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jueves, 6 de abril de 2023

Turismo cubano: equilibrios y desbalances. Comentario HHC

Por  Sayli Sosa Barceló 
OPINIÓN, Invasor

 

El sector se recupera, pero no al ritmo y en las dimensiones deseadas (y necesarias)



Cartel de la Feria Internacional de Turismo 2023
La recuperación de la actividad turística en Cuba va siendo lenta y todavía no muestra indicadores similares a los de 2018 y 2019, después del obligatorio parón provocado por la COVID-19 en todo el mundo. Así lo reflejan los datos más recientes publicados por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información y el informe presentado por el Ministerio del Turismo en su balance, que también apuntan a otras certezas.

Canadá recupera, de a poco, la primacía como principal emisor de turistas a la Isla. Luego de un 2021 de solo 35 344 canadienses escapando del crudo invierno en las cálidas playas cubanas, en 2022 se experimentó un crecimiento importante (48 por ciento), con 104 341, que se ha mantenido en 2023. Al cierre de febrero último, casi 253 000 visitantes de ese país habían arribado a Cuba, el 51,7 por ciento del total.

No ha sucedido lo mismo con los emisores europeos. Entre ellos, los que históricamente más turistas han aportado a las estadísticas nacionales: Alemania, Francia, Italia y España no han tenido un comportamiento sobresaliente, pues apenas sumaron entre los cuatro 229 000 al concluir el pasado año y poco más de 24 000 en el primer mes del actual, menos, incluso, que la comunidad cubana residente en el exterior.

En sentido general, la tasa de ocupación en 2022 fue de 15,6 por ciento, indicador pobre que hace pensar en la relación gasto/ingreso del sector, es decir, su rentabilidad en medio de una crisis económica multidimensional; sin olvidar que el Turismo ha sido beneficiado en la última década con inversiones millonarias, fundamentalmente, en la ampliación de la planta habitacional.

El Plan de la Economía aprobado en diciembre último por la Asamblea Nacional del Poder Popular se trazó como meta alcanzar 3,5 millones de visitantes internacionales en 2023, lo cual duplicaría la cifra del período anterior y, aunque no imposible, sí resulta bastante complicada.

Digo complicada porque la actividad turística no depende únicamente de disponer de hermosas playas y acogedores hoteles. De hecho, los mayores ingresos no están en el alojamiento, sino en los servicios gastronómicos, con cerca del 44 por ciento del total de recaudación. Ello quiere decir que es allí donde deberíamos poner el dinero: en aumentar la cantidad y calidad de las ofertas gastronómicas dentro y fuera de los polos turísticos, generando cadenas de valor hacia adelante y hacia atrás. Porque si para garantizar la gastronomía destinada al Turismo debemos importar alimentos y materias primas, el negocio dista de ser redondo.

Varios economistas han alertado de la urgencia de cambiar el patrón de las inversiones en Cuba, derivando hacia la producción de carne, hortalizas, frutas, granos y viandas cuantías que mejoren las bases productivas desde el punto de vista tecnológico, para que pueda hablarse en términos de rendimientos competitivos y mercados abastecidos, no solo de cara al Turismo, por cierto.

Las tensiones con las que se aseguró la actual temporada alta en Ciego de Ávila, por ejemplo, demuestran lo que digo. En octubre de 2022, previo al inicio del momento de más arribos a Jardines del Rey, las dificultades con la energía eléctrica, el combustible y los financiamientos en moneda dura añadían presión a los productores locales, encargados de una parte no despreciable de suministros como papas prefritas, jugos naturales, frutas frescas, encurtidos, entre otros.

El mencionado informe de balance reconocía otros desafíos a la competitividad y calidad del producto turístico cubano: “la falta de alimentos y bebidas e insumos, deficiente servicio, insuficientes actividades de ocio y entretenimiento en los polos turísticos, falta de mantenimiento en las instalaciones e inestable servicio de Internet; además de dificultades para el reaprovisionamiento de combustible, tanto a la aviación, como para autos de renta y garantía a los circuitos”. Ello, sumado a una tasa de fluctuación del capital humano del 20,1 por ciento.

Es cierto que Cuba está en desventaja, comparada con mercados de sol y playa cercanos como República Dominicana y México, al no poder recibir turismo estadounidense (descrito como uno de los que más gasta en opciones extrahoteleras), a causa del bloqueo y el resto de sanciones de la administración de ese país contra la Isla.

Expertos han dicho, sin embargo, que esa desventaja se expresa, también, en el llamado breakeven point (punto de equilibrio, donde los ingresos son iguales a los costos, por tanto, las utilidades tienden a cero), lo cual confirma lo que veníamos apuntando: aquí debemos invertir mucho―entiéndase importar ante la imposibilidad de producir―para lograr ese equilibrio, lo cual eleva el umbral para generar ganancias.

Son desafíos descomunales, más que del sector, de la economía cubana, urgida del ansiado despegue no solo en el Turismo, aunque de él dependa buena parte del oxígeno que necesita.

Comentario HHC: Es importante que se pueda cumplir con la cifra de visitantes internacionales (v.i) este año: 3.5 millones, algo que se torna ya extremo difícil, solo hay que ver los resultados de marzo.  Pero en última instancia eso no es lo importante, sino los ingresos asociados a los mismos.

Llama la atención que un plan inicial y racional del número de visitantes internacionales, dé como resultado un 68 % de cumplimiento al cierre de febrero 2023, y el Viceprimer ministro Gil en la reunión del Consejo de Ministros al evaluar los resultados al cierre de febrero, informara que el plan de visitantes internacionales se cumple al 90 %, y se ratifica la cifra de 3.5 millones de V.I para este 2023.

En el 2022, sin publicarse aún el Anuario Estadístico de parte de la ONEI, sino un informe de los Principales Indicadores del Sector, se observa una disminución de la estancia media, y de la ocupación hotelera en relación con el 2019, al tiempo que como positivo se mantienen, en lo fundamental los ingresos por turistas- días.

Discrepo en parte de lo que se plantea de incentivar la gastronomía, si bien lográramos que nuestra agricultura satisfaga la demanda del sector de turismo, fuera importante, pero resulta que hay testimonios que el Turismo " impone" los precios a pagar a la agricultura, y estos están por debajo de la rentabilidad de las producciones agrícolas, trasladando las pérdidas turísticas a este sector.

Por otra parte, el negocio más rentable en la hotelería en el mundo, es el Alojamiento, y este no es el de mayores ingresos en Cuba, porque la tasa de ocupación es ridículamente baja, si fuera del 65 a 70 % como indican los estudios de factibilidad, y los resultados en el Caribe demostrando con ello que, si es posible, pues no fuera la Gastronomía la de mayores ingresos en Cuba. El negocio de la Hotelería es obtener el mayor nivel de ingresos en el Alojamiento y la extra hotelera.

Curiosamente, tenemos 10 000 habitaciones hotelera más que en el 2018, con la inversión galopante que hemos ejecutado, pero a cambio tenemos 13 000 habitaciones fuera de orden, el equivalente a 65 hoteles de 200 habitaciones cada uno.  Recordemos que en medio de la covid había un plan de poner en orden 9 000 habitaciones para la reapertura.

 ¿Tiene alguna racionalidad económica esta política que estamos ejecutando en el turismo? ¿No se necesita un reacomodo acorde a las condiciones existentes?

 

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