Estados Unidos a través de la OTAN quiere implicar a los países europeos en un conflicto bélico, comercial y diplomático para mantener su hegemonía. Con las mismas intenciones a través de sus empleados y servidores del Parlamento Europeo pretenden separarlos de Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia para mantener a América Latina como su patio trasero.
Si los gobiernos, las máximas autoridades y las diferentes instituciones europeas no llaman a la cordura y la decencia a esos eurodiputados, que por afinidad ideológica, ignorancia, sumisión o dinero sirven al imperialismo norteamericano, le están provocando un gran daño a Europa y especialmente a España.
Esos eurodiputados mienten, calumnian, manipulan se inmiscuyen de forma descarada, racista y neocolonialistas en los asuntos internos de los países latinoamericanos que han decidido tomar el camino de la independencia y la soberanía.
Nuestros pueblos con sobradas razones y argumentos los acusan de genocidas, criminales, sicarios del imperialismo norteamericano, organizadores de golpes de Estado, fraudes electorales, promotores de invasiones, injerencias, conflictos, sumisión a Washington y corrupción multiplicada.
Algunos transfieren sus odios, racismo y rencores a nuestros símbolos. En Cuba apoyaron a los que mancharon con sangre de cerdos una estatua de José Martí, o usaron la bandera cubana como si fuera papel sanitario.
Apoyaron a los racistas bolivianos que ofendieron la bandera Wiphala, identificación Nacional y Cultural de los países andinos que se extiende al Perú, Ecuador, Colombia, Chile y Argentina.
También a la turba que quiso derribar el friso que adorna la sala de la Cámara de Diputados, donde se encuentra un retrato del Dios andino Viracocha, tal como era representado por Tiwanaku, la más importante de las culturas precolombinas que floreció en el altiplano y a los mancharon las reconocidas ruinas con consignas contra el proceso encabezado por Evo Morales y justificaron la represión y las masacres en Senkata y Sacaba.
Algunos de esos eurodiputados brindaron apoyo a los ministros golpistas como los de Gobierno (Interior) y Defensa respectivamente, acusando de múltiples delitos entre ellos asesinatos, soborno, lavado de dinero, compra ilegal de armas y gases lacrimógenos para reprimir al pueblo. Los defendieron hasta que la justicia norteamericana los acusó de estar vinculados al narcotráfico, lavado de dinero, robos y otros delitos y a partir de ese momento los olvidaron.
Diferentes fuentes europeas señalan que esos eurodiputados son agente CIA, de los servicios especiales de Israel, descendientes de servidores de Adolfo Hitler, Benito Mussolini o Francisco Franco. Están considerados como la cara de la extrema derecha de Europa, entre ellos de un grupo fascista y pro nazi polaco.
En varias ocasiones algunos de ellos fueron sancionados por divulgar informaciones falsas y pagar una indemnización por realizarlas. Son profundamente racistas, odian y desprecian a los indios, negros, palestinos, gente de izquierda, comunistas, latinoamericanos, africanos, ruso y chinos.
A otros lo han condenado por irregularidades contables y hasta inhabilitados para administrar bienes ajenos, dar mal uso del dinero de sociedad que han administrado y de una ONG de tipo religioso, entre ella una vinculada a sacerdotes de una asociación ultra religiosa que preside Luis Alfonso de Borbón descendiente del dictador Francisco Franco. Pagan a periodistas o intelectuales para divulgar mentiras y calumnias contra los procesos revolucionarios en América Latina.
Cada vez es más frecuentes que jóvenes de nuestro continente rodeen estatuas en varias capitales y traten de derribarlas, le pinten el rostro, a martillazos le rompen la nariz y otras partes del cuerpo, coloquen sogas en el cuello para derribarlos y gritan consignas contra España y el Parlamento Europeo.
Los manifestantes reclaman que esas estatuas deben ser llevadas a un museo donde se explique a las nuevas generaciones la colonización y el genocidio perpetuado por estos y reemplazarlas por líderes indígenas que lucharon contra ese colonialismo. Similares protestas se han llevado a cabo en México, Chile, Perú, Ecuador, Argentina, Colombia y ciudades de Estados Unidos.
La opinión pública debe exigirles a esos eurodiputados, el más irrestricto respeto a las decisiones de los pueblos de Nicaragua, Venezuela, Cuba y Bolivia, denunciarlos por mantener silencio ante masacres en Colombia, Chile, Ecuador, Brasil y otros países. Esas actitudes contribuyen a que los sentimientos antiespañoles crezcan en nuestros países y le están provocando un gran daño a Europa y especialmente a España.
Las reacciones en América Latina contra las estatuas y esos símbolos han alarmaron a los embajadores de la Unión Europea por las constantes acusaciones sobre las injerencias de su Parlamento en los asuntos internos de esos países.
Como cubano y descendiente de españoles tengo el derecho a denunciarlos de injerencia, racismo y declararlos enemigos de nuestros pueblos. En lugar de contribuir a la cultura, el respeto y entendimiento por el bien de América Latina, España y Europa se comportan como serviles camareros del imperialismo norteamericano. Acusarlos de máximos responsables de los sentimientos antiespañoles y antieuropeos que se han hecho visibles últimamente y puede llevar a que España siga perdiendo sus estatuas y símbolos en América Latina.
Esos eurodiputados se han olvidado lo que significó la colonización y las heridas provocadas en más de 500 años, con sus actitudes las están abriendo y adosando buenas dosis de sal e incomprensiones. Vale la pena recordar declaraciones de la prestigiosa escritora ecuatoriana Nela Martínez para uno de nuestros libros cuando escribió:
“¿Cuánto tiempo anduvo Tupac Amaru haciéndole la guerra a la Corona de España, a la enemiga del indio? Largo fue el tiempo de la espera, hasta que no una, dos y cien veces, regresó.
“Toda la conmoción del levantamiento más grande en contra de la colonia no se perdió cuando su cuerpo fue partido y repartido en los cuatro puntos cardinales del Tahuantinsuyo. Nuevas epopeyas silenciadas, silenciosas por su propia naturaleza, han sacudido las entrañas de los pueblos del Ande.
”Los fuegos permanecen adentro, igual que en los volcanes. Cuando le sacuden al continente, se siente que la lava se les subió a los hombres hasta la conciencia [...].”
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