Por Rafael Alhama Belamaric
Resulta ilustrativo e
interesante insumo de reflexión leer las propuestas y análisis de las últimas
semanas, con relación a los incrementos salariales del sector presupuestado, con
efectos más allá. Y, hay un grupo de respuestas coincidentes entre sí, lo que
indica que se ha ido conformando en el imaginario colectivo un concepto
compartido, a pesar de las disparidades de criterio: su gran importancia en el
contexto particular actual del país.
Es así que hasta se
plantea que este cambio en la esfera del salario, que no es reforma salarial,
pero pudiera ser el principio de una política más estructurada,
consecuente y sistémica, puede rehacer
hasta el propio concepto de trabajo, en
consecuencia de la cultura del trabajo. Pudiera ser, de acompañarse de otras
medidas que fortalezcan el papel de los trabajadores en los procesos de trabajo,
como sujeto del desarrollo social y económico.
Bueno, si es capaz de
formar parte y enriquecer la cultura del trabajo existentes, lo es en la misma
medida en que lo ha sido durante años la demanda de un aumento de los salarios,
y esto hay que entenderlo también forma parte de la cultura del trabajo. Con
ello quiero decir que el tema de la cultura del trabajo es mucho más compleja y
abarcadora.
Si se reconoce que cultura y trabajo son dos
términos o categorías problemáticas, mucho más lo son si se les agrega la “alienación“,
como proceso histórico, no superado, y posible proceso de desarrollo de metas y
objetivos no alcanzados.
Sin caer en la antropología cultural, siempre
llamativa, ni en la “culturización“ de la memoria histórica, vamos a tratar de
enmarcar el tema en la vida cotidiana-modo de vida-concordancia y parte de las
políticas culturales; sí, todo eso, y más tiene que ver con cultura del trabajo.
Visto y entendido asi, inegablemente se esta en
presencia de la cultura del trabajo; es decir, la cultura del trabajo presupone
relación entre CULTURA Y TRABAJO, pero absolutamente imprescindible terminar
con la tradicional división entre CULTURA, como sector o tema especial y
separado, y del TRABAJO, liberado del aspecto “creativo“, „intelectual“ y
„“estético“. Eso podía haberse aceptado, como se hizo, hace cuatro décadas atrás,
cuando planteábamos investigar los aspectos estéticos del trabajo como parte de
la nueva naturaleza y carácter del trabajo, y no se entendía; hoy día, no tiene
justificación ni razón de ser.
Para ser claro, la separación CULTURA-TRABAJO,
que se puede traducir, entre otros, en la separación de los resultados del trabajo del trabajador, en la misma medida en que la
socializacion del trabajo es débil, lleva a la ALIENACION, proceso histórico, cuyo
significado debía haberse superado. De allí el titulo del presente.
Lamentablemente, se mantiene, y se multiplica
en múltiples “pequeños problemas“ vinculados a la naturaleza y carácter del
trabajo, desde luego, a las técnicas y tecnologías actuales, como son, para
mencionar solo tres:
Organización del trabajo (cuasi inexistente, en todo caso siguen
prioritarias las necesidades de la
producción, no del trabajador; la división petrificada, el intelecto separado)
El
trabajo como superación de la existencia natural, que
produce el mundo humano y la vida social (cultura y solidaridad) al mismo tiempo
crea condiciones de alienación en la medida en que se depende más del trabajo
para la existencia sin satisfacer las necesidades
El
progreso material, que no acompaña adecuadamente el
progreso social humano espiritual, pues casi siempre se equipara con el
progreso técnico, medido por el aumento del producto, ingreso, la productividad
del trabajo humano, descuidando casi todos los aspectos o momentos humanos,
alejados de la satisfacción de sus necesidades cambiantes; por tanto,
alejándose de las posibilidades de diferente desarrollo social y cultural.
Esto, entre otros, son algunos de los problemas
que pueden y llevan a la alienación del carácter del trabajo, alejado del
(auto)control del trabajador, (auto)conciencia profunda, y de sus necesidades.
Hablando claro, una alta (auto)conciencia
extendida, es ciertamente tarea de toda la sociedad, en la que están
identificados los roles; está mucho más allá de discursos o medidas
esporádicas.
Para entender y „gestionar“ de manera correcta,
lo primero es superar la visión reduccionista, hasta heróica del trabajo, es
entender y en consecuencia tratar de manera ampliada e integrada la noción de
CULTURA(S) DEL TRABAJO (no confundir con cultura organizacional).
El TRABAJO es un acto cultural de
transformación en y mediante la actividad, en el cual se deben cultivar los
factores, también identificados, que llevan a mayor libertad del propio acto de
trabajo, que sea más creativo, menos pasivo, más multidimensional y menos
uniforme e invariable,; pero sobre todo, actividad que el trabajador pone bajo su propio control, asi como las condiciones de
trabajo y los resultados del trabajo.
Mucho antes de los umbrales del siglo XXI, y
hasta el presente, hubo investigadores y estudios que estructuraban pensamiento
y acción acerca de la cultura del trabajo en sus complejas interrelaciones e
interacciones. Me referiré a ello en forma de citas breves de estudios
fundamentales, para hacer justicia al grupo de colegas investigadores dedicados
al tema.
Que no se llegue a pensar que en nuestra
sociedad no hay material científico, necesario y suficiente, que permita
establecer bases solidas para hacer recomendaciones practicas y funcionales para
su instrumentación. Este lado del problema, lamentablemente no tuvo la necesaria
atención en su momento en los años 70,
ni 80, ni 90, pero tampoco en los 2000.
En el trabajo “Cultura
del trabajo. Concepto y tratamiento en la experiencia científica cubana“ de
José L. Martin Romero (Rev Nov
Pob vol.12 no.23 La Habana ene.-jun. 2016) se da esta
definición: la
cultura del trabajo la constituyen las formas de pensar, hacer y trasmitir
la experiencia vital del trabajo cuando estos procesos devienen, tras una
compleja integración, componente identitario de naturaleza laboral que hace
posible reconocer (se) individuos, grupos sociales, profesiones , en fin,
sujetos sociales en la escala que se trate. A
los efectos de su medición se reconoce por los contenidos, el sostén tecnológico -tanto material como gerencial-,
así como por la orientación y sentido subjetivos con que se marca y con que nos
marca el trabajo.(Martin 2013) (el subrayado es mio)
No voy a detenerme en
las claves identitarias de naturaleza laboral en el proceso vivo de formación
de la nación cubana, parte interesante de este trabajo citado, sino en un
concepto surgido de los estudios de los años 90, que se fue desarrollando hasta
la actualidad, con múltiples investigaciones.
Es el concepto de
MULTIESPACIALIDAD ECONÓMICA, para reflejar en términos
teóricos la aparición de espacios económicos diferenciados en la
vida del país, o sea al carácter multiespacial que ha asumido la economía
cubana.
Este concepto destaca la contraposición entre
la monoespacialidad virtual que predominó hasta los 90 con la realidad del
reajuste, a partir de entonces, con sus propuestas, realizaciones,
contradicciones y limitaciones, desarrollos.
Por tanto, la multiespacialidad
económica cubana designa la coexistencia en el mismo tiempo histórico
de distintos espacios económicos de acción para actores y organizaciones
laborales. Esto es parte de la cultura del trabajo de las últimas tres décadas,
que ha ido conformando(se) el sistema de
relaciones sociales de trabajo.
¿Conductas, actitudes?
Muchos piensan que
cultura de trabajo es un tema actitudinal, que necesita de manera proactiva la
implementación de acciones por las partes involucradas, como ser los propios
trabajadores, o las organizaciones e instituciones, el sistema educativo por
nombrar a algunos actores.
Entre muchos posibles
significados que un grupo de personas pueden mencionar, puesto que son muchas
las realidades, lo importante es destacar que el concepto de la cultura del
trabajo, es una construcción colectiva que requiere en todo caso de la
disposición de los actores involucrados, de acuerdo a las condiciones del
trabajo existentes, respetando los derechos y las obligaciones de las partes, y
tomando en cuenta a las personas cuando se definen los criterios necesarios
para el desarrollo y el crecimiento. No
hay “uno“ y el “otro“, o una parte y otra parte separados.
Regreso a la
multiespacialidad económica que implica coexistencia de distintos espacios
económicos de acción para los actores y las organizaciones laborales.
Los espacios económicos (concepto de
reajuste que define empíricamente la multiespacialidad) son ámbitos de acción
de los objetos, los medios y la fuerza de trabajo que han ido diferenciándose
entre sí a partir de cómo se configuran internamente sus vínculos entre los
siguientes elementos:
Tipo
de propiedad predominante (estatal,
mixta, cooperativa, privada) un espacio residual, donde se
ubican tanto los desocupados como los que se "ocupan" en actividades
ilícitas.
Grado
de compromiso con la planificación o con el mercado como mecanismo de
regulación.
Formas
de gestión y mecanismos o prerrogativas de administración prevalecientes.
Condiciones
y relaciones de trabajo características a su interior.
No voy a detenerme en la caracterización de
cada uno. De cada uno se ha escrito y discutido bastante.
Aquí es importante
subrayar la importancia de otro concepto sin el cual ni es posible entender la
complejidad ni acercarse a los espacios económicos creados: SISTEMA DE
RELACIONES SOCIALES DE TRABAJO, núcleo determinante de las culturas de trabajo.
Y como alerta Martín Romero, “muchas veces comprobado, esa cultura, una vez
configurada cobra fuerza de determinación y retroactúa sobre el sistema de
relaciones sociales de trabajo, matizando y hasta decidiendo muchos de sus
comportamientos en una dialéctica seguramente difícil de entender, y más de
explicar, pero palpable“.
Imagínense la interdependencia de las relaciones esenciales de los
distintos grupos de trabajadores con su trabajo, entre sí, en los diferentes
niveles en que este puede expresarse, con los diferentes actores con los cuales
interactúa.
¿Misterio? ¿Difícil de
entender y tratar?
No hay misterio. Sí es difícil de entender y tratar, quizás tanto como
muchos temas de índole cultural, social, y económica. Es una realidad
multidimensional, y requiere de espacios multidimensionales donde se trate la
realidad heterogénea. Como un producto del sistema económico y social, la única
salida que tiene es mantener un diálogo permanente con la realidad. Su dinámica
no puede ser menor que la actividad económica, laboral, cultural, social
existente. De lo contrario, se profundiza en la alienación.
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