29 enero, 2023
Bajo la Lupa 29.01.23 https://www.jornada.com.mx/2023/01/29/opinion/010o1pol
Antes de la ominosa entrega de tanques Leopard 2, de Alemania, y Abrams, de Estados Unidos, al tambaleante régimen del comediante jázaro Zelensky, lo cual de facto encamina a Estados Unidos y la OTAN a una Tercera Guerra Mundial contra Rusia, este escenario ya había sido anticipado por el connotado demógrafo y prospectivista franco-británico Emmanuel Todd en su entrevista a Le Figaro (https://bit.ly/40dGL9F).
Todd se dio a conocer con su libro La caída final (https://amzn.to/3RenpNq), que predijo el desplome de la URSS desde 1976. Acaba de publicar en Japón (sic) su libro La Tercera Guerra Mundial ha empezado, en el que resalta que, contra toda la burda propaganda occidental, Rusia no fue aplastada económicamente cuando su objetivo es más multidimensional que de captura de territorios: Putin le ha brindado una gran estabilidad estructural a Rusia, en la que resalta su impactante disminución de mortalidad infantil (4.8), mucho mejor que Estados Unidos (5.55). Se trata de un choque económico global, el conjunto de Occidente, por una parte, y Rusia, respaldada por China, por otra, que se ha convertido en una guerra mundial.
Dice compartir el análisis del geopolítico realista John Mearsheimer, cuando Estados Unidos orilló a Putin a una guerra defensiva y preventiva. Pero ahora resalta que también para Estados Unidos la guerra se ha vuelto existencial porque no se puede retirar del conflicto, lo que desemboca en una guerra sin fin: un enfrentamiento donde el objetivo es el desplome de uno o del otro.
Considera que el eje fundamental de la OTAN lo constituye Washington/Londres/Varsovia/Kiev. Juzga que Estados Unidos es frágil (sic) cuando la resistencia de la economía rusa empuja el sistema imperial (sic) estadunidense al precipicio, mientras “nadie había previsto que la economía rusa se enfrentaría a la potencia económica de la OTAN ni que los controles monetario y financiero estadunidenses del mundo se desplomarían, por lo que esta guerra se ha vuelto existencial para Estados Unidos. Entre tanto, China, India y Arabia Saudita se refocilan.
Desecha la peregrina alucinación del entrevistador de Le Figaro de que el régimen ruso se encuentra al borde del colapso cuando Putin se beneficia de algo que no se considera: el retorno de Rusia al equilibrio, a una vida normal que sustenta con su indicador fetiche (sic), que es su asombrosa tasa de mortalidad infantil, hoy por debajo de la de Estados Unidos. Así que la verdadera prioridad del régimen ruso no es la victoria militar en el terreno, sino de no perder la estabilidad social (sic) adquirida en los recientes 20 años.
No pierde de vista que Rusia mantiene su problema demográfico, con una fecundidad de 1.5 de nacimientos por mujer, por lo que deben ganar la guerra o perderla en cinco años. Diseca el voto en la ONU, donde 75 por ciento del mundo no sigue a Occidente, que se ve empequeñecido, mientras se profundiza el declive relativo de Estados Unidos, lo cual vaticinó en su libro Después del imperio (https://amzn.to/3HDrIyx) hace más de 20 años. Desde 2002, Estados Unidos va de fracasos y repliegues encadenados, de Iraq a Afganistán, y es en ese contexto de reflujo estadunidense que Rusia tomó la decisión de frenar a Ucrania, hoy satelizada por Europa y Estados Unidos. A su juicio, se contempla por doquier el debilitamiento de Estados Unidos que no ven en Europa ni en Japóny aduce que la confrontación entre China y Estados Unidos no tendrá un vencedor, pero brindará un espacio a India y a otros, pero no a los europeos. Con las sanciones de 2014, Rusia incrementó su producción de trigo de 40 a 90 millones de toneladas en 2020, mientras gracias al neoliberalismo (sic), la producción de trigo de Estados Unidos entre 1980 y 2020 pasó de 80 a 40 millones de toneladas.
Hoy Rusia ostenta una superioridad nuclear con sus misiles hipersónicos, además de ser el primer exportador de centrales nucleares, mientras los rusos forman 30 por ciento más de ingenieros que Estados Unidos. Vaticina que el tema y la solución de la guerra dependerán de la capacidad de dos sistemas a producir armamentos.
Por lo visto, la única fortaleza que le queda a Estados Unidos/Occidente es su omnipotente propaganda.
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