Centro de Estudios de la Economía Cubana
Introducción
El presente trabajo fue antecedido por otro redactado y discutido en enero de 1999 y titulado ―CUBA: COMPETENCIA Y MONOPOLIO. Reflexiones sobre su influencia en la dinámica de la economía cubana contemporánea”, en el cual participaron como autores Anicia García y quien suscribe el presente texto.
De aquel, este toma una parte de las ideas básicas, pues lejos de ser menor que en 1999, entender el significado de la competencia para la economía cubana actual, se ha hecho aun más importante. Pero, las mismas razones que nos hicieron retomar el problema de la competencia y su significación en una economía socialista, nos obligan a introducir lógicos cambios en su estructura y contenido. También habría que decir que los propósitos del presente trabajo son diferentes al de su predecesor, pensado y escrito para otro público. El tiempo transcurrido desde entonces y las realidades que tipifican estos años es otro factor que obliga a esta reformulación.
Cuba ha transformado de forma significativa desde 1999. Una de los cambios de mayor trascendencia es conceptual y tiene que ver con la ―asimilación‖ ideo-política del mercado y las formas de propiedad no estatal como elementos funcionales que pueden contribuir a la construcción de una sociedad socialista, próspera y sostenible y a la vez, entender y aceptar que sin desarrollo no sería posible alcanzar esa visión.
Es por ello que el presente trabajo se centrará en la relación entre competencia y desarrollo e intentará contribuir a entender sus determinantes en nuestra economía. Para ello se estructura en tres epígrafes; competencia y desarrollo económico: síntesis de una aproximación desde la teoría; mercado y competencia en la economía cubana y; transformaciones estructurales, mercado y competencia; conclusiones y bibliografía.
1- Competencia y desarrollo económico: síntesis de una aproximación desde la teoría.
A continuación se expondrán de forma muy sintética algunos de los axiomas generalmente aceptados acerca de la relación entre competencia y desarrollo económico. No se es ajeno a que cada uno de ellos merece mas espacio y detenimiento, así como una mejor formalización. Sin embargo atendiendo a los propósitos del presente trabajo, que es más que todo, un avance de investigación sobre la importancia de la competencia en la economía socialista, se ha preferido presentar una síntesis de varios argumentos sobre aquella relación.
1- En la literatura económica se admite que existe una relación entre la expansión de la competencia, el crecimiento y el desarrollo.
2- Desde la idea de la ―mano invisible (1) la economía política ha intentando demostrar esa relación. Para algunos la relación es directa y de signo positivo, para otros, no queda suficientemente claro cuál es el tipo de relación real entre unos y otros.
3- En la teoría marxista la ganancia extraordinaria resulta el motor que impulsa la dinámica de la economía capitalista. La lucha entre los capitales por obtener esas cuotas de ganancia extraordinaria conduce sistemáticamente a mejoras en las tecnologías. También para la teoría marxista la competencia genera su propio sepulturero, el monopolio, el cual deviene en ―negación dialéctica‖ de aquella.
4- Es generalmente aceptado (en la teoría) que existen dos tipos de competencia, la competencia basada en los precios (pricecompetition) y aquella otra que está basada en la investigación y desarrollo y en las técnicas y tecnologías de mercadeo y marketing (non-pricecompetition). Por lo general, la competencia a través de los precios es mucho más típica de mercados donde la competencia está limitada por situaciones oligopólicas o monopólicas (2), mientras que en mercados mas competitivos, la segunda resulta fundamental (3).
5- No obstante, solo en términos teóricos es posible encontrar mercados que operen de una u otra forma de forma pura. Lo que generalmente ocurre es una mezcla de situaciones y de formas de funcionamiento de los mercados donde ambas situaciones se mezclan.
6- La segunda forma de competencia tiene en la innovación el principal resorte para alcanzar productos y servicios diferentes que le permitan a la empresa apropiarse de ―ganancias extraordinarias‖ e impulsan al resto de las empresas del ramo a introducir innovaciones parecidas (Gustafsson, 2008).
7- La teoría parece coincidir en que existen dos tipos de efectos de la competencia sobre la innovación (y por lo tanto sobre el crecimiento y el desarrollo). Un efecto negativo asociado a los procesos de creación destructiva (4) y otro positivo asociado a la permanencia de rentas extraordinarias producidas por la innovación.
8- No obstante, se admite comúnmente en la literatura al respecto que el impacto de la competencia en el desarrollo es siempre positivo y lineal, se produce debido a que se admite también un impacto (positivo y lineal) de la innovación en el crecimiento económico a través de las mejoras de eficiencia y productividad que aquella (la innovación) provoca.
9- Sin embargo, existen trabajos que demuestran que la relación entre crecimiento y competencia no es lineal y tiene forma de U invertida, esto es, tiene un tramo positivo y otro negativo (5) (Aghion et al, 2005).
10- Las empresas innovan porque buscan alcanzar situaciones monopolistas con su innovación que le garanticen un nivel de rentas alto y seguro (6).
11- Al parecer los mayores efectos positivos de la competencia vía innovación son mayores en mercados con poco concurrentes.
12- Los efectos positivos de la competencia son mayores mientras más cercano este el sector de la frontera tecnológica ((Aghion y Howittz, 1992).
13- Desde cualquiera de los ―ángulos teóricos‖, se reconoce el carácter nocivo de los monopolios sobre la eficiencia y la productividad a mediano plazo (7).
De lo anterior se desprende la necesidad de instituciones que velen por el correcto funcionamiento de la competencia en el entendido de que este debe tener impactos positivos en la innovación y el crecimiento económico, aunque también es necesario reconocer que pueden existir arreglos institucionales que tengan impactos negativos sobre la competencia8 y por lo tanto sobre el crecimiento y el desarrollo económico (Banco Mundial 202, pág.8).
Existen no obstante, múltiples definiciones de institución, en este sentido resulta pertinente a este trabajo destacar la síntesis que Alonso y Garcimartin hacen:
―En suma, en tanto que conjunto de reglas, las instituciones restringen y coordinan el comportamiento de los agentes y los capacitan para actuar eficientemente, con limitados requerimientos informativos; en tanto que, normas, creencias y valores, las instituciones motivan a los agentes al seguimiento de las reglas, y, en fin, como organizaciones, las instituciones permiten la articulación de la acción colectiva y el enraizamiento en las conductas individuales de reglas y costumbres‖.(Alonso y Garcimartin 2008, pág. 63)
De esta forma, disponer de instituciones adecuadas a los propósitos del crecimiento y el desarrollo, que en esencia puedan garantizar el funcionamiento correcto de la competencia resulta decisivo para cualquier país, pero en especial, para aquellos que requieren de tasas de crecimiento relativamente altas y padecen de una muy baja tendencia a la innovación9.
2- Mercado y competencia en la economía socialista cubana.
Si se revisa toda la literatura económica posterior a 1959 producida en Cuba sobre la economía nacional, sorprenderá encontrar innumerables trabajos sobre el mercado, desde aquellos asociados a la ya famosa polémica de los años sesenta (10) , hasta infinidad de trabajos actuales, donde prácticamente se acepta, casi de manera natural, que en la construcción del socialismo cubano el mercado es un actor insoslayable.
Un repaso a los documentos oficiales, en particular los documentos programáticos del PCC, desde la Plataforma Programática del Partido Comunista de Cuba hasta los recientes, correspondientes al 6to. Congreso, permite confirmar también el reconocimiento ―oficial‖ de la necesidad de las relaciones monetarios-mercantiles (11).
Con relación a la necesidad de las relaciones monetario-mercantiles en el socialismo, en los años ochenta en trabajos de académicos cubanos (Vilariño y Domenech 1986) y (Acosta, 1982) se fundamenta tal necesidad sobre la base de argumentos que abarcan tanto la esfera de la circulación como la esfera de la producción. En síntesis esos argumentos eran:
• La necesidad de la utilización de categorías mercantiles para la medición en términos de valor del gasto de trabajo en el sector estatal.
• La existencia de un mercado de bienes de consumo que influye sobre la parte del sector estatal que produce estos bienes.
• Las relaciones de intercambio con el sector cooperativo y privado, así como con otros países.
• La necesidad de un cálculo cuidadoso del gasto de trabajo.
• Sin embargo, la razón fundamental reconocida en ―(...) el aislamiento económico
relativo de las unidades con relación al conjunto de la sociedad (...)‖ (Acosta 19…).fundamentaba la necesidad de las relaciones monetario-mercantiles en el socialismo sobre la base de la necesidad de la existencia de la producción mercantil en esta fase del desarrollo social.
En el trabajo que precede a este (Triana y García, 1999) se plantea que:
La necesidad de las relaciones monetario-mercantiles está asociada a la imposibilidad de medir directamente el tiempo de trabajo, debido, entre otros, a la existencia de diferentes formas de propiedad en el socialismo, al escaso desarrollo de la división del trabajo, al aislamiento relativo entre los productores, a la multiplicidad de relaciones entre ellos, tanto en el interior del país como en sus relaciones externas, todo lo cual hace necesario una medición indirecta a través del valor.
Desde otro ángulo, estudios sobre los sistemas de dirección en Cuba durante los sesenta probaron que:
· El sistema presupuestario de financiamiento absolutizó la acción de la ley del desarrollo planificado de la economía, propugnó un sistema de dirección altamente centralizado y restringió la acción de la ley del valor y de la ley de distribución acorde con la cantidad y calidad del trabajo, por considerar que las relaciones económicas vinculadas a estas leyes constituían un rezago del capitalismo, que en definitiva era necesario liquidar.
· Las concepciones sobre el autofinanciamiento o cálculo económico incluían toda una serie de criterios para argumentar la existencia de relaciones monetario-mercantiles en el socialismo, algunos de los cuales apuntaban a que en esta formación la ley del valor seguía siendo la reguladora de la producción social, sólo que operaba a través del plan.
· El sistema aplicado a finales de los ´60 absolutizó el papel del factor subjetivo, limitando de forma voluntarista el empleo de las relaciones monetario-mercantiles, lo que finalmente llevó a negar su empleo también en los sistemas de planificación y estimulación material a la producción. Esto condujo, en última instancia, a la negación del carácter objetivo de las leyes económicas en el socialismo y a plantearse la posibilidad de saltar etapas en el desarrollo económico-social (Triana y García, 1999).
Resumiendo, la necesidad de la aplicación de la ley del valor en el socialismo viene dada porque el principio del intercambio equivalente sigue siendo el principio sobre el cual se realiza el intercambio de productos de la producción socialista, entre los diferentes sujetos económicos de la sociedad. A su vez, la necesidad del intercambio equivalente entre el individuo y la sociedad se fundamenta por el insuficiente grado de desarrollo del proceso de socialización de los medios de producción. El aislamiento relativo de los productores precisa la conjugación de los diferentes intereses en los diferentes eslabones de la economía —no necesariamente coincidentes—, en condiciones en que la posición del individuo y del colectivo, como consumidores, depende de su trabajo (Triana y García, 1999).
Ello quiere decir que no debe considerarse a las relaciones mercantiles en el socialismo como el producto de la acción externa de elementos no constitutivos de las relaciones de producción socialistas, sino por el contrario como elemento necesario al mismo (Acosta 1982, pág. 29). De donde, la institución que sintetiza las formas de movimiento de las relaciones mercantiles, el mercado, es también una necesidad del socialismo. Esto es especialmente importante desde la perspectiva que incumbe a este trabajo: el uso consciente del mercado y de la competencia en el socialismo(Triana y García 1999).
Sin embargo, a diferencia de la relativamente abundante producción teórica sobre el mercado y las relaciones monetario-mercantiles en el socialismo en Cuba, muy poco puede encontrarse sobre la necesidad o no de la competencia en una economía socialista.
Ello sin dudas tiene al menos dos explicaciones, la primera está asociada al hecho de que la aceptación del mercado y las relaciones monetario-mercantiles en la ―construcción del socialismo en Cuba ha sido más que todo, teórica y en no poca medida formal. La segunda, está asociada a la propia estructura y funcionamiento del sistema estatal empresarial cubano, el cual le dejaba muy poco espacio de decisión a las empresas estatales (Ver Tabla 1) y donde una concepción altamente centralista de la planificación, que durante décadas se basó en planificación material de recursos, no permitía oportunidades a la existencia de la competencia.
Tal como aparece en la tabla anterior, las empresas estatales aun en el sistema de perfeccionamiento empresarial (el de supuestamente mayor grado de ―modernidad‖) siguen dependiendo de los ―niveles superiores‖ en temas cruciales para la empresa. Facultades básicas para poder competir, como libertad para determinar precios, decidir sobre suministradores, inversiones, ventas y compra de insumos han quedado total o parcialmente fuera del ámbito de decisión de la empresa.
De hecho, las explicaciones sobre los bajos niveles de eficiencia y productividad, la baja calidad de productos y servicios, los bajos niveles de exportación, la baja diversidad y escasa diferenciación de bienes y servicios y sobre los bajos niveles de innovación (y del interés por innovar) de nuestro sistema estatal empresarial, le han otorgado relativamente poca importancia a la inexistencia o poca presencia de la competencia en la economía nacional como una de las causas principales de aquellos problemas.
A manera de conclusión de este epígrafe cabe significar que, la necesidad del mercado en la economía socialista cubana había sido demostrada teóricamente ya desde mediados de los años setenta y aceptada ―oficialmente‖ desde inicios de esa misma década. También puede afirmarse que en lo fundamental esa demostración teórica y la aceptación oficial no lograron que el mercado y las relaciones a el asociados fueran incorporadas de manera funcional y orgánica al funcionamiento de la economía socialista cubana. La idea de la subordinación del mercado a la planificación, se tradujo en una práctica económica de desconocimiento sistemática y voluntarista de las determinaciones objetivas derivadas de la ley del valor.
De esa misma forma, es posible afirmar que factores objetivos como el predominio de formas monopólicas y oligopólicas de organización del sector estatal de la economía, asociado a la aceptación (teórica y política) de que el monopolio estatal sobre los medios de producción (y sobre la gestión de los mismos) era un elemento ―esencial‖ a la construcción del socialismo, ejercieron una influencia determinante en el poco espacio real que el mercado y la competencia han tenido en una buena parte de la construcción del socialismo cubano.
3- La transformación dela economía cubana actual: posibilidad y necesidad de la competencia.
¿Qué ha cambiado?
A partir de los años noventa Cuba se vio en la necesidad de encarar el reto de edificar ―su propio socialismo‖. Sin la existencia de un ―campo socialista‖ donde insertarse. La única opción fue (y es) la inserción dentro del mercado mundial capitalista (globalizado).
De esta suerte, a la ya reconocida necesidad de las relaciones mercantiles en el socialismo se le sumó la necesidad de sobrevivir (y ahora también desarrollar el país) dentro de un sistema de relaciones que tiene al mercado y las relaciones que de el dimanan, como las determinantes principales de su comportamiento.
Si bien es cierto que nuevamente en los documentos programáticos de la transformación de la economía nacional aparece la aceptación del mercado, también lo es que el papel del mercado y su relación con el plan siguen siendo asunto de difícil manejo, que de una u otra forma demuestran que no existe aún una solución teórica y práctica para este asunto.
Así se plantea:
―La política económica del Partido se corresponderá con el principio de que sólo el socialismo es capaz de vencer las dificultades y preservar las conquistas de la Revolución, y que en la actualización del modelo económico primará la planificación, la cual tendrá en cuenta las tendencias del mercado” (PCC, 2011).
Para más adelante acotar que:
―La política económica en la nueva etapa se corresponderá con el principio de que sólo el socialismo es capaz de vencer las dificultades y preservar las conquistas de la Revolución, y que en la actualización del modelo económico primará la planificación y no el mercado‖ (PCC 2011, pág. 9)
Y seguidamente reiterar la necesidad de tener presente al mercado:
―El sistema de planificación socialista continuará siendo la vía principal para la dirección de la economía nacional, y debe transformarse en sus aspectos metodológicos, organizativos y de control. La planificación tendrá en cuenta el mercado, influyendo sobre el mismo y considerando sus características” (PCC 2011, pág. 10).
Sin embargo, nuevamente la categoría competencia no aparece en el documento programático de las transformaciones del modelo económico.
Dos preguntas necesarias serían:
¿Es posible el mercado sin la competencia? Se reconozca ―oficialmente‖ o no, la competencia existirá y existe, solo que su desconocimiento (o su no reconocimiento) podría minimizar y hasta a veces eliminar los efectos positivos de la misma sobre la dinámica de la economía y las aspiraciones de desarrollo.
La segunda pregunta sería ¿Debe ser la Planificación la institución reguladora de la competencia? Al menos la práctica de la economía cubana en los últimos cuarenta años parece demostrar que no. ¿Qué pasa, sin embargo, cuando desde el propio Estado, se producen decisiones que distorsionan la competencia, como asignación directiva de compradores o suministradores, limitación de los derechos de adquisición de bienes o servicios, exclusión discrecional de actores económicos, etc., aspectos que son casi siempre resultado de los estilos altamente centralizados de ―planificación‖ que se han practicado en el país?
La economía cubana ha tardado veinte años en su propósito de vencer la crisis que comenzó en los inicios de los noventa, y lleva más de cincuenta intentando desarrollarse. En la actualidad se reconoce que para desarrollarse es necesario crecer. En ese empeño se han puesto en práctica políticas económicas que han fomentado la expansión de diversos tipos socioeconómicos, formas de propiedad y gestión no estatales, que si bien en los inicios de los noventa se concebían más ―como males necesarios en la actualidad han sido redefinidos, tanto en la economía, como en la política y en la ideología, como ―formas funcionales‖ a los propósitos de ―consolidar el socialismo cubano (13). Así se afirma que:
―El modelo de gestión reconoce y promueve, además de la empresa estatal socialista, que es la forma principal en la economía nacional, las modalidades de inversión extranjera previstas en la ley (empresas mixtas, contratos de asociación económica internacional, entre otras), las cooperativas, los agricultores pequeños, los usufructuarios, los arrendatarios, los trabajadores por cuenta propia y otras formas, todas las que, en conjunto, deben contribuir a elevar la eficiencia (PCC 2011, pág. 10).
De una parte lo nuevo en este caso está en el reconocimiento formal (legal, político e ideológico) de esos nuevos actores, la mayoría de los cuales opera en buena medida dentro de las reglas del mercado.De otro, lo nuevo es también el ―"tamaño, ―peso y ―cualidad" de esas nuevas modalidades en la economía nacional.
Para que todas esas nuevas formas puedan contribuir a elevar la eficienciase necesitan las instituciones adecuadas, la competencia, como una de ellas y las asociadas a la regulación de la competencia.
Esto obligaría a un examen sobre el marco institucional y su conveniencia o no para promover la eficiencia y la productividad y adecuar aquellas definiciones referidas a otras realidades al contexto cubano (14). Obviamente, es el Estado la más importante de todas esas instituciones y su papel en la regulación de la competencia y en la corrección de las fallas del mercado es decisivo y será cada vez más importante.
Los costos de no asumir conscientemente la existencia y la necesidad del mercado y la competencia son perfectamente visibles e influyen en hechos como: una tasa de crecimiento de apenas el 3% en los últimos veinte años, incapacidad sostenida para generar ahorro doméstico que impulse el crecimiento (tasas de ahorro de menos de 10% anual en veinte años) bajos niveles de innovación, una baja productividad del trabajo en prácticamente la mayoría de los sectores y ramas, empresas y productos de baja competitividad, etc. Ese, en una buena parte, es el costo de la ausencia de competencia.
¿Es coherente con la visión de una sociedad socialista, sustentable y prospera, el desarrollo de los mercados y la promoción de la competencia? Si para ello se requiere que el país se desarrolle, entonces, de acuerdo a la evidencia, la respuesta es afirmativa.
2- Transformaciones estructurales, mercado y competencia.
Aceptando el hecho de que la construcción institucional en Cuba, no contempla a la competencia como parte de las instituciones necesarias a la construcción del socialismo y de que muchas de esas instituciones generan ―naturalmente‖ prácticas monopolistas, el proceso de actualización está generando nuevas realidades que inducen a la expansión de la competencia.
Se señala como propósitos de las transformaciones emprendidas a partir del 2011 las siguientes.
. Incrementar el peso relativo del empleo no-estatal en la economía.
. Transformar el ineficaz modelo de gestión de las empresas estatales e incrementarla autonomía de estas.
. Conservar el papel de la planificación ante la crecientes expansión del mercado y las relaciones que le son propias.
. Reordenar el funcionamiento de las instituciones del Estado, buscando eficacia y racionalidad.
. Hacer corresponder el nivel de vida de las personas con la trascendencia social del trabajo aportado.
Tomadas en conjunto, significan una expansión de las relaciones de mercado en la economía nacional sin precedentes en todo el período que va desde 1960 hasta la actualidad, y son determinantes en el propósito de que el sector no estatal alcance un peso mayor el 40% en el empleo y en el Producto Interno Bruto (PIB). De otra parte esa misma expansión y las relaciones que se producirán entre esos sectores y el sector de la economía estatal tendrán como base costos y precios determinados por la ley del valor. Representa por lo tanto una expansión del mercado en la economía socialista.
La transformación del sistema empresarial estatal.
Se han operado cambios en la forma de gestionar el sector estatal, se indican a continuación algunos de ellos (Fernández , 2014): de los conflictos distributivos (Alosnso y Garcimartin 2008, pág. 189).
1. Flexibilización del objeto social de las empresas
2. Introducción del encargo estatal como elemento de conducción directiva y la posibilidad de vender los excedentes ―"libremente"en el mercado.
3. Se eliminan límites administrativos al salario máximo.
4. Los sistemas de pago son aprobados por la Organización Superior de Dirección Empresarial (OSDE).
5. El plan de la empresa lo aprueba la OSDE
6. Capacidad de decisión sobre inversiones descentralizadas
7. Conservan 50% de las utilidades, no entregan depreciación, ni reservas no utilizadas
8. Posibilidad de "liquidar" empresas.
Algunos de esos cambios promueven la expansión de la competencia y su utilización, entre ellos, la flexibilización del objeto social, que ahora queda en manos de las propias empresas, la venta en el mercado de los excedentes del encargo estatal a precios libremente determinados por la oferta y la demanda, la posibilidad de decidir sobre inversiones descentralizadas y la posibilidad de disponer del 50% de sus utilidades junto a la quiebra y liquidación de empresas (15).
Sin embargo, otros de esos cambios, parecen contradecir ese movimiento ―hacia una mayor competencia‖, tal es el caso de la tendencia a la reducción del número de empresas estatales y cooperativas, lo que reduce no solo el número, sino también la diversidad de concurrentes de concurrentes a los mercados y fomenta posiciones monopólicas.
Dentro de la ―lógica‖ del proceso de actualización la reducción de entidades estatales responde al recorte de la actividad del Estado o su retiro de actividades que no se corresponden con las prioridades definidas en la actualización del modelo, o al traspaso al sector no estatal de entidades que si desarrollan actividades empresarial (cafeteríaspequeñas, etc.), que han pasado a engrosar las filas del sector no estatal, donde si se aprecia un crecimiento sustancial de la "población empresarial".
Desde la perspectiva normativa, la transformación de empresas en ―unidades empresariales de base‖ (UEB), una especie de proceso de absorción, para nada contribuye de forma positiva al fomento de la competencia, en tanto esas nuevas entidades pierden su autonomía.
De otra, la propia creación de las OSDE constituye un proceso de centralización a niveles relativamente altos y puede tener como resultado, la limitación de la competencia intraramal.
Expansión y dinámica del trabajo por cuenta propia y las cooperativas no agropecuarias.
La existencia de mas de un millón de trabajadores en el sector no estatal de la economía, una parte de ellos cooperativistas, otra parte cuentapropistas y otra pequeños y medianos empresarios (16), todos ellos operando sobre la base de relaciones mercado (incluso en sus relaciones con el Estado) junto a la apertura del mercado inmobiliario doméstico expande y profundiza la presencia del mercado y a la vez, le confiere nuevas cualidades, en especial, en cuanto al fenómeno de la acumulación (y la reproducción de las condiciones de producción). Obliga también (al menos), a pensar en la necesidad de reconocer y crear condiciones para el correcto funcionamiento de la competencia.
Desde la perspectiva que interesa a este trabajo cabe señalar la existencia de prácticas restrictivas (limitación de oficios, exclusión de profesiones, barreras a la entrada (17), colusión y corrupción asociadas a excesivos sistemas de control, etc.) que limitan el impacto positivo del sector sobre la economía nacional, tanto en términos de producción y servicios como de generación de empleo, reducen artificialmente la posibilidad de elevar la complejidad tecnológica de productos y servicios y que permiten a algunos obtener rentas inmerecidas y fomentan actitudes de este tipo (rentseeking).
Aunque en más de una ocasión se ha planteado la intención de poner en igualdad de condiciones a todas las ―formas productivas‖, permanecen situaciones y prácticas que se alejan de esa intención. La ausencia de una institución como una Ley de Empresas es una de las causas, pero a la vez, existen otras como la permanencia del monopolio estatal sobre el comercio exterior, también sobre la gestión del mercado doméstico de insumos, la exclusión de formas de propiedad no estatales del comercio minoristas de bienes no agropecuarios (con excepción de una pequeña parte, asociada a artesanos y cuentapropistas, ambos con restricciones significativas en sus operaciones) y la concesión de regímenes especiales a determinados agentes (por ejemplo ventajas en el régimen tributario a las cooperativas por encima del sector del trabajo por cuenta propia) son hechos que contradicen aquel propósito.
Resumiendo, si bien es cierto que las transformaciones emprendidas en los últimos seis años promueven una mayor expansión del mercado, una relativa reducción del "paternalismo estatal" hacia sus empresas, una mayor diversidad de actores económicos y de formas de propiedad y gestión, mas autonomía hacia el sector estatal, ―reglas más claras que las anteriores‖, una relativa mejoría de la transparencia y una relativa mejoría en los incentivos; es posible afirmar también que permanecen practicas monopolistas y que las mismas son concebidas como ―natural‖ a los intereses socialistas; por ejemplo, la discrecionalidad es aun una forma común de ―manejar‖ la economía, constituye una ―práctica bien aprendida y profundamente enraizada‖; precios y cantidades siguen siendo en muchos casos decididos ignorando las condiciones de producción y el mercado, y por último, es notable la ausencia de instituciones que garanticen la competencia.
Por último, otorgar condiciones diferenciadas a los agentes económicos, constituye muchas veces una práctica común, un recurso comúnmente usado para ―estimular‖ a determinados sectores (por ejemplo, es el caso muchas veces de las políticas industriales) y si bien no se debe desconocer su posible efectivo positivo de corto plazo, tampoco debe olvidarse el carácter temporal que las mismas deben tener.
En el caso de la economía cubana, el ―estilo de planificación‖ asumido por años, ha conducido a ese tipo de situaciones donde empresas que producen un mismo tipo de producto o servicio, son ―beneficiadas‖ con independencia de sus resultados productivos (por ejemplo es el caso de la asignación de capacidades de financiamiento, exclusividad en el abastecimiento a determinados mercados o exclusión de otros, etc) lo cual genera en e medio plazo grandes pérdidas de eficiencia y productividad, con costos crecientes para toda la sociedad.
Conclusiones.
Se ha convertido en algo generalmente aceptado que existe una relación positiva entre la expansión de la competencia y el desarrollo económico. Esa relación positiva ha sido documentada en diferentes reportes como el Informe Mundial de Competitividad y también el reporte anual DoingBussiness del Banco Mundial(Banco Mundial, 2014).
Parece también generalmente aceptado que esa relación no es automática, requiere de una constante acción en pos de garantizar las condiciones para el buen desarrollo de la competencia.La aceptación formal de las relaciones monetario-mercantiles en Cuba en el período que va desde mediados de los noventa hasta la actualidad, ha condicionado también bajos niveles de innovación y consecuentemente de eficiencia y productividad.Aun cuando al menos teóricamente se acepta el carácter necesario de las relaciones mercantiles y el mercado en el socialismo, no ocurre igual con la competencia y su necesidad en las condiciones de Cuba.
Las transformaciones iniciadas en el 2007, consolidadas en el 2011 en los Lineamientos, promueven la expansión de las relaciones de mercado e implícitamente la competencia, pero subsiste de una parte una incomprensión teórica sobre su necesidad y la permanencia de prácticas que, de facto, obstruyen el funcionamiento de la misma. Los costos de no reconocer la necesidad de la competencia en las aspiraciones de desarrollo de Cuba, se pagarán con tasas de crecimiento menores que as potenciales, asignación incorrecta de recursos, niveles de productividad y eficiencia por alejado de las fronteras de posibilidades del país y sobre todo con un significativo desestimula a la innovación, uno de los motores principales del crecimiento económico.
Bibliografía
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ANEXO 1.PRÁCTICAS COMERCIALES RESTRICTIVAS.
Existen dos tipos de prácticas comerciales restrictivas, según indica la UNCTAD: horizontales y verticales.
En el caso de las prácticas comerciales horizontales, se trata de actuaciones que se realizan por personas que se encuentren en el mismo nivel, como acuerdos entre fabricantes, por ejemplo en el caso siguiente:
En lugar de competir, los fabricantes pueden ponerse de acuerdo para fijar los precios que les proporcionen los máximos beneficios, de la misma manera que si tuvieran un monopolio. Este acuerdo se denomina cartel y constituye una práctica comercial restrictiva horizontal.
La única diferencia respecto del monopolio es que los miembros del cartel tendrán que ponerse de acuerdo acerca de la distribución del mercado entre ellos mismos, de manera que cada nuevo monopolista tiene garantizada su participación en el mercado. También tratarán de eliminar a los terceros que no intervengan en el acuerdo (tales como los nuevos fabricantes que aparezcan en el mercado y tengan la intención de disminuir los precios). Para evitar esto en los carteles se establecen los denominados ―fondos de combate‖ que permiten a sus miembros obligar a los terceros fabricantes a unirse al cartel o bien eliminarlos mediante ofertas sistemáticas inferiores a las que los terceros fabricantes hagan a sus clientes.
Un monopolio o una empresa dominante pueden recurrir a prácticas restrictivas verticales para aprovechar deslealmente su gran poder en el mercado respecto de sus proveedores o distribuidores. Entre este tipo de prácticas están:
Mantenimiento del precio de reventa. El fabricante fija el precio al que obliga al distribuidor a vender. Este último no tiene posibilidad de fijar su propio margen, si no realiza esto el fabricante se negará a seguir abasteciéndolo.
Negativa a tratar. El distribuidor tendrá dificultades pues ha perdido su fuente de suministro y le será difícil encontrar un sustituto ya que el proveedor es una empresa dominante (si el proveedor es un monopolista el distribuidor no tiene posibilidad alguna de encontrar un sustituto)
Transacciones exclusivas. Compromiso del fabricante de que suministrará exclusivamente al distribuidor en un mercado determinado, le garantiza un monopolio en ese mercado. En ocasiones esta práctica contribuye a la competencia, pues le permite al fabricante asegurarse de que su distribuidor mantendrá el nivel adecuado de calidad y servicios posventa; sin embargo, si esta exclusividad es concedida por un monopolista o una empresa dominante, sí se producen efectos desfavorables a la competencia.
Exclusividad recíproca. El distribuidor se compromete a vender exclusivamente las mercancías de su proveedor exclusivo.
Diferenciación en los precios. Mantenimiento de precios diferentes en distintos mercados con el fin de conseguir los precios máximos que los diferentes tipos de consumidores pueden pagar.
Vinculación de ventas. El fabricante obliga al revendedor o al mayorista a hacerse cargo de más mercancías de las que desea o necesita. El comprador se ve obligado a aceptar más productos de los que quiere. El distribuidor puede también verse forzado a tener toda la gama de productos de un fabricante (práctica conocida como imposición de un surtido completo)
Fijación de precios predatorios. El proveedor vende a precios muy bajos con el fin de hacer que sus competidores cesen sus actividades o bien, suministra a estos insumos intermedios a precios excesivos (sólo es posible si el proveedor es una empresa dominante).
Fijación de precios de transferencia. Es la sobrefacturación o subfacturación de insumos intermedios entre una empresa matriz y una filial. En el caso de la sobrefacturación, la empresa filial en otro país puede declarar menos beneficios y con ello evadir el pago de impuestos o las restricciones aplicadas al envío de beneficios. La subfacturación puede utilizarse como un método de fijación de precios predatorios con el fin de obligar a los competidores a cesar sus actividades y crear así un monopolio.
Notas:
(1) Smith en la Riqueza de las Naciones utiliza el caso de China para argumentar sobre esta relación.
(2)En estos tipos de mercados las empresas imponen sus precios (price setter firms).
(3)En estos mercados la empresas son tomadoras de precios (pricetakersfirms).
(4)Conocido también como “efecto shumpeteriano”. Asociado a las bajas expectativas de duración de la renta post innovación en mercados con muchos competidores.
(5)Existen dos tipo de efectos de la competencia sobre la innovación en marcados de pocos competidores, un efecto positivo, determinado porque las rentas post-innovación son mayores que las rentas pre-innovación, lo cual induce a los agentes a innovar buscando monopolizar las ganancias derivadas de la innovación, y un efecto negativo o shumpeteriano, que resulta de la disolución de las rentas post-innovación debido a la existencia de una gran cantidad de competidores, lo que produce baja expectativas de obtener rentas post-post-innovación y disminuye la propensión a innovar.
(6) Esto es, que la diferencia entre la ganancia obtenidas después y antes de la innovación, sean mayores que los costos en que incurren para obtener dicha innovación.
(7) La teoría marxista sobre el capitalismo fue de las primeras en reconocer ese carácter negativo de los monopolios sobre la productividad y la eficiencia, sin embargo, en la práctica de la construcción del socialismo, la teoría marxista del socialismo ha defendido y aun defiende (en el caso de Cuba) la necesidad del monopolio estatal sobre sectores y empresas, así como sobre actividades específicas (comercio exterior, comercio interior, etc.).
(8) No debe suponerse, por tanto, que toda institución, por el hecho de existir, sea una respuesta eficiente a un fallo de mercado previo (Alonso y Garcímartin 2008, pág. 67)
(9) Se señala repetidamente la baja tasa de ahorro y de inversión como casusas de las bajas tasas de crecimiento, sin embargo, más que causas suelen ser efecto de aquel débil crecimiento. De lo que se trata en realidad es de poner al descubierto las verdaderas causas que impiden a los países generar “ambientes” que promuevan la innovación y el ahorro, algo que en la mayoría de los casos esta menos influenciado por aspectos estrictamente económicos y mucho más por asuntos “institucionales”.
(10) El autor se refiere a la polémica sobre los sistemas de dirección sostenida entre diferentes figuras de la política y la economía cubana.
(11) A mediados de los años ´70 la discusión sobre la necesidad de las relaciones monetario-mercantiles en el socialismo se resolvió finalmente a favor de las posiciones que sostenían la necesidad de la existencia y utilización de dichas relaciones en la construcción de esta formación.
“El sistema de Dirección y Planificación debe fundamentarse en las leyes económicas objetivas que actúan en la etapa de la construcción del socialismo, y, dentro de éstas, tener en cuenta la vigencia de la ley del valor y de las relacionesmonetario-mercantiles que existen, con un nuevo contenido, como una necesidad histórica en este período y en la fase socialista de la sociedad comunista.”( PCC 1976, pág. 191)
(12) Leyenda: CE- Cálculo Económico, SPF- Sistema Presupuestario de Financiamiento, NSD- Nuevo Sistema de Dirección, SDPE- Sistema de Dirección y Planificación de la Economía, CO- Contingentes Obreros, SM-Sociedades Mercantiles, PE- Perfeccionamiento Empresarial
(13) Tal proceso ha ido creando una diversidad de formas organizativas y cambios en el sistema de gestión empresarial, vinculado esto con el surgimiento de otros sectores económicos complementarios al estatal, como el cooperativo, el mixto y el privado, que ha dado lugar al establecimiento de nuevos tipos de relaciones económicas entre los nuevos agentes económicos que aparecen
(14) Se identifican algunos ejes fundamentales al respecto; definición y protección de los derechos económicos básicos, promoción de la competencia en los mercados, corrección de problemas de coordinación y de otros fallos de mercados, promoción de la estabilidad y el crecimiento económico, cohesión social y gestión eficaz.
(15) No se desconoce sin embargo, los límites que aun el entorno regulatorio establece y el carácter difuso de esos límites.
(16) Aunque este no resulta el mejor de los proxies para ilustrar el crecimiento de las empresas en el sector no estatal, ya que el número de trabajadores y el número de empresas para nada coinciden, la normativa cubana no registra “cantidad de empresas” sino cantidad de trabajadores.
(17) The theoretical explanation for market failure in developing countries is that the high transaction costs and asymmetric information in these countries limit economic efficiency. Competition authorities should therefore perform two most important functions: eliminating private and governmental barriers to entry (UNCTAD 2004, pág. 326)
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