Autor: Yudy Castro Morales | yudy@granma.cu
4 de junio de 2019 21:06:58
Más que una directriz estratégica o una alternativa viable para aguijonear el desarrollo, los encadenamientos productivos son una urgencia para el país. De ahí que aplicarles los consabidos «gerundios de dilatación»: estudiando, trabajando, investigando... resulta, cuando menos, una miopía económica.
Aunque los Lineamientos y todos los documentos programáticos de la actualización del modelo económico definen la importancia de «encadenarse», casi no se ha logrado trascender ese abordaje conceptual, ni mucho menos convertirlo en ejemplos concretos a lo largo y ancho del sector empresarial. Todavía se pueden contar con los dedos de las manos las buenas prácticas.
Una de esas excepciones, todavía perfectible, que precisamos transformar en regla es la Industria Cubana del Mueble (Dujo), la cual ha logrado insertar sus producciones en la planta hotelera del país y con ello crecer, por un lado, en sus indicadores económicos y estándares de calidad y abaratar, por otro, los costos del Turismo en esta actividad.
O sea, si la industria cubana del ocio tuviera que comprar en el exterior, como sucedía antes, la cantidad de muebles que adquiere hoy en casa, los gastos ascenderían alrededor de un 30 %.
Generalizar experiencias de este tipo, aún con tropiezos, lanza un vendaval de desafíos a los productores nacionales, signados por la intermitencia, y a los demandantes de esos surtidos, abrazados, casi de modo natural, a las importaciones.
Solo que el ultimátum está dado.
Radiografía económica
No es cosa nueva asegurar que la economía cubana tiene una alta vocación importadora. Las estadísticas son lo suficientemente claras al reflejarlo y en ese comportamiento, al decir de Alejandro Gil Fernández, titular de Economía y Planificación (MEP), inciden tres factores fundamentales.
En primer lugar, menciona la dualidad cambiaria, que hace que las importaciones resulten aparentemente «baratas», sin que lo sean en modo alguno.
Le sigue la obsolescencia tecnológica que limita la competitividad de las producciones nacionales respecto a otras similares importadas. En muchas ocasiones la calidad, el acabado, los plazos de fabricación… se quedan por debajo de las exigencias de los clientes, y eso es una barrera para encadenarse hacia lo interno de la economía en busca de soluciones a sus pedidos.
También impacta negativamente la restricción en el acceso a las divisas por parte de los productores nacionales, pues no siempre les llega con el tiempo requerido para fabricar y satisfacer determinada demanda.
A veces, «a pesar de tener la capacidad instalada y un producto competitivo, el país termina comprándolo en el exterior. La falta de oportunidad casi siempre se convierte en importaciones».
Ante este escenario, desmotivador para los encadenamientos, Cuba está obligada, a juicio de Gil Fernández, «a bajar los niveles de importación, pues no cuenta con los ingresos suficientes para respaldar los índices sostenidos en los últimos años. De modo que se impone tener una relación más positiva entre el componente importado y el Producto Interno Bruto».
Mucho se habla, sin embrago, de sustitución de importaciones, como lema o como un estado de deseo. Y en otras ocasiones, que son mayoría lamentablemente, se confunde lo hecho con una supuesta «sustitución»; pero fabricar aquí productos con un componente importado elevadísimo no hace rentables las operaciones.
La idea es, en palabras del titular del mep, «llevar adelante inversiones que, como prioridad, empleen insumos de producción nacional. Hoy tenemos industrias que producen determinadas materias primas aún sin la calidad necesaria, y en lugar de invertir ahí para mejorar esos surtidos, seguimos importando.
«Se trata de pensar en una producción donde la fuente de materia prima sea de factura nacional, que permita una integración hacia lo interno, aun cuando para ello se precisen inversiones inducidas en aras de mejorar las fuentes de abastecimiento».
Esos enfoques, dice, aún escasean, «pero no se puede solo contemplar ese escenario; hay que impulsar los encadenamientos».
¿Qué ocurrió entonces en la industria del mueble?
«El Turismo, dentro de su esquema de financiamiento, destinaba un significativo nivel de dólares para importar muebles. Entonces se determinó usar ese dinero como anticipo para la industria nacional, en pos de que esta produjera y cubriera la demanda de los hoteles.
«O sea, hubo un traspaso de la liquidez del cliente final al productor, de manera que el Turismo está prefinanciando la industria, lo que sabemos, no es su responsabilidad».
Lo necesario, apunta Alejandro Gil, «es implementar mecanismos que le permitan a la industria acceder a recursos en la Banca cubana con respaldo de liquidez y, una vez hecho el producto, venderlo a otras empresas que puedan pagar con igual respaldo para luego honrar el crédito, es decir, cerrar el ciclo.
«Se trata de buscar incentivos financieros para que los productores se encadenen entre sí. Y esas son las medidas que deberán implementarse este mismo año, dada la necesidad del país de disminuir las importaciones sin decrecer y aprovechar al máximo las capacidades instaladas. La economía hay que moverla a través de mecanismos financieros y no de medidas administrativas».
Eso sí, reconoce el Ministro de Economía, «hay que hacer una ruptura en los modos de actuación, pues el fondo del Banco se forma al quitarle un nivel de recursos del plan de importaciones a los organismos. Ello, lógicamente, genera insatisfacciones porque aún falta confianza en la industria nacional, en su capacidad para producir con calidad y en tiempo...».
Y a los productores nacionales, insiste, les toca evaluar más las demandas de los clientes, las características, ajustarse a los patrones de calidad... «Este es el momento para aprovechar todas las potencialidades internas y buscar soluciones nacionales a los problemas que enfrenta cada día la economía, y una vía es fomentar los encadenamientos».
La lupa en la industria nacional. Un ejemplo «¿Fácil? No, no. A veces la industria está “sofocadita” porque el Turismo es un mercado muy exigente. Por eso los empresarios siempre han tenido miedo de montarse en ese tren. Pero hay que hacerlo», dice, afincado en su experiencia, Antonio García González, director general de Dujo.
«El Turismo, con su demanda constante... y creciente, lo hala todo», y lo afirma, supongo, teniendo en cuenta el estirón de las ventas: de poco más de 63 millones de pesos, en 2014, a casi 100 millones, al cierre de 2018, y algunos estirones más, el de la calidad, la capacidad productiva luego de un proceso inversionista, la preparación de los operarios...
Lo cierto es que mucho ha cambiado esta empresa, compuesta por 11 unidades empresariales de base (UEB) diseminadas por todo el país, luego de insertar sus producciones en las demandas del Turismo y, aunque la cuesta todavía está empinada, las propuestas nacionales ya se han abierto un espacio en ese mercado.
«Cuando arrancamos, entre los años 2014-2015, no teníamos el compromiso de abastecer todos los hoteles», evoca Antonio García. «Al inicio teníamos la responsabilidad de amueblar un hotel, pero, paralelamente, se estaban importando los muebles para otro. Hoy todas las licitaciones son a favor de la industria cubana».
Todas, aclara, respecto a los muebles de madera, tableros, acero negro o aluminio tapizados con espuma de goma, cueros artificiales, que son las líneas fundamentales. Todavía se importa un porcentaje de muebles de acero inoxidable y resinas, pues la industria no tiene la tecnología requerida para fabricarlos.
Aunque si de tecnología se trata, la empresa llevó a cabo un amplio proceso inversionista entre los años 2017 y 2018, ya hoy en explotación, que le ha permitido de manera paulatina responder a las demandas crecientes del Turismo. Más allá de que aún no se explotan al máximo todas las capacidades en las ueb, pues, de forma general, el aprovechamiento ronda el 80 %.
Valdría resaltar, de acuerdo con Juan Manuel García Ramos, director técnico de Desarrollo, que la inversión, ascendente a 10 827 700 pesos, destinados a la adquisición de equipos tecnológicos y medios de transporte, «se ejecutó en los plazos previstos y los términos para la devolución de los créditos se vienen cumpliendo».
El nudo gordiano: las materias primas...
Si queremos hablar de sustitución efectiva de importaciones, de encadenamiento real hacia lo interno, es preciso incorporar las materias primas nacionales a las producciones, concebirlas incluso desde el diseño de cada inversión. Lo demás son parches.
Por ello, por lo urgente y lo estratégico de esta máxima, la industria del mueble, a partir del mercado cubano, ha tratado de identificar aquellos insumos que se pueden adquirir en plaza.
De tal suerte, comenta Antonio García, nació el vínculo con el Grupo Agroforestal para el suministro de las maderas blandas, en especial la de pino, que se emplea para la producción de cunas.
Tengamos en cuenta que con ese propósito el país importaba alrededor de 3 000 metros cúbicos de madera. Dicha sustitución debe representar este año un ahorro de alrededor de 1,5 millones de pesos.
Además, enfatiza en el estudio de factibilidad elaborado por este proveedor para llevar adelante una inversión que le permita procesar la madera semidura, o sea, la destinada a las producciones para la planta hotelera, la cual se cotiza a elevados precios en el mercado internacional.
«Hoy se emplean unos 3 000 metros cúbicos de madera semidura para el turismo, con un valor de 850 dólares cada uno». Los cálculos son elocuentes.
En cuanto al resto de los insumos hay que seguir trabajando, subraya García González. «Estamos dando los primeros pasos, por ejemplo, con el Grupo Empresarial Azcuba para usar el cartón de seis milímetros que producen sus plantas. Pero aún no logra satisfacer la demanda de la industria y es preciso perfeccionar la calidad».
Las exigencias del mercado y la calidad
«Lo mejor que le pudo pasar a la industria del mueble fue insertarse en las producciones con destino al Turismo. En primer lugar, su exigencia nos ha obligado a capacitarnos y a elevar los estándares de calidad», insiste Roselio R. Margolles Zamora, director adjunto de Dujo.
Se trata, dice, de un ciclo cerrado que le imprime ahorro a la industria: presentamos un dossier de decoración con nuestros diseños y el listado de recursos, ellos los importan, y fabricamos lo que esté pactado en los contratos.
«Es cierto que estamos sometidos a una evaluación constante. Semanalmente se chequea la disponibilidad de materias primas, el suministro y colocación de los muebles en los hoteles, lo que ha conllevado una preparación de los operarios, aunque es necesario seguir perfeccionando lo hecho.
«No obstante, terminamos el Hotel Manzana con un grado de satisfacción de más del 90 %, el Packard casi al 100 %, y estamos hablando de hoteles de alto estándar. Ahora trabajamos, entre otros compromisos, en Prado y Malecón, que debe entregarse en agosto, y las labores marchan bien».
Para introducirnos en ese mercado, afirma Margolles Zamora, buscamos dos fortalezas, además de la producción con calidad que es fundamental, el montaje de los muebles y su sostenibilidad, o sea, el mantenimiento, aspectos que no pueden ofrecer los proveedores extranjeros.
Incertidumbres
Le pasa a la industria del mueble y a casi todos los sectores: el empresariado cubano todavía es reticente a la hora de vincularse con el Turismo.
Al principio, asegura Antonio García, recibimos críticas, señalamientos... solo que esa situación, lejos de amilanarnos, nos ha impulsado hacia el perfeccionamiento de todos los modos de hacer. «Si cada rama de la economía lograra insertar sus producciones, entonces podría hablarse de verdadero desarrollo del sector estatal cubano».
Eso sí, alerta, «encadenarse con el Turismo requiere constancia para hacer sostenible la participación. Pero además del Turismo, tenemos la Zona Especial de Desarrollo Mariel. Cada planta que se monte allí precisa insumos que tenemos que ser capaces de ofrecerles.
«El sector empresarial estatal no puede permitirse que se importen cosas con ese destino, teniéndolo nosotros en las narices. Ese es nuestro rol. Y para ello hay que capacitar a la fuerza laboral, proponer procesos inversionistas, desarrollar nuevas producciones a partir de las demandas del cliente... Esas son las broncas que tenemos que buscarnos».
Nuestras plantas, reconoce, han tenido aciertos y desaciertos. «No lograr en un inicio las expectativas del cliente, por ejemplo, enfrentarnos a producciones que no habíamos hecho antes, a un volumen de muebles con altos requerimientos de calidad… Pero hemos contado con la paciencia del cliente y ha existido voluntad de apoyar a la industria estatal nacional».
La industria y su otro sostén
Cuando a la industria le encomiendan una ruta crítica o un diseño específico que no logra hacer porque la cantidad entorpece el proceso productivo, entonces se subcontrata a las formas no estatales de gestión y se «encadenan» al proceso.
Para ello existe un procedimiento que, a juicio de Antonio García, tal vez habría que perfeccionar, en pos de fortalecer el vínculo con este sector que mucho puede aportar en términos de mano de obra y calidad.
«Hoy, por ejemplo, las formas no estatales contratadas están terminando un hotel de poco más de 20 habitaciones».
Pero más allá de estos encadenamientos, ya sea hacia delante con el Turismo, hacia lo interno con las materias primas, y horizontalmente con el sector no estatal, la industria también asume compromisos con las cadenas de tiendas, la zed Mariel, e incluso con el comercio electrónico.
En este último caso, explica García González, se ha firmado un contrato con Citmatel para que las personas naturales puedan, desde el exterior, comprar muebles en Cuba. Se trata de muebles de estar, o sea, juegos de sala, comedor, cuarto… y la empresa los traslada hasta donde indique el cliente final.
Y otra de las líneas de trabajo significativas consiste en la reparación y reanimación del mobiliario escolar, que ha permitido el rescate de 17 073 muebles.
Todo este empeño, y proyectos más ambiciosos como la exportación, también requieren, como señalan los directivos, insertar a la industria en sistemas de pago más novedosos que sirvan de estímulo a una fuerza de trabajo seducida por los salarios que hoy pagan las formas no estatales de gestión.
No obstante, la industria persiste en sus compromisos con la planta hotelera del país, porque a la «locomotora» de la economía, lejos de quitarle, hay que seguir sumándole vagones.
EN CIFRAS
436 200 unidades para un 104 % de cumplimiento: Cantidad de muebles producidos al cierre del año 2018.
122 900 unidades para un 101 % de cumplimiento: Cantidad de muebles producidos hasta el cierre de abril de 2019.
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