Autora: MSc. Yordanka Cribeiro Díaz
Tutor: Dra. Vilma Hidalgo de los Santos
CAPÍTULO 3. DETERMINANTES
DE LA CONTRIBUCIÓN DE LA FUERZA DE
TRABAJO CALIFICADA EN CUBA. UN
ANÁLISIS INTEGRAL
Los
resultados descritos en el capítulo
anterior corroboran el significativo impacto de la
política educacional en la economía y sociedad
cubana. Una variable de éxito ha sido la creación de una masa crítica
de profesionales y la acumulación de conocimientos
de la fuerza de trabajo, lo que trajo no sólo beneficios económicos - como la posibilidad de asimilar nuevas tecnologías y de activar
prácticas de innovación -
sino también permitió elevar las capacidades de participación e implicación
de los ciudadanos en la sociedad, los
niveles de seguridad, estabilidad y capital social. Sin embargo, existe una coincidencia
de que ese impacto ha decrecido con respecto a períodos precedentes,
incluso cuando los niveles de calificación han continuado en ascenso. La robustez de dichos
resultados ratifica la incapacidad de las explicaciones convencionales para fundamentar este comportamiento
y con
ello la necesidad de avanzar
en el reconocimiento de otros aspectos relacionados con el aprovechamiento de la fuerza de trabajo calificada.
Este trabajo introduce
la idea de que para sostener la contribución
de la
fuerza de trabajo calificada, es necesario corregir distorsiones
en el proceso de formación, asignación y utilización
de
la
calificación;
vistos
como sistema.67 La formación
determina la composición en cuanto a nivel y especialización, que debe estar en correspondencia con la
dinámica y estructura productiva mediante
una asignación eficiente de la fuerza de trabajo; y
al propio tiempo complementarse con un entorno tecnológico y un sistema de incentivos
adecuados para favorecer su rendimiento.
Lograr tal consistencia no es una meta fácil.
Como antes se comentó, la evidencia
empírica internacional apunta a fallas tanto del mercado como de las políticas públicas (Moreno-
Brid y Ruiz-Nápoles, 2009), lo que desde la perspectiva de este trabajo podría ser explicativo de situaciones de sobre-inversión (o sub-inversión) en educación y baja eficacia en términos de crecimiento.
En
el caso de Cuba ¾ después de más de veinte años de un modelo económico socialista basado en relaciones económicas internacionales favorables dentro del bloque
socialista
67 Fernández de Bulnes (2005) señala como problemas asociados al capital humano en Cuba su composición en cuanto a nivel
y especialidad así como su localización sectorial.
(CAME) ¾ se enfrentó una difícil
situación
económica a inicios de los noventa,
exacerbada por el recrudecimiento del
bloqueo económico de Estados Unidos y el agotamiento del modelo de crecimiento extensivo de décadas anteriores (González,
1997). La caída abrupta del producto
y
las
importaciones afectaron la infraestructura y la inversión. A pesar de la dimensión de la crisis,
el acceso total a la educación
pública y la inversión en capital humano continúo
siendo una realidad en Cuba. Se preservaron los logros sociales
esenciales, pero la protección al empleo obligó inevitablemente a un ajuste
del salario real, motivo por el cual afloraron
contradicciones propias del sistema de
incentivos. Este contexto
sin duda explica muchas de las asimetrías presentadas
en el siguiente análisis,
pero también influyó la inercia de algunos mecanismos
y la
incompleta internalización de este nuevo entorno;
evidenciándose una lenta reacción
de las políticas públicas y los marcos institucionales en algunas de las direcciones abordadas
en el estudio.
3.1. Composición de la fuerza de trabajo en Cuba
A
nivel internacional existe consenso acerca de la importancia
de la composición
de la fuerza de trabajo para el crecimiento
económico. A pesar de la escasa literatura sobre el tema,
como fue mencionado en el primer
capítulo,
la
mayor parte de los trabajos identifican factores como: la significación del nivel básico y técnico
en etapas tempranas
de desarrollo económico (Oroval, 1995 y Bertochi y Spagat, 1992), los efectos derrame en el crecimiento de la educación superior
con respecto a otros
niveles (Faure, 1972 y Moretti,
2004) y el impacto
mayor de la formación técnica respecto
a los estudios humanísticos
(Serrano, 1998; De Ferranti, 2003; De la Fuente
y Doménech, 2005), entre otros.
Desde la visión de este trabajo
la relevancia de estos factores
depende de su interrelación y correspondencia con la estructura
productiva.
La
clave
se
encuentra
en
la
relación
dinámica y bidireccional entre la composición
de la
fuerza de trabajo y la estructura
económica. Por una parte importa la calificación
para responder a demandas productivas
inmediatas. Por otra, la inversión
en educación debe ser coherente con el patrón de especialización y diversificación productiva
al que se aspira en el mediano y largo plazo,
convirtiéndose en un instrumento de planificación productiva.
En ese sentido, una proyección adecuada de los recursos laborales, que parta de la identificación real de las demandas concretas
en función de las capacidades productivas del país y las necesidades
de crecimiento, evitaría situaciones de sobreinversión en educación.
En primer lugar, se requiere
de una complementariedad entre la fuerza de trabajo de nivel
superior y técnica por especialidad, donde la demanda de la primera obedezca
a la complejidad de los puestos de trabajo. Distorsiones en este aspecto tienen un impacto negativo en el presupuesto pues conducen a gastos en educación
por encima de los requeridos para el desempeño de la actividad, a la vez que reproducen comportamientos nocivos derivados de la desmotivación
por sobrecalificación, con efectos perversos sobre la
productividad del trabajo.
Relacionado con lo anterior,
es importante determinar el balance entre educación
formal y calificación continua
en el
puesto de trabajo, como forma de aprendizaje y valorización de la fuerza de trabajo en la actividad
específica que se realiza. Un análisis
adecuado al respecto posibilitaría una mayor descentralización del gasto en educación
hacia las empresas y así, mayor eficiencia.
En
ese sentido, si la formación
recibida en los centros educativos no se corresponde con el nivel y la especialidad requerida
para el puesto
de trabajo emergen dos problemas importantes, una inadecuada asignación de la calificación y el incremento de los costos
de la formación en el puesto de trabajo, reduciéndose la eficacia del gasto en educación.
Finalmente, se reconoce la importancia de las especialidades de educación terciaria promotoras de las actividades
de
I+D,
que
constituyen
actualmente
las
ramas más
dinámicas a nivel internacional.
Una mayor disponibilidad de profesionales en estas áreas mejora la adaptabilidad a los cambios de productos, tecnologías y formas de organización,
necesarios para acompañar los procesos
intensivos de industrialización y de innovación
tecnológica.
En el caso de Cuba, a pesar de la proyección de la fuerza
de trabajo calificada que se realiza como parte de las políticas educativas y de capital humano (Recuadro
3.1), en las condiciones actuales sobresalen
problemas de desproporción
entre calificación superior
y técnica por especialidad;
desbalances entre educación formal y continua; e inadecuada
estructura de especialidades de
educación técnica,
terciaria y de posgrado,
expresada fundamentalmente en la baja importancia
de actividades de I+D, entre otros.
Recuadro 3.1. Política
de Planificación de la Formación y Distribución de Graduados
Con el objetivo de hacer
corresponder la oferta
y
la
demanda de fuerza de trabajo calificada (FTC) en el país, tanto de nivel medio como superior,
se incluye en el proceso de elaboración del Plan de la Economía Nacional, un acápite referido al cálculo de las
necesidades de especialistas de nivel superior, su formación, distribución y utilización.
Este procedimiento se realiza para todos los territorios,
con un horizonte de cinco años.
Para la confección del Plan de FTC, el Ministerio de Economía y Planificación (MEP), trabaja de conjunto con el resto de los organismos formadores, el Ministerio del Trabajo y la Seguridad
Social, los Consejos de Administración Popular y los Organismos de la
Administración Central
del Estado.
Dicho plan parte de los resultados del Estudio Integral
para la Formación y Empleo de la
FTC que se realiza desde el MEP, el cual contiene
la demanda de los organismos en función de sus proyecciones hasta
el año 201568. Adicionalmente, se consideran los índices de actualizaran los índices de eficiencia en el ciclo de
las diferentes carreras
que se forman en los centros
de educación superior
a ellos subordinados.
Por
su parte, el plan anual de distribución de egresados de Nivel Superior del Curso
Regular Diurno, garantiza
la ubicación laboral
de la totalidad de los graduados, priorizando entre las necesidades, aquellas
de mayor interés para la economía. El déficit y el superávit
de egresados por grupos de carreras son tratados puntualmente en cada año.
Fuente: Síntesis a partir de Perez (2010)
Por una parte, se ha producido
un incremento significativo en los niveles de calificación de la fuerza de trabajo en todas las ramas de actividad económica. Por ejemplo
en el período 2005 – 2010, los ocupados con nivel medio – superior
o superior representaban el 65,2% del total de ocupados,
cifra 2,13 veces superior a la del período 1975 – 1989. No obstante, esto contrasta con una estructura productiva caracterizada por una débil participación de las ramas de
alta y media–alta intensidad tecnológica, según la
clasificación de actividades
industriales de CEPAL (2009), reflejada tanto en la producción como en las exportaciones.
Como
se observa en la Figura 3.1, a pesar de los esfuerzos en materia de transformación productiva y los elevados
niveles de calificación, se mantiene
un peso preponderante de
aquellas actividades con bajo contenido tecnológico, las cuales representan el 80% de las exportaciones.69
68 Hay que señalar que en las indicaciones para la elaboración del plan de fuerza de trabajo calificada no se
explicita una metodología a seguir por los centros demandantes en el proceso de proyección
de los requerimientos de fuerza de trabajo calificada. Las deficiencias en este nivel distorsionan el
proceso de
formación, con potenciales consecuencias en
materia de sobre o subformación de
graduados por
nivel y especialidades,
en correspondencia
con
las demandas de los territorios.
Destaca la agricultura,
una
rama de muy
baja complejidad
que continúa siendo un importante renglón de producción y exportación y que absorbe aproximadamente el 20% del empleo. Desde el punto de vista de la formación, el nivel promedio de escolaridad en la rama es de 9,8 años, mientras que solo el 1,4% de los graduados de nivel superior y el corresponden con especialidades relacionadas con la actividad. Como excepción y caso exitoso se destacan la
Lo anterior ha venido acompañado de la profundización del proceso de terciarización de la economía, con una orientación fundamentalmente hacia el turismo y el exterior, fortaleciéndose partir del 2004 la exportación de servicios profesionales con significativo de los servicios médicos y educacionales. Hacia el interior de la economía se mantiene el peso predominante de los servicios sociales,lo cual es consistente las características modelo cubano, pero los servicios profesionales para la actividad productiva doméstica se encuentran deprimidos.
A la situación de hipertrofia sociohumanista, se adiciona la baja incorporación este perfil a sinergias productivas, derivadas de la generalización de actividades de emprendimiento local e innovaciones sociales que potencien su utilización efectiva, lo que podría ser particularmente importante en algunos territorios del país. Experiencias internacionales y domésticas demuestran el potencial creador de riqueza que podría derivarse de este tipo de actividades. Específicamente, el proyecto de desarrollo del casco histórico de la Habana Vieja es un ejemplo exitoso de diseño de un producto turístico de amplia demanda, sustentado en la combinación adecuada de las potencialidades culturales e históricas de la localidad y que aprovecha las ventajas de la formación en estas áreas.
Adicionalmente, la relación entre profesionales de educación superior
y técnicos medios se ha modificado
en el tiempo. En la Tabla 3.1 se han identificado los ciclos experimentados
70 Se refiere al total de graduados en ciencias agropecuarias. En el caso de la enseñanza técnica y profesional, se refiere a los graduados de técnicos medios u
obreros calificados en la
producción agropecuaria.
por la contribución estimada de la fuerza de trabajo
calificada al crecimiento (Galtés,
2009) y la estructura de los graduados
provenientes de la enseñanza especializada. Como puede apreciarse, a excepción del quinquenio
1970 – 1975 donde el comportamiento
es muy
inestable, los períodos de mayor contribución de la fuerza de trabajo al crecimiento coinciden con una tendencia creciente de la recomposición
a favor de los técnicos medios,
lo cual se
hizo excesivamente visible en el período
1992 – 200271.
Tabla 3.1. Correlación entre
la contribución de la fuerza de trabajo calificada y la participación de los graduados de nivel superior
en el total de graduados de la enseñanza
especializada
Período Contribución Superior
/ Total Correlación
1970 – 1975
|
creciente
|
+/-
|
0,15
|
1975 – 1979
|
decreciente
|
creciente
|
-0,37
|
1980 – 1985
|
creciente
|
decreciente
|
-0,19
|
1986 – 1991
|
decreciente
|
creciente
|
-0,73
|
1992 – 2002
|
creciente
|
decreciente
|
-0,9
|
2003 - 2006
|
decreciente
|
creciente
|
-0,75
|
Fuente: Elaboración propia con base a Galtés (2009) y AEC
(varios
años)
Teniendo en cuenta que en una parte importante
de las carreras existe una correspondencia de especialidades entre los dos niveles de formación (superior y técnico-profesional),
un balance más adecuado entre los mismos dentro de la misma especialidad podría ser más eficiente para el desarrollo de cadenas de conocimientos y
clusters industriales.
Finalmente, el análisis de la estructura de la formación por perfil
de
especialización
muestra una pérdida de participación
dentro de la estructura
de graduados por ramas de la ciencia, de aquellas especialidades con mayor impacto en las ganancias de productividad vía creación
de tecnología y nuevos bienes de capital,
organización de la producción,
sustitución de importaciones, etc. En ese sentido, la formación se ha sesgado
hacia las
ciencias más relacionadas con servicios en su mayoría no
transables72.
71 Si bien el coeficiente
de correlación no implica necesariamente la existencia de causalidad entre dos series estadísticas, permite tener
una aproximación de su interrelación en el tiempo.
72 Adicionalmente, entre 1990 – 2007 el 18% de los profesionales cubanos radicados en el exterior eran
ingenieros, lo cual también reduce la disponibilidad de fuerza de trabajo en estas especialidades (CEMI,
2009).
Este comportamiento contrasta con la tendencia
de otras regiones geográficas73.
Como
se muestra en la Figura 3.2, Cuba
presenta muy bajas proporciones de graduados en ciencias e ingenierías, orientando el esfuerzo hacia la formación de profesores y especialistas
de ciencias médicas (Moreno-Brid y Ruiz-Nápoles, 2009). En el año 2010, del total de
egresados universitarios el 58,8%
correspondieron a salud y educación74. Asimismo, la
mayor dinámica en la formación ha caracterizado
a las Ciencias Sociales y Humanísticas cuya cifra de titulados creció diez veces en el 2010 con respecto al 2006 mientras que las Ciencias Naturales y Matemáticas no
tienen crecimiento en la etapa (CINDA,
2011).
Esta tendencia queda reflejada
más claramente en la Figura 3.3. De manera general, se ha
deteriorado la participación de graduados en carreras vinculadas a la producción
y la innovación tecnológica, actualmente más dinámicas
a nivel internacional, a favor de las
ciencias sociales y humanísticas.
Como
puede apreciarse en los paneles B y C, este
comportamiento es
extensivo a la enseñanza
técnica y de postgrado.
73 Con
respecto a otras regiones, se percibe una heterogeneidad en los perfiles de formación en Cuba, pues aproximadamente el 60% de
los graduados no coinciden con
las clasificaciones internacionales. Para una información más desagregada de los países analizados, ver Anexo 3.2.
74 Desde la visión de este trabajo, el énfasis sostenido en la formación en ciencias pedagógicas no ha sido resultado de requerimientos superiores de la educación, sino consecuencia de la migración tanto sectorial
como externa de los profesionales de esta área del conocimiento. De hecho, la relación
entre la matrícula
(primaria, media y medio – superior) y el número de graduados
de esta especialidad muestra una tendencia estable desde hace más
de 20 años, mostrando un ligero deterioro en el período
1995 - 2005.
Una de las
causas del sesgo en la composición hacia las ciencias sociales puede asociarse a los efectos de la crisis económica de los noventa.
La reducción de los ingresos por
exportaciones, unida al recrudecimiento
del bloqueo y a la pérdida de suministros por el
ajuste obligado de las importaciones desde los países socialistas, provocaron el deterioro del presupuesto estatal y la necesaria contracción del gasto público.
La recomposición del gasto en educación
en detrimento de las carreras más costosas, unido a una intencionalidad política de incrementar la
formación de sociólogos y humanistas favoreció
esta tendencia. Adicionalmente, las
perspectivas de empleo asociadas
a perfiles con mayor soporte
tecnológico se vieron afectadas
ante la descapitalización,
falta de insumos y el atraso
tecnológico de la industria nacional.
Si bien en el caso de Cuba esta tendencia
es reversible mediante
la utilización
directa de la
política educacional, su aplicación queda sujeta a la capacidad real de la economía de generar el conjunto de actividades productivas y la reconversión tecnológica necesaria para absorberlos, que impone la política laboral
vigente. Estos
elementos exigen
la necesidad de avanzar en la coordinación de políticas y diseños integrales que incorporen
a la política educacional, políticas productivas y de ciencia y técnica en el contexto de una estrategia
propia de desarrollo articulado, como se discutirá en el epígrafe 3.4.
En resumen,
las
asimetrías
detectadas apuntan a la obligada revisión del gasto
en
educación y su composición.
Desde la visión de este trabajo, las condiciones actuales indican la existencia de sobre-inversión
que resulta ineficiente desde el punto de vista
económico y cuyos efectos
pueden apreciarse en una asignación distorsionada y forzosa
hacia ramas y puestos de trabajo con requerimientos distintos en cuanto a niveles de calificación y especialización.
3.2. Asignación de los recursos laborales en Cuba
La
eficiencia en el uso de la calificación depende de varios factores, dentro de los cuales
tiene especial relevancia el lugar concreto donde se materializa el conjunto de habilidades adquiridas durante el proceso de formación, es
decir, la asignación de la fuerza de trabajo.
Como
fue analizado en el primer capítulo, una inadecuada asignación laboral tiene
importantes costos en materia de eficiencia social: desincentivos por sobrecalificación, incremento en los costos de capacitación en el puesto de trabajo, deterioro
de la productividad global,
etc.
Los
problemas de asignación
de la fuerza de trabajo son más frecuentes en circunstancias
de alto nivel de calificación no coherentes con la estructura productiva o distorsiones en el
sistema de incentivos. La combinación
de ambos genera asimetrías que pueden expresarse
en cinco niveles fundamentales:
i) migración sectorial
interna hacia ramas con menores
requerimientos de calificación pero mayores niveles de remuneración; ii) no
correspondencia entre la ubicación
laboral y el nivel de calificación o perfil de especialización; iii) desempleo
voluntario de individuos
con elevado nivel de calificación, iv) deslocalización territorial de fuerza de trabajo
calificada y v) migración
externa. En todos los casos el resultado
conspira contra la eficacia del gasto en educación en términos de crecimiento económico.
En
el caso de Cuba pueden identificarse distorsiones en cada uno de los grupos señalados. Con relación al primer aspecto,
un análisis agregado
de la estructura del producto y del
empleo por sectores refleja
que, en su mayoría,
no existe una correspondencia
entre las ganancias de productividad del trabajo y su participación en el empleo. Como ejemplo, en
el año 2010 sólo el 9,8% de los ocupados
en la economía
nacional se encontraban vinculados laboralmente a la industria manufacturera, sector por su naturaleza promotor del progreso tecnológico y de cambios
estructurales a favor del desarrollo. Igualmente, del 11,4% que caracterizaba ese sector en el 2003, menos del 20% estaban incorporados a las industrias de mayor
contenido
tecnológico, relaciones verticales y dinámica en los mercados
internacionales (Fernández de Bulnes, 2007).
Estos comportamientos asimétricos han sido apoyados por el proceso
de cambio estructural
orientado hacia los servicios que ha experimentado la economía cubana con posterioridad a 1994, patrón característico
de economías desarrolladas. Usualmente, tiende a identificarse
dicha reestructuración sectorial con un incremento de la productividad provocado por el mayor dinamismo de estas industrias, que a su vez supone requerimientos
mayores de calificación. Sin embargo, las necesidades de fuerza de trabajo calificada estarán determinadas por las sub-ramas concretas que se desarrollen, lo que hace necesario una valoración de la actividad hacia lo interno
del sector.
Comparativamente, en los países desarrollados con un grado de terciarización
similar al de Cuba,
los servicios más dinámicos se asocian
a transporte, almacenamiento
y comunicaciones, servicios financieros y de seguros, servicios de negocios, renta y bienes y raíces,75 reflejando
el grado de desarrollo tecnológico de las sociedades
y de
sus mercados financieros. En el caso
de Cuba, la tendencia natural hacia la
terciarización se orientó hacia el
turismo y sector externo, fortaleciéndose a partir del 2004 la exportación de servicios educacionales y médicos76.
Sin embargo, aún es insuficiente su aprovechamiento respecto al potencial desarrollo de otras modalidades más intensivas en calificación, así como su articulación con otras actividades. Vale reconocer no obstante su aporte sustantivo a la exportación, pero también alertar la vulnerabilidad que imprime a las cuentas externas como resultado de enmarcarse en acuerdos
sustentados en la voluntad política
de los gobiernos. Además, su suministro en
el país receptor reduce las potencialidades de encadenamientos productivos hacia el resto de la economía doméstica.
Finalmente, a pesar
de los
esfuerzos
en
formación
de
especialistas
de
las ciencias informáticas, las exportaciones
de paquetes de aplicaciones de software, servicios
informáticos y servicios
técnicos son todavía pequeñas.
Por
otra parte, el turismo (rama que sigue en importancia relativa) concentra aproximadamente el 14% de la fuerza de trabajo con más de 11 años de escolaridad
promedio. Teniendo en cuenta que la
modalidad que caracteriza al mismo no es reconocida
como
intensiva en calificación de fuerza de trabajo, esta alta concentración, resultado de deficiencias en el sistema de incentivos, refleja un
problema de localización del empleo.
La intuición detrás de estos resultados ha sido validada
por Torres (2007).
Mediante un análisis shift – share77 que
descompone la evolución de la productividad del trabajo a partir
75 Según estimados de OECD (2009), estos servicios aportaron el 37,3% del valor añadido en esas regiones.
76 Para mayor información sobre la estructura del
empleo en el sector terciario, ver Anexo 3.3.
77 Esta metodología permite descomponer el crecimiento de la productividad del trabajo en tres efectos,
estático, dinámico e interno.
El efecto estático
mide el crecimiento de la productividad ocasionado por una redistribución de la fuerza de trabajo hacia sectores con mayores niveles de productividad inicial. Si el término es positivo refleja
que las ramas de mayor productividad incrementan su participación en el empleo total, bonificando al crecimiento. El efecto dinámico explica en qué medida
los sectores con un crecimiento más rápido de la productividad incrementan su participación en el empleo total.
Luego, un signo negativo
estaría reflejando que el empleo crece en aquellos sectores con un pobre desempeño de
la productividad.
Finalmente, el efecto interno recoge la
parte del crecimiento de la productividad que no se debe a cambios en
la estructura sectorial al nivel de
agregación analizado. Como se
especifica, ese ha sido el comportamiento promedio de la
economía, lo cual no excluye por ejemplo al caso del turismo, considerado como uno
de
los sectores más dinámicos y que ha absorbido una parte importante de la
fuerza
de trabajo
de su asignación entre sectores con productividades diferentes, el autor obtuvo que la asignación de la fuerza de trabajo entre sectores resultante del cambio estructural, ha penalizado el crecimiento
económico pues el empleo ha crecido como promedio en aquellas ramas donde el crecimiento de la productividad ha sido menos dinámico.
El estudio del segundo nivel de distorsión, referido a la no correspondencia entre el nivel de
calificación o perfil
de especialización y el puesto
de trabajo, es más complejo y requiere de la captación de información estadística individual no comúnmente disponible
en fuentes oficiales, y generalmente captada mediante encuestas directas a la fuerza de trabajo calificada78.
Como caso de estudio se selecciona
la actual provincia La Habana. Dos razones fundamentan la elección: i) los problemas logísticos y costo elevado de aplicación en otras provincias del país y ii) representatividad de La Habana,
que concentra aproximadamente el
20% de la población, el 20,4% de los ocupados y el 46,6% de la producción
del país. Adicionalmente, teniendo en cuenta
las características propias del fenómeno que se intenta cuantificar, se seleccionan
como actividades
relevantes a la Industria manufacturera, Hoteles y restaurantes,
y Comercio y reparación de efectos personales. De esta forma, la población queda determinada por la suma del promedio de trabajadores calificados de cada uno de los sectores seleccionados.
La hipótesis que se pretende demostrar con este
instrumento es la no correspondencia entre la
especialidad estudiada y la ocupación
concreta. En base a ello, se diseñó un cuestionario
compuesto por preguntas cualitativas cerradas y
donde las variables más importantes fueron el nivel de escolaridad, la especialidad estudiada y la relación
entre su perfil de especialización y la ocupación actual. Asimismo, se incorporaron preguntas
de identificación de la muestra (edad, sexo y sector) y otras sobre la calificación en el puesto
de trabajo, incentivos y
valoración del entorno tecnológico. (Anexo 3.5)
Para la determinación del tamaño de la muestra,
se utilizó el Muestreo Aleatorio
Estratificado sin reemplazamiento, definiendo como estratos a los sectores que componen
la población objeto de estudio.
Si bien se conoce el promedio de trabajadores de cada sector, se desconoce su estructura por nivel de escolaridad y con ello la proporción de
78 En
el Anexo 3.4 se presentan los
elementos básicos del muestreo,
relevantes para el
presente análisis.
fuerza de trabajo calificada. Por estas cuestiones, se determinó el tamaño global de la
muestra mediante el Método Aleatorio
Simple. Según las ecuaciones
(3.2 - 3.4 en Anexo 3.5), la proporción poblacional (para una probabilidad de éxito (P) de 0,5, un nivel de
confianza del 95% con su correspondiente Z = 1,96 y un error máximo admisible (d) de 0,04) resultó
de 660 trabajadores. Como aproximación
a los
coeficientes de afijación, se utilizó el cociente entre el promedio de trabajadores
del sector y el total de la población,
obteniéndose la estructura muestral que se
presenta en la Tabla 3.2.
Tabla 3.2. Estructura muestral para la aplicación de la encuesta
de asignación
Sector Trabajadores % Muestra
Industria manufacturera (274)
|
116760
|
37,23
|
246
|
Hoteles y Restaurantes (75)
|
56373
|
17,98
|
119
|
Comercio
y reparación de efectos
personales (251)
|
140441
|
44,79
|
295
|
Total
|
313574
|
100
|
660
|
Nota: Entre paréntesis la cantidad de empresas en la provincia de estudio, según el Registro Estatal
de Empresas y Unidades
Presupuestadas (REEUP)
de la ONE.
Fuente: Elaboración propia
Para lograr representatividad
de las empresas en la muestra de trabajadores, se seleccionaron aleatoriamente 30 empresas de la Industria manufacturera, 30 de Comercio, y diez de Hoteles y restaurantes. La selección de los trabajadores fue semi-intencionada, identificándose antes del muestreo a los trabajadores
considerados calificados (Técnico medio y Superior). De manera general,
en cada una fueron encuestados entre
ocho y diez trabajadores.
Como se puede observar en la Tabla 3.3, el resultado
obtenido valida la existencia de asimetrías significativas en este tipo de asignación. A nivel agregado,
en más del 40% de
los encuestados la ocupación que desempeña no se relaciona
con la especialidad estudiada, cifra comparativamente superior en Hoteles y restaurantes. Ello significa una importante
sobreinversión en materia de formación lo que supone un exceso de gasto en educación,
incluso cuando solo el 21,6 % de los trabajadores se consideró sobrecalificado. De otra parte, el 25 % de las personas sobrecalificadas atribuyeron esta situación a la inexistencia
de un puesto de trabajo acorde a su
especialidad.
Tabla 3.3. Indicadores de asignación. Análisis
agregado y sectorial (%)
Concepto Total Industria Comercio Hot
y Rest.
Universitarios en total de trabajadores
|
39
|
41,2
|
31,3
|
44,7
|
No relacionados
|
41,8
|
38,3
|
43,8
|
45,9
|
Calificación en el
puesto de trabajo
|
70,1
|
65,8
|
72,5
|
72,9
|
Proporción de Sobrecalificados
|
21,6
|
18,9
|
21,7
|
29,4
|
Fuente: Elaboración
propia a partir de resultados de
la encuesta
Igualmente, destaca la relación positiva entre este indicador y la calificación recibida en el
puesto de trabajo, registrándose un menor índice de recalificación donde existen menores problemas de no correspondencia ocupacional (Industria manufacturera).
Por
otra parte, también se corroboran
las asimetrías de primer nivel comentadas
previamente, relacionadas con la asignación de fuerza de trabajo muy calificada en ramas de baja complejidad, expresada en la elevada proporción de universitarios
en Hoteles y restaurantes.
La tercera
fuente de ineficiencia
del gasto en educación
en términos de crecimiento económico la constituye el nivel de escolaridad de la fuerza de trabajo no vinculada laboralmente. En el año 2009 los desempleados y subempleados
tenían como promedio 10,6 y 11,03 años de escolaridad respectivamente,79 mientras que en la población
no económicamente activa (PNEA) la proporción de graduados de nivel medio – superior y
superior alcanzaba el 30% de total, aunque vale mencionar que de ellos sólo el 3 % tiene nivel superior (Anexo 3.3).
Por otra parte,
a excepción de los estudiantes, los mayores niveles de escolaridad
se
corresponden con
los
individuos
que
no
realizan
ninguna
actividad y que no desean
trabajar (38,4% y 37,2%, respectivamente). Asimismo, es en
estos dos últimos
grupos donde se percibe una concentración
en
las
edades
más productivas (entre 25 y 40 años, y con un peso predominante
de los hombres), lo que
significa un desaprovechamiento de potencial productivo para la economía.
La
persistencia de personas dentro
de la PNEA con elevado nivel
de escolaridad obedece a elementos de distinta
naturaleza. Como puede apreciarse en la Figura 3.4, dentro de sus causas fundamentales destacan
la responsabilidad en el cuidado de niños, ancianos
y
79 Calculados según cifras de la
Encuesta Nacional de Ocupación (ENO) para el año 2009.
discapacitados, la desarticulación entre los niveles de formación y las ofertas de trabajo y la pérdida del salario dentro de la estructura
de ingresos y su debilidad como mecanismo
generador de incentivos positivos. Si bien la primera fuente identificada es más común en
el caso de las mujeres, ello tiene una especial relevancia pues la fuerza de trabajo calificada femenina representa el 45% de la fuerza de trabajo calificada y el 50% de la población.
Por otra parte, el deterioro del salario tiene otro efecto importante.
Su combinación con la
política de suministro gratuito de la educación, prácticamente anula el costo de oportunidad del estudio generando incentivos
a la prolongación
de la vida estudiantil, el retraso
del momento de incorporación al mercado laboral
y el tiempo de trabajo en las
edades más productivas.80
Todo lo anterior refleja
la existencia de problemas de asignación a nivel nacional
los cuales pueden acentuarse a escala territorial, produciéndose situaciones de exceso o déficit de graduados por niveles
y
especialidades con respecto a las demandas concretas del territorio, fundamentando la importancia
del análisis de la localización geográfica de la
fuerza de trabajo calificada.
Un estudio
comparado con Fernández de Bulnes (2007a) constata
un incremento
generalizado del nivel educacional de la fuerza de trabajo
por provincias con respecto al 2003. Asimismo, se aprecia una convergencia en los niveles
de calificación provincial, expresada en la homogeneidad del nivel promedio de escolaridad de los ocupados
y la
80 Según cifras de la ENO, existen 58 mil estudiantes entre 25 y 40 años.
reducción de la desigualdad global en la calificación desde 46,5%
en 2003 a 27,6% en el 2009. No obstante, se aprecian resultados
más diferenciados en cuanto a la concentración de la calificación, destacándose Ciudad de la Habana e Isla de la Juventud como casos extremos, mientras que Las Tunas y La Habana presentan los índices más bajos de calificación laboral81 (Anexo 3.8).
Si
bien los indicadores anteriores no reflejan diferencias notables entre provincias en cuanto a niveles de escolaridad, el panorama municipal es bien distinto. Un análisis
profundo de este aspecto requeriría de información
censal
sobre
fuerza de trabajo calificada solo disponible para el año 2002, no obstante la distribución municipal de la
matrícula por niveles de enseñanza constituye una aproximación al
problema. En ese
sentido, el Anexo 3.9 evidencia
la polarización actual en materia
de ingreso a la educación media – superior y superior en los municipios. En el caso del primer nivel de enseñanza, predominan las localidades con un índice en relación a la matrícula total por debajo de la media nacional.
En la enseñanza superior la dispersión es más significativa
con el predominio de áreas con muy bajo ingreso a este nivel educacional.
Los
problemas de localización geográfica son más notables en cuanto a los perfiles
de especialización y su correspondencia con los requerimientos productivos de los territorios. De hecho, el mapa de nuevo ingreso a
la carrera de Agronomía muestra una concentración
en municipios concretos,
no necesariamente asociados a las características productivas de los
mismos (Anexo 3.10).
El
análisis realizado presenta limitaciones
pues
el ingreso a un nivel de enseñanza
no garantiza la entrada al mercado laboral en el plazo establecido por cada
nivel educativo82 ni el
retorno al lugar de origen
con posterioridad a la graduación83. No obstante, arroja
81 El índice global de desigualdad determina la varianza de los niveles educativos por provincias con respecto
a la
media nacional. El mismo puede
descomponerse en indicadores individuales
de desigualdad
para cada nivel educativo. El índice de
concentración refleja la participación de los trabajadores con nivel superior en
cada provincia con respecto al total de ocupados con nivel superior en el país, mientras que el indicador de
calificación laboral se refiere al por ciento de trabajadores con nivel superior en el total de ocupados por provincias (Fernández de Bulnes,
2007a).
82 Más importante
en
las
carreras de ciencias
naturales
y exactas, caracterizadas por bajos
niveles de
eficiencia vertical (Anexo 3.11).
83 La movilidad de la fuerza de trabajo puede acentuar las diferencias territoriales a favor de aquellas
áreas con mayor desarrollo industrial y oportunidades de empleo en las especialidades estudiadas.
Por otra parte,
restricciones en este aspecto pueden generar desajustes en la fuerza de trabajo
calificada por especialidades no previstas en el proceso de planificación de la misma
señales sobre la necesidad de adoptar políticas
diferenciadas para favorecer la complementariedad entre la formación y la posterior
utilización productiva de los
graduados, incluso cuando la demanda territorial de fuerza de trabajo calificada
tenga un componente de incertidumbre alto, en condiciones de restricciones de recursos para llevar a cabo acciones de emprendimiento local.
En
último lugar, la quinta expresión de los problemas de asignación
se refleja en la
emigración de fuerza de trabajo calificada. Según PNUD (2009), el nivel educacional de los emigrados
cubanos mayores
de 15 años residentes
en los estados pertenecientes a la
OCDE se estructura en un 40,8%
secundario, un 35,1% preuniversitario y en un 23,9%
terciario, ello significa un 59% con un nivel de formación elevado
y casi una cuarta parte universitaria. En el caso de los graduados de nivel terciario, solo en estos países receptores
la cifra asciende a 220,9 mil, aproximadamente equivalentes al total de graduados de ese
nivel entre 2006 y 2009.
Las
consecuencias de este fenómeno se expresan en la pérdida de recursos
financieros que se convierten
en subsidios al crecimiento y desarrollo de las economías receptoras y que se agrava
entre otras cosas
por el carácter gratuito de la educación
en Cuba,84 pérdidas de recursos asociadas
al reemplazo de los profesionales emigrados, ya sea en términos de formación como
de
experiencia laboral, merma del umbral
de
conocimientos de la sociedad, entre otros. Estudios
preliminares de los costos por carrera en la Universidad de la Habana, arrojan un costo promedio
anual por estudiante de 4502 CUP85. Solo
considerando la estructura de los emigrados por facultades de la misma institución en el período
1990 – 2007, ello supone un subsidio
superior a los 13,6 MM de CUP86 para las economías receptoras. Considerando
una tasa de cambio CUC:CUP de 1:10 y 1:15, el monto
del subsidio asciende
a aproximadamente 15 MM CUP, equivalentes al 21% del presupuesto de dicha institución en el año 2010.
84 En no pocos
estudios internacionales
se aluden beneficios considerando
la importancia
del
flujo de remesas. En contraposición, además de los argumentos mencionados, Linares (2009) y Casaña (2002) destacan la concentración de
beneficios en familias y comunidades locales,
dependencia externa
y estímulo a mayor emigración, entre otros. Asimismo, se señala que no son los profesionales los que más remesan, en
tanto es muy cara la
inversión en su formación.
85 Vicerrectoría Económica de la
Universidad de la Habana.
86 Según Linares (2009), la cifra de emigrados por facultades excluyendo la Facultad de Enseñanza a
Distancia
y Turismo, alcanza la cifra de 510 profesionales. Más
información
en el Anexo 3.12.
Otro elemento importante es la composición por especialidades de los flujos migratorios. Un examen de la emigración de profesionales
de las instituciones académicas adscritas
al Ministerio de Educación
Superior demostró
que las áreas del conocimiento
más
afectadas son las ciencias
exactas y naturales. En el caso de la Universidad
de La Habana, la proporción de las bajas de profesores e investigadores relacionadas con la emigración
alcanzó un 58% en dichas especialidades, mientras en las ciencias sociales y humanísticas y en las económicas fue de un 24% y un 12%, respectivamente (Linares, 2009). Adicionalmente, los ingenieros representaban el 18% del total de profesionales emigrados en el período 1990 – 2007 (CEMI, 2009).87 Si
se combina este fenómeno con la tendencia decreciente de los graduados en las ciencias de alto nivel identificada previamente, se evidencia la pérdida de potencialidades
domésticas de crecimiento e innovación
tecnológica.
Asimismo,
el
comportamiento histórico refleja que son los jóvenes los de mayor propensión a la migración
calificada,88 peligrando el relevo de la fuerza
de trabajo sobre la cual recae la responsabilidad de sostener a los no capacitados para ello (ancianos, discapacitados, niños), en condiciones de envejecimiento poblacional y baja
natalidad.
Finalmente, otro aspecto a considerar en el análisis de la asignación
de la fuerza de trabajo es la proporción entre trabajadores directos
e indirectos a la producción. Como primera
aproximación a este fenómeno,
la
utilización
del
cociente
entre
los
trabajadores
de
servicios, administrativos y dirigentes con respecto a los operarios
y técnicos89 –
que se deriva de la clasificación
por categoría ocupacional de la ONE –, muestra una proporción
considerablemente alta, equivalente a 1:2 en el 2010 (un indirecto
por cada 2 directos) y muy superior a su
media histórica.
Lo
anteriormente explicado a lo largo del epígrafe corrobora la existencia de asimetrías en el proceso de asignación de la fuerza
de trabajo calificada en
Cuba. De manera general, sus implicaciones fundamentales pueden
sintetizarse en:
87 El
éxodo de graduados en ciencias
técnicas, naturales y exactas también se relaciona
con la situación
específica de las ramas
de producción que los emplean.
88 Según CEMI (2010), el 86% de los profesionales que emigran, procedentes
del sistema de educación superior lo
hace antes de los 40 años.
89 Este indicador está sesgado por la consideración de la totalidad de los trabajadores de servicios como indirectos. Por ello, se Su evolución se presenta en el Anexo 3.3.
a. Posible
sobreinversión pública en materia de formación que no se revierte en incrementos de productividad y crecimiento e incremento de los costos
por reemplazo.
b. Incentivos perversos sobre productividad
del trabajo asociado
a la sobrecalificación.
c. Depreciación u obsolescencia de la calificación alcanzada, expresada en pérdida de
habilidades profesionales a partir de la desinserción productiva.
d.
Pérdida de los valores consistentes
con el proyecto de desarrollo cubano y con la
construcción socialista, en la medida que el trabajo debe ser considerado
no solo un medio de vida sino como medio de realización profesional e individual.
e.
Relacionado con los dos factores anteriores, riesgos de vulnerabilidad social.
Desde la visión de este trabajo,
si bien hay espacios para el perfeccionamiento de la
política educacional y los marcos de regulación laboral,
no hay duda, que la corrección
de estas distorsiones dependerá
esencialmente
del
necesario rediseño del sistema de incentivos en el modelo económico, sobre lo que se discutirá en el último epígrafe.
Las correcciones en este sentido no solo mejorarán los problemas de asignación
y sus costos derivados, sino que permitirán potenciar el rendimiento de la fuerza de trabajo calificada
a favor del crecimiento.
3.3. Productividad del trabajo:
sistema de incentivos y entorno tecnológico
La literatura económica presta
una especial atención al tema del impacto de la
productividad de los factores
sobre el crecimiento. En el caso de la fuerza de trabajo,
es reconocido que su rendimiento
está condicionado tanto al sistema de incentivos de la sociedad como a su complementariedad
con otros factores en el contexto del patrón tecnológico de que se trate.
En
relación a este último aspecto, es aceptado que la combinación
efectiva de los recursos laborales con mayor calificación con la disponibilidad de capital y la infraestructura existente, determinan ventajas
comparativas a favor de la innovación, el crecimiento y la transformación productiva hacia ramas de mayor valor
agregado.
Como se demostró en el capítulo anterior, el patrón de crecimiento que primó en Cuba
hasta fines de los ochenta
se caracterizó por la correspondencia entre la inversión en calificación
y la
inversión física.
Sin embargo, a partir de los noventa, la combinación de bajas tasas de inversión
con
elevadas
tasas de depreciación de la infraestructura empresarial
y doméstica, provocaron la descapitalización de la economía y con ello una
significativa reducción del acervo de capital por trabajador, lo que perdura hasta nuestros días (Figura 3.5 A).
Conjuntamente, se mantuvo la trayectoria creciente de los gastos en educación aumentando las divergencias entre el nivel de escolaridad y la tasa de inversión, reflejando una mayor
velocidad en la formación de la fuerza de trabajo con respecto
al capital físico (Figura
3.5 B). Como resultado,
la infraestructura productiva se deterioró respecto a períodos precedentes (Anexo 3.13). A ello se adiciona la contracción
relativa de bienes de capital importados a favor de bienes de consumo e intermedios - fundamentalmente
alimentos y combustibles - que reducen el potencial efecto de los primeros en materia
de difusión y absorción tecnológica implícito en el equipamiento,
pudiendo incluso conllevar
a una relativa descalificación laboral.
Asimismo, merece prestar atención
a la composición
del entorno tecnológico que hoy
caracteriza a la economía cubana. Más allá de que el acceso a la infraestructura básica es todavía un pendiente en el mundo
llamado en
desarrollo, en las últimas
décadas
la
tendencia internacional refleja un desarrollo acelerado de las llamadas tecnologías de la información y
las comunicaciones (TICs), como expresión del grado de avance tecnológico
de una economía.90 En
este contexto, un análisis comparado de Cuba con otras regiones del mundo arroja un insuficiente avance en esta dirección. Como puede apreciarse en el Anexo
3.14, a pesar del esfuerzo realizado el país se encuentra muy por debajo de la media
regional y consecuentemente de los países líderes en esos
indicadores.91
El
retraso tecnológico no sólo se evidencia en términos de infraestructura pública, sino también empresarial. Una evidencia al respecto se deriva de la encuesta
aplicada, donde más del 30 % de los encuestados, con independencia del
sector considerado, evaluó el el
entorno tecnológico y productivo asociado a su actividad como deficiente (ligeramente
superior en la industria manufacturera), mientras que solo el 6 % aproximadamente lo
consideró óptimo. Asimismo, la existencia de problemas técnico
– materiales en la entidad
fue identificada como uno de los problemas que explicaban la no conformidad
con la ocupación actual,
fundamentalmente en el sector
Comercio (Anexos 3.6 y 3.7).
En
cuanto a los gastos
de
I+D, Cuba se encuentra en
la media de la región latinoamericana,
pero este es sustantivamente inferior a las regiones
de mayor dinamismo económico.
Asimismo, se manifiesta una relación inversa entre este indicador y el nivel de
escolaridad, respecto al observado como regla
en estos países.
La Figura 3.6, representan los diferentes patrones de comportamiento
entre nivel de escolaridad y gastos en I+D con respecto
a la media de una muestra de 31 países. En el
cuadrante superior derecho
se concentran la mayor parte de los países
desarrolladoscon una correlación positiva entre ambos indicadores,
mientras
que la mayor parte de los países en
desarrollo se concentran al otro lado del vértice (esencialmente de Latinoamérica). En los otros dos cuadrantes se ubican comportamientos asimétricos. Así por ejemplo, Portugal
y China muestran relativamente bajos niveles de escolaridad en comparación
con el esfuerzo en investigación y desarrollo; en tanto Cuba muestra un sesgo hacia la calificación en un
contexto de baja inversión en dicha materia. Este significativo rezago es un factor
que conspira en contra
de la generación endógena de conocimiento técnico y de asimilación
creativa.
90 Dentro de los principales
indicadores
que lo caracterizan, se encuentra
la
disponibilidad de
redes telefónicas, abonados a telefonía móvil, disponibilidad de computadoras, acceso a
internet, velocidad de conexión, suscriptores de banda ancha, etc. Ver
CEPAL: Sistema de Información Estadístico
de TIC (2010).
91 Si bien en Cuba acceden a Internet
142 personas por cada 1000 habitantes, esta cifra se encuentra muy por debajo
de la media mundial
de 22,89 usuarios
por
cada 100 habitantes (De León, 2010).
Otra asimetría
emerge entre el potencial científico y la debilidad
del sistema nacional de innovación tecnológica, observándose una débil participación de la investigación aplicada. Según Pino y Quevedo (2009),
ello se explica por el exiguo
conocimiento tanto de las demandas y necesidades tecnológicas del sector empresarial como de las ofertas
del sector científico, la incoherencia en la red de interfases existente en cuanto a su composición, distribución territorial, servicios
especializados y mecanismos
de acción, así como los
insuficientes mecanismos económicos y de otra índole destinados
al financiamiento
y estímulo a la innovación.
Ciertamente el vínculo
entre el sector
de ciencia y tecnología y el sector
empresarial es extremadamente
frágil. A pesar de la presencia de agencias
de transferencias tecnológicas
en importantes universidades, no se ha logrado
traducir generalizadamente la formación en capital humano y los esfuerzos de investigación, en innovación. Esto se explica
también por la escasa participación del sector empresarial
en la gestión y financiamiento de proyectos conjuntos de investigación, y los
vacíos institucionales para promoverlos.
Adicionalmente, se observa
el estancamiento de los procesos de innovación reflejados
en el bajo número de patentes
solicitadas por residentes,
incluso en comparación con
países latinoamericanos. Asimismo, se
ha
producido una reducción de la autosuficiencia en
92 Azul oscuro: países desarrollados;
azul claro: NIC´s y China;
naranja: países latinoamericanos.
materia de invenciones y un incremento de la dependencia de invenciones extranjeras
(Tabla 3.4).
Tabla 3.4. Indicadores seleccionados de ciencia y tecnología
2007
|
2008
|
2009
|
2010
|
|
Patentes Solicitadas
|
284
|
212
|
231
|
266
|
Nacionales
|
74
|
56
|
59
|
63
|
% del total
de trabajadores en ciencia y técnica
|
0,10
|
0,06
|
0,06
|
0,07
|
Coeficiente de Invenciones (a)
|
0,66
|
0,50
|
0,52
|
0,56
|
Tasa de dependencia
|
2,84
|
2,79
|
2,92
|
3,22
|
Fuente: Elaboración
propia a partir de AEC (2011).
(a) Cantidad de solicitudes nacionales por cada
100
000 habitantes.
Incentivos y productividad del
trabajo
A
lo largo del capítulo
aparece de manera recurrente el problema del sistema de
incentivos, pero este factor es particularmente relevante para explicar el rendimiento de la fuerza de trabajo calificada de manera directa. No obstante,
existe consenso acerca de la importancia de la remuneración
dentro de dicho sistema y, por ende, como factor
explicativo de la
productividad de los trabajadores y su incorporación al mercado laboral.
En los marcos de una sociedad en transición
al socialismo, el salario debe cumplir un
conjunto de funciones que constituyen su esencia: reproductiva, estimulativa,
valorativa y social (Figueroa
et. al, 1991). En ese sentido, constituye el medio de reproducción de la fuerza de trabajo; estimula una mayor calificación y preparación de los trabajadores;
propicia la valoración de la retribución correspondiente al aporte laboral y sus resultados
productivos, equiparándola al nivel de consumo generado;
y se vincula al incremento de los ingresos sociales
y la elevación del nivel de vida como resultado final de la cantidad
y calidad del trabajo.
De lo anterior se desprende que, a diferencia de otras economías, en el socialismo el sistema de incentivos debe combinar mecanismos materiales y morales,
en pos de la plena realización de la fuerza de trabajo en el proceso
de trabajo, tanto
en su condición de fuerza productiva, como de copropietario de los medios de producción; lo que
deja claro el papel de la remuneración de acuerdo
al aporte laboral93.
De no cumplirse adecuadamente este rol, se generan efectos negativos
como el desestímulo al trabajo, desvalorización social del mismo y se engendra
desigualdad e inequidad social. En
términos de eficiencia social,
se incorpora además el riesgo de una respuesta en cadena derivada del deterioro de la productividad del trabajo, la incapacidad para satisfacer las necesidades básicas de la sociedad y una disponibilidad monetaria
de la población mayor a
la magnitud de bienes y servicios ofertados, que desembocan en
inestabilidad económica
(Cribeiro y Galtés, 2010).
Al
margen de las insuficiencias en períodos previos,
es en la década del noventa donde afloran con mayor fuerza las contradicciones del sistema de incentivos en el modelo económico. Aún cuando el programa preservó
los logros sociales
esenciales, la dimensión de
la crisis obligó inevitablemente al ajuste del salario real, considerando además que los
niveles de empleo preliminarmente
variaron muy poco en relación
con la caída del producto. Pero, a pesar del drástico cambio en el entorno económico, los mecanismos
de distribución y redistribución de ingresos evolucionaron relativamente poco, respondiendo
de manera insuficiente al principio de distribución
con arreglo al trabajo e implicando
un notorio cambio en el patrón de
ingresos de la familia cubana, con consecuencias contradictorias sobre la productividad.
Adicionalmente al drástico
deterioro del salario real, en un contexto
de dualidad monetaria comenzaron a diversificarse las fuentes de ingresos,
ganando importancia
formas no salariales. La participación del salario en la estructura de ingresos de las familias,
se redujo en más de un 30 % en las dos últimas décadas, a favor de remesas94 y
otros ingresos. A ello se adicionan
la debilidad de la distribución con arreglo al trabajo y a los resultados
de la organización- primando criterios de igualitarismo por encima de equidad y eficiencia – especialmente en el sector
de servicios públicos; escala
salarial débilmente indexada
al
93 En el caso de Cuba, la ubicación
laboral y el desempeño productivo de los trabajadores es también
resultado de incentivos no materiales,
tales como el
compromiso y reconocimiento social,
la movilización de energía social a favor de ciertos
objetivos, el reconocimiento de la
profesión, la
posibilidad de
ocupar un puesto relacionado
con
la especialidad, posibilidades de superación profesional, etc.
94 La recepción de 100 USD para un individuo, equivalentes a 87 CUC, representa más de 5 veces el salario
medio mensual de la economía. Un monto equivalente a 400 MM por concepto de remesas es equivalente al
14,4% del PIB per cápita y el 23,2% del total de ingresos; y asciende
al 30.8% y 46.3%, respectivamente, si se consideran 800 MM (datos calculados para el año
2009).
nivel de escolaridad y desvinculada
en su
mayoría al esfuerzo; reducida diferenciación
salarial entre categoría ocupacional, sectores y territorios, mecanismos de remuneración heterogéneos – no siempre
identificado con salario - y poco transparentes como por ejemplo, la estimulación
en especie o CUC (Anexo 3.15).
En
la encuesta aplicada también afloraron dichos problemas. Por ejemplo, más del 50% de los
trabajadores encuestados, no se encontraban vinculados al sistema de
pago por esfuerzo y sólo el 21%
consideró esta como relevante. De hecho, el salario
fue considerado como
uno de los principales determinantes de la inconformidad en el puesto de trabajo en el 60
% de los trabajadores encuestados (Anexo 3.7).
Dentro del consumo de las familias, si bien la distribución a
través de fondos sociales no se
relacionó con la dualidad, ella sí impactó significativamente el gasto personal.
A pesar de la permanencia
de redes de seguridad alimentaria (racionamiento, comedores obreros
y otros), más del 50 % del consumo requiere ser completado en el mercado en CUC o
liberados — donde operan altos niveles
de precios— independientemente de los niveles
de ingreso (Hidalgo, 2008).
En
tales circunstancias,
los mecanismos de
distribución de
ingreso reaccionaron débilmente al cambio del entorno económico. La magnitud y alcance de los subsidios continuaron siendo
generalizados, con independencia de las condiciones laborales
y de vida de las familias;
produciéndose un notorio
cambio en el patrón de distribución con
efectos contradictorios sobre la productividad. Actualmente, por cada peso de gasto que
ejecutan los hogares como parte de su presupuesto,
reciben aproximadamente 55 centavos a
través de los fondos sociales
de consumo. La combinación de esta garantía
de consumo, la elevada seguridad en el empleo y los
salarios y a la debilidad de mecanismos concretos y expeditos para la penalización de conductas negativas, sin duda afectó la eficiencia
productiva y social. Ello se expresa en una cultura
productiva
deteriorada,
bajo
rendimiento en el trabajo y un deficiente aprovechamiento de la jornada
laboral.
Continuará
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