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martes, 21 de mayo de 2019

Vías distintas para crecer: A propósito del libro póstumo de Josep Fontana


Por Carles Manera | mayo 21, 2019 | 0


“Un desarrollo basado, inicialmente, en arrebatar la tierra y los recursos naturales a quienes los utilizaban comunalmente y en liquidar reglamentaciones colectivas de los trabajadores de oficio con el propósito de poder someterlos a nuevas reglas que hiciesen posible la expropiación de gran parte del fruto de su trabajo. Todo eso (…) no se produjo como consecuencia natural de la evolución de la economía, sino que se impuso desde los gobiernos, mediante el establecimiento de leyes y regulaciones que favorecían los intereses de los expropiadores y defendiendo su aplicación con medios de represión”.
Josep Fontana,
Capitalismo y democracia, 1756-1848.
Cómo empezó este engaño,
Crítica, Barcelona 2019
Acaba de publicarse el libro póstumo de Josep Fontana, Capitalismo y Democracia, 1756-1848. Cómo empezó este engaño, Editorial Crítica, Barcelona, mayo de 2019. El texto constituye un nuevo trabajo de combate del gran profesor, con una tesis central: demostrar históricamente que, en el crecimiento económico y en el progreso social, no existe una sola vía, una única trayectoria de desarrollo.
Para Fontana, la visión unívoca, avalada por el grueso de la academia, es la que ha prefigurado una determinada idea del proceso histórico hasta el presente. Así, se ha destacado que la revolución industrial constituyó una sola posibilidad de crecimiento –sin otras posibles vías– que racionalizó la producción frente a atrasos seculares, gestó la fábrica como elemento centralizador y estimulador de la productividad y de la eficiencia, y cercenó las tierras comunales abiertas (openfields) gestionadas por la comunidad, transformándolas en campos cercados (enclosures) propiedad de la burguesía agraria, tras un violento proceso de apropiación de esas tierras por parte de los terratenientes avalados por el Estado. Todo en aras de la eficiencia. Frente a este discurso lineal y triunfante, la nada o un camino bloqueador: los gremios, el trabajo doméstico, la inventiva menestral, el esfuerzo de artesanos y campesinos; todo sin posibilidad de un crecimiento distinto. Pero de hecho hubo otra revolución industrial, con potencial transformador que nacía desde abajo. La realidad económica y social es que, como han indicado Ch. Sabel y J. Zeitlin, existían formas diversas de progreso industrial que no se articulaban necesariamente en el marco de las fábricas. Ambos autores proponen dejar a un lado el relato que contrapone el control gremial y la producción manual doméstica con una modernidad determinada por la libertad de un mercado al que se accede libremente, con la mecanización de los procesos productivos y la génesis de la fábrica. De hecho, el progreso tecnológico manufacturero no nació de cátedras universitarias o de sabios científicos; fueron los artesanos los que innovaron a partir de la realidad cotidiana de sus oficios (aquí son claves las investigaciones de E. P. Thompson, E. Hobsbawm, M. Berg, P. Hudson y G. Von Tunzelman).
El capitalismo, ayudado por el Estado, sostiene Fontana, se adueñó de estos progresos cambiando deliberadamente la realidad histórica con la invención del mito de una industrialización surgida del avance combinado de las máquinas y de los emprendedores, un despegue industrializador que habría sido imposible –y esto se recuerda poco– sin los 13 millones de esclavos africanos, como se recoge en el trabajo de D. Eltis y D. Richardson.
Esta es la base, para Fontana, de la invención de las revoluciones burguesas del siglo XIX en Europa. Como si la Revolución Francesa no hubiera tenido, tampoco, otra alternativa resolutiva, más favorable al Tercer Estado –a campesinos y artesanos–. Y la burguesía, considerada como un agente revolucionario, hubiera puesto ella sola las bases firmes de los desarrollos económicos y sociales modernos. Las investigaciones más recientes delatan resultados sociales demoledores, que Fontana recuerda: las condiciones de vida en ese crecimiento económico no fueron positivas, con jornadas interminables (desde las 5,30 de la mañana hasta las 8 de la noche), niños y niñas trabajando en las fábricas (maltratados con palizas constantes, pero al tiempo buscando “sus dedos pequeños y ágiles” –en expresión de K. Marx– para anudar los hilos de las bobinas de hilado) y salarios de subsistencia en los que las peores partes eran para el trabajo femenino y el infantil.
Los corolarios han sido expuestos por importantes aportaciones en antropometría –trabajos de R. Allen y J. Komlos, entre una abundante bibliografía al respecto–, como potentes indicadores de la realidad social: las tallas de los jóvenes obreros reclutados para el servicio militar eran casi 15 centímetros más bajas que las de los procedentes de barrios acomodados, a la vez que diferían notoriamente las expectativas de vida entre las zonas de trabajadores y las mejor urbanizadas. Las enfermedades sociales proliferaban en las áreas de viviendas obreras, insalubres y con poquísimos recursos. La imagen académica tradicional optimista de todo este proceso, asevera Fontana, se sustenta en suponer que el camino que se ha adoptado, es decir, el desarrollo del capitalismo, era el único posible para alcanzar el crecimiento económico, de forma que las resistencias que se oponían a eso (en forma de movimientos sociales, protestas femeninas, reivindicaciones, huelgas, etc.) eran fenómenos dilatorios que lo que hacían era retrasar en realidad el progreso social. Porque esta derivada, la social, es transcendental en Fontana. En efecto, los de abajo, que realmente sí tenían desarrollos económicos alternativos, también manifestaban formas de organización social, de resistencia a la explotación, de economía moral y de reivindicaciones no sólo de precios justos, sino también de representación política: las primeras organizaciones del movimiento obrero luchaban por reformas electorales que aportasen a todos el derecho a participar en el gobierno de la sociedad. Cambio económico y cambio político se anudan.
La capacidad para enlazar pasado y presente es intrínseca en los trabajos de Josep Fontana. Y este no es una excepción. Fontana señala que, en el siglo XXI, se producen analogías que recuerdan las conocidas –y que el autor detalla profusamente en el libro– entre 1814 y 1848. Asistimos al ascenso de lo que él denomina “capitalismo depredador”, que ha incidido en un aumento notable de la desigualdad y con muy escasos incrementos salariales. Los datos que aporta el historiador son inquietantes: hoy, el 8% de la población mundial –642 millones de personas– vive en la pobreza extrema; mientras se consolidan, también en el presente, los pagos de salarios de 3,50 € por hora en unas 55.000 agencias europeas que proporcionan centenares de miles de trabajadores para efectuar labores manuales o de servicios. Una explotación indecente que afecta, de forma muy importante, a la población más joven.
Los hechos no pueden ser más preocupantes: los gobiernos siguen apoyando el enriquecimiento de una minoría, tal y como se observa en la reforma fiscal de Donald Trump –reducción de impuestos para los más ricos–, una línea de actuación que impregna las propuestas económicas de los sectores políticos más reaccionarios y de las formaciones políticas de derechas, tal y como se ha revelado en recientes campañas electorales en Europa. Y, además, esos gobiernos siguen apoyando, con escasísimas reservas, a las grandes corporaciones que evaden impuestos a paraísos fiscales (un capitalismo offshore que se enlaza con el “capitalismo de casino” –en expresión de H. Minsky–, determinante desde los años 1980), sin que existan actuaciones decididas para evitarlo.
Un libro también muy reciente de Mariana Mazzucato (El valor de las cosas, Taurus, Madrid 2019) plantea argumentos y reflexiones que encajan plenamente con todo esto, en especial en el terreno del incremento de la desigualdad en un contexto que parece de fuerte expansión económica con intervenciones gubernamentales que, lejos de corregir los llamados errores de mercado, lo que hacen es alimentarlos, tal y como se revela en las posiciones de los gobiernos ante los fiascos de los sistemas financieros y de los costes, en dinero y en puestos de trabajo, que están comportando. El fondo de todo esto también lo relata Fontana para el período específico 1756-1848, el que él analiza.
Con este trabajo, Josep Fontana vuelve a demostrar que la Historia puede ser un arma eficaz para entender el mundo, con la ligazón entre los hechos del pasado con las realidades actuales, permitiendo ver nexos comunes que deberían hacernos pensar. Y actuar. Es un legado importante de este gran intelectual, profundo conocedor de las ciencias sociales, pieza que debe añadirse a los otros libros que ha dejado escritos, plagados de erudición, conocimiento profundo y, sobre todo, de un acendrado planteamiento renovador. Nunca podremos agradecerle tanto esfuerzo y tanta riqueza; la única forma de hacerlo es seguir leyéndole y, sobre todo, perseverar en su máxima: utilizar la Historia para entender mejor una realidad compleja –que no se circunscribe ni a ecuaciones ni a elegantes modelos económicos– para contribuir a transformarla.
Referencias bibliográficas
 ALLEN, R. (2005), Living Standards in the Past. New Perspectives on Well-Being in Asia and Europe, Oxford University Press, Oxford.
BERG. M. (1987), La era de las manufacturas, Crítica, Barcelona.
ELTIS, D.-RICHARDSON, D. (2010), Atlas of the Transatlantic Slave Trade, Yale University Press, New Haven.
FONTANA, J. (2019), Capitalismo y democracia, 1756-1848. Cómo empezó este engaño, Crítica, Barcelona.
HOBSBAWM, E.-RUDÉ, G. (1978), Revolución industrial y revuelta agraria: el capitán Swing, Siglo XXI, Madrid.
HUDSON, P. (1990), Regions and Industries. A Perspective on the Industrial Revolution, CUP, Cambridge.
KOMLOS, J. (1998), “Shrinking in a Growing Economy? The Mistery of Physical Stature during the Industrial Revolution”, Journal of Economic History, 58, 3.
MAZZUCATO, M. (2019), El valor de las cosas, Taurus, Madrid.
SABEL, CH.-ZEITLIN, J. (1985), “Historical Alternatives to Mass Production: Politics, Markets and Technology in Nineteenth Century Industrialization”, Past and Present, 108.
SABEL, CH.-ZEITLIN, J. (1997), World of Possibilities. Flexibility and Mass Production in Western Industrialization, CUP, Cambridge.
THOMPSON, E. P. (1989), La formación de la clase obrera en Inglaterra, Crítica, Barcelona.
VON TUNZELMAN, G.N. (1978), Steam Power and British Industrialization to 1869, Clarendon Press, Oxford.

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