Por LAURA GALEANO ZALDIVAR *
Introducción
La infraestructura física constituye un componente imprescindible en el proceso de desarrollo. De la ampliación y mejora en la calidad de su infraestructura, depende la capacidad de un país para generar un mayor crecimiento económico acompañado a su vez de un aumento del bienestar para sus ciudadanos.
La infraestructura, se erige en elemento de conectividad territorial y regional, representa el vehículo que materializa los flujos de comercio de un país con el mundo, y a lo interno de su economía.
La infraestructura, se erige en elemento de conectividad territorial y regional, representa el vehículo que materializa los flujos de comercio de un país con el mundo, y a lo interno de su economía.
En términos conceptuales se define como aquellas estructuras de ingeniería, equipos e instalaciones de larga vida útil, que constituyen la base sobre la cual se produce la prestación de servicios para los sectores productivos y los hogares (Perroti y Sánchez, 2011). Sin embargo, la existencia de las instalaciones físicas, por lo general fijas, no garantiza su uso eficiente. Por tanto, el marco institucional y las condiciones con que operan los servicios son tan importantes como las propias instalaciones físicas.
Una parte importante de la literatura especializada en el tema, trata la disponibilidad de infraestructura en términos cuantitativos o dicotómicos, o sea, si existe o no. Pero en muchas ocasiones el problema no es la existencia o no de infraestructura en sí, sino la mala calidad del servicio que se presta (Prudhomme, 2004). No obstante, la dotación de infraestructura no debe ser descuidada pues constituye elemento imprescindible para la prestación de los servicios, por tanto estos aspectos no pueden ser tratados por separado sino que deben responder a un enfoque integral.
Un concepto indispensable a tener en cuenta es el de brechas de infraestructura, pues permite determinar hasta qué punto, posibles deficiencias en la infraestructura obstaculizan el potencial desarrollo de una economía (Beltrán, 2014). Se debe establecer la diferencia entre la dotación de infraestructura existente y, los niveles de existencias necesarios según algún criterio que se defina. En este sentido, la brecha de infraestructura es determinable desde dos dimensiones o enfoques no excluyentes. Por una parte se encuentra la dimensión vertical que se calcula respecto a los factores internos de un país o región. Se trata de determinar los requerimientos de infraestructura generados por el nivel de actividad económica. En última instancia, sería definir si la oferta de infraestructura acompaña la demanda generada por el crecimiento económico de un país en cierto período. Mientras, la dimensión horizontal consiste en establecer algún objetivo específico y comparar. En este caso se pueden tomar como referencia los resultados de otros países o regiones, o bien se pueden fijar metas a cumplir en cuanto a la disponibilidad, calidad y accesibilidad de los servicios de infraestructura básica, ejemplo de ello es perseguir la universalización de los mismos (Perroti y Sánchez, 2011).1 Más allá de cuantificar la brecha, es importante definir las causas que inciden en el comportamiento de la misma —si bien se reduce o ensancha—. Así como proponer un conjunto de acciones para revertir el escenario descrito de ser desfavorable.
En el Plan 2030, uno de los ejes estratégicos identificados, es justo el de la infraestructura. Se hace énfasis en la necesidad de incentivar la inversión, el rol del Estado y la regulación, con el objetivo de promover su contribución al crecimiento y desarrollo del país.
Este capítulo se enfoca, en la denominada infraestructura económica, que comprende los sectores: agua y saneamiento, energía, telecomunicaciones y transporte. En relación con este último se consideran los elementos que componen el transporte terrestre, aéreo y marítimo. En el sector energía se incluye la generación y distribución de agua, dígase potable y para otros usos; en cuanto a saneamiento son de interés las obras de alcantarillados, el manejo y eliminación de residuos, así como la disponibilidad de condiciones mínimas de saneamiento en los hogares. Por último, el sector telecomunicaciones contempla la telefonía básica o fija, la celular e internet.
El objetivo que se persigue es valorar en qué medida la brecha de infraestructura en Cuba, así como las proyecciones de desarrollo de cada uno de sus componen tes, representan un obstáculo para el plan de desarrollo del país. Para ello, el capítulo aborda la inversión en los servicios de infraestructura, de forma global y por sectores, en comparación con el escenario latinoamericano. Además presenta un breve diagnóstico del des- empeño de cada uno de los sectores. Teniendo esto como base y lo planteado en el Plan 2030, se presentan algunos mensajes claves para futuras propuestas de políticas.
Comportamiento de la inversión
Como promedio, la inversión en Cuba desde 2010 ha estado alrededor 1.5 % del PIB —en la actualidad, la inversión en América Latina está en el orden del 3 % del PIB anual—, por debajo del nivel aconsejado en diversos estudios, que es de al menos un 5 % (Barbero, 2018).
La distribución por sector de esta inversión se presenta en la ilustración 1. De forma general, es necesario señalar que los sectores más críticos en cuanto a la brecha en relación con América Latina son los de transporte y comunicaciones. Es importante decir que en la mayoría de los países de la región latinoamericana a partir de la década de los noventa del siglo xx, se llevaron a cabo procesos de apertura y liberalización con un posterior efecto de incremento de la competencia, en los servicios de infraestructura. En particular, el sector de las comunicaciones experimentó un alza en los niveles de inversión, al tiempo que se impulsaron además políticas que propiciaran el desarrollo de las telecomunicaciones.
En el informe La Infraestructura en el Desarrollo Integral de América Latina, (IDEAL, en lo adelante) de la Corporación Andina de Fomento (Barbero, 2018), se afirma que la región demanda alrededor del 5 % del PIB para satisfacer el despegue de redes y servicios necesarios para asegurar el desarrollo sostenible en la región. Como se presentó con anterioridad, la inversión realizada por Cuba dista mucho de esa cifra. Por otra parte, varios estudios señalan que no solo la inversión es importante, además hay que mejorar los procesos de selección y priorización de los proyectos, de contratación y construcción de obras, y la operación de las redes y servicios (Ramírez y otros, 2013).
Otro elemento a considerar es el hecho de que la inversión en la región tiene importante participación privada, que ha variado en el tiempo y además entre sectores. En este sentido cobran cada vez mayor importancia las asociaciones público-privadas como alianzas estratégicas entre los gobiernos y el sector privado. De acuerdo al informe IDEAL de 2018 (Barbero, 2018), en el año 2015 la inversión privada representó el 45 % de la inversión total, y la pública el 55 %. En este sentido, el citado informe destaca los casos de las telecomunicaciones y la provisión de agua y saneamiento. En el primero, la inversión privada ha predominado y superó el 90 %; y en el segundo, la inversión pública lo ha hecho con más de un 80 %.
En Cuba, la inversión en los servicios de infraestructura básica como conjunto, en los últimos años ha superado apenas el 20 % del total de inversiones del país (ilustración 2). Sin embargo, en 2017 la inversión en servicios empresariales e inmobiliarios fue 3.2 veces superior a toda la inversión en transporte y comunicaciones, que como se mencionó con anterioridad, ente son los sectores en los que la brecha con respecto a América Latina es mayor.
La comparación de la calidad de la infraestructura de Cuba con América Latina y los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), de acuerdo con el Índice de desempeño logístico,2 presenta como resultado que aún, tanto Cuba como los países de la región se encuentran lejos de sus pares de la OCDE.
Se puede observar en la ilustración 3 que la calidad de la infraestructura de la Isla es casi la mitad respecto a la de los países desarrollados. No obstante, es válido destacar que se ha acortado la brecha con respecto a América Latina. Se estima que los países de la región latinoamericana y caribeña tardarían veinte años en alcanzar el nivel de calidad en infraestructura que tienen los países de la OCDE (Kogan y Bondorevsky, 2016).
Aspectos destacados por sector
Cuba es un país que no posee un gran potencial hidrológico y que a su vez no dispone de grandes cuencas hidrográficas. Por lo tanto la construcción de infraestructura que permita una mayor disponibilidad de recursos hídricos es prioritaria. En este sentido, el país ha puesto especial énfasis en la edificación de presas y pozos para explotar fuentes subterráneas, así como diversas estructuras complementarias como canales para la irrigación de áreas agrícolas y otros para el trasvase de agua entre diversas provincias e incluso regiones.
Las extracciones directas de agua realizadas por las distintas actividades económicas, representaron entre los años 2011 y 2017, como promedio, alrededor de un 76 % del volumen total de agua dulce extraída. De estas, la agricultura representó casi un 74 % del consumo en el mismo período. Por otra parte el suministro de agua potable contabilizó un 24 % de las extracciones de agua dulce.
El acceso a agua potable en Cuba posee niveles favorables, y es amplio en zonas urbanas, y la calidad sanitaria del agua se mantiene en niveles positivos, aunque mejorables. Es importante señalar la notable diferencia existente entre la cobertura de agua potable en áreas urbanas y la exhibida en zonas rurales. Además la calidad del servicio difiere de manera considerable según el área de residencia, pues si bien en zonas urbanas el acceso a acueductos ascendió en el año mencionado a un 85.6 %; en zonas rurales las conexiones domiciliarias representaron solo el 40.4 % de los accesos a agua potable en el mismo año.
Los precios subsidiados vigentes para la población en el uso del agua, favorecen la accesibilidad del recurso. Sin embargo, el abasto de agua en el país se caracteriza por ser vulnerable a factores climáticos, como los amplios períodos de sequía, que podrían disminuir de manera crítica la disponibilidad de los recursos hídricos aprovechables.
Asimismo, se presentan múltiples deficiencias o aspectos a mejorar, como el insuficiente mantenimiento y sobreexplotación de las redes de acueductos que conlleva a serias ineficiencias operativas del sistema propiciando la pérdida de agua. Proliferan también una serie de malas prácticas en la operación de los distintos elementos de las redes y la calidad del agua se ve afectada muchas veces por la contaminación de las fuentes abasto.
Por otra parte, muchos de los usuarios que poseen conexión domiciliaria, experimentan dificultades con la presión del agua, prolongados ciclos de entrega del vital líquido y, sin dudas, se ven afectados por los múltiples salideros a nivel de calle. Por último, el sistema de acueductos debe seguir en crecimiento hasta llevar sus redes a las personas que reciben agua sin tratar y con acarreo desde distancias hasta 300 m, y aquellos que reciben el servicio por pipas, para así aumentar de manera considerable la calidad del servicio.
Las autoridades encargadas de rectorar el uso del agua, identifican los precios subsidiados de la misma como un factor determinante en el despilfarro que prolifera en el uso del preciado líquido, lo que contribuye además a sobrecargar el sistema de acueductos.
Saneamiento
Si bien los niveles de acceso a saneamiento en Cuba son favorables, es insuficiente el nivel de acceso a las redes de alcantarillado, con carácter crítico en las zonas rurales, lo que atenta contra la calidad del servicio y puede incrementar los impactos medioambientales negativos por el incorrecto manejo de residuales, que incluye el vertimiento en ríos.
En este sentido, constituye una importante deficiencia del sistema de alcantarillado los bajos niveles de tratamiento a los residuales evacuados provenientes de hogares, la industria o entidades agrícolas, lo que constituye una importante fuente de contaminación de las aguas terrestres.
Electricidad
La producción de electricidad se sustenta de forma significativa en el uso de combustibles fósiles —y de ellos los menos eficientes: fuel, diésel—, con alta dependencia de las importaciones. Lo anterior, acompañado a los problemas de uso eficiente y conservación de la energía, incide en las metas de desarrollo del país.
Si bien Cuba ha alcanzado niveles de acceso a la electricidad que superan el 99 % de los hogares, debe decirse que hay presencia de ineficiencias en el sistema eléctrico —interrupciones del servicio, variaciones del voltaje, alta proporción de pérdidas en las redes de distribución— que redundan en una menor calidad del servicio provisto.
En 2010 se modificaron las tarifas eléctricas residenciales con el objetivo de disminuir el subsidio a la tarifa eléctrica de la población, debido al incremento de los precios del petróleo y al ascendente consumo residencial. No obstante la entrega de electricidad hoy presenta altos costos, tanto monetarios como ambientales.3 Aún es baja la utilización de las fuentes renovables de energía, pues con ellas solo se produce el 4.3 % de la electricidad del país (Ministerio de Comercio Exterior e Inversión Extranjera, 2018). La política energética del país prevista en el Plan 2030, ha establecido metas de participación para cada una de las fuentes. Sin embargo, la estrategia de transformación de la matriz hacia energías renovables (24 %) es lenta e insuficiente. En este sentido se han desaprovechado oportunidades, en particular de biomasa azucarera y energía solar.
No obstante, en la «Cartera de Oportunidades de Inversión 2018-2019», (Ministerio de Comercio Exterior e Inversión Extranjera, 2018) se hace explícita la política del país de promover proyectos para la generación de energía a partir de las fuentes renovables de energía (FRE), lo cual se evidencia en la propuesta de once proyectos para la producción de electricidad a partir de biomasa, la instalación de un parque solar fotovoltaico de 100 MW, así como otras potencialidades del biogás, hidroenergía y recursos eólicos. Lo anterior está a tono con el impulso dado a la inversión en FRE en la región latinoamericana —aunque su participación está todavía por debajo del 10 % de la producción (Kogan y Bondorevsky, 2016)— y en los países miembros de la OCDE.
Transporte
El sector en todas sus formas —terrestre, marítimo y aéreo— sufre una elevada descapitalización. El parque automotor, tanto de pasajeros como el dedicado a cargas, sufre una baja eficiencia operativa, se encuentran disponibles apenas dos tercios de los vehículos y, la sobreexplotación de los mismos redunda en ineficiencia en el consumo de combustible. La anterior situación se vio acompañada por deficiencias en la asistencia técnica a dichos vehículos, por dificultades en las condiciones de los talleres y la disponibilidad de piezas.
Cabe destacar, la inversión en el transporte ferroviario como parte del amplio programa de desarrollo ferroviario acometido por el país, que a un costo de alrededor de 2200 millones de dólares ya se ejecuta, tanto para restablecer el transporte de pasajeros como para duplicar la transportación de otras cargas que hoy se realizan.
No obstante, las autoridades han señalado que la inversión debe ir acompañada de un sistema lógico e integral de talleres y mantenimiento.
En cuanto a la rama aérea, las inversiones realizadas para la compra de aviones no se han revertido de manera favorable. Persisten problemas de calidad del servicio, evidenciado en el retraso en más del 60 % de los vuelos nacionales de Cubana de Aviación (Menguela, 2018). Asimismo, deben acometerse acciones de envergadura en las principales terminales aéreas del país, coinciden- tes con los destinos turísticos fundamentales.
En sentido general, prevalecen problemas organizativos que frenan el correcto y eficiente empleo de los recursos existentes y, el cumplimiento de itinerarios de viajes. La gestión centralizada, los precios subsidiados,4 y la falta de incentivos salariales significan la prevalencia de deficiencias tales como el ausentismo y el éxodo de fuerza laboral del sector y, en definitiva, una mala calidad en la prestación del servicio.
La transportación de pasajeros presenta un déficit crítico, la capacidad de los servicios de transportación se encuentra muy por debajo de la demanda existen- te. Ya se había mencionado que al realizar una comparación con la región latinoamericana este era uno de los sectores más críticos. De hecho, en América Latina y el Caribe se han registrado avances significativos en los viales y el desarrollo de los sistemas de transporte público, en particular con el desarrollo de los sistemas de Metro y en menor medida los trenes ligeros, tranvías y los sistemas de BRT (Bus Rapid Transit).
En la transportación de cargas, a pesar de eliminarse la fragmentación existente con el objetivo de aumentar la eficiencia del servicio, persisten importantes deficiencias que golpean el dinamismo económico del país, lo cual tiene impactos negativos en la productividad —falta de esta—, eficiencia, crecimiento y el logro de mayores niveles de desarrollo.
Como puede observarse en la tabla 1, hay una significativa concentración tanto de la transportación de pasajeros como de carga en medios terrestres, en particular por carretera.
La condición de isla, explica la necesidad de revertir tal situación, pues en la actualidad son muy poco significativas las actividades marítima y aérea, lo que conlleva a restricciones tanto a mediano como a largo plazo.
Telecomunicaciones
Desde los años noventa del pasado siglo hasta 2016, Cuba ha logrado importante avances en el sector de las telecomunicaciones, aunque todavía se observan bajos niveles de acceso y la calidad de los mismos es insuficiente. Asimismo, desde una perspectiva comparativa con la región latinoamericana y el resto del mundo, el país evidencia una importante brecha, siendo el caso de la penetración de los servicios de internet, el más preocupante (ilustración 6). En este sentido, los montos de inversión necesarios para acortar la brecha resultan en demasía elevados, en particular los referidos a la banda ancha.
Entre las deficiencias causantes de esta situación se encuentra la limitada capacidad de los sistemas que sustentan dichos servicios, que no crece a un ritmo adecuado. Es decir, es insuficiente la ampliación de la infraestructura física, que en definitiva constituye la base para la prestación de los servicios. Esto implica que las líneas básicas no puedan ser adquiridas de manera libre, sino que son objeto de asignación según diversos criterios. El precio de instalación y las tarifas para el uso de este servicio se encuentran subsidiados, no obstante, el costo para los usuarios no es, en rigor, insignificante, de modo particular en llamadas de larga distancia.
Por otra parte, el servicio de telefonía móvil también presenta, aunque en menor medida, limitantes en cuanto a la cantidad de líneas a asumir por año. No obstante, a pesar de los avances logrados, la mayor limitación al acceso a este servicio lo constituyen las altas tarifas impuestas a los usuarios para su mantenimiento y uso (tabla 2).
Asimismo el servicio de internet presenta una deficiente relación calidad/precio, pues se comercializa a altas tarifas conexiones de bajas velocidades. Este servicio es de modo especial costoso para las empresas e instituciones. Por otra parte, el acceso al servicio en los hogares fue beneficiado cuando en septiembre de 2017 se produjo la apertura de Nauta hogar, servicio que diciembre de 2018, contaba con más de sesenta mil suscriptores. No obstante, aún este servicio se encuentra restringido pues depende las capacidades que la empresa pueda abrir y por lo tanto no cubre la demanda. Asimismo, buena parte de la población, accede a redes institucionales desde universidades y centros de trabajos, algunos con extensión del servicio a domicilio —por ejemplo: la red Infomed—
De igual manera, en diciembre de 2018, se da otro salto importante al ponerse en práctica los servicios de datos móviles para redes 3G. En este sentido, es preciso aclarar que el mundo, incluida la región latinoamericana transitó hacia las redes 4G y se prepara para la generación 5G. Por tanto, si bien haciendo una mirada hacia la Cuba de hace cinco años, se ha avanzado, la brecha con el resto del mundo, no solo existe sino que se incrementa, no porque Cuba no avance, sino porque la velocidad de adelantos del mundo es mucho más rápida. En otra arista, los avances en la banda ancha fija no son significativos y es este servicio el que tiene impacto directo en el aumento de la productividad, crecimiento, eficiencia, innovación, calidad de los servicios sociales, en general impacta desde diferentes frentes al proceso de desarrollo.
En definitiva, a pesar del incremento de los servicios de telecomunicaciones y la disminución del precio de acceso a internet mediante los mismos —lo que ha permitido ampliar el consumo de internet—, aún es un costo alto para la población en particular el acceso mediante el Nauta hogar y datos móviles.
Cuba: mensajes estratégicos y recomendaciones de política
En sentido general, existe déficit en la provisión de los servicios de infraestructura básica aquí presentados. Lo anterior es resultado de importantes asimetrías entre el costo de proveer los mismos y los precios subsidiados en alto grado. Asimismo, la inversión en infraestructura física es baja lo que se traduce en un considerable atraso tecnológico, al tiempo que provoca que los servicios que se brinden sean deficientes e insuficientes.
Uno de los objetivos declarados en el Plan 2030, respecto a la infraestructura es: «estimular la participación de la inversión nacional y extranjera en el mantenimiento y desarrollo de la infraestructura del país, en particular, aquella vinculada a los sectores estratégicos». En este sentido es necesaria una visión de conjunto sobre los requerimientos de inversión, tanto para cerrar la brecha con respecto a las necesidades propias del país en términos de crecimiento, como para reducir la brecha internacional, en especial con la región a latinoamericana y los países miembros de la OCDE.
Mensajes
MENSAJE 1. La infraestructura económica tiene un rol central en los Objetivos de Desarrollo Sostenible; cinco de los diecisiete objetivos se refieren de forma directa al desarrollo de los servicios asociados a ella. De modo específico: lo referido a la necesidad de más y mejores datos estadísticos, acceso a agua limpia y saneamiento, energía asequible, innovación industria e infraestructura, ciudades y comunidades sostenibles, producción y consumo responsables. En el caso de Cuba, haber definido la infraestructura como uno de los ejes estratégicos del Plan 2030 contribuye a alinear el país con dichos objetivos.
MENSAJE 2. Promover mayor inversión en infraestructura, con la reorientación de parte de la inversión actual y la generación de nuevas fuentes de inversión; tanto nacional, como bajo las modalidades de inversión extranjera, donde hay ya experiencias exitosas en el país. El cierre de las brechas de infraestructura demanda montos de inversión muy elevados, por ello la pertinencia de buscar diferentes fuentes de financiamiento, que bien pudieran venir acompañadas de diferentes formas de operación y administración en cada sector.
MENSAJE 3. En particular hay que hacer mayores esfuerzos en los sectores transporte y telecomunicaciones, donde la brecha es mayor. En el sector del transporte debe privilegiarse la modernización del transporte de pasajeros —incluida la introducción y desarrollo de sistemas al- ternativos— y la introducción de tecnologías amigables con el medioambiente.
MENSAJE 4. En el sector de las comunicaciones, debe hacerse énfasis en el desarrollo de la banda ancha. Lo anterior se refleja, por ejemplo, en efectos sobre la obtención de más y mejores empleos, mejor calidad de servicios, entre ellos: salud, educación, inclusión social y modernización del Estado. La estrategia lanzada por el Ministerio de Comunicaciones en 2015 debe ser revaluada a la luz de los adelantos actuales y de la velocidad de los cambios en este sector a nivel mundial. Resulta preocupante el hecho de que en términos de inversión extranjera, el sector no tenga protagonismo. Lo anterior es bastante sorprendente si se considera que a nivel internacional el sector de las telecomunicaciones es uno de los sectores de mayor dinamismo y que más inversiones atrae.
MENSAJE 5. Debe atenderse a la integración, complementariedad de aquellos elementos decisivos de la cuarta revolución tecnológica, tanto en la concepción de las nuevas inversiones en infraestructuras como en los servicios asociados a ellas. Estas tecnologías que van más allá de las telecomunicaciones y tienen una aplicación directa en el transporte —vehículos eléctricos—, el sistema financiero, el sistema electroenergético —redes eléctricas inteligentes—, por solo citar ejemplos. Lo anterior tiene impacto tanto desde el punto de vista de la oferta como de la demanda, y se alcanza mayor eficiencia tanto en la operación como en la integración y con impactos en los hogares y en el sector empresarial.
MENSAJE 6. En el caso del sector agua potable y sanea- miento, debe cambiarse el enfoque de que en gran medida los grandes problemas del sector se deben a los bajos precios del servicio, pues no es la población el mayor consumidor de los mismos. En este caso debe prestarse especial atención al consumo agrícola, el cual además no ha logrado alcanzar niveles de productividad que lo justifiquen.
MENSAJE 7. Promover alianzas público-privadas para la provisión de los servicios de infraestructura, para su mantenimiento y para la etapa constructiva de infraestructuras básicas, tanto con empresas extranjeras como con el sector no estatal cubano, allí donde sea conveniente.
MENSAJE 8. Acompañado a las inversiones en nuevas infraestructuras debe existir una política dirigida al mantenimiento sistemático y a la modernización paulatina de las existentes.
MENSAJE 9. La dimensión de lo territorial —local— debe aparecer de forma explícita en los temas asociados a la creación de nuevas infraestructuras.
MENSAJE 10. Las tarifas y precios de los servicios asociados a las infraestructuras deben ser revisados sin descuidar los equilibrios necesarios entre acceso, costos y rentabilidad de esos servicios. En igual sentido, debe perfeccionarse el diseño de los subsidios, tanto aquellos orientados a facilitar el acceso a los servicios como los destinados a promover actividades o sectores estratégicos.
MENSAJE 11. Hay que hacer énfasis en reducir los costos asociados a la prestación de los servicios de infraestructura, lo cual demanda un uso de los recursos más eficiente. Esto puede lograrse si se permite la compe- tencia en los segmentos que así se justifique. En este sentido el rol del regulador es esencial y el mismo debe preservar una independencia operativa que asegure la razonabilidad técnica de sus decisiones.
MENSAJE 12. Es preciso fortalecer las capacidades de las instituciones públicas —niveles nacional y territorial—. Esto está a tono con lo propuesto en el Plan 2030 cuando se propone como uno de los objetivos: «Perfeccionar el papel del Estado en sus funciones de fomento, regulación y control, así como de participante en el proceso inversionista» (Partido Comunista de Cuba, 2017; pág. 18).
Bibliografía
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Citas
1 No es objetivo de estas páginas el cálculo de las brechas ni los recursos necesarios para su cierre.
2 Índice de desempeño logístico: calidad de la infraestructura relacionada con el comercio y el transporte (1= baja a 5= alta) (Banco Mundial, 2018).
3 Si se considera que, como promedio, el costo de cada Kw/h es de 0.14 USD, y la tarifa para los primeros 100 Kwh es de 0.09 CUP por Kw/h, es posible afirmar que los costos de proveer el servicio son considerables.
4 idea más clara puede tenerse si, por ejemplo, se compara el precio de un pasaje aéreo La Habana-Nueva York, con uno La Habana-Baracoa —en el extremo este del país—. En el primer caso, aunque la fluctuación es considerable según la línea aérea, la época del año y por tanto la demanda, puede estar alrededor de los 270 USD. En el caso de una visita desde la capital hacia la ciudad primada de Cuba en un vuelo nacional, el precio del pasaje es de 270 CUP, sin distinción de época del año.
* LAURA GALEANO ZALDIVAR
Máster en Economía, profesora de Economía Política y Desarrollo Económico del Departamento Desarrollo Económico, Facultad de Economía de la Universidad de La Habana. Se especializa en temas de desarrollo económico.
Continuará
Máster en Economía, profesora de Economía Política y Desarrollo Económico del Departamento Desarrollo Económico, Facultad de Economía de la Universidad de La Habana. Se especializa en temas de desarrollo económico.
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