Autor: Luis Marcelo Yera
A cien años de la Revolución de Octubre
La ley del cambio gradual de las formaciones económico-sociales casi no fue tratada en la literatura marxista generada por el llamado socialismo real. De hecho, este autor solo la pudo ubicar en un libro de la editorial soviética Progreso.[1]Fue ignorada, incluso, por los más conocidos manuales y textos de la URSS correspondientes con el asunto.[2]Aparentemente, Marx no la denominó de la manera expresada. Esta parece ser una realización de estudiosos posteriores de la concepción materialista de la historia, a partir de distintos documentos elaborados por el pensador alemán donde se trataba de forma implícita. Esto es un asunto todavía por dilucidar.
En el libro aludido se aborda esta ley debido al debate que provocó en los años 70 el artículo del yugoslavo M. Milianovic («Los clásicos del marxismo y la llamada vía no capitalista de desarrollo. La argumentación o la no argumentación de una tesis»), quien intentaba demostrar, desconociendo ciertas sutilezas teóricas, que Marx y Engels admitían la posibilidad única del paso de todos los pueblos al socialismo a través del desarrollo capitalista.
La defensa de la vía no capitalista de desarrollo por los autores del libro de marras, Vasili Solodovnikov y Victor Bogoslovski, frente a la posición contraria de Milianovic, motiva a intentar aquí una profundización actualizada en esta temática, al tener en cuenta el posterior fracaso del llamado socialismo real en la URSS, supuesta pionera inspiradora del desarrollo no capitalista. El propósito es contribuir a modificar esa suerte de consenso mediático existente que identifica al marxismo fundacional como el causante del fracaso del llamado socialismo real.
Los dos autores soviéticos escriben que esta ley explica las condiciones en que la humanidad transita en su evolución por las distintas formaciones socioeconómicas conocidas, sin poder obviar ninguna de ellas. Exponen que al tener en cuenta la era capitalista, Marx atribuía esta ley a la sociedad en general, es decir, aquella donde el desarrollo del capitalismo se desenvolvía en línea ascendente, pero tenía en cuenta lo particular en ciertos pueblos que eludieron en su desarrollo alguna de las formaciones socioeconómicas. Se pone como ejemplo a los pueblos eslavos y nórdicos de Europa, y los nómadas de Asia y África, que pasaron de la sociedad tribal a la feudal sin conocer la formación esclavista. Sin embargo, para ello hizo falta una condición ineludible: la formación obviada había agotado sus posibilidades de desarrollo social en el mundo, y existía ya en él un sistema social más avanzado.
Al matizarse lo expresado en el libro, los ejemplos citados, equiparables al subdesarrollo actual, pudieron dar el salto histórico porque ya estaba enraizado el feudalismo en el planeta. Bajo estas condiciones, ellos emplearon la vía noesclavista de desarrollo al existir un modelo productivamente más avanzado.
Para justificar el conocido “salto” de la atrasada Rusia soviética, los autores mencionados ─en un contexto políticamente incómodo─ se limitaron a expresar que el socialismo triunfó primeramente allí, sin mencionar la posición de Lenin ─conocedor del requisito del éxito del socialismo en la avanzada Europa occidental─,[3] de inspirar con la Revolución de Octubre el triunfo sobre todo en la adelantada Alemania, que permitiría la existencia al menos de un primer país socialista en la vanguardia económica mundial. La frustración de la revolución en Alemania obligó a Lenin a continuar con el proyecto aislado y a introducir la conocida Nueva Política Económica (NEP, por sus siglas en ruso),[4] después descontinuada con un doble error de Stalin, replicados por sus sucesores en la URSS y fuera de ella: adoptar, sin respetar la ley mencionada, solo la vía no capitalista de desarrollo, además de hacerlo teniendo poco que ver esta con el espíritu del concepto de propiedad social fundamentado por Marx. Ello constituye el “tumor primario” que dio al traste con el llamado socialismo real. Así, la NEP es producto sobre todo de la ausencia por tiempo indefinido de al menos una economía socialista adelantada, por tanto, su valor no es, como se expresa con frecuencia, coyuntural.
Si se considera la falta de un socialismo avanzado antes de la Revolución de Octubre, considerada debido a ello por Plejanov “una infracción de todas las leyes históricas”,[5] se comprenderá por qué, ante el descalabro del llamado socialismo real en la URSS y en el que ella indujo en Europa del Este, es necesario hoy tener en cuenta la ley y contextualizarla.
Las economías de orientación socialista del presente, ante el vacío mencionado y estar retrasadas con respecto a los mayores estándares de desarrollo capitalista del mundo ─los cuales no muestran una fase terminal de agotamiento─, deben de utilizar adecuadamente, a diferencia del pasado, todos los tipos de propiedad en el universo empresarial para impulsar activamente el desarrollo de sus fuerzas productivas, mientras esperan por el triunfo del socialismo en los colosos. No obstante, la ejecutoria basada en una nueva manera científicamente fundamentada de organizar y gestionar su actor insignia, el sistema empresarial estatal, sí deberá contribuir ahora a alentar ese necesario triunfo.
De esta forma, es teóricamente viable la construcción del socialismo en un país como Cuba, a partir del desarrollo de su propia NEP representada por la Conceptualización del Modelo Económico y Social de Desarrollo Socialista, la cual contempla todos los tipos de propiedad. El asunto es combinarlos convenientemente e interrelacionarlos.
Con la NEP, Lenin dejó la audaz lección de integrar las dos vías de desarrollo: la no capitalista, aunque sin disponer lógicamente entonces de los hoy extraordinariamente superiores recursos organizativos y de dirección en función del progreso tecnológico, para gobernar un extendido sistema empresarial estatal que trataba de encauzar por la senda socialista; y la vía capitalista regulada, empleando inteligentemente ese tipo de propiedad y otros, en función del desarrollo socialista.
Citas:
[1] Ver, Vasili Solodóvnikov y Víctor Bogoslovski: “La experiencia histórica de desarrollo no capitalista”, Editorial Progreso, Moscú, 1975.
[2] El lector interesado puede verificar este hecho, por ejemplo, en dos libros soviéticos emblemáticos: el de Fedor Konstantinov y otros, Fundamentos de filosofía marxista-leninista, Parte II, Materialismo Histórico, Editorial Progreso, Moscú, 1975, así como el de Victor Afanasiev, Fundamentos del comunismo científico, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1982. Incluso, el volumen especializado de Konstantín Zaródov, “El leninismo y la transición del capitalismo al socialismo”, Editorial Progreso, Moscú, 1973, tampoco trata explícitamente dicha ley.
[3] Marx y Engels alertaron en el siglo XIX a los revolucionarios rusos que era condición para el triunfo de una revolución en su rezagado país, la revolución socialista en el occidente adelantado. Ver, por ejemplo, Carlos Marx: “Carta a Vera Zasulich”, en Nestor Cohan: Marx en su (tercer) mundo, Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello, La Habana, 2003, p. 283. También en Federico Engels: “Acerca de la cuestión social en Rusia”, en Carlos Marx y Federico Engels, Obras escogidas, 2 t, t. 2, Editorial Progreso, Moscú, 1973, p. 426.
[4] La NEP contemplaba la utilización regulada de todos los tipos de propiedad por los nacionales, mientras que la etapa post leninista excluyó las cooperativas en esferas ajenas a la agricultura y toda la propiedad privada capitalista, a la vez que la propiedad estatal adoptó una expresión hipercentralizada. La indispensable inversión extranjera fue propiciada ampliamente por Lenin, aunque no acudió al país de la manera esperada. Después de él se truncó este propósito.
[5] Gueorgui Plejanov fue un eminente teórico marxista ruso nacido en 1856. Después de su muerte, ocurrida en 1921, Lenin opinó sobre él que “no se puede ser comunista consciente, de verdad, sin estudiar –precisamente estudiar– todo lo que Plejánov escribió de Filosofía, pues constituye lo mejor de toda la literatura marxista internacional”. Ver, Colectivo de autores, Historia de la Filosofía, t. 2, Editorial Progreso, Moscú, 1980, p. 140.
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