Cuando uno recorre
todo lo que se escribe hoy en el mundo, podría uno pensar que es casi una
herejía pensar en un futuro mejor. Pero como de dogmas rotos, o mejor dicho de
dogma a romper se trata, y se trata de nuestro país, y no se trata solamente de
salir de la crisis de la pandemia con éxito, sino de enfrentar la endemia, sólo
uno de los problemas del futuro inmediato, y la endemia del virus actual lo
será a mayor o menor plazo de tiempo para todos, por lo tanto con mayor o menor
incidencia para todos, se trata entonces de asumir los problemas en las
condiciones y el contexto situacional actual, buscar las mejores propuestas y
llevar a cabo las mejores aplicaciones.
Si los problemas,
unos estructurados y convergentes, otros por razonamiento y diferencias de
ideas, que generan a su vez conflictos, otros más por dificultades y conflictos
de alto perfil, todos generando obstáculos, no se deben demorar entre su
identificación y el paso final de
evaluación de las soluciones, ni detenerse en éstas durante años, también es
una exigencia inevitable la decisión y
ejecución de acciones más dinámica, y realización más eficaz y eficiente a corto plazo que en tiempos
pasados. Pero los problemas tienen su tiempo, su momento, y si a primera vista
el mismo problema se presenta una y otra vez, su abordaje varía tanto como los
contextos y las condiciones que lo acompañan. Todo esto, y más hoy día, es
importante tenerlo en cuenta.
Hoy, cuando se
habla y analizan los problemas económicos, un grupo de estudiosos coinciden en
que es necesaria una reestructuración económica. Esto no trata de un tema, ni de
un problema en específico, sino como el propio concepto lo indica, se trata de modificación de las
partes que componen el todo de la economía. Se trata de entender que es necesario Resetar,
término inglés, que en español sería Reiniciar, que es el término que se emplea
para desbloquear o destrabar la
computadora; es decir, se trata de desbloquear la economía, o buscar la mejor modificación de
las partes en las condiciones y contexto actuales que sea capaces de enfrentar no
sólo la endemia de mañana, sino que sea capaz de construir también un futuro
mejor. Depende de todos y está en manos de todos.
No se trata de otro
cliché. Hoy se trata de un virus, mañana puede ser otra anomalía, desastre, o
condición normal de vida, como lo serán los condiciones provocados por los
cambios climáticos, los cuales ciertamente han sido asumidos hace unos años ya.
Se llevaron a cabo estudios
multidisciplinarios profundos por expertos, estos hicieron propuestas, y sobre
estas bases se hicieron planes por etapas. Se lleva a cabo todo un plan sobre
ecosistemas. Esto es un ejemplo de coordinación, cooperación, toma de
decisiones y ejecución. ¿No son estos problemas estratégicos, de supervivencia,
y también partes de la reestructuración económica y social?
Seguro cuando se
lee o escucha la palabra reestructuración puede sonar fuerte para muchos. Pero
significa modificar, organizar de nuevo, de manera distinta las partes
componentes. Hay que recordar que esto se ha hecho muchas veces sin entrar ahora
en los análisis hasta dónde, si involucró todas las partes necesarias, o sólo
una o varias, provocando desequilibrios, pero lo cierto es que se ha hecho a lo
largo de todo el proceso revolucionario.
De manera que no
sería nada nuevo, no es la primera vez que se haría. Se hizo, quien lo duda, en
los años 60 con cambios en las concepciones iniciales de desarrollo, privilegiando
casi exclusivamente una rama y actividad, descuidando las demás, se hizo
nuevamente en los 70 con cambios de concepción y ramas y actividades económicas
atendidas, se hizo en los 80 profundizando en las grandes inversiones en casi
todas las actividades y ramas económicas, pero sobre todo de la industria, pero
también la agricultura, y el transporte. Se podría decir sin equívoco que fueron
inmensas cantidades de inversiones para la escala de nuestra economía.
Pero, se volvió a
hacer en los años 90 en momentos de mayor profundidad y extensión de la crisis.
Luego de un primer momento de aturdimiento y conmoción, se reaccionó
rápidamente con una nueva visión, una serie de medidas de contingencia, pero también de cambios de estrategias. Todas
estas llevarían a determinados resultados, y a nuevos escenarios.
No es por simple
deseo de alguien que se hicieron los escenarios en 1996. En esos momentos más
de 200 especialistas se dedicaron durante meses a elaborar los caminos de
acceso desde el futuro deseable hasta aquel momento. Pero los métodos científicos
aplicados en estos casos a problemas económicos, sociales y políticos, admiten
ajustes y correcciones, pero no voluntarismos. De tal manera, unos, como el
turismo, siguieron su camino de un desarrollo relativo, pero con la concepción
del gigantismo adoptado de años de prácticas en la industria. Se asimiló una
tipología de turismo masivo, que por demás llega por vía aérea, pero que por
sus características no cubría los costos en aumento, de todo tipo, sin el
apoyo, ni integración ni coordinación de los arrendadores particulares, aún no
reconocidos en esos momentos. Los problemas de ocupación, como del
mantenimiento, hoy quizás se concientiza mejor, pero tienen larga data. Sin
embargo, los arrendadores particulares fueron en sus inicios, y lo son aún, un
importante componente de la industria turística de cualquiera de las potencias
turísticas, que a su vez son importantes emisores hacia Cuba. Hoy día, en esos
países son parte también de la solución frente a la crisis de la industria turística, o como
ya algunos señalan, son las características del “turismo controlado”, que es el
turismo del futuro inmediato. De manera que la reestructuración económica sí,
implica conceptos cambiados, reestructuración y redimensionamiento de muchas
actividades y ramas económicas, en tamaño, extensión, profundidad, calidad.
Pero buena
proporción de las partes del todo económico tiene que ver con la empresa
estatal, y el Trabajo por Cuenta Propia (TCP), y son los que quiero subrayar en
estos momentos, una vez más. Primero, ni una ni otro tienen la varita mágica
para transformar los deseos en realidad de la noche a la mañana, mucho menos si
se analizan por separado, como ha sido el caso, al menos el último cuarto de
siglo. Que la empresa estatal, luego de los enormes esfuerzos y los planes de
creación de empleo y asimilación de la fuerza de trabajo de los años 80, con
sus capacidades instaladas, potenciales, disponibles, con cada vez mayores
diferencias entre éstos, y las capacidades disponibles con niveles de aprovechamiento
bajos o muy bajos, excluyendo la industria azucarera, requería de urgentes
medidas, que a finales de los 90 debió pasar por un redimensionamiento, dada la
tipología de empresas a mediados de esa década, era conocido desde mediados de
la década de los años 80. Había capacidades en cualquier rama, lo mismo
vagones, cemento, o bombas de pozo, helado o textiles, incluso con coeficientes
de turno relativamente buenos, pero los resultados no se correspondían.
No sólo era un
problema de Cuba, era uno de los problemas principales de los países del CAME.
Pero como decía al inicio, si este problema en los 80 debió tener una
respuesta, sobre todo de carácter organizativo, y no eran en la mayoría de los
casos, como muchas veces se señalaba, problemas de materias primas e insumos,
en los 90, a raíz de comenzar a conceptualizar las bases para el
perfeccionamiento empresarial (PE) en 1996, las exigencias y requerimientos,
financieros, productivos, de recursos de todo tipo, eran otros, pues el
contexto y las condiciones eran otras. Se imponía, como parte del PE una
reestructuración y redimensionamiento empresarial profundo. Se disponía de
investigaciones desde la década anterior. Sin embargo, en 1987 tuve que cambiar
el título del libro sobre capacidades, por otro sobre turnos, a sugerencias de
un ministro, que fue uno de los evaluadores.
Menciono la empresa
estatal, pues hoy día es, o sería sin duda uno de los componentes más
importantes de la reestructuración económica. El proceso de Perfeccionamiento Empresarial,
del cual tanto se ha escrito y discutido en su momento, pero no lo suficiente
para explicar o analizar críticamente
qué sucedió que no dio los resultados que debió dar, o de los objetivos que ni
siquiera fueron formulados. No hablo de estadísticas y números cantados como
logros durante años, sino de cuando no se llevó a cabo el imprescindible
proceso de redimensionamiento empresarial que debió formar parte, con todo lo
que ello implica. Ciertamente implicaba cierre de empresas. Estábamos inmersos
durante años, con plantillas infladas, con capacidades subutilizadas, con
tecnologías obsoletas, por mencionar sólo tres problemas, en un panorama
empresarial inaguantable financieramente, económica, productiva y humanamente.
Sin embargo, se seguía con programas de creación de empleo masivo.
En lugar de conceptualizar
un nuevo tipo de empresa, de aclarar y aligerar el clima empresarial
liberándolo de carga de todo tipo, en primer lugar de tamaño, se procedió a
perfeccionar tal y como estaba. Es como si a un corredor de fondo que ha
engordado, en vez de someterlo a dieta para bajar de peso, lo cargas con más
peso, para ver si así corre mejor. Sólo hay que analizar la tipografía de
empresas a mediados de los 90, para comprender que el país no podía con tantas
empresas de 1000 o más trabajadores.
Es en esas
condiciones, y cuando ya hacía un tiempo las pequeñas y medianas empresas se
consideraban como parte de la nueva tecnología de gestión y organización en el
mundo, y se escribían manuales, Fidel hizo referencia a su importancia en el V
Congreso de la FMC en 1995. De manera que se hacen las primeras propuestas y
recomendaciones para que se tomara en cuenta en la elaboración de las bases de
perfeccionamiento en elaboración en esos momentos. Más tarde vendría el tema de
la pequeña y mediana empresa como forma de propiedad, y como posibilidad y
necesidad de las mismas cuando se trató el tema del Trabajo por Cuenta Propia
como parte del grupo de Empleo de los escenarios realizados en 1996. Es decir,
había una línea de pensamiento, conceptos en desarrollo, análisis críticos, y
propuestas para profundizar la reestructuración económica y productiva desde
esos momentos.
De la dirección y
organización de los procesos empresariales, al interior y al exterior, ni
hablar. En esas condiciones, y como para no romper esquemas, ni mentales ni
normativas escritas en alguna parte, se empiezan las disquisiciones acerca de
autonomía sí autonomía no, de cuánta autonomía es necesario, para terminar en
crear nuevas estructuras al interior de las empresas, o lo que es peor,
nombrarlas, prácticamente sin ninguna posibilidad de actuación de éstas, y
ciertamente sin comparación con unas décadas antes. Y al exterior de la empresa
también, nombrando o renombrando nuevas estructuras para acoger personal de los
ministerios, y decidir sobre las empresas, que tampoco decidían mucho. Dos ejemplos bastarían. Uno, al crearse la Unión,
esta comenzó con una plantilla de treinta, al año ya tenía el triple. Dos, una
empresa, que tenía vínculos con otra similar en España, con prácticamente la
misma cartera de productos, tecnología similar, aquella operaba con 86
trabajadores, la nuestra con 326. El director estaba consciente del problema,
apoyaba la intervención y los cambios que podíamos proponer, pero se
derrumbaba, cuando pensaba en el ministerio, y decía: “Pero para qué, el
ministerio no va a aprobar eso nunca!”
Por eso, desde
mediados del 90, como parte de los escenarios, del grupo de empleo, y
paralelamente, se proponía la ampliación del TCP, así como otras formas de
propiedad, pero a la vez la constitución
de nuevas formas de gestión de propiedad, es decir, re-conceptualización de la
empresa estatal. Procesos como los de Perfeccionamiento Empresarial, el Trabajo
por Cuenta Propia, por mencionar dos solamente, se estancarían, o se
paralizarían a lo largo de los años. Hablo de propuestas y procesos que estaban
sobre la mesa más de 10 años antes del momento que muchos tomamos como punto de
inflexión de los cambios en 2010. Por eso, es necesario aclarar que no es
reestructuración, cuando una de las partes del todo se cambia, aunque sea
considerada la más importante. Como está
conectada con otras, va a influir en estas, pero si estas otras partes no se
atienden al mismo tiempo, o secuencialmente, el resultado, los efectos, serán
minimizados.
Un buen ejemplo,
tanto de las concepciones, como de las aplicaciones y realizaciones positivas y
negativas sería, ayer, hoy, y para mañana, la Propiedad, con mayúscula.
Propiedad entendida como sistema, y tratada en sus relaciones entre las
personas, con el producto, y con los resultados. No es objeto entrar en
disquisiciones filosóficas. Estas fueron hechas durante los años recientes, con
resultados en libros, e incluso escenarios elaborados. Tampoco se trata de una
declaración de fe, ni que esté escrito en alguna parte o documento. Se trata de que se debe asumir y tratar en la práctica
como sistema, en cada una de sus partes.
Esta lógica de
dogmas rotos sufrió un punto de inflexión en los 2000, tanto los temas
referidos como otros, que se retomaron recién pasados los ciclones de 2008. Ya
en 2009 se crearon grupos de expertos y grupos de trabajo sobre diferentes
temas de gran peso para la vida, como vivienda, o como Trabajo por Cuenta
Propia. Con análisis y aclaración desde
el primer momento de todas las implicaciones, y que su extensión y
profundización, y desarrollo, requería desde el primer momento definiciones
claras, que implicaba entre otros, distinguir el trabajador individual del que
no es cuenta propia, y para evitar palabra tabú, o dogma establecido, no acerca
del trabajo y trabajador privado individual, sino del que emplea 5-20-30-40 contratados,
eufemísticamente seguimos conceptuando como TCP, al que sin embargo, se carga
casi toda la responsabilidad de la vida de los contratados. Más allá de definiciones y significados, no se
entiende ni acepta que las relaciones que se establecen y se crean entre
contratista, o propietario privado y los contratados, si es de más o menos explotación, depende a su vez de las
relaciones que se establecen en el marco del sistema de propiedad socialista;
una etapa “no post-mercantil”. No es igual si este propietario responde como
individuo, o como empresa, ni en las obligaciones,
ni atribuciones, ni derechos ni deberes. Pero hace apenas unos años, una
funcionaria me decía: ”Pero para qué empresa, si ya pagan impuestos” (¿!?!)
Aunque se siguió
discutiendo y proponiendo durante años, desde el primer momento quedó claro,
que seguían pesando más los dogmas y distorsiones, que la realidades y
necesidades. No sólo no se asimiló ni aceptó la diferenciación del trabajador
individual, alegando que había tiempo para ello, y con eso se daba a conocer
que no se entendía cómo funciona un sistema social y económico vivo, sino que
no se asumieron las nuevas relaciones económicas y sociales necesarias que se
iban a producir al poco tiempo, cuando se aprobara la ampliación del TCP, con
lo cual las previsiones se fueron al olvido. Es el caso del derecho de los
trabajadores, que puede parecer un tema más blando. Aunque no serían trabajadores estatales, serían
trabajadores, y ya esto era difícilmente asimilable. El Estado socialista, con
nuevas cualidades, sí tenía una obligación con ellos, como parte del sistema de
propiedad, no como una parte flotando ni como apéndice. Tenía la obligación de
protegerlos, al mismo nivel que los trabajadores estatales, más allá de cuotas
y sindicalización.
Así vemos hoy, en
tiempos de crisis, con razón, análisis críticos acerca de ese trabajador
contratado, contratado por alguien que es también cuenta propia, desprotegidos,
uno y otro, en una actividad que debe seguir creciendo y desarrollándose. No
sólo en cafeterías, restaurantes, venta de café, o arrendamiento de vivienda,
sino en producciones y tecnología, que
están vinculados a inversiones, comercio y mercado. ¿Es que por ser trabajador
por cuenta propia propietario, al no ser reconocido como empresa, ni tener
vínculos ni obligaciones como empresa con el Estado, como parte del sistema de
propiedad, no tiene derechos del Estado, o son los mismos que aquel le da a los
contratados , es decir, casi ninguno? ¿Es que así se crea confianza para los
nuevos desarrollos necesarios de la propiedad privada como parte del sistema de
propiedad socialista?
¿Cómo se ve
entonces el futuro, del mañana y pasado mañana, con restricciones por todas
partes, que se suman a un escenario propio de ayer de por sí conflictivo? Punto
de inflexión es el punto donde algo sufre un cambio de sentido, no de
dirección. Este momento es realmente no bueno, sino un momento necesario para
hacer la reestructuración económica, de tal manera que sea un estímulo para el
potencial humano que hay en el país, que debe resolver los problemas de mañana.
Nuestra economía y política deben operar de acuerdo con el futuro previsible.
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