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"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

sábado, 25 de enero de 2020

Emprendedores y PYMES en Cuba: ¿solo para llenar resquicios?

Por Pedro Monreal, El Estado como tal

Gran parte de la discusión en Cuba sobre la reforma gira en torno a la empresa estatal y a la preservación de un supuesto básico de su funcionamiento: la presumible efectividad superior de la planificación centralizada.

El enfoque se ha justificado a partir de la consideración de que introduciendo márgenes de flexibilidad en la planificación centralizada y dotando a las empresas estatales de mayores cuotas de decisión y del uso delimitado de ciertos mecanismos de mercado, esa acrecentada elasticidad institucional crearía por si misma los incentivos fuertes de eficiencia y de racionalidad económica que el actual modelo no proporciona.

Los posibles beneficios de una expansión del sector privado se limitan, por el momento, a la función de creación de empleos, mayormente atomizados y con un restringido perfil de productividad, bajo la modalidad de trabajo por cuenta propia (TCP), y a la generación de productos y servicios segundarios, con la excepción de la producción agropecuaria, donde el sector privado tiene un peso notable.

En otras palabras, la reforma “actualmente existente” (no la de los documentos oficiales) “destierra” a la empresa privada nacional a los intersticios del sistema económico y no queda claro cuándo pudiera producirse una modificación sustantiva de tal enfoque.

La explicación de lo anterior no parece responder solamente a algún tipo de entusiasmo con el credo de la planificación “flexi-centralizada” respecto a la empresa estatal, sino que parece operar también la premisa de que ni las pequeñas y medianas empresas (PYMES) privadas, ni el emprendedor privado, deben ser “sistematizados” en el modelo económico reformado al que se aspira, sencillamente porque parece asumirse que no cumplen funciones sistémicas.

La discusión rigurosa de este tema requiere, como mínimo, abordar tres grupos de problemas bien identificados en la literatura económica:

  • La efectividad y la eficiencia de la planificación centralizada (y sus variantes) en la asignación de recursos.
  • La función de las PYMES en la reforma de los modelos económicos de planificación centralizada.
  • El papel del emprendedor privado en la innovación.

De manera muy sucinta, anoto mis comentarios sobre cada uno de esos problemas:

La planificación centralizada y la asignación de recursos

Este hasido probablemente el tema más destacado de la discusión sobre los modelos de economía socialista. De hecho, hay quienes consideran que el debate sobre el “calculo económico” de las décadas del 20 y del 30 (von Mises y Hayek de una parte, y Lange y Dickenson de la otra) fue el principal debate económico del siglo XX. Las reverberaciones de esa polémica (reverdecida en los 80s y 90s) se extienden hasta el presente.

El tema es demasiado vasto y complejo como para poder sintetizarlo en estas notas, pero, corriendo el riesgo de no hacerle justicia a ese debate, en lo teórico el debate arraigó la variante del “socialismo de mercado” como parte inevitable de las discusiones sobre las opciones para las reformas de la planificación centralizada, asumiendo que precios y mercado son componentes necesarios de la planificación socialista.

En términos prácticos, diversas variantes de “socialismo de mercado” fueron aplicadas en épocas y países distintos, con grados diferentes y resultados mixtos. A finales del siglo XX se produjo una decantación que, de manera esquemática, pudiera resumirse en el “fracaso” del “socialismo de mercado” en lo que comenzó como intentos de reforma sistémica en la URSS y Europa del Este, y en el “éxito” de la variante de “economía de mercado socialista” de China, que también tiene una vertiente vietnamita. Obviamente, la variante chino– vietnamita, que es el único modelo funcional actual de socialismo de mercado, es un tema polémico.

El modelo chino de “economía de mercado socialista” postula que el socialismo (como sistema social) y la economía de mercado (como mecanismo para la asignación de recursos) pueden ser orgánicamente integrados para aprovechar simultáneamente las ventajas de ambos y poder generar ventajas institucionales a nivel del sistema.

Conviene precisar algo que normalmente no se refleja de manera oficial en Cuba: el Partido Comunista de China basa su visión de la economía en la premisa central de que el mercado es la forma más eficiente de asignación de recursos y por tanto tiene un “papel fundamental” en el modelo. Sin embargo, lo anterior no significa que se trate de un mercado no regulado, que las empresas estatales no sean cruciales, y mucho menos de que el gobierno no cuente con mecanismos de planificación.

Queda claro que las nociones oficiales que hoy existen en Cuba sobre el modelo económico deseable no llegan al punto de considerar que el mercado tiene un “papel fundamental”, pero parece interesante apuntar que frente a eso lo que queda como posibles modelos descentralizados “hacia dónde mirar” son las variantes “interrumpidas” por el fracaso de las reformas del socialismo europeo (que fue un fracaso debido a dinámicas políticas, no económicas), o las variantes china y vietnamita.

Para evitar posibles malentendidos: no digo que sea deseable “copiar” modelo alguno, ni pienso que sea factible copiar esos modelos.

Simplemente afirmo tres cosas. Primero, que la noción de una variante “flexible” de la planificación centralizada (con algunas cuotas de mercado, precios y descentralización empresarial) no parece haber funcionado bien, excepto como fase temporal de un proceso de cambio a largo plazo en las experiencias asiáticas. Segundo, las experiencias reales (las positivas y las negativas) parecen indicar que mercado y precios son procesos “transversales” que cuando se implantan en un modelo socialista tienen un efecto sistémico (especialmente en la asignación de recursos) que si luego tratan de ser “retirados” o prematuramente “acelerados” pueden tener costos muy altos. Tercero, que la experiencia indica que es justificable el escepticismo respecto a las grandes visiones en las que la burocracia se auto-asigna capacidades de eficiencia de regulación sistémica que nunca ha demostrado que posee en el largo plazo.

La función de las PYMES en la reforma de los modelos económicos de planificación centralizada.

Comienzo por aclarar que no me refiero a la función de las PYMES en general, sino al papel que estas desempeñan en el tránsito de un modelo altamente centralizado hacia otro con mucho mayor peso del mercado.

Como se sabe, en Cuba no existen legalmente las PYMES privadas sino un área de empleo a la que se le denomina trabajo por cuenta propia (TCP), aunque, en realidad, una parte se corresponde con PYMES que no son legales, pero que son más o menos toleradas.

Los datos disponibles sobre el llamado TCP indican que se trata principalmente de una actividad de escala “micro” que, con pocas excepciones, tienen un “techo de vuelo” muy bajo y que esencialmente poseen un carácter de subsistencia.

A nivel individual, este tipo de “negocio” tiene muy poco potencial para el crecimiento acumulativo, es decir, para un crecimiento que conduzca a procesos de reducciones de costos y de generación de niveles de ingreso.

A nivel más amplio, es muy poco probable que ese patrón de empleo de TCP pueda contribuir al crecimiento económico del sistema, precisamente porque no aporta una masa crítica de ingresos que pudieran incrementar la tasa de inversión nacional.

En ese sentido, considero que seguir colocando en el TCP el énfasis del debate sobre alternativas de política económica es un error en el marco de las discusiones actuales. Por supuesto que siempre existirá una parte del empleo en forma de actividades TCP, incluyendo no solamente las actividades de subsistencia, sino otras con un perfil profesional de mayores ingresos. Sin embargo, el acento debería ser colocado en dos acciones: facilitar el establecimiento legal como PYMES de toda la actividad empresarial a la que eufemísticamente se le identifica hoy como TCP, y apoyar el establecimiento de nuevas PYMES adicionales.

Existen al menos dos procesos en los que las PYMES deberían desempeñar una función sistémica importante.

Por una parte, en un contexto en el que probablemente la devaluación de la moneda nacional afecte severamente la rentabilidad de muchas empresas estatales, con una posible reducción de sus empleados, las PYMES no solamente absorberían trabajadores “excedentes” del sector estatal, sino que también contribuirían a crear un mercado de trabajo (un componente sistémico) en el que el proceso de reorganización del sector estatal pudiera conducirse en condiciones de estabilidad social. Como siempre digo, la reforma de la empresa estatal y las PYMES son dos caras de una misma moneda.

En ausencia de un sector de PYMES, el redimensionamiento de las empresas estatales se retarda (como sucede ahora) pues no es políticamente conveniente dejar “excedente”, en el corto plazo, a cientos de miles de trabajadores. Adicionalmente, sin un sector como las PYMES que cree empleo y que pague salarios, el presupuesto estatal tendría que dedicar fondos extra para la asistencia social, reduciendo la disponibilidad de recursos para la inversión y para otras necesidades sociales.

Con las PYMES habría una absorción de empleo privado en condiciones diferentes a las que hoy tiene lugar con el TCP porque las PYMES tienen potencial para ofrecer un mejor entorno institucional para alcanzar niveles de productividad más altos que el TCP.

Vale anotar que las PYMES no se limitan a ser un tipo de empresa privada. Las PYMES también pueden ser empresas cooperativas y estatales, en este último caso principalmente las pequeñas y medianas entidades estatales de “subordinación local”, como pudieran ser las llamadas “mini- industrias” procesadoras de alimentos.

Por otra parte, parece poco realista pensar que todo el énfasis que actualmente se hace acerca de los encadenamientos productivos pueda funcionar si no se asume de manera sistémica un sector no estatal que ya hoy emplea un tercio de la fuerza laboral, una cifra que debe seguir creciendo.

La coexistencia de empresas estatales y de PYMES (sobre todo las privadas) no debe ser concebido como un juego de suma cero. Lo que demuestra la experiencia en muchos otros países es que se establecen sinergias entre ambos tipos de empresas. Por ejemplo, lejos de asumir que el éxito de las PYMES va a “sacar del juego” a las empresas estatales, en realidad, las PYMES son un mercado para las empresas estatales mayores que les venden insumos y también las PYMES son suministradoras de mercancías y servicios que permiten a las grandes empresas abaratar costos. Pudiera ser que uno de los mayores potenciales de encadenamientos productivos en Cuba residiera en las sub-contrataciones entre PYMES y empresas estatales grandes. Un ejemplo: el agro y el procesamiento de alimentos.

Naturalmente, el funcionamiento de las PYMES necesitaría políticas especialmente diseñadas, incluyendo medidas de apoyo. El argumento que a veces se escucha acerca de que el Estado no debería gastar recursos en apoyar PYMES privadas refleja, entre otras cosas, un desconocimiento o un rechazo a la función sistémica de las PYMES.

Lo anterior pudiera ser el resultado de la ideologización de la realidad económica (una fantasía doctrinal), que no es lo mismo que una apreciación ideológica de la Economía.

Es paradójico que exista un discurso oficial en el que se ha “sistematizado” en el modelo el capital extranjero y se “marginalizan” las PYMES. Se subsidia al capital extranjero (con exenciones de impuestos en muchos casos) y se ilegaliza la actividad empresarial privada nacional.

El papel del emprendedor privado en la innovación.

Probablemente existen pocos temas económicos en los que se escuchen tantas cosas “raras” en Cuba como en relación con el emprendedor, incluyendo insinuaciones de que han sido plantados y fomentados con propósitos subversivos.

Lo primero que se necesitaría es una discusión seria sobre el concepto de emprendedor y la función que este tiene en una economía moderna, especialmente en lo relativo a un proceso sistémico como es la innovación.

Existen muchos colegas que han abordado el tema recientemente y de hecho hay interesantes proyectos institucionales en Cuba, por ejemplo, por parte de universidades cubanas y de otras entidades de la sociedad civil, dedicados a investigar, capacitar y divulgar cuestiones relativas al emprendedor, de manera que no me extenderé sobre el asunto.

Simplemente haré referencias muy breves a tres cuestiones: innovación, relación emprendedor- PYMES, y la relación emprendedor- capital

En un sistema económico pudiera existir innovación en un sentido científico estricto (avance en el conocimiento, incluyendo el desarrollo “piloto” de nuevos productos y servicios a partir de ese nuevo conocimiento), pero que no se materializa en la introducción de esos productos y servicios en una amplia escala. Parte de la discusión actual en Cuba acerca de cómo “conectar” mejor ciencia y la empresa tiene que ver con eso.

La Economía, como campo del conocimiento especializado, utiliza el concepto de emprendedor -entre otros- para abordar ese problema. Como ocurre con casi todos los conceptos económicos, este no está exento de polémica, pero lo que destaco aquí es que es una noción que desempeña un papel específico en la explicación de un proceso económico tan importante como es la innovación.

De manera muy abreviada, la función del emprendedor es la de buscar vías para hacer rentable la innovación científica.

Se sabe que no todos los individuos (o colectivos) funcionan de esa manera, pero estamos hablando de un concepto general (emprendedor) que hace abstracción de aspectos particulares para concentrarse en los aspectos predominantes.

Es muy conocida la definición de Max Weber que identifica al emprendedor como la persona que “está preparada para asumir riesgos en la búsqueda de oportunidades que identifica en el mercado”.

El segundo punto que merece ser anotado es que, aunque se reconoce ampliamente que resulta problemático hablar de PYMES si no se aborda simultáneamente el tema del emprendedor, muchas veces esa relación se presenta de forma incompleta, destacando aquello que es visible: la PYME es el resultado del emprendedor.

Sin embargo, hay otro aspecto interesante de esa relación: un entorno legal y operativo en el que las PYMES funcionan normalmente “produce” emprendedores.

Es decir, las PYMES son el tipo de institución que facilita el surgimiento y el entrenamiento de un tipo de actor específico que se especializa en la innovación, algo que cuando ocurre en determinada escala puede tener efectos positivos sistémicos. De hecho, el proceso pudiera ir acompañado de algo que se observa en Cuba: ofrece una oportunidad para que parte de la fuerza laboral despliegue iniciativas que normalmente no son factibles en otros empleos.

El tercer punto se refiere a un asunto que actualmente es objeto de una conversación ideologizada (que no es lo mismo que la ideología): la naturaleza capitalista del emprendedor.

Ese es el caso de los emprendedores que funcionan en PYMES privadas y ello no debería ser un problema para una política económica pragmática.

El motivo de largo plazo de un emprendedor es la acumulación de riqueza mediante la expansión constante de activos productivos, apoyado en la innovación. Es decir, más o menos lo que hace una buena parte de los inversionistas extranjeros en Cuba.

De nuevo, ¿Por qué habría problemas para “sistematizar” al emprendedor nacional en un modelo que ha “sistematizado” amistosamente al emprendedor extranjero?

Usualmente se escucha que la razón de esa dicotomía es “política”, pero ese no es un argumento que se explica por sí mismo. Quien lo utilice debería ser capaz de explicarlo en detalle.

Resumiendo

La supuesta superioridad de la planificación centralizada, incluyendo sus variables flexibilizadas con dosis de mercado y de precios, no se valida a nivel de credo doctrinal, sino que debe comprobarse en la práctica.

Las experiencias de reforma de modelos de planificación centralizadas fueron interrumpidas, por diversas razones, excepto el modelo de “economía de mercado socialista” de China y su variante vietnamita y ambas le conceden un “papel fundamental” al mercado en la asignación de recursos.

Las PYMES y los emprendedores, admitidos en teoría en la reforma del modelo de planificación centralizada de Cuba, necesitan ser asumidos en la práctica (“sistematizados”) como componentes importantes de la reforma, especialmente en la creación de las sinergias entre PYMES y empresas privadas que permitirían la redefinición del mercado laboral, los encadenamientos productivos, la innovación, y la inversión, a la vez que contribuiría a la estabilidad social durante el proceso de reforma.

La actual visión intersticial del papel de las PYMES y los emprendedores parece expresar una visión ideologizada de la economía que no es compatible con el enfoque pragmático que ya existe respecto a la empresa extranjera y el emprendedor foráneo.

En el caso de las PYMES, es muy diferente desempeñar una función complementaria, pero con interacciones sistémicas con los actores productivos centrales como la empresa estatal, a tener un papel complementario en los márgenes del sistema económico.

1 comentario:

  1. Compartir el espacio económico con los TCP, no debe ser preocupación para nadie, el estado siempre tendrá un poder inmensamente superior.
    Ejemplo el estado tiene una industria de la goma, puede un TCP realizar las fundiciones de esa industria, nunca. Pero fundir un simple carzo para un automóvil lo hace casi de forma artesanal y resuelve una situación que para la industria es totalmente irentable.
    Puede un TCP transporta a toda la población, nunca, pero el día que el estado se lo proponga pone los ómnibus casa 5 minutos y se acabó el boteo.
    El temor al TCP es el reconocimiento a la falta de racionalidad en la empresa estatal.
    Rogelio Castro

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