Los cambios en la empresa estatal no han avanzado con la velocidad ni la consistencia necesarias, mientras el sector no estatal ofrece ejemplos de buenas prácticas.
Existe un consenso bastante extendido acerca de la imperiosa necesidad de dinamizar los resultados de los actores económicos en Cuba, en tanto creadores de riqueza, para enrumbar al país por una senda de crecimiento, transformar la naturaleza de su inserción en el entorno internacional y superar el persistente déficit de oferta de bienes y servicios que ha caracterizado a la economía cubana por no pocas décadas.
En medio de tan complejas circunstancias internas y externas en las que transcurre hoy la vida de cubanas y cubanos, esta necesidad resulta aún más evidente.
Si bien en diferentes documentos del proceso de cambios del modelo económico desde su inicio formal hace ya 10 años, y en sus actualizaciones (la última de ellas en el 8vo Congreso del Partido) se hace referencia a la necesaria diversidad del tejido empresarial en Cuba, con el rol protagónico de la empresa estatal, lo cierto es que los cambios requeridos y el fomento e interrelación entre estos actores no han avanzado con la velocidad ni la consistencia necesarias.
Entre otras razones, por la secuencia y prioridades en las transformaciones. Los costos de oportunidad por dilatar las transformaciones en el nivel del tejido empresarial son evidentes.
De hecho, las Bases para el Plan hasta el 2030, aprobadas en el VII Congreso del PCC, si bien enunciaban desde una perspectiva general los pivotes y sectores líderes del desarrollo, no hacían mención a la necesidad de conformar agendas de desarrollo del tejido empresarial ni aumentar la capacidad empresarial del país como soporte para lograr las aspiraciones contenidas en la visión de la nación.
Dicho de otra forma, el considerar la dimensión empresarial en el proceso de desarrollo, con sus diferentes actores y nexos, de conjunto con los niveles territorial, sectorial y nacional.
El sector no estatal
Marchas y contramarchas en los límites de actuación, un enfoque restrictivo en el otorgamiento de las licencias para ejercer el mal llamado -en no pocos casos- Trabajo por Cuenta Propia, mercados mayoristas que no pasaron de anuncios, experimentos sin conclusión, cooperativizaciones forzosas, amarras sin soltar desde el sector estatal, ambiguedades en disposiciones que dejan espacios para la alegalidad y prejuicios, han caracterizado el relanzamiento de los actores del sector no estatal.
Y sin embargo, se mueven. Basten los ejemplos de resiliencia y aportes de varios de estos actores en el combate contra la pandemia, expuestos en medios nacionales y en foros de emprendedores y académicos.
Un ejemplo muy reciente que da pie al título de estas líneas también lo ilustra en buena medida, y muestra cuanto puede hacerse, aún en medio de estas circunstancias. (Granma, 6 de julio de 2021 p.1). El reportaje trata de un emprendimiento en Las Tunas para la fabricación de madera plástica.
Las claves del proyecto: la fabricación de una extrusora – máquina industrial para la obtención del producto- el trabajo en equipo multidisciplinario de jóvenes profesionales, los encadenamientos con una empresa estatal del territorio como proveedora de la materia prima reciclada y la vinculación con la Universidad tunera.
O sea: investigación y desarrollo, innovación, un emprendimiento dinámico para la producción de bienes, basado en el conocimiento y el talento que se forma en Cuba, encadenamientos con actores estatales, reciclaje y protección del medio ambiente, potencial para sustituir importaciones, aplicación en prácticamente todos los sectores de actividad.. .. ¿acaso no es esa la empresa que necesitamos?
Interrogantes
Me hago varias preguntas, volviendo al ejemplo: ¿Acaso no hay alguna empresa estatal, de alcance nacional incluso, que podría haber hecho lo mismo que hizo el gestor del proyecto ? ¿Detectar esta necesidad, convertirla en un proyecto y poner a un equipo de sus profesionales a gestionarlo, involucrar a otras entidades, buscar colaboraciones, y un largo etcétera? ¿Acaso los emprendimientos empresariales sólo pueden ser privados, comenzando desde cero, con una empresa totalmente nueva?
Aunque narrativas más extendidas lo sostienen, el emprendimiento empresarial no es sólo privado, ni sólo en empresas de nueva creación.
En los últimos tiempos, se han adoptado varias decisiones encaminadas a fomentar un contexto más propicio para un mejor desempeño e interrelación de los actores económicos. Son expresión de ese propósito el cambio de enfoque respecto a las licencias para el trabajo por cuenta propia, su acceso al comercio exterior – mediante empresas estatales- , las 43 medidas dictadas para aumentar la autonomía de las empresas estatales, las relativas a la comercialización de productos agropecuarios y más recientemente las bases para la creación de Pequeñas y Medianas Empresas y el relanzamiento de las cooperativas, con trabajos en proceso para crear nuevos marcos legales.
Recientes declaraciones de la dirección del país, sin embargo, apuntan a que en el caso de las empresas estatales, no se producen las reacciones esperadas ante las decisiones dirigidas a ellas. Ello amerita un análisis posterior. (2021)
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