La diversificación, la integración de cultivos y el uso eficiente de la tierra y de los insumos biológicos caracterizan el trabajo en la finca Cayo Piedra, un buen ejemplo para aquellos productores que aún tienen sus recelos con respecto a la agricultura sobre bases agroecológicas
Perico, Matanzas.–A los pocos minutos de llegar y fijar la vista en los sembrados, uno presiente que allí pasa algo que no es habitual con otros campesinos.
Se trata, al parecer, de la manera en que este hombre trata el suelo donde produce, sin someter a la naturaleza.
Y aunque muchos no lo creen, en la finca Cayo Piedra, en este pedazo de tierra de Perico, municipio matancero, Fernando Donis Infante consigue buenos rendimientos agrícolas sin el empleo de insumos químicos.
Allí, en suelos degradados con anterioridad debido al uso intensivo del cultivo de la caña, este ingenioso campesino logra altos volúmenes de frijol, maíz, col, ají pimiento, boniato y otros cultivos, en todos los casos con rendimientos que compiten hoy en Cuba con la agricultura convencional.
La diversificación, la integración de cultivos y el uso eficiente de la tierra y de los insumos biológicos caracterizan el trabajo en dicha finca, un buen ejemplo para aquellos productores que aún tienen sus recelos con respecto a la agricultura sobre bases agroecológicas.
En un encuentro con especialistas de la Agricultura, convocados por la máxima dirección de la nación, Donis Infante aseguró, ante cualquier posible duda: «Esta no es una agricultura de subsistencia, es de alto potencial productivo, a partir de la cual se pueden lograr altos rendimientos, mejorar nuestros suelos y abastecer de alimentos al país».
AGRICULTURA RESPETUOSA DEL MEDIOAMBIENTE
Uno de los mayores retos de la actualidad radica en poder transmitir a los campesinos la confianza de que con técnicas agroecológicas sí se pueden producir alimentos en Cuba; esta finca es una muestra de ello, sostiene el doctor Giraldo Martín Martín, investigador de la Estación de Pastos y Forrajes Indio Hatuey, primera institución científica del sector agropecuario, fundada por Fidel el 8 de marzo de 1962.
«Ya se percibe un poquito más de confianza entre los agricultores en relación con la agroecología, parece que ahora estamos más cerca de lograr una congruencia entre la realidad nuestra y la necesidad existente en el país de vivir del conocimiento generado por nosotros mismos, es decir, tener una agricultura más respetuosa con el ambiente.
«Pero el desafío es todavía grande, pienso que en el sector agropecuario no creemos suficientemente en el poder de la ciencia, y estamos algo distantes de tener un modelo de innovación en el sector agropecuario que realmente vea en la ciencia un pilar productivo, no un pilar demostrativo».
LA EXPERIENCIA DE LA PAPA
La plantación de la papa involucra hoy a productores de varias provincias para destinar esa producción al autoabastecimiento local, a través de un programa experimental a pequeña escala y sin el empleo de productos químicos.
Ahora mismo, en casi una decena de provincias inexpertas en sembrar papa, los agricultores deben estar impresionados con la novedad que han puesto en sus manos.
Se trata de un programa en el que especialistas de la Estación Experimental de Pastos y Forrajes Indio Hatuey están empeñados, desde hace más de una década, en despabilar a los tímidos y estimular a los desconfiados.
Y, por lo visto, ya muchos están persuadidos al ver a no pocos científicos probando su tesis a nivel del surco, donde han ejercido la capacitación sobre la preparación del terreno, selección de la semilla y el manejo del cultivo.
La experiencia de la papa es inspiradora y viene a validar ese necesario aporte a la producción de alimentos desde la ciencia, tema reiterado por las máximas autoridades del país, sostiene Giraldo Martín.
«La idea es que este tipo de producción vaya a los lugares donde hoy no se cultiva la papa convencional, y que esta última siga existiendo con un mayor componente de insumos nacionales. Incluso, hay el propósito de producir la semilla en Cuba.
«La extensión por todo el país de la papa sobre bases agroecológicas es la única solución para que todos los cubanos tengan acceso a este gustado alimento, que ahora se consume, básicamente, en La Habana y en los territorios donde la cosechan. En el resto, hasta ahora, depende de la distribución nacional para consumir en discretas partidas.
«Esto tiene que ser visto como algo necesario, pues respalda la producción de alimentos y la soberanía alimentaria que estamos defendiendo».
LA CIENCIA DEBE SER MÁS DEMANDADA
Aunque la importancia de la agroecología, como la alternativa a la agricultura convencional, es un hecho notoriamente confirmado, todavía en Cuba no tiene el impulso deseado.
Los agricultores cubanos están hoy bajo mucha presión para alimentar a la población, pero no siempre atienden las recomendaciones científicas para comprender qué va mejor en sus tierras.
En opinión de Giraldo Martín, para hacer más soberana la producción agropecuaria es preciso recurrir al desarrollo de las producciones biológicas; y, aunque Cuba tiene un nivel de ellas, todavía no es totalmente suficiente.
«Estamos carentes aún de un modelo de innovación en el sector agropecuario, sin excluir al sector estatal, en el que la ciencia sea halada por el sector productivo y no a la inversa».
–¿Podría explicar el propósito de alcanzar los dos millones de hectáreas sobre bases agroecológicas para 2030?
–Es una meta de la cual estamos muy lejos todavía. Si lo conseguimos, tomando en consideración la teoría de que una hectárea bajo este sistema produce alrededor de ocho toneladas de alimentos, resultado comprobado en los escenarios del proyecto BIOMAS Cuba, financiado por el Gobierno cubano y la Agencia Suiza de Cooperación Internacional (Cosude), el país tendría una disponibilidad equivalente a 80 libras per cápita cada mes, entre granos, viandas y hortalizas que, por demás, son productos más nutritivos y saludables.
«Este programa es más factible a nivel de pequeña y mediana escalas, en las que también es realizable la práctica de la biodiversidad como defensa ante la aparición de plagas y enfermedades».
–¿Dónde puede estar la falla?
–Hay una necesidad de capacitación, existe mucha incultura sobre eso. Lo digo con conocimiento de causa, porque hemos visitado fincas donde plantean que nunca les han hablado de la agroecología.
–¿Hay algún otro modo de enseñanza útil en este sentido?
–La importancia de contribuir con la cultura agroecológica en Cuba debe comenzar a explicarse desde la enseñanza primaria y reiterarse en todos los niveles escolares.
–¿Alguna investigación de las más recientes de Indio Hatuey?
–Estamos instalando un sistema de riego fotovoltaico, con el cual es posible integrar la producción de alimentos y de energía a partir de fuentes renovables, lo que hoy es conocido como agrofotovoltaica, dentro de la concepción agroenergética que hemos desarrollado.
«Claro, nunca olvidamos las investigaciones iniciales, aquellas referidas a los sistemas silvopastoriles para la alimentación del ganado, siempre desde una concepción respetuosa con el medioambiente».
FIDEL ERA EL DEFENSOR MÁXIMO DE ESA CONCEPCIÓN
–¿Habló con Fidel alguna vez sobre estos temas?
–Estuve en su casa en tres ocasiones. La primera vez fue el 6 de junio de 2011, él estaba interesado en conocer más en detalles las investigaciones en marcha en la Estación Indio Hatuey, sobre todo acerca de la moringa.
«Conversamos durante más de cuatro horas. Se mostró muy interesado por nuestra experiencia con la morera, planta de gran potencial para la ganadería y utilizada para alimentar el gusano de seda, el tema lo cautivó. Hizo infinidad de preguntas.
«Al otro día llamó y me dijo que iban a montar el programa de la morera junto con el de la moringa, y nos pidió ayuda para llevar a cabo el programa de la seda allá en La Habana. Luego nos encargó que hiciéramos un experimento para probar que era posible alimentar los cerdos con el mínimo de productos importados».
–¿Qué le dejaron aquellos encuentros?
–Fue muy impresionante. La primera vez me asusté mucho, nunca había estado tan cerca de Fidel, pero pasados los primeros 20 minutos ya me sentía muy cómodo, pues él daba el espacio para eso.
«Fidel era el defensor máximo de esa concepción de la diversificación, un convencido de que Cuba debía producir sus alimentos y tener una ganadería eficiente».
Apasionado de los sistemas diversificados de la producción agropecuaria, Giraldo Martín no descarta hacer algún día un doctorado de segundo grado, aunque aclara que no le interesan los títulos.
«Lo que realmente deseo más es que se lleven exitosamente a la práctica las ideas y acciones definidas por el país en este campo, en beneficio del pueblo y de nuestro sistema agrícola.
«No es nada festinado que turistas alojados en instalaciones del balneario de Varadero aplaudan la posibilidad de consumir productos agroecológicos. Algunos clientes llegan hasta a exigirlo. Lamentablemente, todavía en Cuba el sistema de comercialización de cultivos agrícolas no hace distinción entre unos y otros».
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