Nueva Zelanda cumplió ayer 100 días sin nuevos casos de coronavirus. Las autoridades, que celebraron el logro, recordaron la importancia de mantenerse alertas para evitar futuros contagios. Actualmente, solo cuenta con 23 personas infectadas, que fueron detectadas en la frontera cuando ingresaban al país y todavía se encuentran en cuarentena.
«Lograr 100 días sin contagios en la población es un paso importante. Sin embargo, como todos sabemos, no podemos permitirnos la más mínima negligencia», dijo el director de Salud Ashley Bloomfield.
«Hemos visto en el extranjero lo rápido que el virus puede resurgir y propagarse en lugares donde antes estaba bajo control, y debemos estar preparados para frenar rápidamente cualquier nuevo caso en el futuro en Nueva Zelanda», agregó.
El último diagnosticado se remonta al 1º de mayo, por lo que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha calificado de «ejemplar» al país por haber «eliminado con éxito la transmisión en la población».
El secreto de Nueva Zelanda contra el Covid 19
El primer secreto de su éxito en tener el coronavirus bajo control, es que las autoridades todavía realizan pruebas a miles de personas al día.
En el caso de una segunda ola, el gobierno ha pedido que todos los hogares tengan kits de emergencia, que incluyan mascarillas.
«Necesitamos estar preparados para acabar rápidamente con cualquier caso futuro en Nueva Zelandia. No decepcione al equipo, ninguno de nosotros puede permitirse el lujo de hacer eso», dijo en declaraciones que relevó CNN.
La estrategia de Nueva Zelanda era simple: en palabras de la primera ministra Jacinda Ardern (en foto principal), el país tenía que «esforzarse y hacerlo pronto».
Cuando Ardern cerró la frontera a los extranjeros el 19 de marzo, el país solo tenía 28 casos confirmados. Y cuando anunció un confinamiento nacional el 23 de marzo, solo había 102 casos confirmados y ninguna muerte. Cualquier persona que llegue al país, en tanto, debe realizar una cuarentena de 14 días.
El confinamiento de Nueva Zelanda fue relativamente estricto: no había comida para llevar ni playas y no se podía conducir fuera del propio vecindario. Las reglas más estrictas estuvieron vigentes durante unas cinco semanas, pero el país permaneció bajo confinamiento efectivo durante otras dos semanas.
Fuera de esas semanas de cuarentena, la estrategia general para atacar la pandemia fue «la eliminación».
«La eliminación no significa erradicar el virus de forma permanente de Nueva Zelanda; más bien, se trata de confiar en que hemos eliminado las cadenas de transmisión en nuestra comunidad durante al menos 28 días y podemos contener de manera efectiva cualquier caso futuro importado desde el extranjero», según el sitio web del Ministerio de Salud.
Nueva Zelanda esperó hasta que bajó su curva antes de levantar las restricciones. El 8 de junio, cuando Ardern anunció que se levantarían todas las restricciones, casi 40.000 pruebas en los 17 días anteriores no habían arrojado un solo resultado positivo.
Desde junio, el país ha vuelto casi a la normalidad y no ha habido necesidad de volver al confinamiento.
Nueva Zelanda también combinó el confinamiento con estrictas restricciones fronterizas. Solo los ciudadanos pueden ingresar al país y deben pasar dos semanas en una instalación aprobada por el gobierno. Se les cobra 3.100 dólares neozelandeses (USD 2.040) por las instalaciones si regresan temporalmente.
En total, se han identificado 95 casos confirmados en la frontera y el 70% de los casos del país fueron casos importados o relacionados con la importación, según las estadísticas del Ministerio de Salud.
Lo que Nueva Zelanda no hizo
En todo el mundo, se ha puesto mucho énfasis en el uso de barbijos para controlar la propagación del coronavirus. Pero en Nueva Zelanda no fueron una herramienta importante contra el brote.
Hay algunas razones para eso. El país no tiene una cultura de usar «mascarillas» y en marzo, cuando Nueva Zelandia se preparaba para entrar en cuarentena, era difícil comprarlas en las tiendas locales. Para cuando la gente pudo salir en público y viajar nuevamente por el país, había muy pocos casos de coronavirus en la nación.
Además de las estrategias de salud pública de Nueva Zelanda, el país tenía algunas ventajas naturales.
No tiene fronteras terrestres, lo que le da más control sobre quién ingresa al país. Y no está densamente poblada; según datos del Banco Mundial, Nueva Zelandia tiene solo 18 personas por kilómetro cuadrado, en comparación con 36 en EE.UU. y 275 en Reino Unido. India, que tiene el tercer número más alto de casos en el mundo, cuenta con 455 personas por kilómetro cuadrado.
No obstante, el Ministerio de Salud de ese país insular recomienda que todos los hogares se preparen para otro posible brote abasteciéndose de barbijos.
«Es una cuestión de si ocurrirá, sino de cuándo», dijo Bloomfield a la emisora nacional Radio New Zealand la semana pasada, cuando se le preguntó si era inevitable otro caso de transmisión comunitaria en Nueva Zelandia. «Estamos trabajando sobre la base de que podría ocurrir en cualquier momento», afirmó.
Fuente: Página 12/ iProfesional
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