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"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

domingo, 18 de mayo de 2025

José Martí y la propiedad sobre los medios de producción[1]

A 130 años de la caida en combate de José Martí, reproducimos este breve ensayo, que conserva plena vigencia, realizado por el hoy Dr. C. Luis Marcelo Yera en el centenario de aquel hecho fatídico.

 “Solo Darwin en las ciencias naturales ha dejado en nuestros tiempos una huella comparable a la de George en la ciencia de la sociedad”.[2]

Como veremos, esta sentencia de Martí realizada en junio de 1887, define la base teórica de su pensamiento en desarrollo acerca de la propiedad sobre los medios de producción, ese aspecto decisivo de todo proyecto político. A la vez, contrasta, según observó perspicazmente Fernández Retamar[3] con lo dicho por Engels cuatro años antes, en 1883, durante su famoso discurso en las exequias de Carlos Marx.[4]

Es así, que el estadounidense Henry George, y no Marx, era el teórico social que más había impactado a nuestro Héroe Nacional. No obstante, este trabajo tiene el objetivo de mostrar no solo los diferentes e inusitados puntos de contacto que sobre la temática poseen el Apóstol y un redescubierto Carlos Marx, sino de extraer de sus respectivas concepciones y actitudes algunas lecciones para el presente.

Comencemos con los criterios de Martí sobre el máximo libro de George, Progreso y Miseria. Esta obra la valoró como un "examen hondísimo de los males humanos y sus causas" que "llega a asentar que todo el mal viene de la acumulación de la tierra en manos privadas, y sostiene que el problema de la pobreza no tiene en estos pueblos grandes (es decir, en los que hoy diríamos «países capitalistas desarrollados») más remedio que ir convirtiendo pacíficamente por una reforma en la tarifa toda la tierra, que la naturaleza creó para todos los hombres, en propiedad nacional, por cuyo uso pague el ocupante a la comunidad, explótelo o no, el alquiler de la tierra que ocupa, el cual irá como contribución única a pagar las legítimas expensas del Erario, quien no tendrá en esa manera que agravar los costos de la vida con los derechos de aduana, y aún podrá, con lo que ha de sobrarle reunir en sus manos y gobernar por sí todos los medios de comunicación necesaria para la felicidad humana que por no poder existir sin el elemento nacional de la tierra, pertenecen de derecho a la nación para el beneficio de sus habitantes".[5]

La limitación de George de resolver el problema social nacionalizando solamente la tierra y los llamados servicios públicos de la época —el correo, los telégrafos y el ferrocarril—, y cobrando un impuesto único por el uso de la primera, lo convertía en un representante de los intereses de los pequeños agricultores norteamericanos, afectados como nadie por los impuestos de los latifundistas y las tarifas de carga del ferrocarril privado. De todas formas, George alcanzó también un gran apoyo obrero, aunque el propio Marx lo criticó en 1881 cuando escribió a Sorge, entre otras cuestiones, que: “El hombre (se refiere a George) está, en el plano teórico, totalmente atrasado”.[6]

Sin embargo, el hecho de que Martí diera una connotación tan grande a la obra de George no impidió que nuestro Héroe Nacional rebasara con sus concepciones sobre la propiedad al norteamericano. En 1890 preconizaba porque “… la industria, los bienes perennes y comunes de la naturaleza no estén concentrados en manos de monopolios privados para el beneficio de los monopolios, sino en manos de la nación para el beneficio nacional".[7]

Obsérvese cómo el Apóstol añade a las nacionalizaciones de George la de los monopolios industriales. Así, estamos ante un Martí más avanzado, que le preocupa menos que gane espacio la propiedad estatal al modo de la abordada en su trabajo sobre Hebert Spencer, filósofo inglés que había escrito por aquel entonces el libro El hombre contra el Estado, en cuatro ensayos. El segundo de ellos, con el título de La futura esclavitud, lo analizó Martí en 1884 en un artículo periodístico, compartiendo y discrepando puntos de vista del británico sobre las consecuencias que tendría la extensión de la propiedad del Estado a todas las esferas de la vida de una nación.[8]

Los planteamientos de Spencer se sustentan en lo fundamental en dos ideas muy discutibles: todo colectivismo socialista debilita la acción individual y la de que todos los males sociales proceden de la naturaleza humana, eternamente defectuosa.

Sobre la primera concepción, Martí acepta la propiedad del Estado en importantes sectores de la economía, mientras que la segunda, la rechaza.    

En la lógica de su pensamiento económico deja fuera del Estado la explotación de la tierra y las pequeñas y medianas empresas en otras esferas de la economía. Había escrito en su momento: "Es rica una nación que cuenta muchos pequeños propietarios".[9] Aquí es necesario recordar la preocupación constante del Apóstol, influido por Spencer, por la libertad del individuo para que no sea aplastado por la comunidad, pero también apuntamos su desvelo porque las relaciones de propiedad privada tengan una función suficientemente social de equidad y dignidad para el hombre, por lo cual era preciso regularla.

¿Marx en Martí?


Se ha discutido si nuestro Héroe Nacional leyó o no a Marx, para sostener posiciones como estas y, en ese debate, las opiniones al respecto se han mantenido divididas hasta por Io menos la aparición del ensayo de Rafael Almanza: "En torno al pensamiento económico de José Martí". No sé qué opinarán hoy los partidarios de una lectura de Marx por Martí, pero, con exhaustividad argumental, este excelente texto concluye que "con los datos que tenemos hasta ahora, resulta imposible sostener que Martí conocía cabalmente a Marx”[10],  aunque se capta en el libro una convicción más íntima en el autor en relación con que es en realidad muy difícil que ello hubiera ocurrido.

No se repetirá aquí a Almanza, pero sí se brindarán elementos adicionales que fortalecen su reserva.

Primeramente, para conocer con una adecuada profundidad a Marx habría que estudiar el no fácilmente accesible tomo I de El Capital, donde según el propio pensador estaba lo mas importante de su teoría. Ello es difícilmente posible en Martí, no porque no estuviera a su alcance intelectual y paciencia la lectura, sino debido a la historia de las ediciones fuera de Alemania. Las primeras de ellas se comenzaron a vender en marzo de 1872 en Rusia y tres meses más tarde en Francia.[11]

En Inglaterra ello ocurrió, con éxito editorial, en 1887.[12] Es decir, para lo que se quiere argumentar, al parecer solo ediciones extranjeras del primer tomo de El Capital hubieran podido llegar a Martí entre su fecha de publicación en Alemania en 1867 y el momento en que nuestro Apóstol se introdujo de lleno en las tareas de la "guerra necesaria" en tierras norteamericanas, lo cual puede ubicarse en 1891. Es oportuno recordar que Martí residió en los Estados Unidos de 1880 a 1895, prácticamente el único lugar y período de su vida donde pudo recibir estas influencias.

Interesa hacer notar, además, que existía una idea divulgativa en Federico Engels hacia los obreros norteamericanos que por extensión pudo afectar a Martí. En el mismo 1887 no los consideraba maduros para leer siquiera el Manifiesto del Partido Comunista, aconsejando suministrarles la teoría del tomo I de El Capital dosificadamente,[13] lo cual se había comenzado en la década de los setenta, cuando Martí aún no vivía allí. No obstante, el mismo Engels ratifica en 1872 la existencia ya de varias ediciones del Manifiesto en Norteamérica.[14]

Martí, por su parte, no hace referencia ni a estas ni a ninguna otra obra marxista en sus textos, Io cual no quiere decir que desconociera su existencia.

En 1991, un investigador puertorriqueño, José C, Ballón, realizó un valiosísimo hallazgo en la biblioteca personal de Martí que custodia el Consejo de Estado de Cuba a través del Archivo de Asuntos Históricos: un libro de 1887 en inglés con 21 notas y 12 subrayados del Héroe, El socialismo contemporáneo de John Rae, compendio sobre las distintas teorías socialistas en el siglo XIX, catalogado de riguroso por Ballón. En este texto, uno de los capítulos más voluminosos, con 67 páginas, está dedicado a divulgar la vida y teoría de Marx y menciona, tanto a El Capital como al Manifiesto.[15]

Sería interesante leer qué dijo realmente Rae en su obra acerca de Marx, pero aunque Martí no anota ni subraya nada en esta parte, no es difícil demostrar, partiendo del conocimiento de la teoría marxista sobre el socialismo, que el Héroe cubano no la conoce con profundidad, no obstante llamar a Marx en su famosa crónica motivada por la muerte de este último, "veedor profundo en la razón de las miserias humanas, y en los destinos de los hombres", y estar, asombrosamente, más próximos de lo que parece.

Para darnos cuenta de ello, el polémico artículo martiano de 1884 sobre el texto de Hebert Spencer: "La futura esclavitud", es uno de los buenos argumentos. Sobre este trabajo, convengo con Cintio Vitier en el giro sorpresivo que da Martí al final cuando conmina a la política y al Estado ante la solución liberal de Spencer de excluir este último: "iYerra, pero consuela!, que el que consuela, nunca yerra".[16] Pero aquí y en otras partes de su obra parece manifestarse un Martí que se debate entre dos esperanzas: la implícita en su escrito sobre Spencer de que "el edificio... de veras tenebroso" de la absolutización de la propiedad estatal al estilo vislumbrado por el inglés no se llegara a producir y cuando escribió en 1886: 'Todo el anhelo de la civilización está en volver a la sencillez y justicia de Ios repartimientos primitivos".[17]

Es como si le faltara un eslabón, un eslabón que solo Marx podía brindarle, Un Marx que ni entonces ni aún se conoce totalmente.

Porque el principal ideólogo del materialismo filosófico, independientemente de las graves limitaciones que observó en la doctrina Georgista, tenía puntos de contacto con ella y con Martí y una concepción sobre lo que es la propiedad social sobre los medios de producción, que un poco más adelante se propondrá.

Valorando las similitudes, Carlos Marx coincidía con George y con Martí en la necesidad de nacionalizar la tierra y cobrar una renta por su uso. La primera medida de transición a adoptar por el Estado proletario de los países avanzados está referida en el Manifiesto del Partido Comunista: "Expropiación de la propiedad territorial y empleo de la renta de la tierra para los gastos del Estado".

La diferencia marxista radica en el tipo de explotación a establecer como estrategia sobre los terrenos.

Por cierto, excusándome de la digresión, en el artículo sobre "La futura esclavitud" demuestra Martí no conocer o recordar el Manifiesto cuando discrepa de la medida que propone una llamada "Federación Democrática Inglesa" y que es, en esencia, la octava medida de transición planteada por el documento: la "formación de ejércitos industriales y agrícolas conducidos por el Estado"[18], inexplicablemente omitida por Almanza como la segunda cita casi textual de Marx conocida por Martí.

La primera, "una asociación en que el libre desenvolvimiento de cada uno será la condición del libre desenvolvimiento de todos", del Manifiesto, la debió oír y leer Martí, según se ha investigado, partiendo de su casi segura asistencia al acto por la muerte de Marx celebrado en New York el 20 de marzo de 1883, donde la expresó un orador, y de la lectura de las reseñas publicadas por la prensa norteamericana sobre dicho evento, bases informativas ambas para preparar su crónica "Honores a Karl Marx, que ha muerto", aparecida ese mismo mes.

Martí, al igual que Spencer, opinaba sin conocer el concepto de Estado en Marx que "semejantes empresas aumentarían de terrible manera la cantidad de empleados públicos ya excesiva”[19].

Pero, continuemos con otra coincidencia entre los pensadores. La sexta medida recomendada por el Manifiesto apuntaba a la "centralización en manos del Estado de todos los medios de transporte", lo que significa que, por lo menos en el ferrocarril, también los fundadores del marxismo estaban de acuerdo con George y Martí. Lo único que, como ya expresamos, la palabra Estado tenía una connotación diferente en Marx. Al parecer, todo hace indicar que Martí y George jamás la conocieron. En realidad, todavía hoy se discute que quiso decir Marx con su concepción de propiedad social sobre los medios de producción, idea esta no suficientemente explícita en los textos de los clásicos.

Como se anunció unos párrafos atrás, es necesario abordar esta última cuestión para valorar mejor el pensamiento de Martí sobre el asunto.

En un voluminoso procesamiento de información en la obra de los clásicos del marxismo y en el acontecer del capitalismo desarrollado después de la muerte de Lenin, puede concluirse que la meta de la propiedad social sobre los medios de producción es, en esencia, lograr una especie de monopolio de la sociedad sobre dichos medios, conformado por empresas de trabajadores asociados o cooperativas, las que respetando los intereses cualitativos más generales y caros de la sociedad, gozan a su vez de la debida autonomía.[20]

La idea de esa sociedad, aunque aparece simplificada por motivos de espacio, fue expresada por Marx cuando planteaba la necesidad de “convertir la producción social en un sistema armónico y vasto de trabajo cooperativo”.[21]  

O por Lenin, cuando expresaba que “(…) el régimen de los cooperativistas cultos es el socialismo”.[22]

También el pionero de los dirigentes obreros de Cuba el socialista Enrique Roig San Martín (1843-1889), amigo admirado del entrañable para Martí, Fermín Valdés Dominguez, habría sido el primero en nuestra patria en definir la propiedad social como una “(…) libre federación de libres asociaciones de productores libres”.[23] Ello lo hizo, con evidente influencia marxista, en el periódico El Productor, el cual dirigía.

¿Estaría de acuerdo con esa concepción un Martí que, sobrepasando a George, coincidía con Marx en la necesidad de pasar a propiedad pública los monopolios industriales?

Considerando la justicia que, en materia de desburocratización, de distribución del ingreso y libertad de gestión genera la producción cooperativa, pienso que sí.

Hay que tener claro que la propiedad social en la variante conocida en los llamados “países socialistas” generó una costra de funcionarios públicos o burócratas que contribuyó a dar al traste con el sistema, lo cual era una gran preocupación en Martí. Recuérdese que en el artículo sobre Spencer concordaba sobre el absolutismo de la propiedad estatal, que "de ser esclavo de los capitalistas, como se llama ahora, iría (el hombre) a ser esclavo de los funcionarios".[24]

Con la producción cooperativa no puede ocurrir así, debido sencillamente a la revolución que genera en materia de descentralización de decisiones hacia los trabajadores, respetuosos a su vez de los objetivos generales de la sociedad. Hay que decir sin ambages que de donde estén las decisiones, en la burocracia gubernamental o en los colectivos de trabajadores, depende el éxito del socialismo.

Martí podría tener otras dudas con la propiedad social marxista, pero no la de que genere burocracia. Adicionalmente, la producción cooperativa representa el eslabón perdido indispensable para regresar, en un nivel superior, a los ya mencionados "repartimientos primitivos" tratados por Martí.

Hay coincidencias también no menos importantes entre nuestro Apóstol y Marx en lo que se refiere al desarrollo económico latinoamericano vinculado a la propiedad en el siglo XIX, y es en lo relativo a la gradualidad en los cambios y en la consideración de las condiciones específicas de cada nación.

Muchos recordarán la crítica martiana a Marx cuando escribió injustamente que " (...) anduvo deprisa (...) sin ver que no nacen viables ni de seno de pueblo en la historia, ni de seno de mujer en el hogar, los hijos que no han tenido gestación natural y laboriosa”.[25]

Teniendo en cuenta las leyes de la concepción materialista y dialéctica de la historia, una de las tres partes componentes del marxismo, Marx no avalaba, y debe decirse que no siempre consideró la violencia, el establecimiento del socialismo en la Latinoamérica del siglo pasado donde la clase obrera y, por tanto, la burguesía, eran incipientes. Martí no estaba al tanto de ese gran descubrimiento de Marx, pero parecía intuirlo.

En el siglo XIX los países latinoamericanos tenían un desarrollo concreto en sus fuerzas productivas que pedía relaciones de propiedad capitalistas para hacerlas avanzar y dejar atrás las formas atrasadas de apropiación existentes. Por ello, cuando Martí en 1890 espetaba: "Ni Saint Simon, ni Karl Marx, ni Marlo, ni Bakunin. Las reformas que nos vengan al cuerpo", Marx recordando una de las leyes universales de la concepción materialista de la historia reveladas por él y que hoy mantiene su actualidad, tendría que haberle sonreído y decirle: "Correcto. Desarróllense las fuerzas productivas en cada nación latinoamericana con las formas de propiedad que más las hagan avanzar".

En relación con esto, la investigadora cubana Graciela Chailloux considera como virtualmente irrealizable a finales de siglo XIX un desarrollo económico en la región con independencia del capitalismo norteamericano o inglés,[26] aunque pienso que pudieron estar sujetos a control.

Como se aprecia, no son pocos los puntos de contacto entre Marx y Martí en la esfera de la propiedad. Es en verdad admirable en el pensamiento martiano sobre este tópico, su preocupación humanista, ponderación y la orientación hacia adelante de sus concepciones.

Actitud ante la teoría

También se debe destacar con no menos fuerza, la avidez que profesaba Martí por la teoría social de la época que estaba a su alcance y su estudio más profundo.

Hoy, en relación con esto último y en medio de una confusión generalizada en las filas de la izquierda, tenemos que tomar el ejemplo martiano y lamentar los casos de quienes se vanaglorian de no haber perdido su tiempo leyendo a los clásicos del marxismo.

Ello, claro está, no es obligatorio para nadie, pero la ausencia de una lectura y un debate abiertos sobre cuestiones tan complejas y cruciales como las del tratamiento de la propiedad, tuvieron un peso inestimable en la catástrofe del llamado "socialismo real". El marxismo no es culpable de ello, mientras que las abiertas y sabias actitudes de Martí y Marx ante la difícil ciencia social, nos pueden servir de guía. Recordemos la deliciosa cita de un Marx preocupado por la posible impaciencia del público francés, siempre deseoso de empaparse de todo con rapidez, como el cubano, según pudiera haber dicho Jorge Mañach, y la ardua lectura, dada por el novedoso método de análisis, de los primeros capítulos de El Capital: "Esa es una desventaja contra la cual nada puedo y todo lo que puedo hacer, sin embargo, es prevenir a los lectores cuidadosos de la verdad. No existe atajo para la ciencia y únicamente tienen oportunidad de escalar su cima luminosa aquellos que no temen fatigarse al trepar sus escarpados senderos".[27]

Engels, en su oportunidad, había advertido, y cada marxista sabe que lo hacía sobre todo pensando en el procedimiento a seguir con la propiedad, que... "el socialismo, desde que se ha hecho ciencia, exige que se le trate como tal, es decir que se le estudie",[28] mientras que nuestro Martí repetía dicha actual alerta al llamarnos la atención sobre uno de los peligros que tenía la idea socialista “(...) el de las lecturas extranjerizas, confusas e incompletas".[29]

Por oposición nos llamó, pues, a una lectura propia, clara y total. Marx también.


Citas

¹ Conferencia impartida por el autor el 12 de mayo de 1993 en la Cátedra Latinoamericana y del Caribe que dirigía el fallecido intelectual cubano Cintio Vitier, en la Universidad de la Habana. Posteriormente, fue seleccionada por un jurado presidido por el Dr. Julio Le Riverend para formar parte de la edición especial que con motivo del centenario de la caída en combate de José Martí, preparó la Revista Cubana de Ciencias Sociales en su número 30 de 1995, hace 30 años. Se incorporan muy ligeras correcciones y adiciones que no afectan la esencia del texto original. 

[2] José Martí: Obras completas, t. 11, Editorial de Ciencias Sociales, la Habana, 1975, p. 146.  

[3] Rafael Almanza: En torno al Pensamiento económico de José Martí, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1990, p. 261.

[4] Engels dijo allí: "Así como Darwin descubrió la ley del desarrollo de la naturaleza orgánica, Marx descubrió la   ley del desarrollo de la historia humana”; Federico Engels "Discurso ante la tumba de Marx", en Carlos Marx y Federico Engels, Obras escogidas, 1 t., Editorial Progreso, Moscú, (s. a), p. 451.

[5] Rafael Almanza: Ob. cit., p. 274. 

[6] Carlos Marx y Federico Engels: Cartas sobre El Capital, Editora Política, La Habana, 1982, p.314.

[7] José Martí: Ob. cit., t. 12, p. 377.

[8] Ibídem, t.15.

[9] Rafael Almanza: Ob. cit., p. 123.

[10] Ibídem, p. 252.

[11] Carlos Marx y Federico Engels: Ob. cit., pp. 274-275.

[12] Ibídem, p.357.

[13] Ibídem, pp. 354-356.

[14] Federico Engels: "Prefacio a la edición alemana de 1872" (del Manifiesto del Partido Comunista), en Carlos Marx y Federico Engels, Obras escogidas, 1 t., ed.cit., p.27.

[15] José Carlos Ballón: "Martí y el socialismo contemporáneo de John Rae", conferencia para el evento "José Martí, hombre universal", la Habana, abril de 1992. 

[16] Cintio Vitier: "Algunas reflexiones en torno a José Martí", Conferencia magistral dictada en el evento "José Martí, hombre universal", suplemento del periódico Granma, La Habana, 11 de abril de 1992.

[17] Rafael Almanza: Ob. cit., p. 280.

[18] José Martí: Ob. cit., t. 15, p. 390.

[19] Ídem. 

[20] Posteriormente, el autor enriqueció esta visión general, a alcanzar muy gradualmente, al definirla “anatómica y fisiológicamente”, como la de “un único conglomerado estatal integrado por grupos empresariales ramales o subramales, organización que sustenta la planificación de cada grupo —ramal de hecho—, en los distintos horizontes de esta, contexto en el que las empresas, orientadas en esta perspectiva, se gestionarían descentralizadamente de manera cooperativa”. Tomado de su tesis doctoral, “Los tipos socioeconómicos en la fundamentación de las políticas futuras sobre el universo empresarial cubano”, defendida con éxito en mayo de 2023.

[21] Carlos Marx: “Instrucción sobre diversos problemas a los delegados del consejo central provisional”, en Carlos Marx y Federico Engels, Obras escogidas, 2 t., t. 2, Editorial Progreso, Moscú, 1973, p. 82.

[22] V.I.Lenin: “Sobre las cooperativas”, en Obras completas, t.45, Editorial Progreso, Moscú, 1987, p.389.

[23] Aleida Plasencia: “El Productor”, en autores varios, Historia de la prensa en cuba, Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 1988, p.134. 

[24] José Martí: Ob. cit., t. 15, p. 391.

[25] Ibídem, t. 9, p. 388.

[26] Graciela Chailloux: Estrategia y Pensamiento económico de José Martí frente al imperialismo norteamericano, Centro de Estudios sobre Estados Unidos (CESEU), la Habana, 1989, p.139. 

[27] Carlos Marx y Federico Engels: Cartas sobre El capital, ed. cit., p. 272.

[28] Federico Engels: "Prefacio a la guerra campesina en Alemania", 2da. ed., 1870, en Carlos Marx y Federico Engels, Obras escogidas, 1 t., ed. cit., p. 254.

[29] José Martí: Ob. cit., t. 3, p. 168. 

3 comentarios:

  1. Rogelio Castro Muñiz20 de mayo de 2025 a las 16:55

    No se le puede pedir a José Marti que su pensamiento esté acorde a la Europa que vivió Carlos Marx.
    El más universal de los Cubanos vivió y murió tratando que lograr una sociedad justa. Nunca expresó desprecio por sus enemigos los Españoles, nació español en la provincia de Cuba y muy pronto comprendió que la independencia era la única vía para desarrollar la sociedad Cubana.

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  2. Traté de aplicar a Martí la fórmula "dígame que piensa táctica y estratégicamente sobre la propiedad para saber quien es desde el punto de vista político". Cada cual puede aplicárselo.

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  3. El anterior comentario es del autor del artículo.

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