Tras un año muy complejo para Cuba, en el que la industria azucarera redujo considerablemente la siembra de caña, así como la producción de azúcar, alcoholes y otros derivados, en el país se ha puesto sobre ruedas una estrategia para «salvar» el sector
GRANMA.-Tras un año muy complejo para Cuba, en el que la industria azucarera redujo considerablemente la siembra de caña (no llegó al 70 % del plan anual previsto), así como la producción de azúcar, alcoholes y otros derivados, en el país se ha puesto sobre ruedas una estrategia para «salvar» el sector –afectado de forma progresiva en varios de sus indicadores.
Dicha proyección –que contempla un paquete de 93 medidas– demanda no solo recursos y esfuerzos, sino también de una mayor aplicación de la ciencia, la tecnología y la innovación en cada una de las empresas agroindustriales conformadas en 2021 como parte de la reestructuración de Azcuba.
La máxima dirección del país ha reiterado la necesidad de aprovechar más las investigaciones y alternativas propias dirigidas a resolver deficiencias y a impulsar la productividad en esta rama de la economía cubana.
Sin embargo, la realidad demuestra que todavía persisten reservas, dilaciones y limitantes objetivas y subjetivas que entorpecen el desarrollo de esas propuestas académicas, con las que podría reducirse el sabor amargo que tiene la zafra en no pocos bateyes y centrales de la nación.
En la oriental provincia de Granma, por ejemplo, está disponible, desde 2010, un estudio científico que podría elevar los rendimientos y la calidad en la siembra de caña, el cual aún espera por concretarse a gran escala, en el campo.
Multilabradora cañera con sello nacional
Al cabo de más de diez años, el doctor en Ciencias Técnicas Agropecuarias Osvaldo Leyva Santisteban no deja de repasar, con nostalgia, las páginas de la tesis de doctorado con la que demostrara la pertinencia y viabilidad de fabricar en Cuba una novedosa tecnología para fomentar el cultivo de la caña.
«Eso no significa que durante este tiempo el proyecto haya estado del todo detenido, pero tampoco ha avanzado con la prontitud que necesitan las áreas destinadas a la siembra», expone a Granma el curtido profesor universitario.
La idea, explica, surgió como una respuesta factible a la necesidad de mejorar la preparación del suelo de una forma más económica, y que a la vez permitiera elevar la calidad de la cepa de caña, con una durabilidad de hasta siete años.
De esta manera nació en la Universidad de Granma (UDG) el estudio académico que propone el desarrollo de la máquina multilabradora Minimax UDG 3,2; un componente agrícola concebido para tractores de potencia media –unos cien kilowatts o más– que se utilizan en las labores de preparación de tierra.
Al diseñar esta máquina acoplada, bajo el principio de laboreo mínimo, se previeron tres tipos de órganos de trabajo que favorecen la calidad y dejan preparado para sembrar dos hileras de caña en cada pasada. «Es decir, solo hay que colocar la semilla de caña y tapar, mientras que con la tecnología tradicional es preciso realizar varios pases de arado que no garantizan la calidad de la siembra e inciden en los bajos rendimientos de la cosecha», detalla el líder principal de la investigación.
A este beneficio se suma la capacidad que tiene la máquina de profundizar hasta 25 centímetros en la tierra, lo que, desde el punto de vista medioambiental, implica muy poca afectación al suelo, «y, además, no está divorciada de la tracción animal, la cual se puede emplear en tareas de apoyo».
En términos económicos, la multilabradora también resulta una opción ventajosa. «Puede disminuir los costos de la preparación del suelo entre un 50 % y un 70 %, y en esa misma proporción se reduce el gasto de combustible, porque no se prepara toda la superficie del suelo, solo las bandas del surco donde se va a sembrar, dejando una fracción de 80 centímetros sobre la que no se incide, y en ese espacio no se gasta combustible y se evita el desarrollo de las malezas».
DEL DISEÑO A LA FABRICACIÓN, UNA RUTA EMPEDRADA
Haber logrado construir un prototipo de la máquina multilabradora para la siembra de caña ha sido, a juicio del doctor Osvaldo Leyva, no solo una demostración de que es posible su fabricación en serie en talleres nacionales, sino, además, una oportunidad para comprobar en el terreno su impacto positivo en la productividad y calidad de la caña.
«Ese prototipo cero fue construido en el centro de Desarrollo de Maquinaria Agrícola de la provincia de Holguín, y con él se hicieron evaluaciones agrotécnicas en áreas de los municipios granmenses de Bayamo y Río Cauto, para definir la calidad de la labor y el rendimiento de la cosecha en varias zafras, con diferentes tipos de cepas de caña.
«Los resultados fueron muy estimulantes. Obtuvimos un incremento del rendimiento agrícola de la cosecha de entre el 15 % y el 32 %, cuando elevarlo por encima del 10 % es ya un salto productivo importante.
«También se alargó la durabilidad de las cepas de caña hasta seis campañas azucareras, muy por encima del promedio actual, que oscila entre las dos y tres campañas, y se acortaron los tiempos de preparación del suelo, sin afectar su conservación».
Con tales incentivos podría pensarse que la producción en serie de la novedosa tecnología (que cuenta también con patente y marca) encontraría entonces más enamorados del proyecto y menos traspié para su fabricación. Pero lo cierto es que, hasta hoy, la investigación –galardonada como la tesis doctoral más destacada de su especialidad en Cuba, en 2010– sigue sin materializarse en las áreas agrícolas del sector cañero.
El proyecto, precisa Leyva Santisteban, inicialmente estuvo bastante encaminado por el entonces Ministerio del Azúcar (Minaz). El propósito era lograr la realización a escala industrial de la serie cero, pero vinieron los cambios de Minaz a Azcuba, luego se recrudeció el bloqueo y se redujeron las inversiones del sector, por lo que se paralizaron los planes para la fabricación de las máquinas multilabradoras.
«No obstante, el estudio sí no se ha estancado. Derivado de sus resultados, se han generado varias tesis de doctorado y pregrado, y artículos científicos que han actualizado el tema en estos años.
«Hoy es sabido que el país vive una situación económica tensa, y la lógica indica que tenemos que tirar con lo que tenemos, pero a pesar de las circunstancias, existe la seguridad de que es posible construir la máquina aquí de forma cooperada y con el mayor porcentaje de componentes nacionales».
Esa certeza del investigador también debiera difundirse entre las entidades que pueden beneficiarse con la multilabradora, pues es evidente que no se han fomentado encadenamientos productivos entre los talleres y otros actores económicos para producir una máquina que, a todas luces, favorecerá el desarrollo de un sector estratégico para la nación.
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