Hasta ahora, y a lo largo de seis décadas no han sido pocos
los cambios, o reformas si se quiere, muchas veces exagerados los
impactos, y no pocos, no han llevado al
impulso del crecimiento, en condiciones
y circunstancias concretas particulares, hasta singulares, y tampoco han
llevado a la eficiencia necesaria, y que
se mantenga en el tiempo.Ambos son más
que necesarios, El factor común necesario, la consistencia a medio y largo
plazo.
Para eso están los planes, programas, estrategias,
escenarios. No se puede seguir siendo reflexivo, ni responder o actuar luego de
la ocurrencia de los hechos.
En todas partes, para no engañarnos, la necesidad es el
beneficio del crecimiento económico para tantas
personas como sea posible y a corto plazo, de inmediato. Por tanto, todo
ello implica que una respuesta, solución o acto, tenga en cuenta y calcule el éxito
posible, lo cual a su vez requiere del reconocimiento de las limitaciones,
clave para el crecimiento y de centrarse en un pequeño número de objetivos
alcanzables. Para eso, quizás lo más importante sea el conocimiento acumulado,
el conocimiento colectivo.
Las debilidades estructurales, que son tantas, y que se (re)conocen,
es imprescindible investigar, actualizar y hacer los cambios necesarios para fortalecerlas
a lo alto y largo a todos los niveles, de modo tal que permitan una dinámica
diferente con una actuación más que proactiva.
Tanto tiempo habituados a estar a la defensiva, o “a la
espera“ que es lo mismo, crea una mentalidad
conservadora, cerrada, y esta no se corresponde a los tiempos de la
ofensiva necesaria, donde cada día y hora cuenta. No se puede estar, al mismo
tiempo, a la defensiva y a la ofensiva.
La administración estatal, sobre todo en las nuevas
condiciones, debe asumir la plena responsabilidad, y no estar sujetos a extrusión
o desplazamientos forzados, cuando no hay más remedio, o buscar derivaciones
sin elegir la óptima vía, solución o medida. La ciencia económica para resolver
un problema particular tiene muchas recetas y la tarea de la economía política
es elegir la óptima.
Recordemos que Economía Política es la ciencia que trata del desarrollo de las relaciones sociales de
producción; o todas las actividades económicas que el hombre realiza con el fin de
satisfacer sus necesidades. Para eso existen las leyes económicas que
rigen los procesos de la producción, la distribución, el cambio y el consumo de
los bienes materiales en la sociedad humana, en los diversos estadios de su
desarrollo.
El objetivo, una vez
más, es la vida económica, o actividad económica para algunos, y todos los
esfuerzos que se realizan para satisfacer las necesidades de ciertos bienes y servicios de los seres humanos. Las
opciones son muchas. Los economistas políticos marxistas tienen el objetivo
explícito de, primero, criticar y, segundo, transformar a la sociedad. Con el
objetivo de describir y de transformar, el papel de la crítica es
fundamental.
La EPM, en el plano de la teoría, como otros paradigmas
académicos, ha experimentado diferentes
renovaciones, en el último siglo
y medio, neomarxismo o el postmarxismo hasta el marxismo analítico y la economía política crítica; mejor dicho,
una visión general del marxismo occidental casi desconocido hasta hace poco, o evitado,
o abiertamente rechazado por la academia, partidos y/o políticos del llamado “socialismo
real“.
Stephan Resnick y Richard Wolff (2006) han clasificado
estas perspectivas, conectadas de alguna manera en la tradición de las ideas de
Marx, en las siguientes seis categorías generales.
Las teorías de
propiedad enfatizan la distribución desigual de la riqueza y la propiedad de los
medios de producción. El conflicto de clases, la explotación y otras dinámicas
dentro del sistema capitalista surgen como consecuencia de la distribución de
la propiedad.
Las teorías del poder enfatizan el poder y
las estructuras de autoridad, así como la posibilidad de que algunas clases
(por ejemplo, los capitalistas) movilicen el poder (como la violencia física o
el poder institucional ejercido por el estado) para, por ejemplo, obligar y amenazar
a los trabajadores a trabajar en condiciones de explotación.
Las teorías de la
acumulación enfatizan el implacable impulso de la acumulación interno al capitalismo
como la fuerza motriz del mismo y, por tanto, reproduce todas las demás
dinámicas y relaciones sociales.
Las teorías de las
fuerzas de producción enfatizan las tecnologías productivas como
determinantes de la estructura de una sociedad y las relaciones que se forman
entre sus integrantes.
Las teorías de la
conciencia enfatizan la importancia de la cultura y las ideas compartidas. Un ejemplo
destacado es la tradición gramsciana que teoriza sobre la “hegemonía”, donde la
dominación de los trabajadores por los capitalistas solo puede mantenerse si
los primeros aceptan esta relación de clase, que se justifica sobre la base de
ideas y teorías.
Las teorías de la
sobredeterminación no privilegian ninguna de las explicaciones antes
mencionadas de una manera determinista y se mantiene el énfasis en las
relaciones de clase y una postura crítica y emancipadora al teorizar sobre el
sistema capitalista.
Pero, y la EPM de la construcción socialísta, ¿dónde está?
¿Dónde
está una propuesta con comprensión dinámica de los procesos, sin causación
directa y las relaciones lineales, que tenga en cuenta múltiples causas y
momentos particupales?
¿Por qué ha sido tan difícil, o evitado,
explicitar y escribir de los cambios de
las sociedades que han intentado algo diferente, sobre la organización
económica y social sobre la base de una perspectiva emancipadora para establecer
una sociedad más justa que supere el capitalismo?
Y, cuando se han hecho los intentos,
incluso propuestas serias, han sido rechazados, no han trascendido, o se han
considerado contrarios a dogmas establecidos.
¿Por
qué han faltado análisis integradores de la economía, la sociedad y la
política, que no pueden ni deben ser privativos de una disciplina ?
Estos
tres campos son estructuras interdependientes que han evolucionado
históricamente, y debería ser objetivo primero del análisis de una economía
política marxista de la construcción socialista.
Sigue
desatendido por nosotros, y no precisamente
que no se haya escrito nada, pero evidentemente no ha sido ni leído, ni
aceptado ni asimilado.
El
trabajo en el capitalismo produce alienación. Los trabajadores asalariados no
dirigen su propio trabajo, a pesar de múltiples opciones técnico-organizativas
encontradas, propuestas y desarrolladas desde mediados del siglo XX, esta
situación se mantiene, a veces mucho menos evidente, más sofisticado, encubierto
con todo tipo de “jugosas zanahorias“, pero en su esencia se mantiene.
¿Es
que en el socialismo conocido los trabajadores no son asalariados, o dirigen su
propio trabajo como para pensar que han sido superados las dimensiones de la alienación en un mundo cada día más
alienado?
Alienación,
no sólo referida al trabajo, a la esfera del trabajo, sino alienación social y
política, que se puede manifestar de diversas formas en la vida cotidiana.
La estructura de producción (capitalista, en la cual la
organización y el tipo de actividad económica están determinados por poseedores
de capital), que separa a los trabajadores de las decisiones acerca de cómo
poner en uso su energía productiva, cómo apropiarse de los resultados del
trabajo, contribuye a una condición psico-sociológica y política en la que los
trabajadores están privados del significado de su trabajo y son reducidos a
objeto o instrumento del proceso de producción, más o menos socializado.
¿Es que luego de tantas evidencias de desarrollos anteriores,
no ha llegado el momento de acercar al trabajador a las decisiones de su
trabajo, a la utilización de sus instrumentos de trabajo y a los resultados del
trabajo?
El
fundamento de todo análisis marxista es la comprensión de la economía, de cómo
se reproduce el capital (¿no lo hay en la construcción socialista que conocemos?),
de cómo se mantiene la rentabilidad (u otro concepto si se quiere) y de cómo se
desarrollan las crisis, ¿está el “socialísmo“ libre de todo esto?
Si Marx predijo que el desarrollo del capitalismo como
sistema social se vería interrumpido por grandes crisis, que se volverían progresivamente más profundas
y más amplias hasta que el sistema desapareciera, ¿cómo influye esto en el
funcionamiento, crecimiento, y desarrollo de una parte pequeña del sistema
mayor?
¿Es que esta interacción no tiene, no tuvo, consecuencias
para la(s) sociedades socialistas y su falta de desarrollos creadores? Las
evidencias históricas, de las competencias, y luchas de todo tipo indican que
sí lo tiene. Entonces, ¿cómo se analiza y proyecta esto en el subsistema
“socialismo“ existente en un país
asechado y bloqueado económica, comercial y financieramente, como ningún otro,con
relación al sistema mayor?
¿Ha sido estudiado y asimilado los desarrollos de otras
sociedades en otras condiciones y circunstancias de la “guerra fría“ de la
segunda mitad del siglo XX las dificultades de todo tipo, desde económicas,
tecnológicas, hasta comerciales y financieras, hasta de formación y culturales?
¿O, ha sido todo explicado de forma mecánica, lineal, dogmática, sin análisis
críticos necesarios?
Los problemas de
modelos de gestión, de comprensión, asimilación e
intrerración-integración de los mecanísmos de mercado, ha sido una constante
desde los años 60 del siglo pasado, y aún antes. Las diferentes propuestas,
prácticas y acciones llevaron, o al rechazo de plano, o a aplicaciones
parciales, por lo tanto sin cambios necesarios de concepción, o a medidas no
sistémicas, que llevaron mas temprano tarde a diferentes formas y grados de desigualdad.
Aquí se cuenta también la implementación de la autogestión
obrera, que o se sigue rechazando de plano, con juicios negativos, pero también
falsas creencias sobredimensionadas, que es imprescindible conocer que tuvo
diferenciación en los diferentes períodos. Y, sobre todo, que no este modelo no
tiene agotados ni mucho menos sus posibilidades ni potencialidades de
emancipación.
Los diferentes momentos redistributivos tuvieron diferentes
grados y diferentes percepciones desde la autogestión. No caben dudas que el
fortalecimiento del mercado profundiza las diferencias entre los productores y
los que organizan y gestionan la producción, mostrando a las claras las
contradicciones del modelo de autogestión y el alcance de la participación
obrera en la empresa y en la política. Es así que se habla por distintos autores
de una autogestión de “abajo“ y otra de “arriba“. En otras palabras y más
llano; falta de procesos socializadores de todo tipo en todo tipo de
actividades.
Este conocimiento y análisis crítico de las
multicausalidades, deben servir de incentivo para levantar el llamado“bloqueo
interno“ que tanto daño hizo en el pasado no tan lejano, y sigue haciendo.
¿Por qué mantener por buenas ideas y conceptos erróneos, sobre
todo que no dieron resultados prácticos en tiempos y contextos diferentes, pero
que también fueron sometidos a análisis críticos, y propuestas que no fueron
aceptados, miles de documentos, eventos, muchas veces repetidos los
diagnósticos, por tanto sin resultados?
Estructuras,
planificación, mercado, salarios, productividad, innovación, inversiones, precios,
centralización-descentralización, autonomía empresarial, tecnología, competitividad,
calidad de producciones, relaciones
estado-ministerios-instituciones-territorio-economía local, incentivos para exportaciones,
financiamiento, divisas, nivel de vida, consumo, agricultura, cooperativas,
propiedad privada, participación, todos y cada
uno de estos problemas lo fueron en su momento, problemas en todos y cada uno
de los países del llamado “campo socialista“ en un período de cuatro décadas. ¿Cuáles
son las lecciones aprendidas, cuáles los errores asimilados, y las nuevas opciones
abiertas?
Con la progresiva apertura en los años 60 hacia el mercado
mundial, en mayor o menor medida, en los países socialístas de Europa, fue
necesario la devaluación de la moneda, es decir, que se llevara a un nivel más
real visto desde la perspectiva mundial del mercado, buscando mayor
competitividad, desde los niveles de (sub)desarrollo de cada país; y desde
luego, esto implicaba determinadas medidas de racionalización de la fuerza de
trabajo.
Todo el tiempo se osciló entre esta variante, y la variante
de evaluar las consecuencias políticas potenciales y disminución de la presión,
para recomenzar, una vez mas, en el nuevo ciclo de producción sin cambio de
idea. Mientras, el estándar de vida se mantenía a niveles anteriores sin
avances, o bajaba, produciendo efectos desintegradores a nivel social, visto a
la larga.
Las transformaciones de la globalización en los 70, y sobre
todo en los 80, agudiza los problemas, así como la disyuntiva de mantenerse en
los marcos establecidos, o buscar nuevas
maneras o accesos, tanto a nivel nacional como internacional.
Ya desde el año 1953, las propuestas de Malenkov, que buscaba
una mejora de los niveles de vida, marca un giro hacia la inversión de la
industria ligera y el comercio de bienes de consumo, lo que fue seguido por
casi todos los países del “socialismo real“. En los años 60 llegaron las
propuestas de Liberman, que defendía el principio de obtención de benefícios, y
del mercado para las economías planificadas, que luego en los 70 derivaba en
distintas opciones en diferentes países.
He
leído en estos días varios escritos de colegas acerca de las trabas y
obstáculos que tienen las empresas estatales. De esto está lleno la
bibliografía económica, sociológica, empresarial, desde mediados del siglo
pasado, por supuesto, la nuestra también.
Quizás,
lo más ilustrativo puede ser en estos momentos, un ejemplo propio, cuando hace
más de 3 décadas, investigando y haciendo consultoría en una de nuestras
grandes empresas industriales, con miles de trabajadores, no se superaban
planes, que eran menos del 10% del valor de los fondos básicos. En esa
empresa, se identificaron 9 niveles de decisión dentro de la empresa, desde el
obrero de línea hasta el director general, y contaba con un buró de proyectos
de cientos de especialistas y técnicos altamente calificados, que debían
esperar por un cuño de La Habana. ¿Para
qué seguir enumerando los niveles que estaban fuera y por encima de ella?
Sin entrar en
particularidades de cada país, que no es el objetivo, hay que recordar que los
años 70, y sobre todo los 80, llevaron a graves problemas económicos, políticos
y sociales acumulados, y mencionados arriba. Se redujeron las tasas de
crecimiento, aumentó la deuda externa y la economía se hizo más vulnerable. Se
sumaba la crisis energética que provoca escasez de comida y de productos
manufacturados, y los préstamos adquiridos para paliar la crisis provocaron el
aumento de la inflación.
El sistema se mostró altamente
ineficiente, incapaz de producir los bienes necesarios, ni siguiera daba
libertad de acción para encontrar el proveedor más barato ni controlar la
respuesta del consumidor ya que ambos venían dados por un plan. Tampoco se
podían hacer estimaciones de la elasticidad de la demanda producida por el
mercado. Los precios de los productos permanecían inertes, sin alterarse por
mucho o poco que se produjera determinada mercancía, y sin tener una clara
relación con la productividad ni con los precios de otras mercancías .
En condiciones no muy favorables, se
plantearon distintas opciones y profundidad de reformas, con vista a eliminar la normativa económica
existente, la cual ejercía un efecto limitado en el aumento de los
rendimientos. Se pretendía aumentar la competencia en el marco del mercado
regulado, asi como modificar el sistema de precios y salarios; crear un régimen
de incentivos y también perfeccionar las formas de dirección empresarial. Se le
dio un impulso considerable a las iniciativas privadas, que a partir de 1985 se
hicieron más extensivas, sobre todo en la esfera de los servicios, alcanzando en
algunos casos hasta el tercio del PIB del país.
Aumentó
el número de arrendamientos de las propiedades estatales no rentables como
cafeterías, restaurantes, bodegas, carnicerías, se elevó el número de los
negocios por cuenta propia. Se creaba de esta manera una segunda economía. En
algunos lugares, a determinados obreros se les entregaban instalaciones de sus
empresas, con el fin de realizar producciones cuya ganancia les pertenecía.
Pero, para desarrollar la
economía era necesario antes que nada perfeccionar la economía interna
reduciendo los costos, aprovechando mejor las reservas, y sobre todo renovar
gradualmente las bases técnico materiales de la economía nacional y elevar el
bienestar del pueblo.
El estado en cada caso, reorientó la política salarial y dio más atención a incrementar el abastecimiento
de bienes de consumo. El sistema de precios fijos
imposibilitaba el cálculo de los costes reales destinado a responder a las
necesidades o a adaptarse a la reducción de los recursos, así que se produjo una
liberalización desde arriba, con diferentes grados de descentralización, en las decisiones y criterios de mercado.
En cuanto a
la agricultura, se producían vaivenes, desde mayoría de granjas privadas,
pasando por cooperativización de diversa
índole y casi desaparición de la iniciativa privada.
Los intentos tardíos de alcanzar un nivel competitivo en
diversos campos de tecnologías de avanzada, que ya estaban dominando el mundo
hacía dos décadas, (como el de los microchips y la computación), no dieron los resultados
esperados, puesto que las sociedades seguían siendo sobredimensionadas y
burocratizadas.
El
estado de bienestar fue cada vez menos capaz de superar las consecuencias de
atomización social. La historia de los hechos ocurridos posteriormente son
conocidos.
Hay muy poca
investigación, especialmente investigación empírica, sobre el tema de la
alienación en los países socialistas. Aunque el socialismo es una de las
teorías sociales más ricas y sugerentes, no significa que deba seguir
aceptándose como un sistema teórico cerrado. Se deben hacer esfuerzos para
ampliar gradualmente sus horizontes. La cuestión que más pesa, no es que hay que hacer cambios, sino cómo hacerlos, y ese es el valor
de las experiencias pasadas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario