Publicado: 25/1/2016
En los últimos días hemos recibido un grupo de comentarios generados a partir de la publicación en Catalejo del artículo“En el 40 aniversario del Primer Congreso del Partido” del economista cubano Humberto Pérez. Por su importancia, y motivados por la necesidad de continuar promoviendo estas reflexiones en torno a momentos cruciales del devenir de la sociedad cubana, los ponemos ahora a su disposición previa autorización de sus autores:
Esteban Morales
Trabajos como el publicado por el compañero Humberto Pérez resultan muy importantes dentro del período que hoy atraviesa nuestra economía y nuestro país en general.
En primer lugar, porque en realidad solo podemos saber a dónde vamos si conocemos a fondo de dónde venimos.
Y en esto me preocupa que nuestros dirigentes económicos actuales casi nunca, por no decir nunca, se refieren a ese período de 1971-1985, como si ahora tuviéramos que inventarlo todo en la economía. En realidad creo que esto tiene una de sus explicaciones en que casi todos nuestros dirigentes económicos principales actuales provienen de un espacio social diferente al que se han desenvuelto la inmensa mayoría de los economistas que hasta ahora habían tenido un protagonismo en la dirección económica: todos provienen del sistema de economía cerrada de las FAR, una economía de ordeno y mando y esto, no sé si para bien o para mal, les ha forjado una mentalidad y una forma de dirigir diferente.
En segundo lugar, porque recoger las experiencias de ese momento histórico de la economía cubana es vital para beber de los aciertos y también de los errores.
Por tanto, no podemos soslayar ese período, repito, como si ahora tuviéramos que inventarlo todo.
Para mí, 1971-1985 fue el período más acertado y exitoso de nuestra economía, tanto desde el punto de vista de sus resultados, como de su dirección. Lo cual hace insoslayable semejante momento en la historia económica de la Revolución cubana.
En primer lugar, porque tuvimos una etapa de crecimiento económico de 15 años, que no hemos vuelto a tener; y en segundo lugar, porque nunca después nuestra economía ha marchado de manera tan coherente, sistemática y organizadamente como marchó durante ese periodo.
Hubo errores, sin dudas, pero creo que los errores que se han cometido posteriormente han sido mayores. Han sido, en mi opinión, principalmente, errores de idealismo y de no tomar en cuenta que economía y humanismo social se enfrentan en una lucha que es muy difícil de librar con éxito; cuando no se entiende que, en última instancia, la economía siempre tiene que ir delante y no a la zaga de la política social; cuando como Raúl ha dicho “ no se puede distribuir más de lo que tenemos”, lo cual quiere decir que, por más que nos duela, y le duela a un pueblo que presiona por los bienes, para distribuir primero hay que producir.
Volviendo al asunto que nos ocupa, recordemos que el período 1971-1985 comenzó con el Proceso de Rectificación, que siguió al fracaso de la Zafra de los 10 Millones, fuertemente orientado e impulsado por Fidel. A partir de entonces, fuimos más realistas, más críticos y coherentes con la economía y su dirección. Lo cual desembocó en la celebración del Primer Congreso del Partido en 1975 y lo más importante para la economía cubana: el comienzo del proceso de implantación del Primer Sistema de Dirección y Planificación de la Economía; lo cual en mi opinión, sin dudas, califica como el logro cultural más importante de la economía cubana y de las Ciencias Económicas en Cuba, después del triunfo de la Revolución.
Antes había existido una fructífera y larga polémica sobre cuál debía ser nuestro sistema de dirección, trabajamos incluso con una dualidad de sistemas, pero nunca habíamos logrado un sistema de dirección único para todo el país. Por eso lo califico de logro cultural.
Haciendo su entrada la segunda mitad de la década de los 80, comenzó lo que yo calificaría como un período oscuro para la economía y la vida política cubanas. Para sintetizar, pienso que en algunas cosas que veníamos haciendo respecto a la economía, “habíamos comprado pescado y le cogimos miedo a la cabeza”. Y ello nos hizo comenzar a retroceder en términos de la dirección de la economía.
Lamentablemente la oscuridad se hizo mayor, cuando en la segunda mitad de los 80, coincidiendo con nuestras aprensiones de cómo estábamos conduciendo la economía, comenzó a producirse un proceso crítico en los países socialistas y en la URSS en particular. Por lo que entonces el cielo se tornó totalmente encapotado para nuestra economía. Cuando después de un proceso de descalabro de nuestras relaciones económicas a nivel internacional, la URSS se derrumba en 1991, lo que sobrevino en medio de la crisis económica de 1989-1994 y de la explosión definitiva de nuestras relaciones económicas internacionales con los países socialistas, quedándonos aislados tratando de capear la tormenta.
Solo la identidad y legitimidad de la Revolución cubana, que a pesar de haber copiado, seguía siendo ella misma, ayudó a salvarnos de esa debacle.
Pero, como si fuera poco, la segunda mitad de los 80 también coincidió con un conjunto de problemas políticos —corrupción en las altas esferas del gobierno e involucramiento de altos dirigentes en problemas del narcotráfico internacional, para mencionar solo los más importantes—; emergiendo un período en que Cuba parecía quedar abatida por una crisis a nivel de la economía y otra a nivel político y de confianza en el liderazgo, que AL PARECER NOS TRAGARÍA. Momento dramático del que solo el genio de Fidel Castro nos salvó.
Considero entonces, que rememorar ese período resulta vital para avanzar ahora, cuando la Isla se desenvuelve en el vórtice de tres encrucijadas: el entorno político que representa enfrentar la “nueva política” de los Estados Unidos hacia Cuba; el cambio generacional y de liderazgo que se avecina, y la lucha por implantar un modelo económico nuevo, propio y sustentable.
En realidad, pienso que ninguna de las dos primeras encrucijadas nos amenazarían como ahora lo hacen, si al salir de la crisis económica del 1989-1994 nos hubiéramos propuesto tratar de hacer lo que ahora estamos haciendo, porque el viejo modelo seguido entonces y que ahora estamos tratando de superar ya había mostrado su agotamiento, y entonces habríamos podido comenzar a bregar antes con el nuevo.
Pero la continuidad pudo más que el cambio, pensamos que podíamos recuperar algo que ya era irrecuperable y por eso hoy estamos atrasados ante una tarea que debió haberse emprendido antes.
Otro asunto que quisiera destacar al comentar el trabajo del compañero Humberto es el tratamiento que él da a lo que aconteció durante el período de los 70 y principios de los 80,
con la economía y el resto de las ciencias sociales.
Miguel Figueras
Estimado Rafael:
Mucho me satisfizo la publicación en la revista Temas del artículo de Humberto Pérez y posteriormente en la webMoncada (gracias a la recomendación de Esteban Morales). Lo valoro como muy útil, para esclarecer nuestra historia y para la enseñanza de nuestras futuras generaciones. Profundiza y describe las acciones organizativas implementadas durante el decenio de 1970, y en ocasiones extendiéndose hasta 1985. Sobre ello, permíteme glosar algunas oraciones del propio artículo.
“Los años 70 son los de mayores y más abarcadoras e integrales transformaciones de todo el proceso revolucionario hasta nuestros días que, a diferencia de las de los primeros años y con ventaja sobre aquellos, se hicieron en forma de sistema” (p. 6). Durante los cinco años previos (1965 -1970), los esfuerzos y la atención se concentraron en aumentar las zafras hasta altos niveles. Pero esto se combinó con acciones políticas que generaron una gran confusión e hicieron mucho daño a la economía.
“No es posible determinar hasta qué punto la situación general creada al arribar a 1970 fue causada por la colosal concentración de esfuerzos y recursos en tratar de lograr los 10 millones y hasta qué punto es imputable a la cuota de responsabilidad que tuvieron en ello la política y las medidas tomadas a partir de 1965 en la esfera de la dirección y gestión de la economía y algunas otras metas de producción y consumo que sí fueron en gran parte peregrinas y descabelladas”. (p. 10).
“El proceso de los 70 debe entenderse simplemente como una continuación de lo que había quedado interrumpido desde 1965 y como un intento de “escarmiento por cabeza propia” de los errores cometidos hasta 1970, y además de crear en lo interno las condiciones complementarias que nos permitieran un aprovechamiento eficiente de los recursos que podríamos obtener del CAME y dar respuesta de una manera realista y gradual con producción y exportaciones suficientes a lo que la nueva situación nos ofrecía” (p 12).
“Dentro de los 55 años de nuestro proceso que van desde 1959 hasta el 2014, el único período de crecimiento y desarrollo es el de los 15 años transcurridos entre 1970 y 1985, durante el cual se triplicó el PIB, a pesar de los errores e ineficiencias que ocurrieron en el mismo” (p 29).
La gran ayuda económica y para el desarrollo proveniente del campo socialista, durante aquellos quince años, se pudo asimilar gracias a la mejor organización de las instituciones económicas (aunque no estuvieron exentas de debilidades).
“Como se ha visto, el período 1970-1985 en que, según criterios bastante generalizados, predominó el pensamiento ortodoxo y dogmático, ha sido el único período de crecimiento y desarrollo económico en los 55 años de nuestro proceso, mientras que en 1966-1970, en que predominó el pensamiento heterodoxo fue de retroceso y atrasos en nuestra economía y el quinquenio 1986-1990 inmediato posterior, en que reapareció y se reanimó el pensamiento heterodoxo y crítico, de nuevo fue un período de retrocesos en la actividad económica” (p. 31).
Evitando extender demasiado su artículo, Humberto solamente aborda ciertos efectos económicos positivos de esos quince años sobre aspectos estructurales de nuestra economía.
Modestamente, podría agregar determinadas pinceladas numéricas, las cuales pueden ilustrar el camino emprendido entonces para introducir los necesarios cambios estructurales exigidos para encaminar el anhelado proceso de desarrollo económico.
I. Entre 1950 y 1975 (25 años), la producción azucarera cubana se mantuvo cada quinquenio fabricando 27-28 millones, a pesar de realizarse en tres de ellos las tres zafras, hasta entonces más grandes de la historia (1952, 1961, 1970). La introducción de nuevas tecnologías (mecanización, fertilizantes, herbicidas, nuevas variedades) rompió la rígida estructura productiva. En el quinquenio 1976-80 se produjeron 34 millones de toneladas y 38 millones entre 1981 y 1985.
II. Las inversiones industriales eran el 18% del total de inversiones en 1973; en los próximos diez años su participación se duplicó (superaba el 35%.del total nacional de inversiones).
III. El empleo industrial se incrementó de 450 mil en 1970 hasta 750 mil en 1985.
IV. En esos quince años la producción industrial se multiplicó casi cuatro veces.
V. Históricamente, las maquinarias fabricadas en Cuba participaban muy poco en las inversiones (5%–7%). Nuevas fábricas y un relativamente mejor ordenamiento del proceso inversionista, elevaron la participación del componente Equipos Nacionales hasta 25% del valor total de las inversiones nacionales.
VI. En los últimos 40 años del sistema capitalista en Cuba (1920-1960) la tasa de Formación Bruta de Capital (FMK) era muy baja (entre 4 y 12%) y se mantuvo baja en el decenio 1961-1970. En los siguientes quince años, la FBK se incrementó hasta el 24%.
VII. En su Informe sobre Cuba, la Misión Truslow (Banco Mundial, 1950) confesaba que no halló ningún laboratorio adecuado de investigaciones aplicada, público o privado. Entre 1962 y 1965 se crearon 8 centros de investigaciones en el Ministerio de Industria, los 10 primeros institutos de investigaciones sobre salud humana, el CNIC, la Comisión Organizadora de la Academia de Ciencias, el ICA y otra media decena de centros de investigaciones en la agricultura.
Pero el desarrollo en grande tuvo lugar entre 1970 y 1985, cuando ya se contaba con unas 160 unidades de ciencia y técnica especializadas en investigaciones.
Rafael, no alargo más estos comentarios; podrían ampliarse en muchas actividades y sectores. Reitero mi favorable apreciación sobre el artículo de Humberto. Me parece entender que es tu idea, eventualmente, abrir un futuro debate sobre la economía durante aquellos quince años de rápido crecimiento. No creo deba de ser muy lejos; no tenemos mucho tiempo de espera.
Un abrazo Miguel Alejandro Figueras
Premio Nacional de Economía 2007
Felino Quesada
Estimado Humberto:
Por complicaciones personales no fue hasta ahora que he podido leerme con detenimiento el articulo “En el 40 aniversario del Primer Congreso del PCC”, el cual me parece muy bueno tanto conceptualmente como por sus aclaraciones del decursar histórico.
Creo firmemente que además de los logros de nuestra economía el período del 76 al 85 fue sin dudas el de mejor situación para nuestra población, pues en el 80 se hizo una reforma general de salarios y a la vez se abrieron los mercados paralelos que junto a los mercados libres campesinos daban una buena opción de compra, pues el estímulo al trabajo no es solo lo que se gana, sino lo que se puede adquirir con lo que se gana, pero todas estas cosas tenían sus enemigos internos, sobre todo el mercado libre campesino, aniquilado en plena formación con la llamada operación “Pitirre en el alambre”.
Duele pensar en todo el tiempo perdido con lo que se ha hecho de desestatalizar un grupo de actividades estatales que adquirieron esa condición en la Ofensiva del 68, todo el trabajo que se hizo, el levantamiento completo de estas actividades en el país, las reuniones en todas las provincias buscando las mejores variantes, pero a muchos les entro la “calambrina”, por no ser demasiado mal pensado, y no faltó quien dijera que pretendíamos desclasar a esos trabajadores, muestra evidente de una gran ignorancia de a qué debemos llamar clase obrera, y terminamos finalmente en una gran reunión donde nos dijeron unas cuantas cosas desagradables y mandaron a engavetar todo el trabajo que se había hecho.
En los tiempos en que nos invitaban a dar conferencias, recuerdo que tomé de los libros que hizo el INIE algunos indicadores de eficiencia y me daba cuatro etapas bien marcadas: del 59 al 63, en que hay una caída por lógica de las transformaciones de la economía, los cambios de propiedad; del 63 al 67, en que empieza un ascenso; pero en el 67, producto de todos los conceptos erróneos aplicados en materia de dirección, se produce una vertiginosa caída que llega como hasta el 74, en que comienzan a aplicarse los acuerdos del XIII Congreso Obrero y el nivel de la productividad llegó a ser más bajo que el existente en 1963. A partir de ese año y de la aplicación de los acuerdos del I Congreso, el ascenso es vertiginoso y supera entonces lo que se había alcanzado hasta el 67.
Otro logro de esa etapa fueron las llamadas Producciones Marginales, donde se movilizaron recursos que antes se botaban. Ahora vivo en un municipio que en aquella época era industrial y en el que esas producciones tuvieron un gran impacto. No falta gente que conocí de aquella época que me recuerde las cosas que hicimos.
Como usted menciona, lo que se anda haciendo ahora sí pienso que hay una gran diferencia entre el SDPE [Sistema de Dirección y Planificación de la Economía] y lo que ahora se hace y es que al llamado Modelo Económico le falta un enfoque sistémico, un ordenamiento y una correlación entre todos sus componentes y si hay una similitud indiscutible antes y ahora; lo que se hace, se hace con reservas y con miedo, las que no están exentas del voluntarismo y la apreciación de los que dirigen en los diferentes niveles, ejemplos hay muchos, pero citaré uno solo: el de la venta de ropas que no está autorizado, pero que se hace puertas adentro de forma clandestina y muestra del voluntarismo. En el municipio donde yo resido, los vendedores no pueden hacerlo en los portales de las casas, tiene que ser dentro y todo el que sepa algo de mercado sabe que el cliente no siempre compra lo que busca o necesita, sino muchas veces también compra con lo que se tropieza.
No quiero abusar de su paciencia y de su tiempo, pero un último comentario sería el de la producción agrícola, cada día mas diezmada, causa en definitiva del porqué de los altos precios, el proceso de crear CPA no avanzó en la forma que se aprobó en el Congreso, las empresas estatales se transformaron en UBPC, unidad básica de producción cooperativa, pero al final ni eran cooperativas y las seguían manejando como si fueran estatales. Antes del triunfo de la Revolución se hacia referencia a Cuba como un país eminentemente agrícola y ahora no se sabe la cantidad de tierra que no produce nada. Cuando se escribió la Tesis Agraria del Primer Congreso, se decía en alguna de sus partes las limitaciones que teníamos para aumentar la producción agrícola al tener la mayor parte de sus mejores tierras dedicadas al cultivo de la caña de azúcar, la caña disminuyó notablemente, pero esas tierras no han producido alimentos, pues muchas están perdidas en hierba.
Disculpe la forma desordenada de decir algunas cosas a las que me provoca su esclarecedor artículo.
Como siempre mi afecto
Felino.
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