SINE DIE 107
SD2
juan m ferran oliva febrero
29 de 2020
Entre
1792 y 1818 estallaron guerras que involucraron a países europeos. Unos seguían
a Francia y otros su adversaria Inglaterra. Ambos Estados absorbían el el 79%
de las importaciones de azúcar en Europa. Esta era entonces la mercancía de más peso en el comercio internacional.
De
una manera u otra las contiendas incidieron en la ruina de los grandes
productores de la época. Haití y las West
Indies quedaron fuera del juego y abrieron un vacio aprovechado por Cuba
que, incomunicada de su metrópoli, alcanzó una suerte de autonomía económica
basada en el azúcar primitivo. Más tarde, en el entorno del año 1886, sus 1.850
trapiches fueron sustituidos por 168 ingenios
centrales que aumentaban
la producción con menos costos y calidad superior. Durante dos siglos la Isla
fue la azucarera del mundo.
La potencia emergente del Norte se convirtió en su mercado natural. Era un suministrador ideal y Cuba devino colonia económica de Estados Unidos cuando aún lo era políticamente de
España. El lobby de los refinadores jugó un
rol importante en la declaración de la guerra entre ambos países.
En 1898 se produjo la oportunista
intervención que arrebató a España sus territorios ultramarinos y a Cuba la
satisfacción de la victoria. La Isla fue retenida hasta
1902 y se convirtió en un Estado con soberanía limitada. Se levantaron numeroso
centrales, algunos los mayores del mundo en su época. Otras mejoras también
contrastaron con el pobre desempeño colonial español.
En
1921 el capital norteamericano se apropió de patrimonios cubanos como
consecuencia del crac bancario. La crisis mundial de 1929 puso
fin a la relativa prosperidad disfrutada por la Isla;
hasta 1928 suministraba el 50% del azúcar comprado por Estados Unidos, en 1933
sólo el 25%. El poderoso vecino la mantuvo atada a través de un sistema de
cuotas. Se inició un largo proceso de descapitalización sólo interrumpido levemente
después de la segunda Guerra Mundial. Era
escaso el capital y relativamente abundantes la tierra y ello permitía disponer
de una reserva de alrededor del doble del área necesaria. La capacidad
industrial máxima era de más de 6 millones de toneladas de azúcar. En 1958, en
condiciones de trabajo manual, cultivo en secano y ausencia de fertilizantes,
el rendimiento agrícola era uno de los más bajos del mundo. Sin embargo, el
contenido de sacarosa en caña era elevado.
El
primero de enero de 1959 el gobierno revolucionario asumió el poder. En 1963 se
concretó una estrategia de desarrollo basada en la producción de azúcar y las
perspectivas de cooperación con la URSS. Entre 1966 y 1970 se invirtieron 334 millones
de pesos de la época en las instalaciones industriales azucareras. Las tierras
dedicadas a la caña se incrementaron en un 35%. Se introdujeron nuevas
variedades, fue ampliado el regadío y el uso de productos químicos. También se
ensayaron maquinas de corte.
La
llamada Zafra de los Diez Millones en 1970 devino
una histeria. El valor puntual de cada
tonelada de aquel azúcar no se conoce. Mucho menos se sabrá el costo de
oportunidad que tuvo la economía del país en su ingente intento por
materializar dicha ilusión productiva.
Hasta
la desaparición de la URSS, el campo socialista pagó precios extraordinarios
por el azúcar cubano, cercanos a los costos de producción de sus remolacheras. Las
zafras se extendieron y se afectó la eficiencia. Tras el colapso no fue posible
regresar al viejo estilo. La actividad requería enormes gastos. Tan sólo en
diesel, la industria hubiera necesitado más de 450.000 toneladas anuales.
Después
de dos siglos de liderazgo llegó la caída, pero no el fin. En abril de 2002 se
inició la reestructuración de la industria y fueron amputados 94 centrales. En
la práctica cada año hacen zafra los elegidos..
En
términos mundiales se registraron grandes cambios debidos a modificaciones de
los patrones de consumo, la introducción de sucedáneos y la incorporación de nuevos productores.
Actualmente más de 100 países elaboran azúcar. Mayormente lo consumen o
exportan a precios protegidos. El total fabricado supera los 180 millones de toneladas.
Contrastan con los 50 millones producidos en 1960. Brasil es el mayor
fabricante. En 2015 Cuba marcaba el
lugar 18 y se hallaba aún entre los primeros 25 grandes productores. Según
estudios externos[1] produciría azúcar a un costo
de 224 $/tonelada a fines de siglo. En esa época los precios del mercado se
movieron entre 148 y 274 $/tonelada. Luego fueron superiores. Probablemente el
costo cubano fue estimado en base a la ficción contable de igualar el peso al
dólar.
Los
rendimientos cañeros de la Isla continúan entre los más bajos del mundo, a
pesar del boom hidráulico. Incluso decayeron desde
las pobres 45.5 toneladas/Ha anteriores[2]. La media mundial es de 65.9 toneladas/Ha.
Los
productores con menores costos son Australia, Brasil, Guatemala, Zambia y
Zimbabue. Se mueven entre 167 y 179 $/tonelada. ¿Cuál sería el nuestro contabilizando por separado pesos y dólares? Quizá
resulte competitivo aún en momentos depresivos del mercado, pero no hay
información oficial al respecto.
Para
la Cuba azucarera no volverán las oscuras golondrinas becquerianas[3]. Quedo atrás su condición puntera
mundial. Puede llegar al lugar 20 desde donde debe producir 2 millones de toneladas exportables. Con precios
discretos de mercado mundial significarían unos US$ 500 millones. Cifra nada
despreciable. No sería locomotora pero ocuparía
un lugar digno en el tren de la economía ¿Que trabas impiden que ello se logre?
Fin
[1] Información tomada de S. Haley, US and World Sugar and HFCS Production Costs. 1994/95 -1998/99. Sugar and
Sweetener Situation &Outlook, set. 2001 ERS/USDA.
[2] Datos de ONEI
[3] Volverán las
oscuras golondrinas en tu balcón sus nidos a colgar,/y otra vez con el ala a sus cristales jugando
llamarán./Pero aquellas que el vuelo refrenaban tu hermosura y mi dicha a contemplar,/aquellas que
aprendieron nuestros nombres....ésas... ¡no volverán! G.A. Becker. Rimas
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