Fidel


"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

martes, 19 de mayo de 2020

Concepción martiana sobre el desarrollo económico para América Latina y el Caribe

Por René Rodríguez Sarda*, Migdalia Sosa Fuentes**, Ileana Lara Fernández***

* Profesor auxiliar y principal de la disciplina Economía Política y profesor de Pensamiento Económico. Doctorado de la Universidad de la Habana.
** Profesora-instructora de Economía Política, Universidad de la Habana. Correo electrónico: rrsmsf2002@yahoo.es
*** Profesora de la disciplina de Economía Política, Universidad de la Habana.

Introducción

El desarrollo económico es un imperativo para los pueblos de América Latina y el Caribe. Ello ha sido analizado por importantes personalidades, desde prominentes políticos y economistas hasta destacados estudiosos de las ciencias sociales en la región. Sin embargo, el presente artículo no tiene como objetivo realizar un análisis de los puntos de vista de esas personalidades, sino un acercamiento a las principales ideas desarrolladas por José Martí Pérez -el más importante pensador cubano del siglo XIX- sobre el tema, a partir de trabajos recogidos con el título de Nuestra América, por la claridad con que aborda los grandes problemas que debía resolver, en función de su desarrollo futuro, la que él llamó, con razón, Nuestra América. Reflexiones que hoy tienen plena vigencia al tenor de que lo enunciado por Martí aún no se soluciona en los pueblos del sur del continente.

La valía de los análisis realizados por José Martí ha sido reconocida por los analistas económicos de la actualidad, en particular el carácter programático de su ensayo "Nuestra América", por lo cual consideramos que una vuelta a los textos primarios del pensador cubano da la posibilidad de una mejor aproximación a las realidades del continente y a la posible solución de sus problemas.

Papel, función y tareas de la economía política en el desarrollo económico

Para comprender el pensamiento económico martiano y su originalidad al abordar los problemas sobre el desarrollo económico, es necesario partir de cómo apreciaba las tareas que tenía ante sí la ciencia económica y la forma en que los economistas debieran enfrentarlas. Al respecto señala:
Esta ciencia no es más que el conjunto de soluciones a distintos conflictos entre el trabajo y la riqueza, no tiene leyes inmortales: sus leyes han de ser y son reformables, por esencia. Tienen en cada país especial historia el capital y el trabajo. A propia historia, soluciones propias. A vida nuestra, leyes nuestras [...] Aquí se va creando una vida créese aquí una economía. Álzase aquí conflictos que nuestra situación peculiarísima produce, discútanse aquí leyes originales y concretas que estudien, y se apliquen y estén hechas para nuestras necesidades exclusivas y especiales.1
Como se aprecia, para Martí la tarea de la economía no era otra que hallar soluciones autóctonas a los problemas que imponía la construcción económica de la sociedad de la época, lo cual era válido para las economías latinoamericanas, pues la copia de modelos foráneos que habían dado resultado en Europa no eran aplicables en América, e intentarla condicionaría la imposibilidad de no poder acceder al desarrollo, como ocurrió en la realidad. Y los economistas tendrían que brindar modelos de desarrollo en concordancia con las necesidades de sus naciones; tal era la visión martiana acerca del tema.
Lo señalado es la base sobre la que se asientan las tesis martianas y su concepción sobre el desarrollo económico. Al exponerlas, parte del principio de que cada país, al tomar la senda del desarrollo, tomará en cuenta peculiaridades y características propias. Reconoce, además, que las economías latinoamericanas poseían similitudes heredadas de su pasado colonial, las cuales permitían la búsqueda de soluciones comunes que tomaran en consideración las peculiaridades de cada una de ellas.

El desarrollo económico alternativas

Los trabajos de Martí recogen el quehacer económico, político y cultural de los pueblos al sur del río Bravo. En ellos aborda un conjunto de soluciones, que expresan su modo particular de apreciar cómo esas naciones debieran enfrentar los retos que les impone emprender el desarrollo independiente, así como las tareas y los objetivos por alcanzar. Sus opiniones sobre el tema señalan nuevos caminos y marcan una ruptura con gran parte del pensamiento latinoamericano que abordó el asunto en su época.

La ruptura se inicia desde el momento en que concibe la imposibilidad del desarrollo económico separado del desarrollo social, el cual tiene que ir ligado al mejoramiento de los niveles de vida de las más amplias masas poblacionales. Además, en relación con la cuestión de la riqueza, precisa que debe ser distribuida con la mayor equidad posible para lograr la justicia social. La estrategia le asigna al Estado un papel de singular importancia, ideas que poseen vigencia, pues por su alcance y magnitud, el logro de las tareas y los plazos para lograr su cumplimiento necesitan de la intervención directa de la fuerza estatal y de la elaboración de una estrategia al respecto.

Reconocía que para cualquier nación que pretende adentrarse en el camino hacia el desarrollo económico se abren varias alternativas, y de hecho es necesario adoptar una de ellas. En su artículo "Progreso de Córdoba- Agricultura-Industria y Comercio", de 1875, analiza cada una de las mismas y aprecia las ventajas, y desventajas de cada una de ellas. En el artículo se plantea la existencia de tres medios para adentrase en el camino del desarrollo y la posibilidad de transformarse en naciones, industriales, comerciales o agrícolas.

Al respecto, reconoce que las naciones de la región aún no se hallaban en condiciones de ser economías comerciales, pues para ello era necesario poseer productos industriales o agrícolas en cantidades suficientes y con la calidad necesaria para concurrir al mercado internacional y satisfacer las demandas y necesidades del mercado interno, condiciones aún inexistentes. Esos elementos muestran que estas dos opciones no eran válidas en ese momento como opciones de desarrollo económico, para los países del área.

Para sustentar ese criterio se apoya en la experiencia histórica. Durante siglos la región de dominación colonial enfiló su actividad productiva a la exportación de productos agropecuarios, fenómeno condicionado por la implantación de mecanismos de subordinación económica diseñados por las antiguas metrópolis, esquema que se fue consolidando con la Independencia, con el influjo de los grupos oligárquicos agroexportadores vinculados al mercado mundial y al viejo diseño metropolitano.

El análisis puede sugerir que la visión martiana sobre el desarrollo económico corresponde con los viejos esquemas potencializadores de la dependencia económica, pues lleva por el derrotero del desarrollo de la agricultura, pero no es así; para ello es necesario adentrarse en aquellos elementos que brindan mayor integralidad al pensamiento martiano acerca del desarrollo.

Papel de la agricultura como motor del desarrollo económico

El artículo de referencia deja explícito que los países de Latinoamérica y el Caribe no se hallaban, por el momento, en condiciones de transformarse en economías industriales ni comerciales, sino que debían priorizar aquellas ramas de la producción donde más experiencia y condiciones tenía la región.
Planteaba que "esta gran masa consumidora no puede vivir de la industria que paga del comercio que no tiene. Su subsistencia depende de lo único que produce. La agricultura, he ahí nuestro porvenir".2

Para fundamentar que el desarrollo del subcontinente no podía ser otro que la agricultura, Martí aporta profundos e irrebatibles argumentos que muestran la validez de sus aseveraciones:
Hay propagandas que deben hacerse infatigablemente; y en toda ocasión es oportuna para hacerlas. La riqueza minera de difícil y casual logro hunde sus fortunas con la misma rapidez con que las improvisa. La riqueza industrial necesita de larga preparación y poderosas fuerzas, sin las cuales estaría vencida en una concurrencia múltiple y temible. La riqueza agrícola, como productora de elementos primos necesarios, más rápida que la industrial, más estable que la minera, más fácil de producir, más cómoda de colocar, asegura al país que la posee un verdadero bienestar. La minas suelen acabarse, los productos industriales carecen de mercado, los productos agrícolas fluctúan y valen más o menos, pero son siempre consumidos, y la tierra su agente, no se cansa jamás.3
Además de concebir a la agricultura como el eslabón básico para el desarrollo económico, la destaca como la fuente principal de empleo y de riquezas exportables.

Al desarrollar la tesis, también prevé los peligros que debían enfrentar los cubanos si las medidas empleadas para alcanzar ese objetivo no se complementaban con otras acciones, pues ello podía reforzar el monocultivo y la dependencia económica, de la cual era necesario salir.
Sobre esa cuestión, tomando como referencia el caso particular de México, opinaba:
comete suicidio un pueblo el día en que fía su subsistencia a un solo fruto. México se salvará siempre, porque los cultiva todos. Y en las comarcas donde se dan preferencia al cultivo de uno, de la caña o del café, se sufre siempre más y más frecuentemente que en comarcas donde la variedad de frutos hay un provecho, menor en ocasiones pero derivado de varias fuentes, equilibrado y constante.4
El análisis sobre la estrategia del desarrollo agropecuario como el peldaño inicial que empujaría todo el despertar de la economía lo lleva a plantear que una de las limitantes para acceder al desarrollo estaba en la carencia de una moderna y eficiente infraestructura económica, lo que impide el desarrollo del comercio interno, poder llegar a las fuentes de materias primas, conectar las economías de las naciones latinoamericanas, y resumía: "copiosa red de vías de conducción dentro de cada país y de cada país a otro".5

Además, recomienda como necesario desencadenar un poderoso proceso educacional que permita a los países la suficiente mano de obra calificada, capaz de enfrentar los retos del desarrollo científico-técnico.
La instrucción acaba lo que la agricultura empieza. La agricultura es imperfecta, sin el auxilio de la instrucción. La instrucción da medios para conocer el cultivo, acrecerlo, perfeccionarlo [...] La instrucción brinda a los hombres vastos caminos desconocidos, les inspira, el deseo de entrar por ellos. ¿Cómo se podrá elegir el mejor arado, si no se conocen las diversas clases de arado? ¿Cómo se podrá reformar la tierra, si no se conoce la naturaleza de la tierra? ¿Cómo se podrá reclamar un derecho si no se sabe definir su esencia? ¿Cómo se podrá hacer todo esto, y sentirse hombre y decirse que lo es, si no sabe leer y escribir?6
El desarrollo educacional, prepararía a las masas trabajadoras para poder aplicar en la agricultura primero y en otras ramas después los logros de la ciencia y la técnica moderna, ello implicaba una tarea más para los Estados de la región, pues los mismos tendrían que intervenir directa y activamente en este asunto, pues su tarea era la de proporcionar a la naciente agricultura los modernos medios de producción, siendo preciso salir a su búsqueda en los países con más experiencia en estas esferas, pues esperar que los mismos llegasen por si sólo significaría la pérdida de tiempo y de posibilidades de adentrarse velozmente en el desarrollo, además el Estado sería el encargado de buscar el financiamiento dentro y fuera del país. Por su importancia, Martí señalaba:
Nuestras tierras feracísimas de América; ricas en todo género de cultivos, dan poco fruto y menos de lo que debían por los sistemas rutinarios y añejos de arar, siembra y recoger que aun priman en nuestros países y por el uso de instrumentos ruines [...] Surge de esto una necesidad inmediata: hay que introducir en nuestras tierras instrumentos nuevos; hay que enseñar a nuestros agricultores los métodos probados con que en los mismos frutos logran los otros pueblos resultados pasmosos.7
Las tareas señaladas no podrían realizarse sin el necesario financiamiento interno o externo, que por su magnitud y volumen no existía en las naciones de la región, por lo que se hacía necesario buscarlo en el exterior, y reflexiona que el financiamiento externo, al recibirse y utilizarse, no podría conducir a establecer compromisos que pusiesen en peligro los intereses de la nación ni comprometer el futuro.

Comprendió que para poder desencadenar una revolución en la economía eran necesarias la preparación y calificación de la fuerza de trabajo empleando nuevos métodos, y para ello era necesario utilizar las experiencias que venían llevándose a cabo en los países de mayor desarrollo, como Estados Unidos y Europa, preparación que se realizaría en estaciones técnica de nuevo tipo y en especial en las escuelas de agricultura.
La escuela de artes y oficios para la agricultura es una invención muy buena; pero sólo puede tenerse una. La enseñanza de la agricultura es aún más urgente; pero no en escuelas técnicas, sino en estaciones de cultivo, donde no se describan las partes del arado, sino delante de él y manejándolo; y donde no se explique sobre fórmulas en la pizarra la composición de los terrenos, sino en las capas mismas de la tierra; no se entibie la atención de los alumnos con meras reglas técnicas de cultivo rígidas con letras de plomo como se han impreso, sino que se les entretenga con las curiosidades, deseos, sorpresas y experiencias que son el pago de las que se dedican por sí mismo a la agricultura.8
El núcleo de estas ideas se halla en la nueva forma para la preparación de la fuerza de trabajo, que debía llevar a vías de hecho la radical transformación en la agricultura. En la preparación de la fuerza de trabajo recomienda el empleo de métodos nuevos que combinen la actividad práctica con la intelectual. Ésta le brinda al futuro trabajador una rica experiencia productiva, que se traducirá en elevados niveles de producción. Las escuelas se convertirían en "Centros de Investigación Producción", lo que confirma la contemporaneidad de las ideas de Martí sobre la cuestión:
En general, los trabajos prácticos de las escuelas se dirigen al estudio y mejora de los granos y tubérculos alimenticios; a la aplicación de los varios y mejores métodos de preparar el terreno, sembrar y cosechar, a la comparación de los abonos diversos y a la creación de otros, al modo de alimentar bien los animales y las plantas, y de regar y preservar los bosques.9
Como se aprecia, José Martí concibe el desarrollo de una agricultura moderna, capaz de ser generadora de empleo, mercado y tecnologías agrícolas, capaz de empujar a nuestros países al camino del desarrollo socioeconómico.

El desarrollo industrial

La propuesta de progreso se inicia con el potenciamiento de la agricultura, lo cual no significa negar la posibilidad de llevar a cabo el desarrollo de la industria como elemento integrante de la estrategia de desarrollo socioeconómico que sustenta la creación de una economía agroindustrial: "Los cultivos numerosos de diversas ramas agrícolas y sus industrias correspondientes, mantienen en equilibrio a los pueblos dados".10

Con ello no limita las posibles alternativas para encarar el desarrollo, al poner a la industria en función del desarrollo agropecuario, asunto en el que reconoce que: "Es imposible, por otra parte, que un gran territorio agrícola y minero no sea también un gran territorio industrial. Es imposible que tan gran reino vegetal no traiga en su diadema toda de joyas nuevas, industrias propias y originales.11

En su análisis del desarrollo industrial como complemento del desarrollo socioeconómico, se puede apreciar la agudeza de su visión, que lo lleva a señalar que es una necesidad tener presente que el desarrollo industrial no significa crear industrias de cualquier tipo ni a cualquier precio, sino aquellas que, en primera instancia, tengan garantizadas, dentro del país, las materias primas para su sostenimiento; mercado interno donde colocar sus mercaderías y que por su calidad y capacidad productiva estén en condiciones de competir con éxito en el exterior. Pero que además puedan crear fuentes de empleo seguras y a largo plazo, pues de lo contrario se estaría echando los escasos y necesarios recursos en saco roto. Sólo desarrollando una industria basada en los recursos que podía brindar el país, con financiamiento seguro interno y externo, se podría crear una industria capaz de responder a las necesidades del desarrollo.
¡Qué bueno fuera, que con ojos seguros, los acaudalados del país diesen a ayudar, las verdaderas industrias [...] que no son imitaciones pálidas, trabajosas y contrahechas de industrias extranjeras; sino aquellas nacidas del propio suelo, que para hacer ni para vivir necesitan pedir prestado el alimento a pueblos lejanos, sino que trabajan de cerca e inmediatamente los productos propios! Y qué malo fuera que en vez de echar, por este campo industrial fértil, ancho y legítimo, se diera [... ] a emprender una lucha desesperada, penosa e infecunda para colocar en su territorio a altos precios productos que aunque pueden hacerse mecánicamente, no se pueden económicamente hacer, esto es, no se pueden producir de una manera ventajosa para el país.12
Dos elementos, uno interno y el otro externo, potencian el análisis. En el plano interno el problema se hallaba relacionado con el financiamiento y el mantenimiento de las industrias una vez creadas, en el externo cómo lograr que estas industrias recién nacidas puedan enfrentar los retos de las potentes industrias extranjeras. Para ello, Martí asume como una de las vías posibles para enfrentar el doble reto la participación directa del Estado mediante la aplicación de políticas proteccionistas. Desde esa perspectiva se opone a las tesis económicas en boga que absolutizaban la no intervención del Estado en los asuntos económicos, pues ello era un elemento perturbador de la libre acción de las leyes del mercado, enarbolado por los campeones del liberalismo económico. Comprendió que el proteccionismo como política era un fenómeno a corto plazo y que sólo se aplicaría a aquellas industrias estratégicas, pues su aplicación por tiempo prolongado se convertiría en un estorbo para la nación y la propia industria.
¿Qué se quiere cuando se protege una industria nacional? No se quiere que gallardee y compita como la mejor entre las industrias extranjeras. Eso sería lisonjero, pero fuera loco o ridículo aspirar demasiado pronto a ese resultado aún imposible. Protegiendo una industria nacional se quiere dar a una masa de trabajadores y lanzar al mercado un elemento más de vida que ha de redundar en provecho general.13
Acerca de lo nocivo de conservar durante largo tiempo esa política, planteaba:
Puede ser útil proteger una industria genuina, mientras las restricciones necesarias para protegerla no impongan a la nación un sacrificio superior al beneficio que a toda luz haya de sacar de ella. Las industrias crecidas necesitan salir de la protección, como de los andadores necesita salir el niño. Con mucho auxilio sucede a las industrias lo que a la criatura a quien nunca saquen del andador: que jamás aprenderá a andar.14

El comercio exterior y su vinculación con el desarrollo económico

En el artículo, "Progreso de Córdoba-Agricultura-Industria y Comercio", Martí aborda asuntos que dan una visión de la importancia que le concede al comercio exterior como elemento que puede contribuir al desarrollo socioeconómico, en él apunta:
El comercio consiste en el cambio de productos extranjeros por los nuestros, no la introducción de efectos extranjeros sin salida de los nuestros porque mejoría sin duda la situación ajena y perjudicaría la nuestra fatalmente. Para que el comercio, pues sea fructífero [...] Hemos de tener productos que exportar. Limítese la cuestión a si han de ser industriales y agrícolas.15
Esas palabras contribuyeron a esclarecer el criterio de que para el desarrollo tanto de la industria, como del comercio, es necesario poseer las condiciones mínimas para su existencia, además demuestra cómo el comercio exterior carece de sentido si la importación de las mercaderías extranjeras superan la posibilidad de la exportación nacional, porque el balance negativo provocaría la ruina de las nacientes industrias nacionales y, por ende, del proyecto desarrollista propuesto. Al abordar este aspecto se adentra en las causas de la dependencia comercial, lo cual, unido al insuficiente desarrollo económico alcanzado en la etapa, abortaría todo intento por lograr un desarrollo económico independiente.

Comprendió que para conjurar el peligro era necesario realizar la diversificación del comercio exterior: "Quien estudia la economía de las naciones; quien sabe que es mortal para un pueblo tener todo su tráfico ligado a un solo pueblo".16
El asunto parte de una tesis central que preside la actividad y la obra de José Martí, tanto en sus concepciones económicas, como políticas: no es posible la independencia económica y comercial sin la independencia política. Para ello es importante el papel del Estado en el manejo de los asuntos económicos y en el trazado de las estrategias. Muestra así que la dependencia comercial, resultado del monomercado típico de una economía subdesarrollada -en sus concepciones sobre el desarrollo económico, él intuye esta categoría económica- conduce inevitablemente a la dependencia política a aquel que controla la actividad comercial, convirtiéndolo en su apéndice comercial y abastecedor de materias primas, y le posibilita manejar, no sólo la economía, sino los asuntos políticos, por ello recomienda la necesidad de la diversificación del comercio exterior, sobre el tema planteaba:
Hay que equilibrar el comercio; para asegurar la libertad. El pueblo que quiere morir, vende a un solo pueblo; y el que quiere salvarse vende a más de uno. El influjo excesivo de un país en el comercio de otro, se convierte en influjo político [...] El pueblo que quiere ser libre, sea libre en negocios, distribuya sus negocios entre países igualmente fuertes. Si ha de preferir alguno, prefiera al que menos lo desdeñe.17
En su análisis de los fenómenos que influyen sobre el desarrollo económico y en especial en lo referido al comercio exterior se pone de manifiesto la actualidad del pensamiento martiano y cómo es capaz de exponer ideas que hoy son en la actividad comercial una necesidad, como la importancia de promocionar las mercaderías producidas por nuestras economías; además señalaba tres de los grandes problemas que se presentan en cualquier economía que pretenda enfrentar el desarrollo socioeconómico: carencia de tecnología, mercado y capital. Al referirse a estos temas, afirmaba:
las naciones deben hacer como las fábricas y como los viñedos. El que no enseña, el que no anuncia, el que no ofrece, no vende. En los pueblos industriales dotados ya de rica y completa maquinaria despierta un producto de ideas y empresas que en nuestros países no despiertan, faltos como están por lo común de la ciencia, de la maquinaria o el caudal para intentar una nueva industria.18

La integración económica latinoamericana ante el reto del desarrollo

Los criterios sobre la integración económica desarrollados por Martí se enlazan directamente con el pensamiento bolivariano expuesto en la carta de Jamaica (1815), lo cual da la idea sobre cómo éste utiliza lo mejor del pensamiento latinoamericano precedente. Pero la concepción martiana sobre el desarrollo económico posee elementos nuevos con lo cual las ideas sobre la integración y su importancia se enriquecen y alcanzan nuevos planos teóricos. Lo concibe con un nuevo prisma, pues combina la necesidad de una integración que permita realizar los sueños de nuestros próceres: lograr la integración política.

Para una mejor comprensión de ello es necesario señalar que los primeros proyectos integracionistas en la región se desarrollan a partir de la derrota del colonialismo español, están en los sueños de Francisco de Miranda cuando habla de la Gran Colombia, pero es en 1826 cuando, a instancias de Bolívar, se celebra el Congreso Anfictiónico de Panamá, primer referente del proceso, momento donde se va consolidando el proceso de internacionalización de las relaciones capitalistas de producción como consecuencia de la madurez de la revolución industrial, ligada a un impetuoso avance de la ciencia y de la economía en general. El mercado mundial halla su consolidación definitiva y se va creando la necesidad del entrelazamiento de las diversas economías -en los siglos anteriores, no se podía ni imaginar que semejantes fuerzas productivas dormitasen en el seno de la sociedad- fenómeno que aun en su desarrollo embrionario no pasó inadvertido para el maestro, que en este aspecto coincidía con Carlos Marx en el análisis del tema de la internacionalización de la vida económica. La concepción martiana sobre el desarrollo económico no se produce sólo impulsada por los imperativos de la economía, sino también como una necesidad para hacer frente a las apetencias estadounidenses de dominio sobre la región, considerada como su traspatio económico natural, política cuyo objetivo a largo plazo estaría dirigido a subordinar las economías de la región a las necesidades de la industria y la agricultura de ese país y anular y eliminar gradualmente a otros potenciales competidores de los mercados de la región -en este caso nos referimos a antiguas metrópolis cuya presencia a fines del siglo XX todavía era significativa, como Francia e Inglaterra-, todo lo cual excluye la posibilidad de un desarrollo económico independiente: "De la tiranía de España supo salvarse la América española; y ahora después de ver con ojos judiciales los antecedentes, causas y factores del convite, urge decir por qué es la verdad, que ha llegado para la América española la hora de la segunda independencia".19

La integración económica, a partir de la concepción martiana sobre el desarrollo económico, era concebida no sólo como un proceso de acercamiento y entrelazamiento económico, implicaba también la integración política, elemento que permitiría la independencia económica, siendo ésta el mecanismo que ayudaría a enfrentar en común las titánicas tareas del desarrollo, pues comprendía muy bien las dificultades que ello entrañaba para los países que por su tamaño, recursos y población no estarían en condiciones, por sí solos, de alcanzar la tarea.

Para fundamentar por qué la integración era una necesidad y una posibilidad para los pueblos de nuestra América, Martí no sólo se apoya en elementos económicos, sino que se basa en la combinación de disímiles elementos que favorecen este proyecto, tales como:
a) La ubicación geográfica de nuestros pueblos que facilita el intercambio comercial, pues comparten fronteras comunes, ríos, vías de comunicación, yacimientos minerales, bosques.
b) Economías que poseen todo un conjunto de similitudes en el plano económico, financiero, comercial, todo lo cual brinda la posibilidad de desarrollar una multitud de productos en común, elaborar planes de desarrollo de producciones compartidas y cooperadas, explotación conjunto de los recursos naturales que comparten.
c) Comunidad lingüística, religiosa, una misma idiosincrasia.
d) Necesidad de enfrentar en común el peligro que representaban para el desarrollo las apetencias coloniales de las viejas y nuevas potencias capitalistas, especialmente Estados Unidos e Inglaterra.
Sobre la propuesta de qué camino tomar para el logro de la unión económica y política de los pueblos de Nuestra América, llega a la conclusión de que debe ser un modelo original, que atienda a las realidades, posibilidades y las características de las naciones que han de integrarse: "Ni el libro europeo, ni el libro yanqui daban la clave del enigma americano",20 con ello retoma la tesis sobre el papel y las tareas que tendrían las ciencias económicas para dar respuestas y soluciones a los problemas de la región.

Proceso por realizarse no de forma espontánea, sino como expresión de los intereses nacionales, en concordancia con las necesidades y exigencias objetivas de las economías de los pueblos y no de los intereses políticos de determinados grupos o caudillos políticos. Tampoco podía realizarse en perjuicio de las economías con menor nivel de desarrollo, la misma tendría que reportar ventajas mutuas para todos los implicados en el proceso.
Ningún pueblo puede hacer nada contra su interés [...] si dos naciones no tienen intereses comunes chocan. Los pueblos menores que están aún en los vuelcos de la gestación, no pueden unirse sin peligro. Los actos políticos de las repúblicas reales son el resultado compuesto de los elementos del carácter nacional, de las necesidades económicas. 21
Al analizar el proceso integracionista de la región y los peligros que le asechaban, vaticina las intenciones del vecino del norte de desplazar de los mercados de la región, el influjo y actividad de las potencias europeas, como parte del "Panamericanismo", recogido en las doctrinas elaboradas por los sectores económicos y de poder desde los primeros años del siglo XIX y expuestos por vez primera en la Doctrina Monroe (1823). Aquí se expresa nuevamente su preocupación sobre la importancia de la integración como garantía de la integridad e independencia de los pueblos.

En síntesis, el proceso integracionista tendría como objetivo a mediano y largo plazos el desarrollo económico y la complementación de las economías latinoamericanas. Con razón señala Martí que el llamado integracionista lanzado por los estadounidenses representaba un peligro, porque podría llevar a las economías regionales a una nueva dependencia, y puntualizaba:
Lo primero en política, es aclarar y prever. Sólo una respuesta unánime y viril; para la que todavía hay tiempo sin riesgo, puede libertar de una vez a los pueblos de América de la inquietud y perturbación fatal en su hora de desarrollo, en quienes tendría sin cesar, con la complicidad de las repúblicas venales o débiles, la política secular y confesa de predominio de un vecino pujante y ambicioso que no ha fomentado jamás ni se ha dirigido a ellos sino para impedir su extensión [...] O para cortar por intimidación sus tratos con el resto del mundo [...] O para obligarnos como ahora, a comprar lo que no puede vender.22
Para Martí es imposible la independencia económica sin independencia política, lo cual ha reflejado en sus análisis sobre la necesidad de la integración entre los pueblos y cómo ésta, sobre la base de las necesidades de las economías foráneas, en especial desde Estados Unidos, representaría el fin de todo intento de desarrollo económico independiente, y una subordinación y dependencia aún mayor a la economía del norte.

Ésta, además, se daría en el plano comercial, porque dejar los negocios en manos de nuestros competidores llevaría al fin de todo proceso integracionista y de la posibilidad de lograr un desarrollo económico independiente.
Y han de poner sus negocios los pueblos de América en manos de su único enemigo. O de ganarle tiempo, y poblarse y unirse y de merecer definitivamente el crédito y respeto de las naciones antes de que ose demandarle la sumisión, el vecino a quien las lecciones de adentro y de afuera, se les puede moderar la voluntad de educar la moral política, antes de que se determine a incurrir en el riesgo y oprobio de echarse, por la razón de estar en un mismo continente, sobre los pueblos decorosos capaces, justos y prósperos.23

Conclusiones

El acercamiento a las principales ideas desarrolladas por José Martí permite apreciar que las tareas titánicas que tenían ante sí los pueblos, no eran insalvables. Pone al descubierto las causas del subdesarrollo al explicar cómo nace la dependencia económica y propone soluciones autóctonas que pasan por su perspectiva sobre el desarrollo económico donde es necesaria participación del Estado. Éste debe asumir como tarea principal el diseño de una estrategia coherente de desarrollo, preparación, calificación y empleo de la fuerza de trabajo, vía indispensable para poder acceder al desarrollo económico y social, al reconocer al estado como promotor y diseñador de políticas de desarrollo que garanticen la distribución con justicia social. Martí inicia una ruptura con los esteriotipos vigentes en la época en que él desarrolla su actividad como político de proyección avanzada en el ámbito latinoamericano. Para Martí la integración económica constituye un imperativo, pues permitiría, además de alcanzar el desarrollo y la independencia económica, enfrentar las amenazas y apetencias del vecino del norte que tenía como estrategia geopolítica extenderse por toda la región, convirtiéndola en un apéndice de su economía. Él vio la integración al interior de Latinoamérica como una posibilidad proporcionada por las particularidades histórico-culturales.

Bibliografía
Pérez Martí, José. "Economía Propia", en Obras Completas, tomo 6, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1991a.         [ Links ]
----------, "Aprender en las haciendas", en Obras Completas, tomo 8, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1991b.         [ Links ]
----------, "Reflexiones: Destinadas a preceder los informes traídos por los jefes políticos a las conferencias de mayo de 1878", en Obras Completas, tomo 7, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1991c.         [ Links ]
----------, "El tratado comercial entre los Estados Unidos y México", en Obras Completas, tomo 7, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1991d.         [ Links ]
----------, "Mente Latina", en Obras Completas, tomo 6, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1991e.         [ Links ]
----------, "Aprender en las haciendas", en Obras Completas, tomo 8, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1991f.         [ Links ]
----------, "La escuela de artes y oficios de Honduras", en Obras Completas, tomo 8, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1991g.         [ Links ]
----------, "Trabajo manual en las escuelas", en Obras Completas, tomo 8, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1991h.         [ Links ]
----------, "La industria en los países nuevos", en Obras Completas, tomo 7, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1991i.         [ Links ]
----------, "La república Argentina en el exterior", en Obras Completas, tomo 7, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1991j.         [ Links ]
----------, "Comisión Monetaria Americana", en Obras Completas, tomo 6, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1991k.         [ Links ]

Notas
1 José Martí Pérez, "Economía Propia", en Obras Completas, tomo 6, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1991. pp. 311-312.
2 José Martí Pérez, "Aprender en las haciendas", en Obras Completas, tomo 8, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1991, p. 275.
3 José Martí Pérez, "Reflexiones: Destinadas a preceder los informes traídos por los jefes políticos a las conferencias de mayo de 1878", en Obras Completas, tomo 7, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1991. pp. 163-164.
4 José Martí Pérez, "El tratado comercial entre los Estados Unidos y México", en Obras Completas, tomo 7, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1991, p. 21.
5 José Martí Pérez, "La escuela de artes y oficios de Honduras", en Obras Completas, tomo 8, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana 1991, pp. 15-16.
6 José Martí Pérez, "Reflexiones: Destinadas...", p. 169.
7 José Martí Pérez, "Aprender en las...", p. 275.
8 José Martí Pérez, "La escuela de artes y oficios de Honduras", en Obras Completas, tomo 8, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1991, pp. 15-16.
9 José Martí Pérez, "Trabajo manual en las escuelas", en Obras Completas, tomo 8, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1991, pp. 285-288.
10 José Martí Pérez, "Reflexiones: Destinadas a preceder...", p. 189.
11 José Martí Pérez, "La industria en los países nuevos", en Obras Completas, tomo 7, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1999, p. 27.
12 Op. cit, p. 28.
13 José Martí Pérez, "La industria en los...", p. 28.
14 José Martí Pérez, "La república Argentina...", pp. 340-341.
15 Op. cit., p. 343.
16 Ibid.
17 José Martí Pérez, "Comisión Monetaria Americana", en Obras Completas, tomo 6, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1991, p. 16.
18 José Martí Pérez, "Exposición de productos americanos", en Obras Completas, tomo 7, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1991, p. 367.
19 José Martí Pérez, "Comisión Monetaria...", p. 16.
20 José Martí Pérez, "Comisión Monetaria...", p. 46.
21 Ibid.
22 José Martí Pérez, "Comisión Monetaria...", pp. 46-47.
23 Op. cit., p. 46.

No hay comentarios:

Publicar un comentario