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"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

lunes, 26 de octubre de 2015

Cuenta propia, cuentas pendientes

Por Marjorie Peregrín y Onedys Calvo
Fotos Claudia Camps
26 Oct 2015 - 1:17pm
Carretillero en La Habana
Por estos días reportes de prensa volvieron a traernos estadísticas y tendencias del cuentapropismo, un sector cuya historia entre nosotros comienza a contarse ya en años y que sin dudas ha crecido y ha cambiado y generado dinámicas sociales en Cuba en los últimos tiempos.
Según un informe del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social citado por la prensa, actualmente ejercen el trabajo por cuenta propia más de medio millón de cubanos; las actividades más representadas siguen siendo las de elaboración y venta de alimentos y transporte de carga y pasajeros, y la mayor concentración de este segmento del sector no estatal está en las provincias de La Habana, Matanzas, Villa Clara, Camagüey, Holguín y Santiago de Cuba.
¿Hasta dónde ha llegado el trabajo por cuenta propia en estos años? ¿Qué reclamos y necesidades siguen pendientes? ¿Qué dinámicas o mecanismos deben aún ser cambiados? Sobre estas y otras interrogantes conversamos con Gregory Biniowsky, politólogo y abogado canadiense afincado en Cuba, cercano al universo de los emprendimientos en nuestro país. 
¿Cómo valoras esta etapa que ha sido de aprendizaje, búsquedas y mucha iniciativa del sector no estatal, el deseo de emprender lo que se sueña y el reto de cómo hacerlo?
-Como decía en una conversación anterior, es un proceso lento, innegablemente un cambio fundamental en el sistema económico de Cuba. Desde el gobierno se reconoció que el espacio para el sector no estatal tiene que crecer para el beneficio de todos, tanto del sector no estatal como del Estado. Significa repensar todo, y lo han dicho los propios dirigentes. Por ser un proceso en que se está repensando todo, y se están cambiando algunas cosas de forma fundamental, tiene que ser lento. A mí me gusta llamarlo un proceso de aprendizaje mutuo, porque tienen mucho que aprender tanto el sector emergente como el Estado. Yo lo veo como un proceso en que esos dos sectores tienen que estar juntos, porque es un escenario de beneficio para ambos.
Se aprecia que todavía falta camino y hay escollos para que se consoliden la alianza y el avance en ese sentido… ¿Cuáles obstáculos mencionarías?
-Yo creo que el burocratismo es un gran obstáculo, se convierte en un gran enemigo de este proceso, clave para la sobrevivencia de la sociedad cubana; crea barreras para que las nuevas iniciativas -en la base o viniendo desde arriba- se estanquen en su implementación. La falta de información es otro escollo. Muchas personas que están comenzando un negocio no tienen toda la información necesaria para saber lo que tienen que hacer respecto a la ley, las regulaciones, o sobre algo tan vital que es cómo emprender un negocio privado. A veces tienen buenas ideas, tienen el dinero necesario -muchas veces proveniente de las remesas-, pero no tienen el conocimiento básico para mantener un emprendimiento, la contabilidad, el marketing, la gestión… Y yo veo que el Estado tiene que jugar un papel más activo en ofrecer a este nuevo sector cursos de educación empresarial y de emprendimiento; creo que está haciéndolo, pero debería hacerlo con más fuerza.
Recogimos en la calle impresiones sobre el trabajo por cuenta propia y su desarrollo en estos años, y la gente lo valoró como fuente de trabajo y de servicios deficitarios, de distribución de ingresos. Varios expresaron el deseo de que todo sea en la legalidad, así como quejas sobre la inflexibilidad de algunos inspectores. También destacaron cierta mejora en los servicios, en la atención, la agilidad comercial, la satisfacción del cliente. 
-No viví en Cuba antes del Período especial, no puedo decir cómo funcionaban los establecimientos de servicios, un restaurante, una tienda, cuando los salarios que proveía el Estado eran más robustos y el escenario económico era otro. Ahora, lo que he podido observar es que a veces entras a restaurantes estatales y -con algunas excepciones- no hay tantas ganas de dar un buen servicio. No hay incentivo en el salario, y tampoco hay suficiente control sobre los recursos: muchos se dedican a “resolver”. En el sector no estatal el dueño está más cerca, controla más los recursos y hace que sea más difícil “resolver”, se asegura de que sea mejor dado el servicio, hay que trabajar más pero son más altos los salarios. Si se va a hablar del socialismo del siglo XXI, de un socialismo sostenible, una lección que deja el siglo XX es que si es bien cierto que el Estado puede hacer grandes hazañas sociales, grandes cambios políticos a favor del pueblo, no puede manejar un pequeño o mediano negocio, un restaurante, una tiendita, en la forma en que lo hacen un particular o una cooperativa. 
Ha surgido en este tiempo otra preocupación fundamental, la protección que tienen los trabajadores por cuenta propia. ¿Cuán amparados están?
-Eso depende mucho de la ética del dueño del negocio privado. Yo he visto o escuchado casos en que trabajadores de algunos negocios ganan más que empleados del Estado, sí, pero viven con el miedo de llegar alguna vez a su trabajo y como se dice el dueño “tenga el día malo” y les diga que no vuelvan. Que yo sepa, ese trabajador no tiene un mecanismo claro para reclamar eso. La sociedad cubana tiene que pensar que si va abriendo más y más espacios para el sector no estatal, hay que asegurar efectivamente la protección para los trabajadores y que no se replique aquí el capitalismo salvaje en el que la gente trabaja con miedo a perder el empleo y el sustento. Es una inquietud importante.
En nuestras habituales entrevistas en la calle hablamos con una muchacha que en unos meses ha pasado por nueve empleos. Se ha ido de uno a otro buscando un mejor pago, mejores condiciones y para encontrar lo que le gusta hacer. Otro tema que salta a la vista es el amparo de los emprendedores en cuanto a la estabilidad de su plantilla.
-Hay que pensar nuevos mecanismos en este sector para proteger tanto a los trabajadores como a los dueños, porque si tienes un negocio y de pronto se te va tu mecánico principal o tu chef sin aviso, te quedas en el aire. ¿Cuál es la solución? Se necesitaría que por ley todos los negocios privados firmen con sus empleados contratos que establezcan los derechos y deberes de las dos partes; que un trabajador no deje colgado al dueño porque sí, cuando le dé la gana, y que el dueño no pueda despedir a un empleado por capricho, porque tiene el día malo. Es decir, una base más sistemática y organizada en las relaciones empleador-empleado.
Quedaría la protección del consumidor, recibir un mejor servicio por lo que paga, y poder reclamar…
-Se da mucho en los oficios. Todos conocemos a alguien que ha sufrido en las manos de algún albañil, chapista, mecánico, plomero, a veces “inventados”. Ya tiene el dinero en la mano y se va, pero el trabajo queda mal hecho y no hay a quién o a qué reclamar. Por supuesto que hay que pensar también en mecanismos para proteger al consumidor de este sector privado, de individuos sin escrúpulos dentro de este sector. Una solución posible sería la creación de gremios. Por ejemplo, un gremio nacional de chapistas: primero que todo, para pertenecer a ese gremio tiene que demostrar, certificar que es chapista; a través del gremio puede obtener o importar materias primas e implementos para su trabajo, sin tener que “resolver”, recibe cursos de actualización, entrenamiento, y a la vez aporta una cantidad de dinero a un fondo de garantía que asegura que si ese chapista hace un mal trabajo, el cliente afectado reclama al gremio, y el gremio asume la responsabilidad pero pide cuentas también al chapista, y si se repite la situación lo expulsa. En algún momento, los consumidores tendrán como garantía que uno de estos proveedores de servicios pertenezca al gremio y solo contratarán a los miembros, mientras que los proveedores a su vez sentirán la importancia de estar en el gremio y de hacer bien el trabajo.
Inconformidades, temas pendientes… En nuestra encuesta en la calle varios cuentapropistas hablaron de las dificultades para encontrar lo que necesitan para hacer su trabajo, facilidades y derechos de importación de insumos, la urgencia de que haya un mercado mayorista suficiente, impuestos más lógicos; del lado de los consumidores se subrayó el desabastecimiento y los problemas en las cadenas de suministro estatales y los privados sacando provecho de ese vacío (con los mismos productos que provienen del Estado, pero a precios más altos, oportunistas)… 
-Obviamente, la falta de un mercado mayorista y de un mecanismo para que este sector pueda importar mercancías acorde con sus necesidades es un gran problema, y es un gran problema porque al final muchos en este sector, como decíamos antes, “resuelven”, se abastecen en la ilegalidad, y entonces el Estado pierde dos veces: deja de vender algo a ese sector y pierde la posibilidad de un ingreso, y a la vez eso que el emprendedor privado consigue por vías irregulares viene con frecuencia del Estado. Me he tropezado con privados quejándose de este tema de los suministros, de la ausencia de esas facilidades para reproducir su negocio, diciendo cosas así como que ‘el Estado no quiere que prosperemos, no quiere que nos levantemos, quiere sabotearnos”… Yo no estoy de acuerdo con eso. Yo sí pienso que los que están dirigiendo, el Estado cubano, ven hoy al sector no estatal no como un mal necesario sino como una necesidad estratégica. No hablo de cierta capa de la burocracia que tiene otra mentalidad. No creo que el hecho de que no se haya hecho todo lo que necesita este sector implique una voluntad de sabotear su desarrollo. Pero el Estado tiene que explicar a los cuentapropistas y a la población por qué no tenemos un mercado mayorista; si hay silencio, la gente puede imaginar muchas cosas, a lo mejor hay razones que no conocemos.
Y están entonces los cuentapropistas y otros personajes, los acaparadores o revendedores, comprando “al por mayor” en mercados minoristas para luego revender, tanto alimentos como otros productos básicos.
-Cuántas veces no llega uno a una tienda y ve que se vacía de un día a otro y es que llegó el dueño de un restaurante o cafetería y lo compró todo. ¿Quién sufre eso? El consumidor. Hay que crear un sistema de suministro de materias primas e insumos para este sector que sea aparte, efectivo. Yo sinceramente creo que la mayoría de los encargados de negocios privados y cooperativas preferirían obtener legalmente todo, aun cuando sea un poco más costoso. Es una oportunidad -la de comprar en mayoristas, o importar- que el sector no estatal va a agradecer y la población también. Y es una oportunidad que, además, dará ingresos al Estado por la vía de venta y aranceles, además de reforzar la legalidad. Es otra situación en que todos ganan, de beneficio mutuo, colectivo.
Para terminar, y centrándonos en los emprendedores, qué recomendarías, qué filosofía, qué principios que no debe obviar quien se decida por un emprendimiento…
-Primero, no pensar en hacerse rico de un día para otro. Hacer un negocio sostenible es con paciencia. La gente que quiere ganar dinero rápido o se frustra o comienza a violar la ley a dos manos. Que miren el mercado, qué necesita el mercado, hagan algo con esa base y no copien al de al lado porque después hay saturación. Busquen un nicho. Y pongan su corazón en el negocio. Obviamente, el negocio tiene que ganar dinero y uno tiene que cubrir sus necesidades y las de la familia, pero el negocio tiene que dar algo más que dinero. Hay que aprender bien las reglas, y a reclamar al Estado, como buen ciudadano, cuando el Estado tiene que apoyarte y darte más información. O sea, ir mano a mano con el Estado para lograr un buen negocio privado.
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