Este año no han abundado imágenes así. Fotos: Pastor Batista
Para pesar de la provincia de Ciego de Ávila y del país, el tomate no rendirá este año los resultados a que, históricamente, se han acostumbrado sus productores directos, la población y la industria encargada de procesarlo.
La causa no está asociada a una pobre o deficiente siembra. Todo lo contrario. Unas 3 600 hectáreas de ese vegetal fueron plantadas, en virtud de un plan que tuvo en cuenta las potencialidades objetivas y la experiencia acumulada en un territorio como este, que no por casualidad inscribe alrededor del 40 por ciento del tomate que cosecha la nación.
Directivos, analistas y productores saben que, en condiciones normales, una superficie así puede respaldar, sin problemas, destinos como las 36 000 toneladas concebidas para la industria, entre otros.
Temperaturas nada favorables para ese cultivo durante enero y febrero provocaron aborto en floraciones, lo que, unido al insuficiente suministro de insumos productivos, vitales para el desarrollo de las plantaciones y su protección contra plagas o enfermedades, han creado una situación adversa en torno a rendimientos y a resultados generales, según explica Pedro Díaz González, especialista en la Delegación Provincial de la Agricultura.
Datos aportados por Arturo Gómez Ramos, subdelegado de cultivos varios a esa instancia, indican que más de 2 000 hectáreas se vieron perjudicadas por falta de fertilizantes.
De acuerdo con estimados, se dejan de producir alrededor de 20 000 toneladas de la solanácea.
El impacto sobre la industria se hace sentir. Aníbal Hernández Arteaga, jefe de producción en la Unidad Empresarial de Base Industrial Ceballos, conocida como el Combinado, refiere con preocupación cómo, de unas 400 toneladas que puede asimilar cada día esa fábrica —y así lo demostró la campaña anterior—, apenas está procesando 200 en la semana. De hecho, esta vez no se han originado las colas que tenían lugar en ocasiones anteriores.
En similar fecha del pasado año la industria había recibido aproximadamente 10 000 toneladas. A inicios de la presente semana, sin embargo, las romanas daban cuenta de unas 5 800.
Ello pone en peligro real el cumplimiento del plan, inferior a lo logrado en 2018, cuando el combinado plantó récord con más de 25 000 toneladas.
Como consecuencia de todo ello, tampoco serán iguales los volúmenes de productos terminados (puré, pasta, ketchup), por lo que, obviamente, habrá descenso en todos los casos.
Clima (impredecible) y recursos (no a mano del país a tiempo y en la cantidad necesaria) le han jugado, en fin, una mala pasada al tomate en Ciego de Ávila y en otros territorios.
Aprovechar hasta la última lata, en pleno campo, debe ser la determinación, y no amilanarse. Quienes lo plantan, limpian, atienden integralmente, cosechan y le dan el destino acordado, han enfrentado en otros momentos coyunturas igualmente difíciles, han visto afectarse rendimientos, han perdido, incluso, cosechas. Pero no han perdido el ímpetu. Y eso vale mucho; no tiene precio para quienes le extraen a la tierra sus riquezas.
De cualquier modo, bien vale la pena meditar desde abajo hasta el más alto nivel, extraer las mejores conclusiones, tratar de saber con qué se cuenta y lograr lo que hasta el titular cubano de Economía y Planificación está pidiendo: que el plan sea realista y cumplible.
El combinado de Ceballos pudiera estar procesando más, si recibiera volúmenes superiores
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