Foto: Gilda Pérez. Archivo Fotografía Urbana Moa, Cuba. 1980
Sobre el mismo tema, lea Mundos Paralelos, de Alina López
Por Ricardo J. Machado
El objetivo de estas notas es identificar algunas interrogantes claves con relación a la manifestación de opiniones –no necesariamente debate- que la población está expresando en las asambleas dedicadas a analizar el contenido de la nueva constitución.
La masividad del proceso y el grado de compromiso que está mostrando la población no tiene precedentes. La dirección del país evidencia su intención a un nivel más amplio de ampliar los espacios para que haya más cambios que vengan desde abajo.
Habría que esperar a ver qué hace el sector conservador de la burocracia cubana -debe estar algo asustada- con la constitución una vez aprobada .
Probablemente se agazape después en los reglamentos y resoluciones elaborados para hacer muy difícil el cumplimiento de las leyes. Ya lo ha hecho otras veces.
Al parecer el momento en que surge el proyecto (Lineamientos, modelo económico, nuevo presidente) produjo cierto calentamiento del clima sociopolítico del país.
Se han despertado innovadoras y amplias expectativas a nivel de nación . ¿No estaremos los cubanos haciendo una carta colectiva a los Reyes Magos? ¿No estaremos también dejando de lado una visión realista de nuestras condiciones objetivas, olvidando la desproporción que padecemos los seres humanos entre nuestra alta capacidad de concebir y la muy pobre de realizar?
Una buena parte de las aspiraciones implícitas en muchas de las propuestas que estamos escuchando necesitan de una sustentación económica de la que carecemos .
¿No es un contrasentido que al mismo tiempo que convertimos ese importante documento en una fábrica de sueños apliquemos un frenazo al despliegue de la iniciativa individual, desalentemos al talento emprendedor y coloquemos bajo sospecha los emprendimientos privados, esenciales para la prosperidad de los cubanos, y, también, sustentación material indispensable para tales aspiraciones ?
¿No estará la sociedad cubana, a través del estudio de la nueva constitución, acelerando con la emergencia puesta, según expresión oída en boca de mi amigo Manuel Calviño?
Por otra parte los reportajes televisivos que recogen los planteamientos de la ciudadanía han comenzado a dar muestras de saturación. Se repiten los temas y aunque no propondría que se eliminen, ya me parece que resultan un poco cansones.
Están funcionando dos programas dedicados a la opinión experta, Hacemos Cuba y Pensándolo bien. Son una valiosa iniciativa, pero los presentadores se cuidan muy bien de no reflejar las polémicas, críticas y agudas contribuciones que la intelectualidad cubana revolucionaria han mostrado en las redes sociales.
Aunque lo intentan, no están haciendo en la medida necesaria bueno el lema “solo el que sabe ve lo que falta” (Esto es válido también para las asambleas de trabajadores).
El debate sobre la Constitución en la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana duró dos días. La TV perdió la oportunidad de mostrar un excelente reportaje.
Los cubanos hemos convertido el debate y la confrontación pública en un pecado, como algo de mala educación. Fueron muchas décadas en la que el pensamiento ortopédico ganó mucha influencia y eso deja sus huellas.
Carecemos aún de una cultura de la diferencia suficientemente desarrollada, sin la cual no puede realizarse una adecuada gestión de la diversidad. Esta es una demanda esencial para comprender el mundo de hoy y enfrentar con éxito los desafíos que nos presenta.
He leído en las redes sociales casi un ciento de textos sobre el tema de la nueva Constituciòn, de ellos al menos una docena han mostrado una contundencia y solidez que si fueran ignorados por la comisión redactora harían fallar en gran medida el proyecto constitucional.
No subestimo la sabiduría popular, que es capaz de ver con profundidad asuntos complejos. Recuerdo por ejemplo como mis amigos alemanes me contaron que pocos días después de la caída del muro un anónimo ciudadano dejó un cartel ante la estatua de Marx y Engels ubicada en una céntrica esquina de la ciudad que decía: “ellos no tienen la culpa”.
Podría narrar experiencias de mi vida profesional en Cuba en las que un simple obrero o campesino me han hecho razonamientos de una profundidad que pocos de mis colegas hubieran podido realzar. Me parece sin embargo que el saber experto en nuestros medios no está recibiendo la misma atención que las opiniones vertidas en las asambleas de trabajadores. Ya el tema se tocó en un excelente artículo de Alina López, Mundos paralelos. Pero los responsables de este macroproceso de análisis no le han hecho caso, si es que lo han leído.
Ojalá este no vaya a caer en un nivel donde los representantes de la ideología “buey” tengan demasiada influencia. Según esta todo está muy bien y al que critica nuestros errores hay que ponerlo en una lista e iniciarle un expediente. Fue lo mismo que hicieron los soviéticos y miren adonde fueron a parar. Pero seguramente ellos no han estudiado a profundidad un tema cardinal para un revolucionario consciente: ¿Por qué se cayó el socialismo en Europa?
Las opiniones personales y las colectivas como objeto del arte y la investigación científica
El tema de las diferencias entre las opiniones y sentires individuales y las colectivas tiene muchas aristas. Entre sus elementos componentes podemos mencionar las interacciones entre los dirigentes y los dirigidos. Es decir como estos interpretan sus estados de ánimos sea para reflejarlos,modificarlos o enfrentarse a ellos .
Tan temprano como en 1882 el dramaturgo noruego H.Ibsen (1828-1906) escribió un drama paradigmàtico titulado Un enemigo del pueblo donde narra la historia de un médico de un pueblecito rural que descubre que la causa de las frecuentes enfermedades de sus vecinos era una corriente fluvial de cuyas aguas contaminadas bebían diariamente. El hombre trató inútilmente de convencerlos de que debían prescindir de ellas y buscar otras fuentes. Para no hacer la historia larga: el médico fue expulsado de su comunidad por decirles la verdad que ellos no podían ver. Fue una anticipación desde el arte de lo que hoy llamamos el cuidado del medio ambiente .
En cuanto al papel de la investigación y la indagación científica en esta esfera podemos decir que son saberes ya constituidos. El sociólogo francés G. Lebon escribiò un libro clásico al respecto que Fidel Castro estudió al pie de la letra: Psicologia de las multitudes. Recientemente se publicó en Cuba el excelente texto del ruso S. Karamurza La manipulación de la conciencia.
En este punto pido disculpas por introducir un cierto desvío de esta temática, porque lo considero necesario con relación a una tesis central de este trabajo. Ahí les va.
Ahora, con motivo del inesperado triunfo de D. Trump y polémico referéndum del Brexit en Gran Bretaña, han salido a la luz los últimos logros de la ciencia en este campo .
Estos se atribuyen a la aplicaciòn de los resultados de las investigaciones de un sicólogo polaco, M.Kosinski, que realizó un doctorado en la universidad inglesa de Cambridge. Su estudio tenía por objetivos desarrollar técnicas de análisis sicométricas que permitían analizar el perfil de cada posible votante . Ello implicaba el procesamiento de un enorme volumen de datos (Big Data), lo mismo que nos sucede en Cuba con la preparación del análisis de la astronómica cifra de opiniones de los ciudadanos sobre el contenido de la nueva constitución .
Este instrumento consiste en un test de personalidad que identifica rasgos personales, agrupándolos según sus preferencias a partir de lo que le gusta o no a cada persona. Por ejemplo, hombres fuertemente aficionados a las motos, son retardados mentales. O aquellos del mismo género que le dan importancia al maquillaje ocultan tendencias homosexuales. Aclaro: simplifico para divulgar, porque el asunto es más complejo.
El empresario británico Alexander Nix, directivo de la compañía Cambridge Analitical, comercializó este producto y lo aplicó en la mercadotecnia política. Se ha demostrado su aplicación en los casos ya mencionados del Brexit y Trump.
No está descartado, sino más bien confirmado, que existen muchos elementos de que la derecha internacional está globalizando esta tecnología. Ello explica, en alguna medida, la oleada de pensamiento reaccionario que ha penetrado con amplitud los procesos electorales, especialmente en América Latina .(Piñera, Macri y ahora Bolsonaro) Están utilizando en gran escala métodos con base científica –fake news,judicialización de la política- para ganarle “limpiamente” las elecciones a las corrientes progresistas. Y lo están haciendo con éxito.
Como tendencia, la izquierda —en el gobierno o no— subestima la ciencia y la investigación, y pretende sustituirla con reuniones.
Lo cierto es que la derecha aprende más rápido . No tiene escrúpulos, engaña y miente sin limitaciones y pone la ciencia al servicio de su afán de dominio. Hay cierta paralización del pensamiento de izquierda, y da la impresión de no saber qué hacer . (Leí todos los documentos oficiales del reciente evento del Foro de Sao Paulo celebrado en La Habana y en ninguno se menciona el papel de la ciencia en la fundamentación de su política)
¿Y porque traer a cuento esta historia con relación al intercambio que realizamos los cubanos sobre la nueva constitución ? Pues porque pienso que aquí pudiera estar sucediendo algún tipo de distorsión, pero de sentido inverso -la subestimaciòn de la ciencia- con relación a la elaboración, primero, y a la discusión, después, del mencionado documento .
Repito: no se está visibilizando en pareja medida la opinión de los académicos y esto no me huele bien.
Los cabos sueltos que tiene el documento –sin desconocer otros méritos del texto- pudieron haberse resuelto facilitando una más amplia participación del saber experto .
El grupo redactor fue muy pequeño, no se utilizó una ronda de consulta a diferentes especialistas, entre ellos, los lingüistas.
Aunque quizás las propias limitaciones del documento fueron las que han estimulado la riqueza de las contribuciones.Esperemos que en la fase de procesamiento e interpretación de las opiniones de la población se supere esta limitación y logremos evadir el riesgo de crear un enorme almacén de opiniones sin etiquetas de clasificación precisas y confiables.
Sobre todo, ello es esencial para la decisiva fase de elaboración de las leyes que surgirán de la aprobación de la nueva constitución. Ahí tendrían mucho que decir los investigadores profesionales, al garantizar la autenticidad de los datos primarios para hacer leyes más justas.
Para ir terminando, las opiniones de los expertos pueden ser equivocadas y las de sabiduría popular también. La clave está en encontrar la tecnología que integre ambas “verdades” y saber lo que le toca a cada una, que será tarea del gobierno.
Es necesario distinguir los límites entre la calidad de las decisiones y su dependencia del nivel de su aceptación, y a la inversa. Pongamos por caso el ejemplo del debatido artículo 68 sobre el matrimonio igualitario. Las versiones televisivas han mostrado la tendencia a cierta resistencia de la población. En el caso de ir a referendun, el artículo podría no ser aprobado y prevalecería el criterio de los que mantienen posiciones ancladas en viejos prejuicios que ya desmanteló la ciencia. Esa mayoría sería injusta y pasaría por encima de verdades ya reconocidas e incluso pisotearía un derecho.
Un ejemplo muy citado en los textos que se ocupan del asunto refiere como las compañías de aviación consultan y obedecen la opinión de pilotos y azafatas con relación al color de los uniformes, pero el plan de mantenimiento de las naves lo deciden un pequeño grupo de ingenieros. Eso no es objeto de cuestionarios de opinión.
Confieso que no he visto en muchos años que la dirección de nuestro país haya enfrentado un reto de estas dimensiones. La respuesta habría que encontrarla inspirándonos –para ajustarlos- en la sabiduría de los textos bíblicos: “al pueblo lo que es del pueblo y a la ciencia lo que es de la ciencia”.
Ricardo J. Machado. Sociólogo. Fue miembro del Consejo de Dirección de la Revista Pensamiento Crítico y profesor del Departamento de Filosofía de la Universidad de La Habana. Doctor en Ciencias Económicas por la Universidad de Berlín. Asesor del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros (1980-1994). Ha impartido docencia en universidades de América Latina. Fue profesor invitado de la Universidad de Berlín. Ha publicado varios textos relacionados con su especialidad: el factor humano en las organizaciones. Trabajó como consultor de las Naciones Unidas. Editó su más reciente libro en 2013 “Abrir y mantener un negocio por cuenta propia”, por la editorial Ciencias Sociales.
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