SINE DIE 149
Tercera
Etapa
juan
m ferran oliva septiembe
27 de 2020
Actualmente la prensa despliega un maratón de campañas. A la justificación de la unificación monetaria se agregan las habituales exaltaciones políticas y, sobre todo, el necesario combate a la pandemia. Asimismo concurren las cruzadas por el ahorro de agua y electricidad; el triunfalismo económico ejemplarizante (y aislado); la sustitución de importaciones; el incremento de las exportaciones: la lucha contra los mosquitos: la prevención de ciclones; la persecución a actividades delictivas, y alguna que otra coyuntural, como la del caracol gigante. Lamentablemente el mercado informal de divisas ha sido incluido dentro de las ilegalidades.
Hay
delitos aceptados universalmente. Matar, robar y mentir, por ejemplo, tienen reprobación
en todo tiempo y lugar. Otros responden a criterios administrativos y son instrumentados
por la ley. No contravienen la moral universal pero implican una ilegalidad
definida en tiempo y espacio. Una muestra, felizmente superada, fue la
penalización de la tenencia de moneda libremente convertible en Cuba. ¡Poseer
divisas era ilegal! La actual punición
del comercio informal de moneda fuerte es uno de esos casos, siempre que no
implique alguna práctica vil.
La
moneda es una mercancía. Actúa como medio de cambio para
las personas naturales. Para las empresas sirve de unidad de cuenta. En función
de atesoramiento es válido en ambas esferas. Son sus tres funciones básicas.
La primera pieza metálica circular apareció hace 2.500 años como fórmula ideal del dinero.
La divulgación de la experiencia condujo a la multiplicación
de los numerarios en curso. Cada rey emitía su moneda y junto a su efigie,
gravaba el peso y contenido de metal. Fue entonces que aparecieron los
cambistas como parte de la división social del trabajo y anticipo de la banca.
La Revolución Cubana se cumplió a medias. Los
rebeldes tomaron el poder y eliminaron la dependencia a Washington. Primó la concepción
de que el socialismo consistía simplemente en nacionalizar. Faltó la concreción
de un modelo económico superior al derrocado. Se pensó construir un cielo en la tierra con la fórmula clonada de la URSS,
que finalmente falló. Si no existe un camino, hay que hacerlo, y es lo alcanzado
exitosamente en China, Vietnam y la propia Rusia a pesar de su condición
capitalista. Cuba todavía no supera la fase de búsqueda. Ahora, modestamente, aspira
a hallar un patrón soberano, eficiente, democrático y sustentable, puesto en
función del ser humano. Intenta una trama híbrida. Plan y mercado constituyen
una emulsión difícil de lograr, pero
posible.
Entre las dolencias arrastradas del pasado
destaca el endémico atraso de la oferta respecto a la demanda. Nació de la
intención desarrollista de sacrificar el consumo en aras de la acumulación. Ahora
son otras las razones, pero el mercado sufre esta anomalía desde hace medio
siglo. En buena medida es causa de la persistente ineficiencia productiva. Anula
el efecto de las mejoras salariales.
El Periodo Especial obligó a desarrollar el turismo internacional. La medida
resultó exitosa y hasta
2019 la cifra de visitantes se acercaba a los 5 millones anuales. En algún
momento cesará el Covid 19 y habrá recuperación, pero el socavón se perderá.
El mundo monetario cubano actual se escinde en
tres segmentos. El dólar es el nuevo
actor incorporado al elenco que se reducirá de nuevo a un dúo con la
unificación monetaria que se halla en
capilla ardiente. Sólo es seguro que el peso será el heredero designado como
protagonista. Recibió el espaldarazo oficial en el año 2005[1]. Aparte de su historicidad, es
probable que en la decisión influyera una cuestión de imagen. Un salario medio
de 1.000 pesos, por ejemplo, equivaldría solo a 40 CUC que dada su cercanía al
dólar evidenciaría el bajo nivel salarial del país. Pero esto último es una
conjetura. De lo que no cabe duda es que si la proyectada unificación no
permite la convertibilidad, el peso continuará siendo un vulgar token reducido al ámbito nacional.
Es también previsible su imperativa devaluación
en el sector empresarial. La paridad con
el dólar es un espejismo contable que anula todo tipo de análisis. Es como
sumar mangos con melones. Tal desaguisado inhibe el potencial exportador, y deforma
los estudios de gestión y de inversión. No son sus únicas desventajas. Como daño colateral acarreará inflación en lo
interno y provocará la deflación del PIB per cápita.
La igualación de la tasa de cambio en las
empresas y en la población parece inconveniente, huele a romanticismo. Será
mejor mantener separadas temporalmente ambas esferas y dejar que las acerque la
marcha de la economía.
La reducción a dedo de la tasa en el comercio
minorista es peligrosa. Lo ideal sería fijarla de manera flexible siguiendo la
pauta del mercado de cambio. La actual
está vigente desde hace 18 años. Anteriormente, desde 1995 a 2002, funcionó un régimen de flotación. De
disminuir a menos de 25 pesos tendría un efecto nocivo en la demanda interna del
turismo. Todos los visitantes incurren en egresos que escapan al todo incluido: servicios personales,
gastronomía, taxis, excursiones, propinas, etc. conforman gastos
de bolsillo efectuados en diversas
esferas cuyo monto es indescifrable debido a su fraccionamiento. Quienes vienen
por cuenta propia desembolsan aún mucho más. Según estimaciones cada viajero gasta
durante su estancia unos US$ 250 en este capítulo. Una vez superada la pandemia
y asumiendo 4 millones de visitantes, serian unos US$ 1.000 millones de flujo
por esta vía. Por otra parte, las compras de ron, tabacos, artesanías y otros
productos son exportaciones, pero a convenientes precios minoristas. Algunas de estas entradas implican
costos en divisas; otras resultan entradas netas.
Continuará
[1] En su intervención el 31 de marzo de 2005 en la Asamblea del Poder
Popular, Fidel hizo una referencia significativa que de hecho otorgó al peso su
categoría como moneda nacional. Le dio el espaldarazo. Expresó que el cup iría
equiparando progresivamente su valor en relación con el CUC. En el futuro se
podría contar con una sola moneda. Roma locuta. Causa
finita.
La ilegalidad del mercado informal pudiera verse como actividad económica ilícita cuando se utilizan instituciones del estado. Pero el cambio que realizan las personas naturales por múltiples razones,NO PUEDE SER PENADO.
ResponderEliminarMientras el estado no fije una tasa de cambio y cambie el mercado informal seguirá su rumbo al infinito.
Las personas necesitan vivir y hoy en Cuba la mejor forma la ofrece el USD.
Rogelio Castro Muñiz
Lo ilegal del mercado informal de divisas, está dado por la visión equivocada que tienen en el gobierno de este asunto. Pero que las personas necesitan vivir, como bien dice Rogelio, hace que prácticamente para lograrlo, se caiga en "ilegalidades" por un alto por ciento de los ciudadanos en su rutina diaria, para alimentarse, para vestirse, en definitiva para subsistir. Y no me refiero a los verdaderos delitos, esos hay que combatirlos, pero socialmente lo más peligroso es lo que está sucediendo. Se está mezclando delitos como llevarse la harina de un almacén estatal, con el hecho de que algunas personas estén ofertando a precios elevados productos que importaron o compraron legalmente. Si lo logran vender es porque los adquirentes los necesitan, y no pueden igualarse judicialmente los que robaron y adquirieron la harina robada, con los que vendieron y adquirieron los productos de procedencia licita, como se hace hoy y además se divulga en los medios de comunicación, haciendo sin un juicio previo culpables a todos. Si vamos a condenar las "ilegalidades" todas, habrá que hacer como con el coronavirus cuando hay un foco, pero aislándose ciudades enteras. Solo liberando las fuerzas productivas se eliminará que sea el libre albedrío el que predomine, combatirlo de esa manera es lo socialmente correcto y no con represión continua. La gran mayoría no quiere caer en esas, muchas veces supuestas ilegalidades, lo hacen obligados por la necesidad.
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