Por: Pedro Monreal González. | 2017-06-13 Cuba Posible
Foto: EDU BAYER
La idea de que la expansión del mercado y de lo privado es la causa principal de la desigualdad en Cuba parece haberse convertido –a fuerza de repetición- en una noción “popular”. Conviene, sin embargo, verificar si esa idea es precisa.
La ampliación del mercado y de la actividad privada –que genera ingresos para determinados grupos sociales, pero no para otros- suele tener un impacto en la desigualdad. Sin embargo, considerarla como una causa primordial de la distribución desigual del ingreso requiere un análisis concreto, pues también pudieran existir otras causas de la desigualdad; por ejemplo, los salarios estatales y las pensiones que se han quedado “retrasados” en relación con los niveles alcanzados por otros ingresos que han logrado tener un mayor dinamismo, como los salarios de la actividad privada, el ingreso de los trabajadores por cuenta propia y de las cooperativas, las remesas familiares, y otras “entradas” (legales e ilegales).
Existen, al menos, tres factores que aconsejan cautela a la hora de atribuirle al mercado y a lo privado una supuesta centralidad en el surgimiento de un patrón de distribución más desigual del ingreso en Cuba en las últimas tres décadas. En primer lugar, el hecho de que no se dispone de estadísticas oficiales de calidad que permitan explorar con rigor las relaciones de causalidad que pudieran existir entre el mercado, lo privado y la desigualdad.[i] En segundo lugar, el peso relativamente modesto de la actividad privada y del mercado en el funcionamiento de la economía cubana, lo cual relativiza su posible centralidad como causa de procesos económicos y sociales. En tercer lugar, debe tenerse en cuenta que la causalidad esencial entre mercado y propiedad privada, de una parte, y desigualdad, de la otra, no es un axioma económico. Puede ocurrir, pero igualmente pudiera no ocurrir. Depende de contextos específicos y eso es válido para Cuba y para cualquier otro país. Es el tipo de relación de causa-efecto que necesita ser documentada y explicada, caso por caso.
En ausencia de datos suficientes, es difícil hacer un análisis sobre las causas precisas de la mayor desigualdad en el país desde la década de 1990s (en Cuba no se divulgan los indicadores de desigualdad nacional ni los datos detallados de ingresos de diversos grupos sociales).
Quienes sostengan que la expansión del mercado y de la actividad privada, hasta ahora solamente legalizada de manera restringida y bajo formas generalmente rudimentarias, es la causa de la desigualdad en Cuba, deberían tomarse el trabajo de demostrarlo con una explicación causal apoyada en datos estadísticos. Lo anecdótico no es suficiente.
Para poder avanzar en una discusión acerca de la desigualdad es conveniente enfocarse no tanto en lo que hace “iguales” a los ciudadanos cubanos –por ejemplo, educación, salud, y el subsidio a una parte de la canasta básica- sino en aquello que los hace “desiguales”, principalmente la distribución primaria del valor, aquella que se produce en el proceso de producción y que adopta diversas formas de ingresos, especialmente los salarios.
La precaria situación del asalariado estatal: ¿consecuencia del mercado y de lo privado, o del mercado laboral estatal?
Cuba sigue siendo, a pesar de su mayor heterogeneidad económica, un país de asalariados estatales, tanto los que están en activo, como los jubilados. Salarios y jubilaciones son, por tanto, las piezas claves de cualquier análisis sobre procesos de desigualdad en Cuba, y también sobre cualquier estudio de pobreza. Para la mayoría de la población es en los salarios y pensiones donde “se decide el juego” de la desigualdad de ingresos.
El peso relativo del mercado laboral estatal en el empleo nacional se ha reducido, en comparación con los niveles superiores, al 90 por ciento que llegó a tener antes del “Período Especial”. Desde entonces, se ha registrado una clara tendencia hacia la reducción de su peso relativo –con altas y bajas- que se ha acentuado en el período más reciente, coincidente con la etapa de los “lineamientos”, alcanzando actualmente niveles de aproximadamente el 70 por ciento del empleo total.
Sin embargo, a pesar de la reducción experimentada, el peso del mercado laboral estatal ha mantenido su primacía relativa como fuente de empleo. En el siguiente gráfico ello se hace visible en el predominio del color azul, que representa el por ciento del peso relativo del mercado laboral estatal.
El punto que debe ser retenido es que el mercado laboral estatal tiene actualmente un peso enorme como fuente de la distribución primaria de los ingresos personales del país, lo cual es importante porque asuntos como la inclusión social, la pobreza y la desigualdad son determinados por el funcionamiento de la distribución primaria.
Existen dos características centrales del mercado laboral estatal cubano. La primera, es su incapacidad actual para crear empleo neto. La segunda, es su incapacidad para pagar salarios adecuados, hasta el punto que desde una perspectiva de Economía Política sería cuestionable considerar que el sector estatal en general paga salarios, pues lo que le llega al trabajador por la vía de la distribución primaria de ingresos es, normalmente, muy inferior al valor del “producto necesario” (usualmente medido mediante el costo de la canasta básica).[ii]
En Cuba no se divulga el indicador oficial del costo de la canasta básica. Adicionalmente, son muy escasos los estimados de ese indicador publicados por académicos. En este texto se ha adoptado el dato calculado por la Dr. Blanca Munster como resultado de un estudio de terreno. Obviamente, no se trata de un estimado nacional, pero es la cifra más rigurosa que he podido localizar.
El gráfico facilita la visualización –con los datos que ha sido posible recopilar- de algo que es ampliamente conocido: la notable insuficiencia del salario estatal para satisfacer las necesidades de consumo familiar en Cuba. En este caso, se observa que dos salarios medios no serían suficientes ni para asegurar el gasto mensual familiar de alimentación. La brecha entre salario medio y costo de la canasta básica es tan grande, que aun asumiendo la posibilidad de un grueso error de cálculo de esta última cifra, difícilmente se eliminaría la brecha.
Un rompecabezas parcialmente armado, aunque le falten piezas, dice más que una “conversación” sobre el rompecabezas.
En términos de un análisis sobre la desigualdad, lo relevante es poder disponer de datos que reflejen la distribución de ingresos por grupos poblacionales, pero esos datos –normalmente captados mediante las encuestas de hogares y sintetizados en índices de desigualdad como el de Gini o el de Palma- no se divulgan en el país. Sin embargo, existen alternativas para poder ilustrar, con otros datos, el cuadro de la distribución desigual de ingresos entre diversos grupos sociales.
El siguiente gráfico expresa un ensayo de representación de la distribución de ingresos en Cuba. Dada la naturaleza incompleta de los datos que ha sido posible recolectar, no se trata de una base estadística que permita hacer un análisis riguroso de causalidades entre el mercado, lo privado y la desigualdad, pero posibilita una visualización que –por imperfecta que pudiera ser- es superior a una conversación abstracta sobre el tema o, en el mejor de los casos, anecdótica, como la que lamentablemente predomina hoy en los debates sobre “la actualización”. El propósito del gráfico es ilustrar una situación. No tiene otras pretensiones.
Grupo 1: Beneficiarios de la seguridad social
Grupo 2: Pensionados
Grupo 3: Trabajadores estatales de menos ingresos (salario mensual inferior a 500 pesos)
Grupo 4: Administración pública, defensa y seguridad social
Grupo 5: Educación
Grupo 6: Salud
Grupo 7: Ciencia e innovación
Grupo 8: Trabajadores estatales de ingresos medios (entre 500 y 2,500 pesos mensuales)
Grupo 9: Trabajadores estatales de altos ingresos (más de 2,500 pesos mensuales)
Grupo 10: TCP de altos ingresos
Se ha representado, con columnas, el número de “recipientes” de ingresos, agrupados en diversas categorías, y se ha identificado con una línea negra el nivel de ingreso promedio para cada una de esas categorías, pero no expresado en cifras absolutas sino como un múltiplo del salario medio estatal del país (687 pesos en 2015).[iii] Cuando se preparó este texto, ese era el último año para el que existía información desagregada del salario medio por tipo de actividad económica y provincias.
Para todas las categorías de “recipientes” se muestra una cifra única promedio de ingresos por categoría (en forma de múltiplo del salario medio), excepto para la categoría de “trabajadores estatales de ingresos intermedios” (Grupo 8), para la que no fue posible encontrar un dato promedio único sino en forma de “horquilla” (ingresos entre 500 y 2,500 pesos, o sea entre 0,73 y 3,63 veces el salario medio estatal).[iv]
No han sido representados algunos grupos que deberían haber sido incluidos, pero de los cuales no se encontró información precisa sobre ingresos, en particular los siguientes: a) asalariados de las entidades con licencias para el trabajo por cuenta propia (TCP); b) trabajadores no asalariados del sector TCP de ingresos medios y bajos, d) cooperativistas, y d) asalariados de la actividad agropecuaria privada, e) campesinos-propietarios privados, y f) empleados y directivos cubanos que trabajan en entidades extranjeras. Tampoco se ha tomado en consideración un tipo de ingreso –las remesas- que pudieran funcionar de manera “transversal”, como ingresos adicionales en cada categoría de “recipientes”.[v]
Conviene insistir en que esta visualización no refleja la distribución de ingresos al interior de cada categoría, sino entre los promedios de las distintas categorías.
El gráfico ilustra el estado calamitoso del funcionamiento del mercado laboral estatal (incluyendo sus trabajadores activos y sus jubilados). Haciendo una cuenta rápida, existen en estos momentos aproximadamente más de 3 millones cien mil “recipientes” de ingresos mensuales que pertenecen a “categorías” con niveles de ingresos medios que son inferiores al salario promedio mensual estatal.
En ese grupo están: los jubilados (1, 675, 225), los trabajadores de empresas estatales con salarios menores a 500 pesos (416,000), los trabajadores de la administración pública y la defensa (356,600), y los trabajadores de la educación (543,800).[vi]
Se han se sumado los “recipientes” de la seguridad social (175,000), que no reciben ingresos del mercado laboral sino del presupuesto, pero que son importantes tenerlos en cuenta porque en la estadística oficial representan el grupo con menores ingresos del país.[vii] El ingreso promedio de esas cinco categorías, representadas por columnas en color rojo, es inferior al salario medio estatal en Cuba, que ya de por sí es muy bajo.
Por otra parte, el mercado laboral estatal es capaz de proporcionar niveles salariales promedios que son superiores al salario medio en el caso de dos “categorías” grandes (salud y trabajadores empresariales con ingresos intermedios) y en el caso de dos “categorías” pequeñas (ciencia e innovación y trabajadores empresariales con ingresos altos).[viii] Esas cuatro categorías abarcan un número de “recipientes” (1, 519, 400) que es considerablemente más pequeño que los que están representados en el lado “complicado” del gráfico (representados por las columnas rojas).
El mercado laboral privado (en este caso el TCP) genera los mayores niveles de ingresos absolutos del país, con una media de 3,956 pesos mensuales para los 178,492 “contribuyentes” de altos ingresos del sector TCP, aproximadamente la tercera parte de los que operan en ese sector.[ix] Ese nivel promedio de ingresos representa 5,76 veces el salario estatal promedio. Obviamente, ese promedio incluye los casos que tienen ingresos que pudieran ser muchas veces superiores al salario medio estatal.
Una posible interpretación del gráfico es que mientras que lo privado ha sido relativamente mediocre en cuanto a favorecer desigualdades notables de ingresos (el diferencial entre el promedio de la “categoría” TCP más rica y el salario medio estatal no llega a ser 6 veces superior), el mercado laboral estatal ha sido marcadamente ineficaz en generar el nivel de salarios que debería contribuir a reducir el diferencial entre estos y el nivel promedio de ingresos de los “contribuyentes” más ricos del TCP.
Por ejemplo, si se asumiera que el salario promedio estatal se correspondiese con el costo de la canasta básica familiar (2,000 pesos aproximadamente), entonces el ingreso promedio de la “categoría” más rica del TCP se reduciría desde el actual múltiplo de 5,76 a 1,98. Aun considerando que el promedio de ingresos del segmento rico de TCP pudiese incrementarse en un monto extra, el resultado final sería un diferencial más “plano”, el cual sería compatible con una distribución de ingresos menos desigual que la actual. Es solamente una hipótesis, pero no hay razones para considerar que no fuese viable.
Dos comentarios finales y varias propuestas.
Comentarios:
- En Cuba, la desigualdad no se origina tanto en un nivel de ingresos promedio exageradamente elevado en la actividad privada, sino en un nivel de salario medio estatal que es irracionalmente bajo. Aun con datos insuficientes, la evidencia parece indicar que el “golpe” a un patrón equitativo de distribución de ingresos proviene más del mercado laboral estatal que del funcionamiento del mercado y de lo privado.
- La posibilidad de resolver el tipo de desigualdad reflejado en el último gráfico mediante la redistribución de ingresos –por la vía de impuestos y gastos del presupuesto- es muy limitada y la razón es evidente: se trata de una desigualdad originada en la distribución primaria de ingresos. Cualquier intento de corrección de la desigualdad debería comenzar por la modificación de las condiciones actuales de esa distribución primaria de ingresos, en los procesos de producción. Una política social equitativa en Cuba debe basarse en una política económica que permita instaurar un mercado laboral que genere una buena distribución primaria de ingresos.
Propuesta:
- Reducción del peso relativo del mercado estatal, hasta alcanzar un nivel del 50 por ciento del empleo nacional en 2021 (reducciones ulteriores pudieran ser necesarias, en dependencia de un análisis concreto de los resultados obtenidos).
- Expansión significativa de las micro, pequeñas y medianas empresas privadas en Cuba (MPYMES), de manera que el sector no estatal en su conjunto (incluyendo las cooperativas) pudiera dar empleo al 50 por ciento de la fuerza laboral del país hacia el año 2021.
- Reducir sustancialmente el subsidio presupuestario a las empresas, llevándolo a un nivel de cero en 2021.
- Elevación progresiva del salario medio estatal hasta un nivel de 2,800 pesos mensuales en 2021 y las pensiones medias hasta un nivel de 1,000 pesos, también en 2021.
- La desigualdad en la distribución de ingresos no debería ser gestionada fundamentalmente por la vía redistributiva mediante mecanismos de impuestos y de gastos compensatorios para “ayudar” a ciertos grupos desfavorecidos (mecanismos que obviamente también se utilizarían), sino fundamentalmente mediante una mejoría en la distribución primaria de los ingresos de los trabajadores (salarios) y de un incremento del nivel de las pensiones.
- El objetivo debería ser tener menos trabajadores estatales, pero mucho mejor pagados, y más trabajadores en el sector privado (que en general ya paga mejores salarios que el sector estatal), con una legislación laboral que asegure “trabajo decente” para todos los trabajadores del país.
Referencias
[i] Pedro Monreal. “Desigualdad en Cuba: ¿combatiendo la riqueza o la pobreza?”. Blog El Estado como tal. 25 de abril de 2017. https://elestadocomotal.com/2017/04/25/desigualdad-en-cuba-combatiendo-la-riqueza-o-la-pobreza/
[ii] El salario no es un simple “término” económico. Es un concepto preciso de la Economía Política que se corresponde con el valor del producto necesario y que asegura el acceso a los medios de vida del trabajador y su familia.
[iii] ONEI. Anuario Estadístico de Cuba 2015.
[iv] Datos atribuidos a Guillermo Sarmiento, director de Organización del Trabajo y los Salarios, Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. Ver Susana Gómes Bugallo, “Quienes cobren más, pagarán más”. Juventud Rebelde, 1 de septiembre de 2016. http://www.juventudrebelde.cu/cuba/2016-09-01/quienes-cobren-mas-pagaran-mas/
[v] No existen datos confiables sobre remesas en Cuba.
[vi] ONEI. Anuario Estadístico de Cuba 2015.
[vii] ONEI. Anuario Estadístico de Cuba 2015.
[viii] ONEI. Anuario Estadístico de Cuba 2015.
[ix] En 2016 presentaron de forma voluntaria su declaración jurada de ingresos personales dentro del plazo establecido un total de 178 mil 492 contribuyentes, por un monto de 8 mil 474 millones de pesos en ingresos brutos reportados al fisco. Es decir, un ingreso promedio de 3956 pesos al mes para esa categoría de contribuyentes del sector TCP. Estos representan aproximadamente la tercera parte de los trabajadores por cuenta propia registrados actualmente. Realizan actividades económicas más complejas y con mayores ingresos y tienen que liquidar ese tributo al fisco mediante declaración jurad. Los otros dos tercios del total de trabajadores TCP pagan sus impuestos de forma consolidada mediante un régimen simplificado a lo largo de todo el año, pero no se pudo recopilar un dato preciso sobre el promedio de ingresos de ese grupo. Ver Francisco Rodríguez, “Unas 200 mil personas declararán este año sus ingresos personales en Cuba”. Periódico Trabajadores, 6 de enero de 2017. http://www.trabajadores.cu/20170106/unas-200-mil-personas-declararan-este-ano-sus-ingresos-personales-en-cuba/
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