Es de tipo ecológica y nació con el objetivo de acercar a la mesa familiar cubana vegetales frescos.
La Habana, 11 feb.- Sin todavía satisfacer la demanda de la población citadina de vegetales y condimentos frescos, la agricultura urbana tiene ahora el nuevo reto de llevar hortalizas al creciente turismo para disminuir las cada vez más costosas importaciones de alimentos.
Este movimiento, surgido hace 18 años, impulsa a las personas a producir alimentos y crear condiciones para ello, incluyendo la fabricación local de parte de los insumos productivos necesarios: semillas, abonos orgánicos, aperos de labranza, biocontroles y otros.
Entre los destinos de las producciones de la agricultura urbana se encuentran ahora restaurantes y hoteles, como una vía de garantizar hortalizas y frutas frescas, para disminuir las importaciones.
De acuerdo con Rodríguez, al cierre de diciembre último, la agricultura urbana entregó al sector turístico 38.032 toneladas, casi 3.000 por encima de lo previsto.
Muchas personas se quejan de que el pasado año accedieron muy poco a las hortalizas de hojas más gustadas, como la lechuga y la col, que tradicionalmente han adquirido en las tarimas de los organopónicos, lo que podría estar asociado a este destino.
Los patios y parcelas en zonas urbanas y suburbanas produjeron en 2015 un total de 1.257.500 toneladas, 2.500 menos que en la etapa precedente.
De acuerdo con datos del Grupo Nacional de Agricultura Urbana, Suburbana y Familiar, entre las causas de este déficit se encuentra la baja disponibilidad de agua para el riego en algunos territorios, pese a la prioridad dada a estas modalidades productivas por los gobiernos locales.
Otras dificultades, dijo Adolfo Rodríguez, jefe del grupo, fueron la no correspondencia entre la demanda y la programación de siembras y cosechas escalonadas en los territorios, la alta incidencia de moluscos, insuficiente infraestructura para cultivos semiprotegidos y la transportación hacia el turismo, fundamentalmente en La Habana y afectaciones por eventos climatológicos adversos.
A juicio del también director del estatal Instituto de Investigaciones Fundamentales de Agricultura Tropical, en el país se hace cada vez más necesario considerar la territorialidad y la estacionalidad en la selección de variedades y cultivos, así como garantizar de manera local la materia orgánica y las semillas.
El subprograma del ramo agrícola cuenta en la actualidad con 8.438 hectáreas, de ellas 1.293 en organopónicos, 6.875 hectáreas de huertos intensivos y 270 de cultivos semiprotegidos.
Sin embargo, presenta dificultades con los sistemas de riego, la materia orgánica y deficiencias imputables a los productores, entre ellas no utilizar óptimamente los canteros disponibles ni emplear el intercalado y la asociación de cultivos, lo que limita los rendimientos.
De acuerdo con Pablo Frías, administrador del organopónico de 146 y 25, en el municipio habanero de Playa, se debe sembrar hasta cuatro variedades a la vez en los canteros, estar al tanto del clima a la hora de escoger qué cultivar y disponer de materia orgánica propia, para reducir el costo de producción y los precios de venta.
“No puede haber sobre un cantero un solo cultivo, deben ser, como mínimo, dos o tres”, indicó Rodríguez.
Esta modalidad agrícola, diferente a la agricultura tradicional por su extensión y empleo de medios biológicos para el control de plaga y la fertilización de los suelos, se benefició con recursos como electrobombas, sistemas de riego y tractores de pala frontal para el movimiento de materia orgánica, entre otros, como parte de una asignación millonaria del Ministerio de la Agricultura.
Entre sus proyecciones actuales, trascendió que está la recuperación e incremento progresivo de áreas de organopónicos, huertos intensivos y organología semiprotegida que permitan alcanzar en 2019 un total de 10.000 hectáreas y 1.200.000 toneladas de hortalizas y condimentos frescos durante todo el año. (2016)
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