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lunes, 16 de mayo de 2016

Un peligroso repliegue de las reformas en la agricultura cubana. Una propuesta para que continúe el experimento.



Por Pavel Vidal Alejandro, Cuba Posible  2016-05-16

Después de finalizado el VII Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), tal vez la peor secuela que quede para la reforma de la economía cubana es la decisión de frenar el experimento en la comercialización agrícola en las provincias de La Habana, Artemisa y Mayabeque. Si bien aún no se desmonta completamente el experimento, se han decidido este año un grupo de regulaciones que apuntan hacia la dirección contraria, una vez que se retoman los mecanismos de acopio estatal y se fijan topes a los precios. Lo sucedido pudiera tener implicaciones que rebasan el sector de la agricultura. Una distorsionada interpretación de los resultados del experimento podría ralentizar aún más las necesarias reformas de mercado para la economía en general. 

Aun cuando no se han publicado las estadísticas de inflación para el cierre del año pasado, la evidencia parcial confirma que hubo un repunte de los precios de los alimentos, lo cual motivó un grupo de reacciones culpando a las reformas de mercado introducidas en tales provincias. 

En el imaginario popular existe la impresión de que los intermediarios privados en la agricultura, controlan los precios y forman oligopolios. Este es una tesis alimentada por la prensa estatal y que también salió a relucir en el VII Congreso del PCC. Dadas las características del mercado en cuestión y el número de agentes participantes en el proceso de comercialización, parece extremadamente difícil que ello pueda ocurrir. No es el tipo de mercado que se presta para este tipo de prácticas. Pero en caso de que existan dudas, la manera que se tiene para acabar con cualquier vestigio de control sobre un mercado es la eliminación de las barreras a la entrada de nuevos participantes. 

Este es un experimento que comenzó apenas en 2013. Para las citadas provincias se iba desmantelando el sistema de comercialización centralizado regido por la empresa estatal conocida como Acopio, y en su lugar, se ponían en práctica los nuevos mercados mayoristas, donde operaban como intermediadores comercializadores trabajadores por cuenta propia y cooperativas, y los precios se ajustaban de acuerdo a la oferta y a la demanda.

Sobre el mercado agropecuario impactaron en 2015 dos tipos de choques, uno por el lado de la oferta y otro por el lado de la demanda, los cuales hubiesen conducido a un incremento de precios en cualquier país y en cualquier mercado regido por la oferta y la demanda. 

Por el lado de la oferta, la agricultura cubana sufrió un evento de sequía generalizada, lo que limitó la capacidad productiva de un grupo importante de alimentos. También ocurrió en Colombia y otros países de la región debido al fenómeno del Niño, provocando el mismo efecto sobre la inflación en 2015. Sucede cada cierta cantidad de años, pero se conoce que son eventos transitorios, que no tienen un impacto dilatado en el tiempo sobre la inflación. Por tanto, se recomienda que los bancos centrales no apliquen una política monetaria contractiva ante dicha coyuntura. Se entiende que es un ajuste puntual y necesario del mercado ante una nueva realidad. Se reconoce que cualquier respuesta de la política económica sería contraproducente para el desempeño del sector y para la economía en su totalidad. 

En 2015 también tuvo lugar en Cuba una expansión de la demanda de alimentos. Aumentó en dos dígitos el crecimiento de la llegada de turistas, lo que se unió a la multiplicación de los paladares y al incremento del salario nominal promedio en el sector público. ¿Qué se esperaba que sucediese frente a esta situación? Pues dos cosas: que aumenten los precios y que aumente la producción. Para que aumente la producción, los productores tienen que verse incentivados por el incremento de los precios. Pero también hay que tomar en cuenta que en la medida que menos responda la producción al incremento de la demanda, mayor y más dilatado en el tiempo será el incremento de los precios. Todo depende entonces si la producción tiene capacidad potencial de atender los nuevos requerimientos de la demanda.

En 2015 el sector privado no fue el único que sufrió los embates de la demanda. Por ejemplo, la red de tiendas estatales en pesos convertibles y la producción de cerveza vieron agotados sus inventarios, lo que derivó en desabastecimiento en los mercados e incremento de las importaciones, fenómenos aún más perjudiciales para el crecimiento económico y el equilibrio de la balanza de pagos internacionales que un incremento puntual de la inflación. De hecho, a partir del reforzamiento del sistema de Acopio y la colocación de topes a los precios, no se puede esperar otra cosa durante el año 2016 que más escasez en los mercados agropecuarios e incremento de las importaciones de alimentos. 

No es preciso haber cursado semestres de microeconomía o macroeconomía para poder entender cómo los anteriores factores fueron los responsables del incremento de los precios, y no los intermediarios. Si se hubiese explicado adecuadamente a la población, es muy probable que se hubiese entendido sin mucha dificultad. Sin embargo, pudo haber sucedido que los diseñadores de la reforma no lograron presentar de manera convincente los argumentos que explican el alza de precios y las razones esenciales que justificarían seguir avanzando en el experimento. Es plausible asumir que un escenario como ese haya creado oportunidades a las fuerzas que se resisten a los cambios, que oficialmente se reconoce que operan en el país. El resultado ha sido una retracción a la ya comprobada ineficiente estructura de acopio estatal, caracterizada por un limitado espectro de productos a contratar, pérdidas de parte de las cosechas por incumplimientos en la recogida de los productos, deterioro de la calidad de los productos y grandes deudas con los campesinos y cooperativistas. ¿Quién puede asegurar y con cuáles argumentos que estos problemas no se repetirán?

Naturalmente, hay cosas que corregir. La reacción de la agricultura a todos los cambios y a la expansión de la demanda en 2015 ha sido muy débil. Pero ello no debe conducir a desmontar las transformaciones que van en la dirección correcta solo porque no hayan dado suficientes resultados. Lo que se requiere es completar las reformas apoyadas en los mecanismos de mercado que los propios Lineamientos del VI Congreso habían indicado para la agricultura, no retroceder a lo que, bien se sabe, no ha funcionado por décadas.

¿Qué cambios se han introducido en el sector agrícola cubano?

La agricultura es el sector de la economía priorizado con mayores transformaciones. En 2008 comenzó la entrega de tierras ociosas a productores agrícolas individuales y cooperativos en la forma de usufructo por 10 y 25 años respectivamente. En 2012 se instrumentaron nuevas flexibilizaciones, como la elevación del máximo de tierra por productor de 40 a 67 hectáreas, algunas facilidades para la obtención de algunos insumos y la posibilidad de construir viviendas e infraestructura en las tierras entregadas. 

Se ha venido intentando transformar el funcionamiento de las Unidades Básicas de Producción Agropecuaria (UBPC), que es el tipo de cooperativa que cuenta con las mayores extensiones de tierra para actividades agropecuarias. Se produjo una reorganización de las estructuras estatales que regulan el sector con la intención de favorecer la descentralización hacia las instancias locales y el desarrollo de la agricultura urbana y periurbana. 

Los productores agrícolas igualmente se comenzaron a beneficiar del nuevo marco financiero que abrió el crédito y los servicios micro-financieros desde los bancos estatales, en este caso con tasas de interés preferenciales para los usufructuarios durante los dos primeros años de explotación de la tierra. Adicionalmente, se tomaron acciones para hacer posible que las cooperativas agrícolas y los campesinos privados puedan venderle directamente a los hoteles y entidades turísticas estatales. 

Sin embargo, la respuesta productiva a todas estas medidas ha sido insuficiente. En la mayoría de los análisis que se hacen de la agricultura cubana se esperan ver los resultados en la disminución de los precios de los alimentos. Aquí también tendría un criterio diferente dado que la deflación no es favorable para las economías y lleva a un desincentivo de la producción. La reforma en la agricultura, de ser exitosa, debería permitir, con su producción, que los aumentos de los salarios y los ingresos de las familias no deriven en una inflación de igual proporción, sino que terminen siendo incrementos de los ingresos reales. 

El año 2015 demostró que todavía no hemos llegado a este punto. Y este no es un fenómeno puntual que se podría justificar con el poco tiempo que han tenido los agricultores para reaccionar. El crecimiento promedio anual del sector agropecuario cubano del año 2008 hasta el año 2014, según las cuentas nacionales de la ONEI, ha sido de apenas un 0,9 por ciento.

¿Cómo completar las reformas de mercado en la agricultura? Una propuesta a partir de la experiencia de Vietnam

Lo que se ha hecho desde el 2008 hasta la fecha en la agricultura cubana no es para nada despreciable, son medidas importantes y que parecen apuntar en la dirección adecuada. Pero han tomado ocho años para ponerse en práctica. 

Dada la estructura de la economía cubana, en ocasiones he propuesto que se debería aplicar una reforma con dos velocidades: más lenta para la empresa estatal y más acelerada en el sector agrícola y privado. Las reformas graduales en la empresa estatal tienen una justificación; la experiencia internacional ha mostrado que la empresa estatal tiene altas posibilidades de colapsar si se somete a un cambio repentino del entorno económico. Pero no hay razones para mantener una reforma gradual en la agricultura. 

La ventaja de la agricultura es que está integrada por pequeñas y medianas entidades económicas y predomina el sector privado y cooperativo. La experiencia internacional evidencia que la pequeña y mediana empresa resiste y responde satisfactoriamente a una reforma acelerada. Es un sector donde los diseñadores de la reforma pueden ganar tiempo y ofrecer resultados a corto plazo. Por esta vía estarían en condiciones de sumar apoyo popular a las trasformaciones y quitarles argumentos a las fuerzas que se resisten a los cambios.

Vietnam, país referenciado en el Informe Central del VII Congreso, es un ejemplo donde las reformas de mercado resultaron favorables para la agricultura. El crecimiento promedio del sector agrícola vietnamita en los primeros siete años de transformaciones fue de 3,2 por ciento, luego se aceleró a 3,9 por ciento como promedio en la década de los noventa. Ello permitió incrementar las exportaciones, eliminar la libreta de racionamiento y mejorar los ingresos reales de las familias.

Es cierto que hay factores demográficos que diferencian sustancialmente las potencialidades del sector agrícola cubano en relación a Vietnam, dado que la cubana es una población urbana y envejecida. Por tanto, la recomendación para los diseñadores de la reforma cubana sería que, ante la falta de fuerza de trabajo, se deberían aplicar todos los cambios necesarios para que los productores agrícolas cubanos tuvieran un acceso directo y sin restricciones a la tecnología y al capital. 

El país cuenta con un grupo importante de centros de investigación, pero sus resultados no siempre llegan al campo (1). El mercado de bienes de capitales prácticamente no existe. Los instrumentos, maquinarias y medios de transporte con que trabajan los campesinos y los comercializadores tienen décadas de obsolescencia. A eso se añade un mercado de insumos insuficiente e inestable. Obviamente, en 2015 los agricultores no tenían capacidad potencial para responder con más producción al incremento de la demanda. 

¿Cómo lo hizo Vietnam? Pues eliminó las restricciones para el acceso directo a los bienes de capital e insumos importados. La devaluación y unificación de las tasas de cambio, la eliminación de los monopolios estatales en el comercio externo y la flexibilización a las restricciones a la importación fueron la fórmula (2)

A partir de esta experiencia, por qué en vez de topar los precios y reforzar el sistema de acopio estatal en las tres provincias, no se amplía el experimento con las siguientes medidas: 

1.    Se deja que inversionistas extranjeros y cubanos abran mercados mayoristas de insumos y bienes de capital para los agricultores y comercializadores (3). Deben ser varios y de diferentes tamaños, para lograr competencia. También pueden establecerse empresas mixtas con el Estado. Pero ninguno debe contar con poder de monopolio. 

2.    Se permite que este mercado incluya crédito comercial para que los agricultores y comercializadores puedan pagar en plazos. Los bancos estatales también ofrecen crédito para comprar en estos mercados. Se le da también entrada en el experimento a los proyectos internacionales que desde hace años han manifestado interés en apoyar las micro-finanzas cubanas.

3.    Se establece un mecanismo cambiario para que las empresas que operen los mercados de insumos y bienes de capital puedan comprar dólares a la tasa de cambio de 24x1. Los dólares provendrían del ahorro que tendría el país por la sustitución de importación de alimentos y de las ventas a los turistas.

Ahora que se piensa poner en marcha la reforma monetaria, esta podría ser una variante para que la unificación de las monedas ofrezca efectos reales en el corto plazo. Ahora que el turismo parece convertirse nuevamente en el motor de la economía, puede ser esta la vía para que sus impactos halen a la agricultura y sus implicaciones favorables se multipliquen. Nos encontramos frente a una excelente oportunidad para ampliar el experimento en la agricultura cubana y sin ninguna justificación para revertirlo. 

Fomentar el acceso a capital y a créditos es una manera de eliminar barreras a la entrada de nuevos emprendimientos. Por tanto, la anterior propuesta también serviría para multiplicar el número de participantes en los mercados agrícolas y por esta vía mejorar su eficiencia. 
Para eliminar barreras a la entrada, se requiere además que el proceso burocrático para obtener licencias como privado en la agricultura y para adquirir tierra en usufructo debe tender a costo cero, lo que implica además que sea sencillo y que no demore. La reforma de las UBPC y de las actuales cooperativas agropecuarias debe continuar, para que, con un adecuado respeto a los derechos de propiedad y a su autonomía, tales actores incrementen su presencia en la producción y la comercialización. Los participantes actuales y potenciales se involucrarán cada vez más en la medida que aprecien garantía a los contratos y estabilidad en las políticas para el sector.

Cuba tiene la tasa de formación de capital más baja de América Latina. La variable que internacionalmente muestra una correlación más clara con el crecimiento económico es precisamente la inversión: lo han demostrado los países asiáticos incluyendo Vietnam. En el momento que el flujo migratorio se incrementaba en los últimos años otros cubanos confiaron en la apertura de los mercados en la agricultura y decidieron invertir sus ahorros y ponerle esfuerzos al sector agrícola. Son muchas las expectativas sobre la economía cubana, pero no son infinitas. Para lograr definitivamente aumentar y sostenerse la inversión nacional y extranjera se requiere aportar confianza y seguridad a los cambios. Los retrocesos no ayudan.


Notas:

1. Ver Nova, A. 2013. El Modelo Agrícola y los Lineamientos de la Política Económica y Social en Cuba. Havana: Ciencias Sociales.

2. Ver Dollar, D. 1993. “Vietnam: Success and failures of macroeconomic stabilization”, en Ljunggren, B. ed 1993, The Challenge of Reform in Indochina. Cambridge: Harvard Institute for International Development; y Riedel, J y Comer, B. 1995. “Transition to a market economy in Viet Nam” in Wing, T. W., Parker, S. and Sach, J. eds. Economies in Transition: Comparing Asian and Eastern Europe: The MIT Press.

3. En realidad un mercado de bienes de capital e insumos competitivo (sin monopolios) no debería ser solo para los agricultores, sino que debería estar disponibles para todos los agentes económicos: cuentapropistas, pequeñas y medianas empresas privadas, empresas estatales, empresas mixtas y empresas extranjeras. El experimento podría comenzar con los agricultores, pero el objetivo final debería ser expandirlo a toda la economía.

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