SINE DIE 2021
SEGUNDA
SERIE # 9
Enero
29 de 2021
Juan M Ferran
Oliva
En 1959 el país contaba con 471 Mw de capacidad.
El Campo Socialista favoreció la instalación de nuevas termoeléctricas y
la modernización de las existentes bajo el esquema del abundante flujo de combustible
fósil asegurado por la URSS. La generación creció a un ritmo del 6% anual hasta
1989. En ese año se disponía de 2.968 Mw instalados y un 95% del país
electrificado; más de 6 veces lo disponible 30 años atrás. Pero las aspiraciones
sociales del gobierno eran mayores que los ingresos del país y en lo sucesivo, carentes de reparaciones
importantes, las plantas se descapitalizaron. La demanda continuó expandiéndose
al socaire del aumento de la producción, del
crecimiento de la población, de la ineficiencia de sus electrodomésticos
y de otras debilidades del sistema.
La catástrofe de mayo presagiaba un
decrecimiento anual del 6% del consumo eléctrico, matizado con los
consiguientes apagones cada vez más frecuentes y las graves incidencias sobre
la producción, el consumo y la opinión pública. En ese contexto se concibió la
llamada Revolución Energética, un
plan emergente dictado por la crisis y calificado, pomposamente, como una revolución dentro de la Revolución. El
plan se basaba en la introducción de grupos electrógenos modernos alimentados por diesel
y fuel oil. Eran accesibles
financieramente y la puesta en marcha era inmediata. Su atomización constituía un seguro contra las
eventualidades climáticas y de otro tipo. Se activaban con un toque de botón. La
inversión en grandes plantas termoeléctricas hubieran requerido un buen tiempo
para ponerse en marcha y su costo resultaba inaccesible.
La mala noticia se refiere a las economías de escala y el resultado a largo plazo. El costo del Kw es menor en una gran generadora que en un grupo electrógeno de limitado porte. Por suerte comenzaron a aprovecharse los gases acompañantes del petróleo, recurso antes dilapidado y contaminante. Como indispensable complemento se inició la rehabilitación y modernización de la red de distribución. Esto en lo tocante a la oferta.
La demanda productiva extendió su ritmo habitual,
pero la doméstica revistió matices esperpénticos. La mayoría de los enseres
eléctricos de los hogares sufrían las consecuencias del desabastecimiento
crónico del mercado minorista. Eran cuantiosos los refrigeradores y
acondicionadores de aire norteamericanos con 40 y más años de funcionamiento,
así como improvisados ventiladores, batidoras y otros frankenstein impensables. Estaban también generalizados los
bombillos incandescentes. Existían
acometidas fraudulentas y muchos contadores eléctricos eran deficientes.
Todo generaba sobreconsumo en un mar de obsolescencia y dolo
La solución faraónica consistió en la masiva
modernización del equipamiento doméstico de los hogares. En esta tarea
intervinieron unos 35,000 trabajadores sociales organizados al socaire de la Batalla de Ideas. Sustituyeron , casa
por casa y gratuitamente, 9,4 millones de
bombillos incandescentes por lámparas ahorradoras modernas. Su precio es superior al de los convencionales pero se suponía que el ahorro
de petróleo a nivel nacional compensaría el gasto estatal. En lo adelante los usuarios habrían de pagar
algo más por las nuevas luminarias que debieran sustituir o ampliar. Se
aplicaron tarifas desestimulantes y se combatieron las ilegalidades. Por otra
parte se fortalecieron las investigaciones relacionadas con el empleo energías renovables eólicas, solares y mini
hidroeléctricas.
Los trabajadores sociales realizaron el
levantamientos del parque de equipos obsoletos en los hogares que más tarde
sustituyeron. Fueron miles de aparatos gastadores adquiridos antes de 1959,
Serian reemplazados por equipos modernos[1]. Se
efectuó la distribución de enseres menores como ollas de presión, arroceras y
multipropósito; hornillas eléctricas; calentadores de agua, etc. En estos casos
la sustitución no fue gratuita pero se
aplicaron precios moderados y facilidades de pago. Tal maratón se hubiera
evitado de haberse contado con una oferta doméstica normal[2].
Fueron reemplazados, mediante compra, 177.000
aires acondicionados, 73.000 televisores y numerosas bombas de agua domésticas.
Todo ello hubiera significado, según cálculos, un ahorro diario de 2.500 TM de
petróleo consumido que representaban más de 1 millón US$ diarios a los precios
de la época. El programa destinó $4.9 millones para habilitar 600 talleres. La
agricultura estatal recibió 947 motores
eléctricos modernos y en 962 panaderías fueron colocados hornos eléctricos. Al
decir oficial fue este un plan intensivo
sin igual en ninguna parte del mundo en tan poco tiempo. A los gastos del
programa habría que añadir los del combustible y transportación interna,
capacitación, herramientas y el rediseñado sistema de control de despacho
eléctrico. Valga añadir que se requirieron unas 400 camionetas especializadas,
carros cesta, barrenadoras, etc.
En términos de oferta eléctrica, en diciembre de 2007 se habían instalado 6.481 grupos electrógenos que sumados a las
11 plantas termoeléctricas existentes transformaron el modelo de generación
eléctrica existente. El país estuvo entonces en posición de generar 4.700 Mw,
el 60% de ellos en forma relativamente eficiente y capaz de afrontar ciclones y otras
eventualidades sin afectar el servicio.
Por otra parte mejoró el control en el uso del
combustible en los organismos. Fueron instalados más de 2.9 millones de
interruptores y relojes contadores. Se renovaron más de un millón de acometidas
desde el poste hasta la vivienda y
19.000 conductores secundarios Se
cambiaron 116.565 postes que representaron el 10% de los existentes en el país.
Se instalaron 26.600 transformadores. La industria del país contribuyó con la
ampliación y modernización de la fábrica de cables y otras industrias dedicadas
a la producción de postes y accesorios eléctricos.
Cono se ha expresado, la situación fue
provocada por la falta de oferta a la población y el afán gubernamental por
materializar aspiraciones superiores a las posibilidades del país. ¿ Cuál fue
el costo social ? chi lo sa.
Han transcurrido 17 años desde la Revolución Energética y persiste la crisis que entonces se creyó solventar, ahora
agravada por la persistencia e intensidad del bloqueo. Algunas soluciones actuales se parecen mas a
la táctica de los grupos electrógenos que a la de las grandes plantas. Dos
generadoras flotantes de procedencia turca refuerzan la oferta. Se les paga la
electricidad suministrada pero la propiedad continua siendo otomana.
La oferta de productos de uso doméstico está
lejos de ser suficiente, pero permite a la población la adquisición limitada
pero paulatina de equipamiento moderno.
Mundialmente el petróleo ha entrado en crisis.
Cada vez resulta más cara su extracción y en un momento dado se agotarán las
reservas. Cobra importancia el estudio y aplicación de energías renovables.
La actual política cubana se encamina hacia la
soberanía energética, camino largo, pero necesario. La producción interna de
crudo suministra casi la mitad de las necesidades de las termoeléctricas, pero aún
es necesario importar hidrocarburos en volúmenes que absorben una parte sustancial
de las escasas divisas disponibles. El mantenimiento de las plantas se realiza sistemáticamente superando
los inconvenientes del bloqueo. Crece el aprovechamiento
de la biomasa[3]
y se insiste en sistemas fotovoltaicos, parques
aerogeneradores y otros recursos similares. Las condiciones geográficas impiden
el desarrollo de hidroeléctricas grandes. Se han estancado los planes de centrales
nucleares (o no se habla de ellos)[4]. El
etanol tampoco es mencionado[5].
La
participación de los renovables es lenta. En alguno de los
planes elaborados se prevé un 24% de dicha energía para el año 2030. Actualmente
la participación de este campo es inferior a la quinta parte de la generación total. Siendo tan grande la necesidad de estos equipos quizás sería conveniente
fomentar su producción. A la larga, además de cubrir necesidades internas, dicha
rama pudiera convertirse en un renglón importante de exportación.
Fin
[1] Generalmente de origen chino
[2] En diciembre 20 de 2007, el programa Mesa Redonda de la TV informó la
marcha del programa aun inconcluso. Los informantes fueron ministros y
dirigentes, Ya habían cesado los apagones sistemáticos y se habían entregado
más de 22,5 millones de equipos electrodomésticos nuevos a precios subsidiados
o al costo y con facilidades crediticias. Principalmente 2.2 millones de
refrigeradores que representaban el 83% del plan. Según cálculos, los nuevos
equipos ahorrarían 1,500 toneladas de combustible y en 2 ó 3 años se
recuperaría la inversión.
Para el consumidor el efecto se tradujo en la sustitución de un equipo desgastado y obsoleto por uno nuevo, algún ahorro en la factura mensual, más calidad de consumo, y todo ello a un costo de 6.110 pesos cubanos (255 CUC) pagaderos en 120 cuotas de 59 pesos mensuales al 3% de interés.
[3] Principalmente a partir de bagazo y marabú.
[4] Un accidente como los registrados en otras latitudes seria dramático
en el escaso territorio cubano.
[5] En Brasil, particularmente, el etanol a partir de la caña juega un importante
papel energético y una buena parte del parque automotriz lo emplea. Es un
recurso renovable que en dicho país se ha desarrollado gracias a su extenso
territorio.
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