Por José Luis Rodríguez
Fotos Claudia Camps1 Sep 2015 - 10:31am
Las causas de fondo que llevaron a la crisis del Período especial fueron el derrumbe del socialismo en Europa y la desaparición de la URSS; el recrudecimiento del bloqueo económico de Estados Unidos y las propias insuficiencias de la economía cubana.
De este modo, las razones que llevaron al estallido de la crisis y a la proclamación del Período especial incluyeron aspectos internos y externos a la economía cubana. En torno a la influencia mayor o menor de estos aspectos ha girado una interesante polémica a lo largo de más de veinte años.
Dejando a un lado el análisis de la posición de un grupo de autores para los que el elemento explicativo fundamental de la crisis radica en deficiencias insalvables del modelo socialista cubano, y que abogan de una u otra forma por la transición al capitalismo en Cuba, existen otros análisis en los que se atribuye el mayor peso a las dificultades ya presentes en la economía a finales de la década de 1980.
Asimismo, es posible encontrar otras valoraciones que consideran el Periodo especial en el contexto de las deficiencias e insuficiencias de la construcción del socialismo que llevaron al proceso de rectificación de errores y tendencias negativas y, como tal, ven sus causas en factores internos, pero con una perspectiva metodológicamente diferente.
En este sentido, cabe señalar ciertamente la existencia de elementos que mostraban la necesidad de introducir cambios en el modelo económico vigente en los años previos al Período especial, lo que permite hablar de serias insuficiencias del modelo existente. Pero esta conclusión no debe llevar a que se interprete la desaparición abrupta del socialismo en Europa como una mera profundización del agotamiento del modelo anterior, ni resulta válido situar el inicio de la crisis de los años 90 a la altura de 1985.
Al respecto, no puede obviarse que con la desintegración del modelo económico cubano existente hasta 1990, al desaparecer el sistema económico del socialismo a escala mundial, se produjo un cambio radical que abarcó por completo el sistema de reproducción de la economía nacional, lo que condujo al país a una crisis económica y social de incalculables consecuencias.
Si se toman en cuenta estas observaciones, resulta evidente que en la valoración de las causales que llevarían a la necesidad de implantar el Período especial, más que las fallas y errores domésticos, tuvieron un peso determinante los factores externos.
Vale la pena recordar que la elevada dependencia externa de la economía cubana a finales de los años 80 obedecía a un conjunto de factores seculares vinculados a la deformada estructura económica heredada, la reducida extensión territorial y la relativa escasez de recursos naturales del país, lo que conllevaba que en un proceso de desarrollo, ante la demanda de elevados volúmenes de maquinaria y equipos, materias primas y combustible, estos tuvieran que obtenerse únicamente a través del comercio exterior. A ello se sumaba que la tecnología disponible, mayormente originaria de los países socialistas, adolecía de un elevado índice de consumo material y energético. De tal modo, el coeficiente importado de la demanda interna alcanzaría un valor aproximado del 51% en la década de 1980.
Por otro lado, el bloqueo económico norteamericano y el desequilibrio financiero externo en moneda convertible llevaron a un alto nivel de concentración del comercio exterior con los países socialistas, como única alternativa posible. Los países miembros del CAME absorbieron el 63% de las exportaciones cubanas de azúcar, el 73% de las de níquel y el 95% de las de cítricos, entre los rubros fundamentales, en tanto que en las importaciones de ese origen cubrieron el 98% de los combustibles y lubricantes, el 86% de las materias primas, el 63% de los alimentos y el 80% de maquinarias y equipos.
No menos importante es el hecho de que -a pesar de las dificultades que comenzaron a surgir en las relaciones con la URSS y otros países socialistas a partir de 1986- los efectos de una reducida pero aún favorable relación de intercambio y el financiamiento compensatorio recibido propiciaron que el ingreso nacional disponible superara en un 28% al ingreso creado durante los años 80.
La desaparición abrupta y sin compensación de estos vínculos con los países socialistas creó una crisis imposible de paliar a corto plazo, lo que -unido a la contracción de las importaciones en moneda convertible-, hacía prácticamente inevitable pasar a una economía de emergencia bajo las premisas establecidas para el Período especial en la estrategia defensiva del país.
Por último, la hostilidad norteamericana contra Cuba aumentó notablemente en estas circunstancias, con el objetivo de destruir el modelo político en medio del Período especial, al incrementar adicionalmente las medidas asociadas al bloqueo económico que debía enfrentar el país.
Ya desde 1988 se habían instrumentado en el Congreso norteamericano un conjunto de acciones con el objetivo de endurecer el bloqueo contra Cuba. Entre 1989 y 1990 se presentó la Enmienda Mack en el órgano legislativo, la cual estaba dirigida a retrotraer las disposiciones del bloqueo a lo existente hasta 1981, cuando se autorizó el comercio de Cuba con filiales norteamericanas radicadas en terceros países, con vistas a su prohibición nuevamente.
Aunque esta enmienda no avanzó entre los legisladores, sus objetivos fueron alcanzados al aprobarse la Ley para la Democracia en Cuba, conocida como Ley Torricelli, en octubre de 1992. Esta prohibió nuevamente el comercio de las subsidiarias de compañías norteamericanas establecidas en otros países con Cuba; prohibió a los barcos que entraran a puertos cubanos, con propósitos comerciales, tocar puertos en Estados Unidos o en sus posesiones durante los 180 días siguientes a haber abandonado el puerto cubano, y estableció sanciones a los países que brindaran asistencia a Cuba, según las penalidades previstas en la Ley de Comercio con el Enemigo.
Ante este conjunto de circunstancias adversas, es conveniente examinar los factores que potencialmente permitirían enfrentar los desafíos del Período especial.
(Continuará)
* El autor es asesor del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial.
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