LA HABANA. Durante la pandemia de Coronavirus de este 2020 han sido numerosos los emprendimientos y pequeños negocios privados que debieron cerrar en Cuba, ante la imposibilidad, tanto financiera como de proyección, de reinventarse en medio de la crisis. La fila de trabajadores por cuenta propia (TCP) contratados que han perdido el empleo se incrementó durante los meses de más estricta cuarentena en el país. Algunos negocios recién comienzan a reanimarse. Pero en un escenario con mayor escasez de insumos y donde el poder adquisitivo de la mayoría se ha deteriorado, otros tantos deberán tomar caminos diferentes.
La profesora e investigadora Ileana Díaz, al frente de la Red de Emprendimiento de la Universidad de La Habana, estima que la diferencia entre aquellos particulares que han tenido una buena idea, que les apasiona además, hasta convertirla en un proyecto de vida en su país, y aquellos que realizan actividades más primarias motivados únicamente por la subsistencia existe en todo el mundo. Suelen ser los primeros los que sobreviven a las crisis. No obstante, según explica, la tasa de mortalidad en este ámbito es alta por lo general.
“Como país se debería intentar que [las actividades primarias] sean las mínimas, y que la mayoría de los proyectos de negocios puedan ser más robustos, con un crecimiento y una dinámica fuerte, en distintas escalas”, dice. Todo esto teniendo en cuenta que estas actividades bien primarias también son necesarias y tampoco las debe asumir el estado. Aunque, precisamente por su vulnerabilidad, sí deberían estar más protegidas en la regulación ante los descalabros económicos, una falla que ha evidenciado el actual contexto pandémico.
De acuerdo con la profesora, uno de los principales obstáculos para diferenciar a los empleados de los empleadores, a los grandes de los pequeños, a los que deberían tener distintos tipos de regímenes tributarios, es precisamente que la norma jurídica que les ampara es la misma para todo el conjunto. Aunque ya está anunciada su implementación, la existencia de micro, pequeñas y medianas empresas (MPYMES) en Cuba no ha sido aun formalmente reconocida.
Ileana Díaz también invoca a las personas inmersas en el trabajo informal, las cuales, según cálculos oficiales, deben rondar el millón. “En América Latina hay políticas muy dirigidas a que estas personas se formalicen. Algunas no lo hacen porque no tienen el financiamiento, porque es caro, porque así no pagan impuestos, o porque no hay mayores expectativas. Entonces lo que se busca es incentivarlos, sea con excepciones de impuestos por determinados períodos, o que paguen impuestos más bajos. Porque la idea es que se conviertan, aunque sea, en una micro empresa, o que hagan empresas familiares, que generalmente tienen otros estímulos”, explica.
La informalidad, agrega Díaz, es un fenómeno más recurrente en países subdesarrollados. “Se da menos en los países de Europa, que es donde creo que también debemos mirar en busca de referentes exitosos sobre emprendimientos y pequeñas empresas, para no cometer errores que ya otros han cometido”.
Hay muchas personas bien formadas en Cuba, dice. “Muchas han emigrado, pero otras han apostado por quedarse, por la razón que sea, por el momento”. Eso cuenta también a la hora de establecer las políticas relacionadas. Así como el hecho de si los cubanos emigrados podrán invertir o no en un futuro próximo en estas MPYMES, algo que se discute actualmente, en palabras de Díaz, y que además ha sido un tópico reiterado durante años en los encuentros y los diálogos con la comunidad cubana emigrada.
Sector privado: ¿complementariedad o remanente?
La evidencia es aplastante: la pandemia ha arrasado en todas partes, en la mayoría de los sectores económicos, en cualquier forma de gestión. En el caso de Cuba estos efectos no hacen más que sumarse a la crisis que ya afrontaba el país. Todo esto, explica la economista, hace que las urgencias se puedan palpar de forma aún más clara.
“Se dijo en la conceptualización y en la constitución que se podrían constituir pequeñas y medianas empresas, pues acabemos de hacerlo. Está, además, la estrategia de flexibilizar el trabajo por cuenta propia y de reconocer a estas MPYMES. Creo que sí se está trabajando en eso, aunque sea un proceso largo y lento de toma de decisiones, en varios niveles, etc.”, insiste.
Pero hay un problema, agrega, que será difícil solucionar a corto plazo. “¿Dónde es que debe estar la cooperativa y el sector privado? Si se está pensando que el sector estatal tiene que dominar todo, ¿qué espacio van a tener los demás sectores? Hay que empezar por estas definiciones, cosas que no están en la estrategia. ¿Qué lugar tiene que ocupar, siendo el eje central de la economía del país, la empresa estatal socialista? Es algo que no se ha hecho”.
“Por ejemplo, la propiedad de la tierra o de las minas es del estado, pero, ¿todo tiene que ser explotado por él? (…) Como eso no se ha hecho, todavía se entiende la participación del estado como el que gestiona y no solo el que tiene la propiedad. Es una situación en la que no está definido qué se le deja al resto de las formas de gestión, o se les deja el remanente”, agrega. Hasta que estas cuestiones no sean dirimidas no habrá, por ejemplo, una lista de actividades en negativo, como se anunció el pasado agosto.
Sector estatal: ¿por dónde va la autonomía?
Para analizar el espacio y el rol del sector privado, hay que necesariamente analizar el del sector estatal. Eso, si se aspira a un análisis integral de todos los actores económicos en el país. En el caso de la empresa estatal, se han estipulado varios paquetes de medidas o se han enunciado políticas, pero de forma muy dispersa en su implementación y divulgación, lo cual hace difícil examinar qué ha cambiado realmente dentro de sus dinámicas económicas, qué se ha destrabado en realidad y qué no.
“Es impresionante, porque cada dos por tres se cambia algo. Las últimas, por ejemplo, son las 28 medidas que tienen una norma jurídica en la Resolución 115 del Ministerio de Economía y Planificación. Que sí, le permite a la empresa estatal un flujo, sobre todo a la que exporta, a la que sustituye importaciones, a la que está encadenada con una que exporta”. Pero también en los noventa existió algo similar, un sector emergente y uno tradicional, según explica la profesora.
Hay otro conjunto de 15 indicaciones que, señala Díaz, están relacionadas con los trabajadores. “El problema es que no veo por qué tiene que existir un ente que le diga a las empresas cuántos salarios medios puede pagar. O se les dice que pueden pagar el monto que decidan a partir de las utilidades, no obstante, tienen que definir ese monto previamente, y tiene que estar aprobado por otra institución. Entonces, ¿se puede o no se puede?”.
“Hay como un marasmo en las medidas en su conjunto —afirma—. Y lo peor es que se está tratando de resolver un tema de estructura a través de medidas fragmentadas, cuando esos temas corresponden a las ciencias empresariales”.
De forma general, la profesora califica el próximo año como un período esperanzador para el sector privado en la Isla, puesto que deben reconocerse e implementarse la creación de MPYMES y se debe terminar el listado de actividades a las que no podrán dedicarse, quedando abierto un mayor número de posibilidades para nuevos negocios. “Más allá de la voluntad política que pueda existir, también hay una urgencia. Hacer el ordenamiento monetario va a conducir a esa reestructuración de la empresa estatal, obligatoriamente”, dice. Y a su vez, muchos trabajadores necesitarán alternativas para reinsertarse en el mercado laboral, algo a lo que el sector privado podría contribuir, cuando se hayan creado las condiciones propicias.
Ileana Díaz añade: “Lo que intento transmitir es que no hay una mirada sistémica. Y aquí se está hablando del sistema empresarial del país: estatal, privado, cooperativo o mixto. La mirada debe estar en función de lo que se quiere lograr: crecimiento, exportación, innovación. Todo eso implica una mirada integral; no se puede mirar por compartimentos estancos, de forma fragmentada, algo que es sistémico”.
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Se sigue empleando el calificativo "Socialista", sin siquiera definirlo, nadie puede decir qué es el Socialismo, nadie en el gobierno, ni el partido, se ha preocupado por definirlo, Fidel definió lo que entendía por Revolución, pero nunca definió lo qué era el Socialismo, y en una ocasión dijo que era un error creer que alguien sabía cómo construir el Socialismo, se sigue empleando la terminología copiada del "marxismo-leninismo" del "socialismo real" de la desaparecida Unión Soviética donde se creó ese modelo que no es otro que el estalinismo, ese modelo fracasó a escala mundial y aquí se sigue empleando. Llaman "Empresa Estatal Socialista" como se les llamaba allá. Nunca se ha aplicado lo expuesto por Marx y Engels sobre el Socialismo como tránsito hacia el Comunismo, ya han abandonado esa meta. El Socialismo es un modo de producción que se diferencia del capitalismo en la propiedad de los medios de producción que dejan de pertenecer a la burguesía para pasar al poder de los obreros y campesinos mediante formas cooperativas y de autogestión obrera con la eliminación del trabajo asalariado y la extracción de la plusvalía, es decir la explotación del hombre por el hombre. Si en lugar de crear micro, pequeñas y medianas empresas privadas, es decir capitalistas, se crearan cooperativas y las grandes empresas se entregaran a sus obreros en forma de autogestión obrera, estaríamos construyendo el verdadero Socialismo, el que no ha existido en nación alguna hasta el presente. El modelo de Capitalismo Monopolista de Estado propio del estalinismo, jamás superará al capitalismo, porque es una versión del propio capitalismo basado en la explotación del hombre por el hombre mediada por el estado.
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