Otra vez se ofrece una buena oportunidad para
romper fronteras entre disciplinas y con conceptos de una reflexionar acerca de
problemas actuales y situaciones que se pueden presentar, hoy y mañana.
A
diario se leen artículos, cada vez más profundos e integradores acerca de los
problemas económicos y sociales actuales, y de las estrategias, medidas y
acciones que se adoptan para enfrentar la profunda crisis económica a nivel
mundial, agravada por la pandemia, que en Cuba toma proporciones y
características únicas, cuasisingulares. Sin supuestos, pero el bloqueo
económico, financiero, comercial, y de todo tipo, tiene un peso tan decisivo, e
integrador, que se muestra no sólo en la vida cotidiana, sino a nivel mental y de
razonamiento, lo que condiciona en buena medida, lo que se hace, lo que se
propone, y los límites de lo posible. Pero, sin autoengañarnos, este es sólo
uno de los problemas, que incide y ha incidido y formado una manera de pensar y
de actuar durante más de medio siglo. La acumulación de problemas hoy es más
visible que nunca antes, y buena parte se debe a la postergación de medidas
propuestas en los últimos 25 años.
En
todas partes en el mundo, hoy se discuten y aprueban llamados programas y
planes de ayuda y de créditos, que toman diferentes formas, sin los cuales difícilmente
saldrían de este momento crítico, incluso los países considerados entre los más
ricos. Estos cientos y cientos de miles de millones, buena parte de ellos
aprobados como créditos, entre amigos, hay que devolver a largo plazo. No es
este el objetivo del artículo, sino sólo alertar que la situación actual y las
propuestas de transformaciones, si se quiere de reformas, se hacen, no sólo a
destiempo, eso ha sido señalado muchas veces, y alertado desde los momentos en
que fueron hechas las propuestas, sino en situación financiera, crediticia,
comercial, a lo cual se suma la situación productiva, competitiva, realmente nunca antes tan conflictiva, y sin
apoyo necesario visible a nivel internacional. De esto también se ha escrito
bastante. De los artículos y análisis críticos así como de las dudas, preguntas
y propuestas que se hacen no es difícil darse cuenta de la gran capacidad
intelectual y profesional que hay instalado en los centros e institutos de
investigación de las ciencias sociales, que han sido hasta hoy, sistemática y
continuamente desaprovechados, tanto como la llamada tasa del llamado capital
humano calculado hace ya décadas como entre las más altas del mundo, pero con
evidencias de investigaciones que mostraban muy baja realización.
Tal como la desigualdad no se puede solucionar con medidas iguales, así mismo hoy día una asociación simétrica, o como decíamos hace diez años atrás, una integración de las formas de propiedad a nivel de sistema de propiedad, no se resuelve con medidas y políticas iguales o similares, sino precisamente con tratamiento y políticas diferenciadas, pero integradoras. Para no repetir lo expresado por Monreal en el artículo sobre el desarrollo local, quizás hoy una de las principales dimensiones donde se deben desarrollar las relaciones tanto tiempo desatendidas, hay evidencias y experiencias de las que se pueden y deben sacar lecciones. Y son las reformas, o no reformas, que se llevaron a cabo en los países socialistas de Europa del Este. Si se va a estas experiencias, y se lee lo que ocurrió desde los años sesenta, pero sobre todo en los años setenta, de regreso a la centralización, cuando aquello que se comenzó y tuvo un final abrupto en 1968, en todos los países, unos más otros menos, otros nada, se trató de buscar la complementariedad entre las formas de propiedad, diría a contrapelo, con muchas autolimitaciones, sin modernizaciones, sin modificación ni de las estructuras ni de las funciones, ni sobre todo de las relaciones entre los productores, y los resultados, y contra la voluntad de una parte de la dirigencia.
El tomar el ejemplo de Hungría. Yo puedo llevarlo un paso más allá, a Yugoslavia, porque en los años ochenta, fue no un paso, sino corrió una carrera, frente a los problemas de baja productividad, baja competitividad a nivel internacional, falta de inversiones productivas, créditos, problemas financieros, alta inflación, y agrego uno, quizás siempre poco considerado y no
siempre mencionado, la autogestión cuasiparalizada; y no hablo de autogestión
obrera que a veces se menciona como parte del experimento yugoslavo, sino de cómo
se concibió originalmente, como un proyecto de autogestión social. Pero, se
paralizo políticamente, porque debía interesar estructuras administrativas,
partidistas y, en este caso federales. Esto se comenzó a desconocer, y no hacer
caso ni a los economistas, ni a los sociólogos, mucho menos a los filósofos.
Así se llega a los 80 y a finales de la década estaba en todo su esplendor la
reforma "neoliberal", con la cual dio una imagen que los demás le veían
sólo la espalda.
En realidad, se elevó el nivel de vida, también el costo de
vida, se disparó la corrupción, y la casi totalidad de las empresas que se
formaban, eran de importación. Se vivió un espejismo, sin mejoramiento de la
productividad, ni cambio de tecnología, ni las inversiones requeridas, tampoco
cambiaron las relaciones entre los niveles de decisiones, y el nivel de empresa
y del colectivo laboral se convirtió en un recuerdo, o instancia formal. El
empresario, ante tanto cambio, de palo pa rumba, como se dice, realmente no
sabían que bailar.
Pero, válido tanto para uno como el otro ejemplo, es el caso de los empresarios, directivos de empresa. Y es donde quiero detenerme. Con el personal profesional que debe tener la mayor carga para interpretar y dirigir a nivel de base las medidas propuestas, y otras que deben venir, en un ambiente cambiante, con actitudes y comportamientos que deben superar lo aprendido, precisamente para provocar cambio de actitudes y de actuaciones. Una cosa era cuando se pasaban cursos, uno tras otro, conocí a directores hace treinta años atrás que habían pasado ocho cursos de dirección, pero era para perfeccionar la planificación central tradicional, con sus principios fundamentalistas de los años sesenta, y la gestión interna no implicaba grandes cambios, aun cuando debieron haberse producido. Como el niño no aprende a caminar de un día para otro, ni el empresario estatal va a cambiar de la noche a la mañana, y tampoco el productor privado, emprendedor, o como se denomine.
Ambos, tendrán hábitos aprendidos, caminan unos,
otros buscan formas de desplazamiento, pero ambos tendrán que cambiar los
sistemas básicos para acabar de desarrollarse Sin entrar en el debate si se ha sufrido de una protección o sobreprotección, creo que es lo segundo, las prácticas durante tres generaciones de formas de dirección han llevado, a unos a sentirse protegidos, a otros a sentir necesidad incuestionable de (sobre)proteger, con independencia de la calidad y preparación del directivo. Esto ha llevado, durante décadas, a que los empresarios y directivos, ya crecidos, formados, se les ha tratado como personas desvalidas, que necesitan cuidados, como los niños que no caminan, lo
que los convierte en dependientes y poco autónomos. En consecuencia, aunque les digan que se levantes y caminen, siempre van a esperar una mano para hacerlo, sea cual sea la situación. Es lógico, lo que no lo es que, al llegar el momento de soltarlos, los sigamos sosteniendo de la mano. Bueno, ¿cuál sería la mano que necesitan ahora? Apoyo. Quizás más que todos los cursos que se han organizado en estos años, tratando de modernizar la dirección, o administración, se requiere de mucha voluntad propia. Las consecuencias desastrosas que puede llevar la sobreprotección, no se van a aprender en ningún curso de superación. Depende de la persona y su personalidad, además de la preparación profesional.
La baja autoestima, sólo puede ser superada enfrentando las situaciones, y saber que sabes y puedes hacerlo. Es un proceso que tiene precio, para todos, pero es un proceso de aprendizaje de superación de inseguridades. Si ante estas
situaciones, se muestra una actitud similar de los niveles superiores de baja tolerancia, cualquiera que sea, seguirán esperando que les indiquen qué hacer.
El control del empresario no será su control, sino el control del protector. Si no se establecen las relaciones sobre bases nuevas, se seguirá con miedos, unos por hacer, otros por como lo van a hacer, y para ambos cada situación se convertirá en una amenaza. Por lo tanto, para que haya sobreprotección, debe haber dos partes implicadas, una protegida y otra
que protege. Desde luego, en todo este proceso se pone de manifiesto quien es
quien, y, sobre todo, de parte del protegido se muestran sus capacidades
reales, y la relación se convierte en una colaboración, en un nexo gratificante
para ambas partes.
- Dar oportunidad a demostrar que puede
- Que desarrolle destrezas para sobreponerse
- Desarrolle capacidad para la toma de decisiones, solución de problemas
- Desarrolle la capacidad de esfuerzo
- Dándole autonomía real para que tome decisiones
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