde se eleva la escasez) se escapa al mercado negro e informal sin posibilidad alguna de control. Así como la tasa de cambio “única” que se estableció sin un criterio claro de equilibrio y alguna vía de convertibilidad, que también se escapa a un creciente mercado monetario informal donde el valor de la moneda nacional se deprecia sistemáticamente, estimulado además por la excesiva extensión de la red de establecimientos de ventas en moneda libremente convertible.
Además de que el “ordenamiento” se realizó en un momento muy tenso, plena pandemia y reforzamiento del bloqueo y la agresión externa.
El orden monetario sí es una parte importante de la reforma, no es posible sostener la diversidad de monedas y tasas de cambio diferentes operando en la economía nacional, sin embargo no lo es de la manera que se concibió e implementó, ahí están los resultados.
La economía es un sistema complejo, donde el orden de las decisiones y medidas de cambio tiene consecuencias, a veces tan fuertes, que pueden anular la reforma misma y generar desconfianza en la población.
La reforma es imprescindible y un orden monetario adecuado es parte importante de ella, pero debe responder a un diseño y secuencia adecuada, no es “de cualquier manera”. La reforma debió haber comenzado hace muchos años, con el orden, los tiempos, la secuencia y sobretodo la profundidad adecuada, también con la capacidad de rectificar sus posibles desviaciones. El núcleo duro de la reforma son los incentivos a la mayor producción de bienes y servicios, sus dimensiones de finanzas y comercio deben estar adecuadamente conectadas con este.
Hoy sigue siendo una tarea que debe ser solucionada (se puede, se debe, aunque, como hemos insistido, el tiempo es una variable crítica) muchos de sus componentes han avanzado pero aún sin la velocidad, secuencia, integralidad y profundidad adecuada. Se suponen rectificaciones y control de los efectos negativos que se han producido, entre ellos y de manera prioritaria la inflación.
Sobre la reforma misma muchos economistas hemos debatido y escrito diversos textos que están a la mano. Ahora preocupa que se anuncien nuevos incrementos de ingresos contra una oferta que se mantiene muy deprimida.
Cuba ha decidido desde hace décadas y en un contexto internacional variable, complejo e incierto, sostener un sistema económico, político, social y de soberanía que confronta directamente con los intereses de la potencia hegemónica en el área, la cual responde con una política de bloqueo y hostilidad permanente, esa decisión tiene consecuencias que es necesario asumir, o sea, hacerlo viable bajo presión y condiciones anormales, por lo tanto el bloqueo no puede tener un efecto paralizante, hay que avanzar a su pesar y de manera ingeniosa, sin dogmas, sin rigideces más allá de las que exigen los principios mismos del modelo para que no se enajene su esencia social y su correspondencia con el proyecto de independencia nacional. Para lograr esto media el arte de la política, de la política revolucionaria, la que ha practicado con éxito el país durante décadas de revolución, pero el carácter de los desafíos cambian, por tanto también ha de cambiar el carácter de las respuestas y en este momento la reforma económica profunda e integral es parte esencial de esa respuesta. Los éxitos de ayer no necesariamente garantizan los éxitos de hoy y de mañana, estos solo pueden ser el resultado de una construcción permanente, fundamentada y actualizada que tome en cuenta las condicionantes y complejidades de la realidad nacional en internacional.
No solo basta tener la razón histórica y la voluntad de justicia, es preciso además tener una política que permita ejercerlas. Los dogmas y la parálisis ayudan poco y molestan mucho, los intereses burocráticos ayudan menos y molestan mas.
El crecimiento y la recuperación de la economía al mayor nivel que sea posible es imprescindible y para esto, insistimos, media la reforma integral del modelo de producción incluido todos sus subsistemas, el agropecuario en especial que debe tener la prioridad que le corresponde. También una estrategia de desarrollo e inversiones que responda a las prioridades sociales, en primer lugar la producción e importación de alimentos.
Es incuestionable que en una reforma económica socialista el liderazgo empresarial debe corresponder a las empresas estatales, sin embargo, este no se ejerce automáticamente ni por decreto gubernamental o partidario, es necesario construirlo.
Que tenemos hoy, las evidencia demuestran que una parte importante de las empresas estatales tienen altísimos índices de ineficiencia, despilfarros, plantillas infladas, desvío de recursos, falta de iniciativa e innovación, etc. Ahí están las cifras de cuantas están en pérdida, la cadena de impagos, el bajo nivel de productividad, el insuficiente aprovechamiento de la jornada laboral, etc, etc..
Ahora bien, como hemos afirmado la empresa estatal debe ser líder en un sistema socialista que no permita la restauración de la hegemonía del capital, por eso hay que crear las condiciones para que las empresas estatales jueguen el papel que les corresponde, pero para eso tienen que ser eficientes, estar descentralizadas, operar con restricciones financieras fuertes, ajustar sus costos, ser más autogestionadas con la participación de sus trabajadores, responder a una planificación flexible y estratégica y no burocrática y caprichosa, etc, entre otras cosas tienen que descargar el exceso de empleo que las lastra (todavía tienen un sobre empleo de aproximadamente un millón de trabajadores, a pesar de que ya una parte importante de la fuerza de trabajo ha sido transferida al emergente sector no estatal), para lograr eso hay que culminar la diversificación del sector empresarial, de ahí la importancia de las Pymes no estatales (privadas y cooperativas), estas no vienen a disputar liderazgo (entre otras cosas están limitadas en su tamaño, como debe ser), vienen a ser un complemento imprescindible para que el sistema funciones adecuadamente, pero deben tener también las condiciones para funcionar bien y con rentabilidad. Es un error defender un sector en detrimento del otro, deben ser sectores complementarios con sus roles, limites y regulaciones claras. Todas son partes del mismo sistema socialista, este es el núcleo duro de la reforma, su esencia.
Mi opinión es que a esto no hay alternativa posible, o se hace bien o no se superarán los problemas, ni de la economía, ni de la sociedad, ni de la soberanía. El bloqueo genocida no impide esa posibilidad, al contrario, la hace mucho más urgente.
8 de diciembre 2021
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