No es posible realizar un análisis completo del comportamiento de la economía nacional sin tener en cuenta el escenario internacional en el que se desarrolla.
Ninguna época de la historia de la humanidad ha estado exenta de guerras, crisis, peligros y desafíos de todo tipo, pero la actual situación internacional comporta riesgos y tensiones mayores que las vividas en momentos anteriores.
Estamos ante un escenario caracterizado por avances tecnológicos inéditos y, junto a ellos, el incremento de la desigualdad, la pobreza y la pobreza extrema , en especial, en los países pobres y dependientes, lo que causa tensiones y gigantescas olas migratorias.
De otra parte, está la crisis medioambiental, con aspectos tales como la contaminación de la atmósfera y los océanos y el agotamiento acelerado de los recursos no renovables —incluidos no solo los combustibles fósiles, también el agua y otros minerales—, o la permanente amenaza de pandemias globales como la reciente COVID-19. Todas son diferentes caras de la misma moneda.
Sin embargo, lo más grave y letal en los últimos dos años y fundamentalmente en los últimos meses, han sido las tensiones geopolíticas y las pretensiones de dominación de las grandes potencias, que han dado lugar al estallido y la prolongación de guerras diversas que han puesto a la comunidad internacional al borde de una posible terce- ra guerra mundial, con el uso de armas atómicas. Las más importantes, la guerra en Ucrania, resultado de las pretensiones de expansión de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) hacia el Este; el asalto criminal de Israel a la Franja de Gaza, al Líbano y a Siria, con el apoyo explícito de los Estados Unidos; así como las tensiones crecientes en el mar de la China Meridional y en la Península de Corea. La derrota de Bachar Al Assad en Siria y el ascenso de grupos terroristas que han tomado el poder, generan más incertidumbre y tensiones en el Oriente Medio.
Estos acontecimientos han tensado además las relaciones económicas internacionales, con mayores niveles de inflación, crecimiento del precio de la energía, dificultades en el comercio internacional, etcétera.
La derechización en Europa parece una tendencia que se ha reafirmado este 2024 y ello también arroja más incertidumbre a la situación política y económica mundial.
Mientras, en América Latina el triunfo de la izquierda en México y en Uruguay y la permanencia de Maduro en Venezuela equilibran en cierta medida la situación política, aun cuando la unidad de los gobiernos progresistas se ha debilitado luego de la posición de Brasil respecto a Venezuela en la cumbre de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica y nuevas incorporaciones).
El cambio político que dio América Latina en la década de los noventa, comenzando con la Revolución Bolivariana en Venezuela, y el posterior ascenso de la izquierda a los gobiernos de Ecuador, Bolivia, Argentina, Uruguay, Brasil, Nicaragua y una parte del Caribe insular, permitieron establecer un nuevo tipo de relaciones con la región e iniciativas como el ALBA-TCP (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América – Tratado de Comercio de los Pueblos), que, sin dudas, le abrieron a Cuba un espacio de inserción internacional y de acceso a recursos, sobre todo, al petróleo venezolano.
El escenario regional es hoy muy diferente, hay gobiernos de derecha en toda la región, que, si bien han mantenido las relaciones diplomáticas con Cuba y han condenado el bloqueo en las reuniones de la Organización de Naciones Unidas (ONU), han disminuido notablemente las relaciones económicas con la isla. Aún los gobiernos de izquierda que han surgido en países como Brasil, Colombia y Chile no han regresado a la anterior política de alianzas de la década de los noventa y poco han significado económicamente para Cuba, con la excepción de México. Venezuela continúa siendo un apoyo importante y un aliado político pero, sometida a sus propios problemas y sanciones unilaterales, no le ha sido posible mantener el ritmo de abastecimiento de combustible alcanzado en años anteriores.
Tanto el intercambio comercial, la inversión y la contratación de profesionales cubanos han perdido espacios en casi todos esos países, nuevamente con la excepción de México, donde la reciente elección de Claudia Sheinbaum da continuidad y estabilidad a la política de cooperación mantenida por Andrés Manuel López Obrador.
África está en una situación de fuertes conflictos y disputas internas que dejan pocas posibilidades de incrementar las relaciones económicas, aun en países donde Cuba tuvo una gran presencia e influencia décadas atrás.
En cuanto a las grandes potencias emergentes, Rusia y China, viejos aliados del país, aunque han incrementado su nivel de apoyo, renegociado y cancelado deudas, etc., no han realizado aún inversiones importantes ni generado líneas comerciales crecientes y estables. Entre otras razones, debido a las deudas acumuladas y a la depresión de la economía cubana, además de las dificultades que impone el bloqueo incluso a esos países. No obstante, esta es una relación en desarrollo que podría alcanzar nuevos niveles en el futuro.
En el mundo de hoy, donde en todos los países operan fundamentalmente empresas privadas, los acuerdos políticos no tienen la fuerza para condicionar las relaciones económicas, como ocurría en el mundo socialista previo a 1989. Esto obliga a relacionarse desde una economía que crezca y que cumpla sus compromisos.
A lo anterior hay que agregar el triunfo de Donald Trump en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos y su ascenso al poder en enero de 2025 por cuatro años.
En los Estados Unidos ha triunfado la tendencia que promueve la necesidad de fortalecer la nación, hacer regresar las industrias y avanzar en la competencia tecnológica global, incluida la utilización de la Inteligencia Artificial. De esta suerte, Donald Trump y el Partido Republicano se han hecho con el poder en el ejecutivo y en el congreso.
Sus declaraciones hegemonistas y la confirmación de un gabinete convencido de la validez de la doctrina Monroe anticipan años de tensión en las relaciones con América Latina. La nominación y confirmación de Marcos Rubio y de Claver Caronne, ambos norteamericanos de origen cubano y de probada posición anticubana, dejan pocas dudas sobre la muy probable intensificación futura de las acciones en contra de Cuba y Venezuela. Si bien la isla no es una prioridad en la política exterior de los Estados Unidos.
En síntesis, esta ola regresiva, populista y de características que hacen recordar el fascismo de los años treinta del siglo pasado, no se limita a los Estados Unidos, avanza en Europa y también en América Latina, con gobernantes del talante de un radical de derecha en la presidencia de Argentina, la presencia de influyentes movimientos políticos igualmente retrógrados —como el liderado por el Bolsonarismo, hoy en la oposición en Brasil—, por mencionar solo dos ejemplos, aunque son muchos más, y con una izquierda débil y vacilante incluso en varios de los países donde se encuentra haciendo gobierno.
Todos estos factores presentes en el escenario internacional le plantean a Cuba una situación de extrema presión y amenazas, que muy probablemente se agravará cuando la nueva administración tome posesión de la Casa Blanca. Aunque Cuba no esté en las prioridades de la política exterior de los Estados Unidos, sería muy difícil escapar a una nueva ola de presiones, sanciones y amenazas que acrecienten el bloqueo y la política de agresiones, incluida su permanencia injustificada en la lista de países que patrocinan el terrorismo.
Con el desarrollo de las actuales tendencias, la emergencia de un mundo multipolar parece ser un escenario inevitable, que incluiría el desenlace de la guerra de Ucrania, la expansión de China y las nuevas alianzas, hasta la consolidación de los BRICS, a los cuales Cuba ha logrado incorporarse en condición de socio. Sin embargo, es necesario tener en cuenta que no es ese un espacio para convivir sobre la base de subsidios o acuerdos políticos —por cierto, las relaciones bilaterales con aliados como Rusia y China, en lo fundamental, tampoco lo son—.
Esto le abre al país nuevas oportunidades económicas y aprovecharlas depende de contar con una economía más eficiente y dinámica, a pesar de las limitantes que imponen el bloqueo y la agresión. Una vez más la economía cubana se encuentra frente a un escenario de fuertes presiones y nuevas oportunidades. Resistir unas y aprovechar las otras dependerá del acelerado avance de las transformaciones integrales que se precisan cada vez con mayor urgencia.
Continuará
Gracias, ese texto es parte del reporte anual de la economía cubana de CEEC de la UH, debido a las lógicas restricciones de espacio fue preciso ser muy sintético, en la presentación directa que hicimos se me permitió ser un poco más amplio, escribiré el texto correspondiente a esa intervención y lo publicaré, ojalá como siempre este magnífico blog lo reproduzca, lo haré la semana entrante
ResponderEliminarAbrazo a todos
Julio Carranza
Estimado Carranza , este es tambien tu Blog por derecho propio. Abrazo
Eliminar