En esta tercera presentación, traigo las últimas páginas del libro “CUBA: propiedad social y construcción
socialista”, de la Editorial de Ciencias Sociales, 2012 de la autoría de
Jesús García Brigos, Rafael Alhama Belamaric, Roberto Lima Ferrer y Daniel
Raful Pineda, escrito entre 2009 y 2012, como parte y resultado de un proyecto
más amplio de investigación, y como ejemplo de bibliografía autóctona, que
acompañaba el proceso de cambios y de reformas iniciadas en aquel entonces, o
mejor, que debió iniciar la gran transformación.
“Existe un claro reto para la interacción entre la práctica cotidiana, y el trabajo científico. El mismo está planteado especialmente desde las necesidades
objetivas de la política, aunque parece
estar insuficientemente identificado por los actores que marcan las pautas
efectivas de acción en esta esfera: Definir con rigor conceptual y sentido
práctico el contenido de las cuestiones que se expresan como definiciones que
deben guiar el perfeccionamiento de la sociedad cubana, en primer lugar de la
dialéctica entre la economía y la política en nuestras condiciones, para enfrentar con creatividad
que mantenga el rumbo socialista, los desafíos actuales y por venir. Como
se ha insistido, en particular por el compañero General de Ejército Raúl
Castro:"No se olviden que una equivocación conceptual nos conduce a
equivocaciones en la vida…”[i]
Si nos remitimos a las cuatro facetas que a partir de la obra de Marx,
Engels y Lenin marcan la transformación socialista de la propiedad señaladas
anteriormente, identificamos que en la experiencia cubana:
1.- El proceso de trascendencia
del mercado, -con su “competencia” estimulante y dinamizadora,
al mismo tiempo que deshumanizadora y enajenante- en su interacción con la planificación
social durante la transformación socialista, no ha resultado eficaz para
generar la nueva naturaleza reproductiva. En
la práctica han sido esfuerzos por introducir una planificación económica,
limitada y restringida, sobre todo por
los rasgos centralizadores. Es
imprescindible implementar y consolidar efectivamente la planificación social
como institución coordinadora y reguladora dominante, que actúe como espacio y
mecanismo de coordinación y ordenamiento social entre los niveles del sistema,
las esferas y sectores, mediante procesos con nueva naturaleza socialista de
colaboración y cooperación. En este perfeccionamiento es decisivo
introducir cambios en los procesos de toma de decisiones, su implementación y
el control de la misma, atendiendo especialmente a la asignación de recursos humanos y materiales (objetuales), la
redistribución del producto social y el consumo
personal, y al papel de los diferentes sujetos del proceso social, con
especial énfasis en los colectivos laborales y los territorios, entre otros
aspectos. Las relaciones monetario
mercantiles no pueden ser ignoradas, pero Cuba no puede copiar experiencias de otros contextos en busca de obtener
niveles superiores de salida del sistema de las fuerzas productivas en volumen
y eficiencia técnico- económica, identificada con las categorías de
“rentabilidad”, “competitividad”, “rendimiento del capital humano”, etc.
2.- Hoy tiene lugar un complejo y contradictorio proceso de re-configuración de los actores sociales
atendiendo a las múltiples formas en que se modela objetivamente el sistema
productivo cubano desde el mismo proceso de distribución de los factores y los
resultados de la producción, cuyas
consecuencias es necesario valorar con rigor, para implementar la adecuada
conducción de los cambios, que tiene que estar ajena a todo tipo de voluntarismos y espontaneísmos. Resulta
decisiva la incidencia de lo que concierne a las fuentes de sustentación del consumo individual, y su perspectiva
ampliación: diversidad de fuentes de ingreso, con peso importante de las
vinculadas a procesos de apropiación de naturaleza individualista.
3.- Se plantea el necesario
perfeccionamiento del Estado como
organización del “poder público” y como institución política específica (el
Sistema del Poder Popular), fundamentalmente en lo concerniente a las vías
y modos de participación. Una
participación que ante todo integre la proyección del individuo como productor
y consumidor.
No se trata de trasladar o adaptar modelos ni propuestas de participación
“representativa”, o cogestionaria, surgidas en el último medio siglo en las
sociedades capitalistas desarrolladas como parte de la democracia laboral y
democracia representativa liberal. Se trata de perfeccionar el involucramiento
desde los colectivos laborales y los
territorios, que promueva y consolide
relaciones de cooperación y complementación entre los individuos, los grupos y
las diferentes formas y niveles de
organización social entre sí, especialmente las institucionalizadas. Esto
es determinante para lograr el desarrollo de la planificación social como proceso, instrumento regulatorio,
determinante dinámico de las nuevas relaciones sociales que definen de
hecho a la construcción socialista como
proceso emancipatorio desde los individuos, los colectivos laborales, y las
diferentes comunidades institucionalizadas (municipios y provincias) y no
institucionalizadas (barrios, poblados,…etc.).
4.- Los cambios cualitativos
necesarios en las relaciones de propiedad deben pasar por la relación entre la sociedad y el individuo
refractados en la subjetividad como elemento activo en el sistema de la
propiedad. Se impone consolidar el elemento estratégicamente determinante
de la socialidad socialista, que se construye y a la vez actúa sobre la
relación sociedad-individuo, a través de la identificación
e instrumentación de un nuevo modo de actividad práctica en relación con las
nuevas formas en que transcurren las
relaciones de propiedad desde sus fundamentos en el proceso del trabajo y la
dirección de los procesos y el papel decisivo del individuo en la conducción de
los procesos sociales: la nueva subjetividad.
¿Qué
debemos lograr y sobre qué actuar esencialmente?
Se trata de lograr un proceso de producción que desde la distribución de los recursos y los resultados, garantice
un modo de apropiación de las condiciones y
los resultados productivos, capaz de asegurar la reproducción ampliada sostenible de nuestro sistema social, consolidando a un nivel adecuado la
satisfacción de las necesidades e intereses de la sociedad en su conjunto, como
conciliación progresiva acorde a las condiciones de cada momento, de los
intereses de los diversos portadores del proceso social, desde los individuos,
los intereses locales y de los colectivos laborales. Todos ellos en su doble condición de productores- consumidores
diferenciados, en la reproducción socialista como expresión de un proceso
inacabado.
Es imprescindible propiciar en lo interno el avance en la consolidación del sistema de las fuerzas
productivas, sobre la base de una posición cualitativamente superior de productor-dueño colectivo socialista, (que supere el status alcanzado antes de la
crisis del Periodo Especial caracterizado por un “beneficiario colectivo”
de los medios de producción, - “beneficiario colectivo” posible en esencia
porque se disponía de más recursos para la distribución desde un centro, con
una situación respecto al co-dueño de
los medios en la que era un Estado como dueño en esencia, a tales efectos
colocado objetivamente aparte del individuo, “
Se trata de consolidar un trabajador que no vea anulados los
intereses individuales, sino sea actor efectivo de su conciliación con los
intereses del colectivo laboral, el territorio, y la sociedad como un todo, con
lo que tendrá una motivación por el trabajo mayor y superior cualitativamente;
superior a lo que se logra con el acento en los incentivos económicos
revitalizados en los últimos años[iii], que
siempre serán insuficientes en el orden práctico en las actuales condiciones, y
estratégicamente insuficientes en el sentido social como factores de
trascendencia de la cualidad esencial expresión de la propiedad privada
excluyente consustancial a la reproducción del capital: la condición de asalariado.
Solo sobre la base de una relación propiedad social- propiedad
individual, que ordene histórico
concretamente y de manera consiente el lugar de los productores dentro del
proceso reproductivo en función de la conciliación de los intereses dentro del
sistema social (desde el individuo hasta la totalidad del organismo social,
mediada en sus diferentes niveles), lo
cual implica reajustar funciones inherentes hoy al Estado como sujeto de
propiedad, permitirá alcanzar el sujeto necesario, cuyos resultados se
expresarían ante todo en el despliegue
socialista de las reservas de eficiencia presentes en la principal fortaleza de nuestro sistema de
las fuerzas productivas: la componente humana.
Hoy día distintos estudios, desde varias disciplinas, identifican problemas como la desmotivación, desinterés y apatía de los trabajadores en los colectivos, como parte del gran problema que se arrastra desde hace tres décadas, del bajo aprovechamiento de las capacidades instaladas y de los recursos disponibles, que se verificaba ya en la década del 80 del siglo pasado, momento de grandes inversiones en la economía, sobre todo en la industria y la agricultura. Esto se refleja en la eficiencia, la productividad y la vida de las organizaciones, independientemente de otras relaciones externas que inciden en la empresa.
En buena medida, esto se debe a la organización burocrática adoptada por
décadas, que acopla y potencia a su vez las jerarquías verticales, y supone un
control centralizado de todo, que ha llegado a extremos, creando prácticas de
más y más control, pero fuera del productor- consumidor, todo lo cual está
directamente relacionado, e incide negativamente en la responsabilidad
individual, y en el hecho que la realización y las expectativas personales, los
debe ajustar cada vez más a la baja,
creando situaciones de frustración, y a nivel social de desinterés.
No basta retomar los debates históricos, no resueltos, ante todo
precisamente por lo estrecho y limitado de la concepción y visión de la
propiedad social del pasado. Y, más aún, es preciso interrumpir la regularidad negativa identificada, de
plantearnos rectificación de problemas viejos no resueltos, condicionada en
buena medida por la falta de enfoques rigurosos, conceptuales y de la necesaria
práctica sistémica.
La propiedad social socialista puede
y debe asumir diferentes formas económicas y expresiones jurídicas, en virtud de las particularidades de los
diferentes espacios de realización de la
actividad laboral, de los objetos de apropiación, de las diferentes expresiones del proceso del trabajo, como núcleo del
proceso de producción, fundamento material del sistema de la propiedad. En su articulación debe intervenir de modo decisivo el perfeccionamiento de la
actividad política, su consolidación como eje de todo el proceso de
construcción socialista.
Desde luego, cada una tiene formas
de apropiación propia, desde la “propiedad estatal”, pasando por la
“propiedad cooperativa” y el
“arrendamiento” como mecanismo y forma organizativa, pero no forma de
propiedad, pero formas “más sociales”, hasta la “propiedad individual” como el
trabajador por cuenta propia. Consecuentemente, cada una también tiene especificidades
en las relaciones laborales, en la participación en las decisiones, en las
responsabilidades que contrae con la sociedad y el Estado, y en la gestión de
los recursos a su disposición; por
lo que la apertura y multiplicidad de formas, obligaría a la visión y análisis
de conjunto diferente, pero de manera integral, de todas y cada una de las
medidas, disposiciones, normativas, ya que los efectos y consecuencias en una
de ellas, como parte de la totalidad, tendría repercusiones en las demás.
Las diferentes formas se pueden articular conscientemente desde el Estado
como organización del “poder público”. Hablamos del Sistema del Poder Popular,
el Partido Comunista de Cuba y
Hoy día,
las contradicciones de la propiedad como sistema, reflejan un status de la
unidad propiedad social – propiedad individual en el cual se necesita, para
consolidar su nueva naturaleza socialista,
otorgar un mucho mayor peso al sujeto individual y los diferentes sujetos colectivos, con los
colectivos laborales en sus diferentes formas económicas, -sea este de una
entidad estatal, cooperativa u otra,- y
las comunidades locales, en tanto
sujetos directos del consumo, articulados cada vez más desde el momento de la
producción.
Todos
estos elementos dentro del sistema de la propiedad, se materializan como
sujetos a través de la relación propiedad social- propiedad individual, en el
conjunto de relaciones sociales de la producción.
El principal sujeto de las relaciones de propiedad y de apropiación, en las
diversas formas económicas que puede adoptar la propiedad social como resultado
y también como premisa de la “verdadera propiedad individual”/Marx/, debe ser
el colectivo laboral, no como célula aislada, sino en su articulación sistémica
conscientemente dirigida dentro del proceso de socialización (sectores, ramas,
territorios, y espacios de reproducción social en general, con su expresión
institucional correspondiente). Esta
concepción está enturbiada por deformaciones objetivas en su implementación y por unas prácticas burocráticas y propuestas
burocratizadas a lo largo del siglo XX,
que han llegado a nuestros días, abarcando el espacio que corresponde al Estado de nuevo tipo y a la propia concepción del plan, esencia de
la sociedad en transformación, condicionando relaciones sociales que se alejan
del necesario contenido emancipador de la socialización. La asociación de trabajadores,
productores- consumidores portadores de una nueva organización y dirección
social, esencia de la socialización del proceso de trabajo que debe marcar la
transformación comunista, es la principal defensa contra la burocracia institucionalizada,
sujeto principal del burocratismo, fatal para una verdadera revolución.
El individuo visto como productor-
gestor-consumidor, no es independiente de las formas de propiedad, como
muchas veces se presenta conceptualmente; articular estos momentos
conscientemente en una unidad con una nueva naturaleza es el reto determinante
de la transformación socialista.
Esto es válido sobre todo para el perfeccionamiento de la forma estatal, la
empresa estatal, en la que se reproduce una y otra vez una estructura
jerárquica, propia del sistema a trascender, metamorfoseada ahora con el hecho que el Estado ha fungido como sujeto
único de propiedad con todas sus funciones inherentes, y como sujeto de
distribución y apropiación sin
transferir funciones a los colectivos laborales, o en algún momento funciones
mínimas, sin otras formas y mecanismos que tengan en cuenta suficientemente los
intereses colectivos e individuales, del individuo personalizado como miembro
integrante de la sociedad, más allá de los fijados centralmente por la
institución del Estado.
De significativa importancia en la articulación socialista de las diversas
formas es el peso que debería tener el
Proceso de Perfeccionamiento Empresarial, - hoy Sistema de Dirección y
Gestión Empresarial Estatal- , implementándolo como sistema complejo, proceso
económico- político, sobre todo de desarrollo y consolidación de un nuevo
modelo de dirección económica de la empresa estatal socialista, necesariamente
vinculado a un funcionamiento diferente del Estado como sujeto económico, y de
la política como articuladora del proceso social. Aun cuando el objetivo prioritario del Proceso de Perfeccionamiento
Empresarial fuera el económico, de ninguna manera se puede quedar solamente en
esto, desconociendo la necesidad de cambios culturales y de comportamiento
interno y externo empresarial.
Las interpretaciones y prácticas efectivas en torno a la propiedad estatal
han llevado que el estado actual de la contradicción propiedad estatal-propiedad
social se expresa en el conflicto de la
contracción del desarrollo de las fuerzas productivas, a pesar
de contar con una alta tasa del mal llamado “capital humano”.
La
propiedad en la construcción socialista debe “re- producir” la unidad directa
productor-propietario a un nuevo nivel, y en consecuencia la identidad
propiedad-trabajo-apropiación, más allá de lo material. Pero esta
identificación no se ha logrado, paradójicamente vinculada a que, aun cuando el
Estado ha dedicado el excedente económico a los grandes objetivos sociales, se
hiperbolizó lo social, y se olvidó de que lo social sólo existe mediante lo
individual.
Al mismo tiempo, hay que tener muy en cuenta que para Cuba el papel de los vínculos económicos con el
exterior, sobre el funcionamiento y desarrollo del sistema social como un todo,
se ha mostrado con distintos matices y signos en las diferentes etapas del
proceso revolucionario cubano hasta hoy, mediado en todo momento por los
elementos de enlace entre las esferas económica y política de la sociedad, a la
vez que influyendo decisivamente en su conformación. Cuba se adentra en el
siglo XXI con un sistema de relaciones sociales en un profundo proceso de
transformaciones, determinadas por una base económica que muestra
significativos cambios. Nos encontramos ante un sistema que se está
estructurando a partir del que existía a fines de la década de los ochenta,
mediante acciones orientadas de modo consciente a la introducción de nuevas
figuras, dirigidas al perfeccionamiento de dicho sistema, que se entrecruzan
con las tensiones derivadas del contexto internacional en que se desenvuelve el
proceso cubano desde inicios de los años 90s´, marcadas por el objetivo proceso
de globalización que transcurre con una orientación neoliberal que es imposible
ignorar, la desaparición de vínculos internacionales anteriores y el
surgimimento de otros nuevos, de influencias incluso en los
conceptos en uso y la elaboración de propuestas prácticas sobre todo en
la esfera económica. Insertarnos en ese complejo escenario, incluso potencial
generador a lo interno de tendencias regresivas opuestas al sentido de
desarrollo socialista, fortaleciendo el sentido emancipador, de reapropiación por el individuo socializado
de su propia vida en el desarrollo interno de nuestra sociedad, es el complejo
reto que marca en la actualidad los destinos de la transformación socialista
cubana.
[i] "La crítica no es opción, es necesidad", María
Julia Mayoral, Granma, 3 de noviembre de 1999.
[ii]
Este segundo aspecto es muy importante, derivado esencialmente de los cambios
ocurridos en nuestra sociedad durante la crisis del Periodo Especial. Ya en el
Proceso de Rectificación de Errores y Tendencias Negativas se planteaba por la
dirección política de la sociedad, la centralidad del problema de la eficiencia y eficacia de nuestro aparato
productivo, traducida en necesidad lograr los adecuados niveles de
aprovechamiento de las capacidades humanas desarrolladas en el propio proceso
revolucionario (eliminar plantillas infladas, “subempleo”), de las capacidades
materiales instaladas- que a la altura del ano 2006, después de años de crisis,
han resultado incluso descapitalizadas, y se requiere un intenso esfuerzo
inversionista- , productividad social, ahorro de recursos de todo tipo,
control,…etc. Y durante ese proceso se desarrollaron importantes ideas
encaminadas en este sentido, muy cuidadosamente analizadas en sus contenidos
político, social, ideológico (revitalización de microbrigadas, los contingentes,
el estudio como opción laboral, etc.). El desencadenamiento de la crisis de
Periodo Especial, la necesidad de resistir como expresión histórico concreta de
nuestro proceso de construcción socialista, introdujo elementos en la actividad
productiva, en la esfera económica en general, que tal vez en otras
circunstancias, de llevarse a cabo su introducción hubiera ocurrido de un modo
diferente: apertura al turismo, ampliación del Trabajo Por Cuenta Propia, la
libre circulación del dólar- en sus inicios, establecida finalmente como una
economía dual, con su mercado de consumo segmentado, y desigualdades sociales
-, la ampliación a la inversión extranjera, creación de
[iii] Pese a reiteradas críticas
del Comandante en Jefe, en particular
durante el Proceso de Rectificación de errores y tendencias negativas de
1986. Ver: “Proceso de
Rectificación y salida del Periodo Especial: dos fases en la misma batalla de
ideas.
Una visión a través del
prisma de la relación dirigente- dirigidos en los discursos de Fidel Castro”,
libro en formato electrónico, Instituto de Filosofía.
Sería interesante e importante que el autor de este trabajo y coautor del libro publicado hace 9 años, hiciera una actualización del tema tratado muy técnicamente, diría como “jugando con la cadena sin tocar al mono”. Hace seis días el Consejo de Estado aprobó el desarrollo formal de las Mipymes, que son las formas de organización predominantes en todos los países capitalistas desde los más desarrollados hasta los más atrasados, es decir son característicos del modo Capitalista de producción con una participación dominante en su contribución al PIB y a las fuentes de empleo, siguiendo, con un retraso de más de 30 años a China y a Vietnam, donde no solo se han desarrollado vertiginosamente las Mipymes, sino también las grandes empresas privadas con capitales externos e internos, superando a las empresas estatales y a las verdaderamente socialistas, y donde, al menos en el caso de China, han aparecido más millonarios que en Estados Unidos. Con la aprobación del desarrollo de las Mipymes, que ya existían con el falso nombre de cuentapropismo, ahora con su nombre verdadero y seguramente con mayores posibilidades de gestión, desaparece la posibilidad, muy remota, de que en un futuro pudiéramos desarrollar el verdadero Socialismo. Está asegurada, por esa vía, el desarrollo capitalista del país, lo que regenerará la poderosa clase media cubana liquidada totalmente en 1968, después que las dos leyes de Reforma agraria habían eliminado a los grandes terratenientes y a los campesinos de clase media, que también resurgen ahora como usufructuarios de hasta 10 caballerías de tierra, 134,2 Ha. para lo cual necesitan emplear entre 10 y 20 obreros agrícolas.
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