El Nobel de Economía publica 'Contra los zombis', resumen de su ideario sobre temas como el euro, los cracs mundiales, las políticas de Trump o la emergencia climática
Juan Fernández SÁBADO, 22/02/2020 - 09:51
“Esta es mi segunda profesión”, dice con desidia Paul Krugman (Albany, Nueva York, 1953) mientras se dispone a posar ante el fotógrafo. La primera, la que le llevó a recibir el premio nobel de Economía en 2008, fue la de investigador académico especialista en comercio internacional y flujos de riqueza. Pero en los últimos veinte años, y muy especialmente desde que estalló la crisis, sus artículos de prensa e intervenciones públicas le han convertido en una suerte de vedette internacional del análisis económico por su discurso crítico con los postulados del neoliberalismo. Sus libros se cuentan por 'best-sellers', da multitudinarias conferencias en todo tipo de foros y sus columnas se replican en cabeceras de medio mundo.
Ahora, casi un centenar de esos ensayos los ha reunido en ‘Contra los zombis’ (Crítica), vademécum de su ideario económico sobre materias como el euro, la crisis, las políticas de Trump o la lucha contra el cambio climático.
-¿En la película de la economía mundial, quiénes son los zombis?
-No son personas, sino ideas que son defendidas con ahínco por ciertos políticos y comentaristas de medios de comunicación, normalmente conservadores, y tienen en común una característica: son totalmente infundadas, pero por más que las bombardees con datos que demuestran su falta de rigor, continúan vivas y sigue habiendo gente que cree en ellas. Por eso las llamo zombis.
-¿Por ejemplo?
-Mi zombi favorito es la creencia de que bajar los impuestos a los ricos hace que la economía crezca y se genere riqueza que acaba extendiéndose a toda la población. Esto ya se probó muchas veces y nunca funcionó. Bajar los impuestos a los ricos no genera riqueza, solo sirve para hacer más ricos a los ricos. Sin embargo, el partido Republicano y sus votantes siguen defendiendo esta idea. Otro zombi de manual es la apuesta por la austeridad como receta para salir de la crisis, una medida fallida, pero que se sigue utilizando. Que se lo digan a los países de la Unión Europea que se vieron más golpeados por la Gran Recesión.
-Para estar muertas, esas ideas andan muy vivas. Incluso gobiernan el mundo.
-Porque hay intereses implicados en que sigan vigentes. En mi país, un sector importante de la población se informa únicamente a través de Fox News, que es una emisora de propaganda de ideas económicas zombis. Si te dedicas a la política en ámbitos cercanos al Partido Republicano, has de defender estas ideas, aunque sepas que son falsas, para que te dejen ser comentarista de la Fox. Los ricos gastan mucho dinero en hacerle creer a la gente que bajarles los impuestos a ellos es bueno para toda la población.
-Un simpatizante de Trump le diría que en EEUU se han bajado los impuestos a los ricos y la economía no para de crecer.
-Pero esto no ha sido mérito de la bajada de impuestos, sino del aumento de déficit que ha llevado a cabo el Gobierno. Trump heredó un déficit de 600.000 millones de dólares y lo ha elevado a un billón, aunque él lo ha gastado de manera equivocada, lo suyo ha sido un keinesianismo mal aplicado.
-¿Recuerda la sentencia que pronunció Warren Buffet cuando empezó la crisis? “Esto es una guerra y vamos ganando los ricos”. ¿Está de acuerdo?
-Sí, es cierto. No han ganado todas las batallas, pero van ganando la guerra, hay que reconocerlo.
-Hace 12 años, el mundo tembló. ¿Cómo estamos ahora?
-Peor que entonces para afrontar la próxima crisis. En estos años se llevó a cabo una tímida reforma financiera, mucho menor de la que habría sido necesaria, pero, en general, hemos hecho muy poco para resolver los problemas que causaron la Gran Recesión. No hemos aprendido la lección.
-¿Estamos peor?
-Sí, porque viajamos sin amortiguadores. En el 2007, los tipos de interés estaban en el 5%, lo que daba un amplio margen para bajarlos. Pero ahora, el precio el dinero en Estados Unidos está en el 1% y en Europa en el 0%. Si mañana se produce un colapso, las herramientas para reactivar la economía serán más débiles.
-¿Ve amenazas en el horizonte?
-A estas horas no sabemos en qué quedará lo del coronavirus, pero a falta de una gran amenaza global, me temo que la próxima crisis se parecerá a esa costumbre tan española de comer a base de tapas. No habría un gran plato principal, sino pequeños platos que, sumando, acabaran generando una nueva crisis. Un poco de deuda de las empresas, otro poco de deuda de los ciudadanos, algo de burbuja en el sector de la energía… Lo único cierto es que estamos peor preparados que entonces para afrontarla.
-¿El euro fue una mala idea o una buena idea mal ejecutada?
-El euro fue una pésima idea. Para poner en circulación una moneda única deben darse varias condiciones previas que Europa no reunía, como contar con una unión bancaria, tener una unión fiscal y que haya movilidad laboral. Los países que no se unieron al euro, acertaron. Reino Unido le debe un monumento a Gordon Brown por haber apostado por la libra.
-¿España se equivocó?
-La idea de la integración europea sonaba muy bien, pero escondía desajustes que se cebaron especialmente con España cuando estalló la crisis. Los griegos fueron fiscalmente irresponsables, pero los españoles no. Aquí la gente se lanzó a comprar casas porque les dijeron que el euro les protegería. De hecho, el euro provocó la llegada de una enorme cantidad de dinero. Ni la burbuja ni su estallido fueron culpa de los españoles. En realidad, las cifras de España se parecían mucho a las de Florida. Pero, tras el crash, Washington rescató los bancos, las pensiones y la seguridad social de Florida. Sin embargo, Europa no hizo lo mismo con su país.
-De hecho, en su libro afirma que España fue un rehén del euro.
-Fíjese en Islandia. El estallido de su burbuja fue superior al de España y el gobierno tuvo que provocar una fuerte caída de costes para volver a ser un país competitivo. Pero ellos lo hicieron en un día, dejando caer el precio de su moneda. En cambio, España ha tenido que afrontar unas tasas de desempleo y bajadas de salarios que han causado mucho daño.
-Hoy en España gobierna una coalición de izquierdas. ¿Tiene margen para aplicar medidas progresistas en una Europa dirigida por el principio de austeridad?
-Bueno, Portugal lo consiguió, y con gran éxito, por cierto. España cuadruplica la población lusa, así que tiene más capacidad para imponer su criterio y defender sus intereses, deberían permitírselo. Por otro lado, llegados a este punto, después de todo lo que Europa ha hecho sufrir a España, ¿qué más les pueden hacer?
-Una de las primeras medidas del Gobierno ha sido subir el salario mínimo en contra de quienes sostienen que esto dañará al empleo.
-Otra idea zombi. No hay ninguna evidencia científica que indique que elevar el salario mínimo, hasta un cierto límite, provoque más paro. En las ocasiones en que se ha subido, no se ha perdido ni un solo puesto de trabajo.
-Imagino que está al tanto del deseo de una parte de Catalunya de formar parte de un estado independiente. Dejando al margen las cuestiones políticas, ¿lo ve económicamente viable?
-No tengo claro cuáles son las aspiraciones de los independentistas catalanes. Conozco mejor el caso de Escocia, que es una región de centro izquierda situada en un país normalmente gobernado por la derecha. Esta suele ser la causa última de sus conflictos, por un choque de valores. Desde el punto de vista económico, la independencia de Escocia es una locura, les llevaría a la ruina. Sin conocer a fondo el caso de Catalunya, sí me atrevo a decir que dotarla de fronteras con aduanas sería muy destructivo para su economía.
-¿Con qué animo afronta las próximas elecciones presidenciales de Estados Unidos?
-Estoy aterrado. Cuatro años más de Trump en la Casa Blanca pueden ser muy negativos para la economía, pero letales para la democracia. En sus manos, Estados Unidos va camino de ser una autocracia como Hungría, un país demócrata sobre el papel, pero antidemócrata en la práctica.
-¿Tan grave lo ve?
-No le exagero, estamos al borde del precipicio. Las grandes instituciones de mi país se encuentran ya politizadas y el propio Departamento de Justicia se está preparando para perseguir legalmente a los oponentes de Trump. Si le reeligen, no dude que lo hará. Puede que tenga que acabar pidiendo el exilio.
Datos biográficos
Nieto de emigrantes judíos bielorrusos llegados a Estados Unidos en los años 20 del siglo pasado, creció en el área metropolitana de Nueva York. Tras licenciarse en Economía en la Universidad de Yale y doctorarse en el MIT, su faceta docente la desarrolló en las universidades de Princeton, Stanford y el MIT.
Formó parte del equipo de asesores de la Casa Blanca durante el mandato de Ronald Reagan. Más tarde fue asesor del Banco Mundial, el FMI y la ONU. Las columnas de opinión que empezó a publicar en 'The New York Times' en el año 2000 le convirtieron pronto en uno de los analistas económicos más influyentes del planeta.
En 2004, cuatro años antes de recibir el premio Nobel de Economía, fue distinguido con el Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales por su contribución al estudio de las crisis cambiarías y al análisis de la política monetaria mundial.
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