POR SAIMI REYES CARMONA
La Habana, 1 ago (ACN) La crisis mundial provocada por la COVID-19 no solo es sanitaria, pues ya se ha anunciado que los mercados de alimentos enfrentarán muchos meses más de incertidumbre relacionada con la COVID-19.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO, ha dicho que varios sectores, como el agroalimentario, pueden mostrar resistencia a la crisis, si bien ahora mismo la mayoría de los mercados esperan una importante recesión económica mundial.
Alimentos de primera necesidad como el trigo, el arroz, los cereales en general, la carne, el azúcar, las semillas oleaginosas y sus derivados, la leche y los productos del mar, han visto cambios en sus niveles de producción promedio: algunos han aumentado, gracias a la demanda mundial, y otros, debido a problemas climáticos, políticos o sanitarios, se han producido en menor cantidad.
Esta pandemia es una emergencia que no tiene antecedentes en el mundo moderno, pero los expertos han calculado algunas de sus afectaciones futuras basándose en el impacto de la Gran Recesión que culminó en 2009.
La Perspectiva Económica Mundial más reciente del Fondo Monetario Internacional (FMI) (abril de 2020) pronostica una recesión global por una caída anual del tres por ciento en el PIB mundial en 2020.
Esto es bastante similar a lo ocurrido en 2009, por lo que se espera que el crecimiento mundial se recupere en 2021, con una tasa de crecimiento anual del 5,8 por ciento, pero la producción acumulada si se verá afectada por falta de transporte, y estas pérdidas se estiman en nueve mil millones de dólares.
Las proyecciones del Fondo también sugieren que ningún grupo de países, ricos o pobres, escapará de la contracción económica, y se espera que los países de altos ingresos experimenten recesiones más profundas y duraderas.
Según la FAO, es probable que los entornos económicos recientemente proyectados desaten profundos impactos en la demanda de alimentos, el acceso a los alimentos y resultados nutricionales, a finales del próximo año.
Para amortiguar la crisis que se avecina se planifica guardar: recolectar existencias de manera que ayuden a compensar las carencias por la falta de producción del periodo de cuarentena al que se expuso el mundo y que evitó que, por ejemplo, quedaran inactivas las flotas pesqueras.
Igualmente, los expertos consideran que será importante la distribución de esas existencias entre países, ya sean exportadores e importadores, y en particular su concentración sobre los principales almacenadores.
En el mundo, por el momento, comenzaron a dispararse los precios de las frutas y el pescado, y a esto le siguió el aumento de otros productos, normalmente considerados de fácil acceso, pues la falta de alimentos frescos lleva al sobreconsumo de alimentos enlatados y azúcar.
Esto se debe a que hay menos trabajadores recolectando, pero también al confinamiento, que hace que las personas compren y necesiten más.
En medio de esta situación, además, las fronteras nacionales están cerradas y Cuba, una Isla, se ha visto privada de muchos productos que debían llegar por varias vías, además de que el país está produciendo menos de lo que necesita para cumplir sus planes y mucho menos de su demanda real.
La pandemia sorprendió al archipiélago inmerso en el Plan de Soberanía Alimentaria y Educación Nutricional, que tiene como bases los programas de autoabastecimiento municipal y de agricultura urbana y suburbana, así como el desarrollo de las cooperativas de frutales, según explicó en marzo la doctora Elizabeth Peña Tuerruellas, jefa de la dirección deAgricultura Urbana, Suburbana y Familiar del Ministerio de la Agricultura.
El Plan diseñado, y en el cual han trabajado de conjunto los diferentes ministerios del país, ofrece directrices para la gestión de trabajo del Estado cubano en la organización de sistemas alimentarios territoriales soberanos y sostenibles que integren la producción, transformación, comercialización y consumo de alimentos y al fomento de una cultura alimentaria y educación nutricional que contribuya al logro de una población saludable.
Entre otros temas estratégicos, el plan debe seguir en pie a fin de ayudar a disminuir la dependencia de las importaciones de alimentos e insumos; garantizar la calidad e inocuidad y disminución de las pérdidas y desperdicios de alimentos; consolidar los sistemas alimentarios locales; y movilizar los sistemas educacionales, de la cultura y de la comunicación para fortalecer la educación alimentaria y nutricional, según argumentó Peña Tuerruellas.
El Sistema mundial de información y alerta sobre la alimentación y la agricultura, (SMIA) ha publicado en su informe de junio sobre Cuba que, en medio de la baja disponibilidad de insumos y combustible, el Gobierno está promoviendo el uso de la tracción animal, la siembra de cultivos de ciclo corto y la producción local de semillas.
Como resultado de estas iniciativas, los expertos de SMIA pronostican que la producción total de cereales será ligeramente superior a la cosecha en 2019, pero se mantendrá por debajo del nivel promedio.
Estos expertos pronostican, además, que los requisitos de importación de cereales continuarán disminuyendo en la campaña de comercialización 2019/2020, debido sobre todo a la disminución de la población desde 2018.
A todo eso se suma que la capacidad del país para importar se ve limitada por sanciones internacionales más estrictas impuestas en el último período a causa del bloqueo económico, comercial y financiero que impone el gobierno de los Estados Unidos.
Para combatir esto, según se conoce, el Estado decidió asignar recientemente algunas cuotas de combustible, anteriormente destinadas al sector turístico que ahora está gravemente afectado por el brote de COVID-19, a actividades agrícolas.
El Gobierno también planea proporcionar financiación a los empleados de las empresas que se han visto afectadas por la pandemia y ampliar la cobertura de los centros de suministro de alimentos.
En tal contexto, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, presidente de la República, se reunió el 11 de julio con científicos y expertos vinculados a temas de soberanía alimentaria y nutricional donde abogó por abordar este asunto desde un punto de vista integral, y se reconozcan todos los eslabones en materia de alimentación.
En esta reunión de trabajo —la segunda desde que se decidió extender a la producción de alimentos el mismo sistema utilizado para enfrentar la epidemia de la COVID-19 desde la ciencia — el Jefe de Estado resumió los dos aportes esenciales que han surgido de estos primeros intercambios con la comunidad científica: el diseño de las políticas y las normas jurídicas para la extensión agraria y también para los bioproductos. Esto hay que empezarlo a trabajar de inmediato, indicó, con el apoyo de juristas desde el inicio.
Por tanto, desde el día 16 de julio el país cuenta con normas jurídicas que regula los recursos zoogenéticos, con la cual se prevé aplicar un grupo de medidas que favorezcan la recuperación genética animal en el país y contribuyan a la producción de proteína.
Evidentemente, todas las medidas que antes se habían proyectado en el país para lograr soberanía alimentaria ahora son prioridad nacional, pues la crisis es global, pero la economía nacional ya estaba resentida.
Ahora, más que nunca, habría que rescatar la visión estratégica del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, quien desde el inicio de la década del 60 del pasado siglo se refirió a la importancia de la fertilización de los suelos con microorganismos e impulsó el programa nacional de lucha biológica y otros proyectos destinados a utilizar la ciencia en la producción agroalimentaria.
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