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"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

domingo, 17 de febrero de 2019

El potencial económico de la espesura de los bosques en Cuba

Partiendo de una vasta deforestación, las autoridades cubanas lograron repoblar de árboles gran parte del territorio nacional en un escenario de depresión de la industria forestal, que el sector aspira a revertir para lograr los planes de desarrollo.

Algunos trabajadores sierran troncos con maquinaria obsoleta en El Aserrío, la pequeña y centenaria planta procesadora de la estatal Empresa Agroforestal Guamá, en el municipio montañoso de Guamá, en la provincia de Santiago de Cuba, en el este del país insular caribeño.
Foto: Jorge Luis Baños/ IPS
LA HABANA, 14 feb 2019 (IPS) – Un ruido ensordecedor y nubes de polvo rodean a los trabajadores que con viejas máquinas cortan tablones de un ancho tronco transportado hasta el aserradero de Guamá, un municipio montañoso y costero en el este de Cuba.
Con movimientos ágiles y esforzados, los operarios faenan bajo la larga nave de altos techos y sin paredes de esta pequeña planta, situada en un extenso descampado bordeado de casas, elevaciones y árboles, que muestran las grandes reservas de esta localidad, con 52 por ciento de su territorio cubierto por bosques.
“Si se lograra extraer 10.000 metros cúbicos anuales, tendríamos madera para 20 años sin afectar el bosque”, reveló Ramón Velázquez, el director de la estatal Empresa Agroforestal Guamá, a cargo de la producción agrícola del municipio de 35.442 habitantes, que obtiene madera, carbón vegetal, café, leche, miel, frutas y hortalizas.
“Ahora estamos produciendo con apenas dos camiones y un aserrío (aserradero) de más de 100 años”, dijo sobre la causa por la que extraen cada año apenas 2.500 metros cúbicos de maderas, fundamentalmente de pino. “Estamos entre las cinco empresas forestales del país que tienen mayor nivel de bosques que se pueden talar”, detalló a IPS.
Exterior de la nave donde funciona el aserradero de la estatal Empresa Agroforestal Guamá, en la provincia de Santiago de Cuba, en el este del país, al lado de una de las boscosas montañas que caracterizan al municipio de Guamá.
Foto: Jorge Luis Baños/ IPS
Como resultado de un programa conservacionista, Cuba ostenta hoy en día un territorio cubierto por árboles en 31,2 por ciento.
Las mayores extensiones se registran en la provincia de Santiago de Cuba, adonde pertenece Guamá, seguida de Pinar del Río, en el extremo occidental del país y el tradicional polo forestal. En contraste,  en provincias como La Habana, Cienfuegos y Las Tunas, los índices de cobertura boscosa resultan bajos.
Partiendo de una vasta deforestación, propia de un país de tradición azucarera, las autoridades cubanas lograron repoblar de árboles gran parte del territorio nacional en un escenario de depresión de la industria forestal, que el sector aspira a revertir para lograr los planes de desarrollo.
El balance entre conservación y economía adquiere nuevos retos a medida que avanza la reforma económica iniciada en 2008, que persigue elevar las producciones locales para reducir importaciones, dispara la demanda de materiales de la construcción y busca que 24 por ciento de la generación de electricidad en 2030 provenga de fuentes renovables.
Voces especializadas estiman que se requiere llevar a los anaqueles cubanos al menos 500.000 metros cúbicos anuales de madera y derivados para restituir el abastecimiento previo a la crisis económica que comenzó en 1991 y perdura hasta hoy, aunque entonces se lograba con importaciones del extinto bloque soviético.
La industria forestal de Cuba, que arrastra una crónica obsolescencia tecnológica, apenas logra 131.000 metros cúbicos anuales con problemas de eficiencia y aprovechamiento.
Al parecer el país importa un discreto volumen anual situado en torno a 15.000 metros cúbicos de madera, aunque no existen cifras públicas actualizadas al respecto.
“Nuestras plantaciones se desfasan, se demoran más años de lo establecido en ser taladas”, lamentó Velázquez. “Tenemos pinos que cuatro hombres no los abracan y eso nos dificulta luego aserrarlos”, continuó el director, que espera por financiamiento para construir un nuevo aserradero y adquirir buldóceres, camiones y equipamiento extractivo.
Un operario corta tablones en el aserradero de la estatal Empresa Agroforestal Guamá, en ese municipio de la región de Oriente, en Cuba.
Foto: Jorge Luis Baños/ IPS
Conocido como el municipio más largo de este país insular caribeño, Guamá dispone de “un alto potencial maderero”, consideró Omardín Samardín, el director de El Aserrío, que pertenece a la empresa agroforestal y emplea a 211 trabajadores, de los cuales 36 son mujeres y varias participan en la silvicultura.
A su juicio, no hay que temerle al crecimiento de la actividad maderera: “hacemos buen manejo del bosque, por cada árbol que cortamos, sembramos 40 nuevos”.
El patrimonio forestal cubano está compuesto en 23 por ciento por bosques de conservación, que no pueden ser tocados. El resto se divide en 46,3 por ciento de bosques protectores de aguas y suelos y 30,6 por ciento de bosques productores, de los que se extrae madera aserrada, resina de pino y carbón vegetal.
“El Aserrío tiene una capacidad de ocho metros cúbicos, pero produce de nueve a 11 metros cúbicos diarios”, explicó Samardín a IPS, sobre la planta que obtiene cada año 2.500 metros cúbicos de madera aserrada, 1.800 metros cúbicos de madera rolliza y 30.000 envases. Además, siembra 450 hectáreas de nuevos árboles.
En una carreta tirda por un caballo, dos hombres transitan por una carretera en una zona rural del municipio montañoso de Guamá, en el este de Cuba.
Foto: Jorge Luis Baños/ IPS
Este sobresfuerzo se realiza para cumplir con los planes establecidos y en busca de mejorar los ingresos de los trabajadores, que ganan más si producen más.
Cubierto de polvillo, Diolvis Céspedes lija tablones en el aserradero, adonde regresó luego de probar suerte en otro sector. “Estoy en el mismo puesto de trabajo, me queda cerca de la casa y gano en dependencia de la producción”, dijo el joven, que es natural de Guamá, donde resultan limitadas las opciones laborales.
Cuando se logre la modernización tecnológica de la industria, la directora de capital humano de la empresa agroforestal, Lourdes Perdomo dijo que reduciría la plantilla vinculada a la producción de madera para fortalecer “la actividad netamente productiva de los bosques y dar continuidad a ese proceso industrial”.
Gracias a su excelente adaptación al clima de Guamá, los pinares engrosan los bosques productivos del municipio, aunque el sector forestal local incursiona en la siembra del muy codiciado cedro y la baría (Cordia gerascanthus), además de otras variedades más duras con destino a la elaboración de carbón vegetal.
Otra perspectiva de manejo, que equilibre economía y ecología, parece cernirse sobre los bosques cubanos, casi abocados en los últimos tiempos a los servicios ambientales.
“El mayor impacto del sector forestal en la economía es la protección ambiental”, explicó Bernardino Prieto, responsable de Economía del gobierno provincial de Santiago de Cuba.
“Aquí nunca se ha visto como un negocio lucrativo, aunque hay una producción importante de madera por nuestro escenario natural”, detalló a IPS.
En una carreta tirda por un caballo, dos hombres transitan por una carretera en una zona rural del municipio montañoso de Guamá, en el este de Cuba.
Foto: Jorge Luis Baños/ IPS
Tras décadas sin exportar casi productos forestales, el ramo vende en el exterior 30.000 toneladas de carbón vegetal por un valor de 9,6 millones de dólares y 650 toneladas de resina de pino.
Además, abastece con producciones madereras locales al mercado interno, lo que ahorra en importaciones el equivalente a 20,3 millones de dólares, según datos oficiales.
Y en busca de más participación de las fuentes renovables de energía, las autoridades trabajan en la creación de bosques energéticos, que deben producir 3.277.000 toneladas de madera para abastecer a 25 bioeléctricas por construir en el país.
El Fondo Nacional de Desarrollo Forestal, entre otras funciones, paga a los productores que creen o conserven pequeños bosques como servicio ambiental para la protección del agua y los suelos.

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