Por Michael Roberts
Fuente:G. Buster
Los datos económicos estadounidenses de agosto han sido algo contradictorios. En primer lugar, nos encontramos con que la economía de Estados Unidos creció menos de lo esperado en el segundo trimestre de 2016. El PIB real (después de retirar la inflación) aumentó a una tasa interanual de solamente 1,2%. Y la inversión empresarial cayó a una tasa anual de 9,7%, la tercera caída trimestral consecutiva. Por otra parte, en julio, la economía de Estados Unidos creó 255.000 puestos de trabajo más, mientras que los salarios (antes de la inflación y los impuestos) subieron un 2,6% en comparación con julio de 2015.
Es este mercado laboral reforzado, ha habido un aumento de los salarios nominales, lo que permite a los economistas de Goldman Sachs concluir que las cosas están mejorando para la economía de Estados Unidos. "Como resultado, la economía de Estados Unidos es ahora mucho más 'normal' que lo que se percibe en general, en nuestra opinión. Con esto queremos decir que las características habituales de una expansión a medio-largo plazo de una economía (pleno empleo e incluso un mercado laboral tenso, inflación cerca o por encima del objetivo) es probable que aparezcan el próximo año". Sin embargo, los economistas de Goldman Sachs, a diferencia de los de JP Morgan, ignoran la fuerte caída de los beneficios empresariales y de la inversión empresarial, que sugiere que la economía de Estados Unidos no va a girar hacia la plena recuperación, sino todo lo contrario.
Además, las cifras de ventas minoristas en Estados Unidos de mayo no muestran la recuperación de la demanda de los consumidores que Goldman Sachs espera. El crecimiento de las ventas al por menor se ha desacelerado a lo largo de 2016. Las ventas en las tiendas y en internet representan sólo el 40% del gasto de los hogares de EE.UU. - el resto es para vivienda, salud, educación, servicios públicos, etc. Así que hay dudas sobre si los consumidores estadounidenses están gastando más o no.
De todos modos, lo que está claro es que, incluso si la economía de Estados Unidos va más o menos bien y ha hecho una recuperación razonable tras la Gran Recesión de 2008, según los economistas de Goldman Sachs, no se puede decir lo mismo de las otras grandes zonas económicas capitalistas, Japón y Europa.
He señalado antes que Japón continúa luchando contra su escaso o nulo crecimiento económico a pesar de cuatro años de Abenomics (inyecciones monetarias, estímulos fiscales y reformas laborales neoliberales). Y ello a pesar de los consejos del gurú monetarista, Ben Bernanke, ex jefe de la Reserva Federal de Estados Unidos y del gurú fiscal keynesiano, Paul Krugman: ambos han pedido al primer ministro conservador de Japón, Shinzo Abe, mantener y aumentar los estímulos monetarios (dinero helicóptero) y el gasto público (déficit presupuestario).
Pero nada parece estar funcionando. Japón no logró crecer en absoluto en el 2T de 2016, que sufrió una fuerte desaceleración del crecimiento del 2% en relación con el 1T. Y la inversión empresarial se derrumbó en la medida en que los beneficios empresariales han caído desde el comienzo del año. El Índice de los gestores de compras se situó en 49,3 en julio, desde un 48,1 en junio. Cualquier cifra por debajo de 50 indica una contracción de la economía.
Al igual que los EE.UU., el mercado laboral japonés ha sido razonablemente fuerte, con la tasa de desempleo en su nivel más bajo en 21 años. Abe se atribuye el mérito, pero el descenso del paro tiene mucho más que ver con el envejecimiento y la disminución de la población de Japón. El número de personas en edad de trabajar que buscan trabajo está cayendo. Además, la mayoría de los que encontraron trabajo consiguieron contratos temporales no fijos.
El intento de aumentar los impuestos sobre las ventas (IVA) en 2014 con el fin de controlar el déficit del gasto público y la deuda sólo sirvió para colapsar el gasto de los hogares japoneses, que no se ha recuperado (véase el gráfico siguiente). Así que el gobierno de Abe pospuso cualquier aumento adicional de impuestos y revirtió la política anunciando un gran paquete de gasto fiscal. El gobierno oscila entre medidas neoliberales y keynesianas, con poco éxito en ambos casos.
De hecho, el principal objetivo del gobierno japonés es conseguir el aumento de la inflación en torno al 2% anual. Se supone que ello generaría un mayor gasto de los consumidores y relanzaría la economía. Tal es la opinión de los keynesianos que asesoran a Abe. Pero la política monetaria y fiscal ha fracasado rotundamente a la hora de lograrlo. Como el efecto de la subida del impuesto sobre las ventas ha caído, Japón ha vuelto a la deflación.
Los salarios medios están creciendo menos de un 1% al año, por lo que los precios en las tiendas están cayendo o los hogares japoneses estarían sufriendo una caída importante en sus niveles de vida. La razón por la que el monetarismo y el keynesianismo han fracasado en Japón se debe a que el sector capitalista sólo crecerá si aumenta la inversión y la inversión sólo crece cuando las ganancias empresariales están aumentando, no disminuyendo como ahora. Este índice económico indica la evolución del sector capitalista japonés.
La situación no es mejor en Europa. La economía del Reino Unido ha sido la que mayor crecimiento económico ha experimentado el año pasado, equivalente al de los EE.UU., poco más del 2% anual. Todo parece indicar que las empresas del Reino Unido han pospuesto sus planes de inversión y también los extranjeros que invierten en las industrias del Reino Unido hasta que se clarifiquen las nuevas condiciones para el comercio y la inversión entre el Reino Unido y la UE, lo que podría llevar años.
En la zona euro, las cosas son mucho peores. Joseph Stiglitz, el premio Nobel en economía estadounidense, acaba de publicar un nuevo libro en el que argumenta que la crisis y la recesión en la zona euro se deben al propio euro. Cree que "la zona euro nació defectuosa", y que "el euro ha creado la crisis del euro". Ese no es mi punto de vista. He argumentado que la crisis de la deuda del euro es parte de la crisis del capitalismo en 2008-9, de la Gran Recesión. El euro no "crea" la crisis del euro, a pesar de que el proyecto de la UE y el propio euro tienen defectos fundamentales.
Incluso si el euro se hubiera derrumbado y los estados-miembros de la UEM hubieran recuperado la gestión de sus propias políticas monetarias y de divisas, la crisis no habría desaparecido e incluso hubiera podido ser peor. Esto se debe a que la crisis del euro fue el producto del fracaso del modo de producción capitalista a nivel mundial. La crisis sólo era en parte resultado de las políticas de austeridad, aplicadas no sólo por las instituciones de la UE, sino también por los estados fuera de la zona euro, como el Reino Unido. Las políticas keynesianas alternativas de estímulo fiscal y / o devaluación habrían servido de poco para poner fin a la crisis.
Pero lo que la zona euro ha hecho es aumentar la divergencia entre los estados capitalistas más débiles dentro de ella, como Grecia, Portugal, Irlanda y España, y los Estados más fuertes "centrales", en particular, Alemania. La crisis capitalista mundial ha afectado a la periferia más débil de manera muy dura, mientras que Alemania se ha recuperado mejor.
De hecho, sólo el capitalismo alemán se ha recuperado de alguna manera desde el final de la Gran Recesión. Sólo la inversión alemana está por encima de los niveles previos a la crisis en Europa (incluido el Reino Unido).
Por el contrario, la situación del capitalismo griego nunca ha sido peor en su corta historia. El colapso de la economía griega casi no tiene precedentes. El consumo real de los hogares se ha reducido en un 27 por ciento.
El capital total de Grecia se ha reducido en alrededor un 6 o 7 por ciento de la producción desde el año 2012. El sector empresarial no financiero, que desplazó la mayor parte de sus activos líquidos fuera de Grecia en el período 2009-2011, sin embargo, ha experimentado a pesar de ello un descenso de sus depósitos de más del 35 por ciento desde su máximo alcanzado en 2012.
A pesar de tres "rescates'' del FMI y de los líderes del euro (en realidad rescates para los bancos extranjeros y los fondos con el fin de reducir la deuda a través de medidas de austeridad), la economía griega se mantiene en un grave abatimiento.
Se cree que cerca de medio millón de griegos han emigrado desde que la crisis comenzó, como consecuencia del persistencia desempleo (poco menos del 24%, el más alto de Europa) y de una economía que ha perdido más de un tercio de su producción total durante los últimos seis años. Y aún así, el consumo y las exportaciones cayeron un 6,4% y un 7,2%, en el segundo trimestre de este año. La duración y la profundidad de la recesión es tal que el Banco Mundial la compara ahora con las depresiones sufridas en los países de Europa del Este a principios de la década de 1990. El 20% más pobre de Grecia (11 millones de personas) han sufrido una caída del 42% de su renta disponible desde 2009.
La economía de Italia no está en una profunda depresión como Grecia, pero tampoco está creciendo nada. Y como resultado, sus bancos han acumulado unas enormes pérdidas potenciales en créditos morosos que han hecho a las empresas italianas: se estima que sus balances incluyen créditos morosos por valor de 360.000 millones de euros.
El banco Monte Dei Paschi es tan débil y tiene tanta "mala deuda" que está básicamente la quiebra. El gobierno italiano quería rescatarlo con fondos del Estado, pero las nuevas normas bancarias de la UE no lo permiten, a menos que todos los tenedores de bonos bancarios primero sufran una dura quita. Por desgracia, la mayoría de estos tenedores de bonos italianos son personas comunes y corrientes que fueron persuadidas por sus oficinas bancarias para invertir sus ahorros en estos bonos bancarios en la operación más grande de engaño de la historia italiana. Cientos de miles de personas perderían los ahorros de toda su vida si sus bonos fueran devaluados o cancelados.
Así que el gobierno Renzi está tratando desesperadamente de conseguir que los bancos italianos más fuertes y fondos de riesgo y bancos de inversión extranjeros inviertan para "rescatar" a Monte Dei Paschi y eviten el desastre. En condiciones muy ventajosas, por supuesto. La crisis bancaria italiana es otro indicador del fracaso de la recuperación de la economía italiana y de lo que podría suceder en toda la banca de Europa si el crecimiento sigue sin arrancar.
Y el crecimiento de la zona euro todavía tartamudea. La zona euro en su conjunto comenzó a recuperarse después de su gran crisis de la deuda en 2012-14, pero el crecimiento anual simplemente no sube por encima del 1,5%, o es incluso menor - y casi todo el crecimiento está en Alemania y los Países Bajos.
Sigo creyendo que la economía de Estados Unidos sigue siendo la más importante como palanca del crecimiento global. No estoy de acuerdo con que China, por ejemplo, pueda arrastrar consigo al resto del mundo. Si el crecimiento económico de Estados Unidos comienza a acelerarse, como los economistas de Goldman Sachs sugieren, puede a continuación extenderse a Europa y Japón - e incluso ayudar a China. Por otro lado, los EE.UU. no recibirán ningún ayuda de Europa y Japón para una recuperación sostenible de la economía capitalista global.
es un reconocido economista marxista británico, que ha trabajador 30 años en la City londinense como analista económico y publica el blog The Next Recession.
https://thenextrecession.wordpress.com/2016/08/15/dont-expect-any-help-from-japan-or-europe/
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