Dos adolescentes toman el tren de Hershey con propósitos turísticos. Uno de ellos asoma temerariamente la cabeza por la ventanilla queriendo abarcar mejor el paisaje. De repente algo le hiere el ojo. Se retira lloroso y el amigo inquiere que le ha ocurrido: una partícula de carbón me cayó en el ojo, a lo que el otro replica.¿pero no sabes que este tren es eléctrico?...Ah, entonces será un kilovatio
.
El cofrade
Aurelio Alonso comunica jubiloso la
existencia de un proyecto para convertir en museo al que fuera batey del
esfumado central Hershey. Su padre
era carrero de una marca de cigarros y en ocasiones lo acompañaba. La visita a
otras localidades le permitió apreciar
la superior urbanización del poblado aludido. También lo visitó entre 1948 y 1950 en excursiones de los Hermanos Maristas, colegio
en el que estudiaba[1]. La
nostalgia lo consume.
Uno de los elementos emblemáticos del lugar era su ferrocarril eléctrico, único en
Cuba. Lo comunicaba con La Habana y Matanzas.Tenía su patio en el
propio batey y acarreaba el blanco refino a los lugares de embarque. De paso
servía de transporte público de personas. En el entorno de 1960 costaba 2.8
pesos ir de un extremo al otro del recorrido de algo más
de 100 km. La electricidad era suministrada por el propio central a partir de biomasa
bagacera. No sé qué
ocurría en tiempo muerto. Aurelio lo utilizó una
vez en 1967, y por casualidad. Salió junto con otros compañeros de una reunión
tormentosa. Para refrescar cruzaron la
bahía hasta Casa Blanca y allí tropezaron con el tren. Lo tomaron en viaje de
ida y vuelta[2].
Con igual
sentido de integralidad creó el central y refinería en la sierra ubicada a unos
kilómetros de Santa Cruz del Norte, a 45 km de La Habana y algo más de
Matanzas. No era un central pequeño. En 1952 produjo 103.601 TM, record sólo superado por los
colosos de Camagüey y Oriente[3]. Lo dotó de un pueblo ideal, con
casas de excelente construcción y las correspondientes instalaciones urbanas de servicio. En la carretera que conduce a Sta.
Cruz poseía unos jardines que lo prestigiaban y servían de expansión a los
habitantes del entorno[4].
No todos disfrutaron de los chalets. La existencia de un barracón menos
privativo lo sugiere.
Una anciana
que habita el lugar actualmente refiere que los trabajadores compraban en la
tienda de la propia compañía utilizando vales. No sé si el pago en esa
modalidad era total o parcial. El empleo
de un token[5]
no era raro entonces; conformaba un mercado cautivo y proveía un generoso
margen comercial que escamoteaba los salarios.
En 1946 el
central fue vendido al magnate azucarero Julio Lobo. A fines de 1962, al ser
nacionalizado, adoptó el nombre de Camilo Cienfuegos. Operó hasta el año 2002,
cuando fue cerrado al redimensionarse la industria azucarera. Muchos de sus trabajadores fueron reubicados en la extracción del
petróleo cercana y en otras actividades. Actualmente viven allí unas 1200
personas.
De convertirse en museo, sería el patrón de un batey ideal,
una desiderata. La mayoría de los poblados azucareros no eran tan refinados.
Lo verdaderamente emblemático del lugar es el
ferrocarril que aún funciona precariamente (de momento paralizado por la
pandemia[6]). Ya no
conduce azúcar y se limita al transporte de personas. Consolidó una necesidad
entre los habitantes del extenso territorio que actualmente se extiende por
zonas septentrionales de las provincias de La Habana, Mayabeque y Matanzas. El parque de transporte de pasajeros fue
renovado en dos ocasiones con automotores procedentes de Barcelona.
Una locomotora eléctrica recibe la energía a
través de cables que corren en paralelo con la vía. Debido a las economías de
escala, el costo unitario del KW, u otra medida energética similar, es
sumamente reducido en comparación con el de los equipos de combustión interna. El
mantenimiento y reparaciones son igualmente inferiores. Su inconveniente es la
inversión inicial. Al sistema de rieles hay que añadir el costoso sistema de conductores
eléctricos (las catenarias).
Las primeras locomotoras construidas a inicios
del siglo XIX fueron a vapor. Después de mediados de dicha centuria eran notorias
las del Far West, como la mostrada en
1928 en el antológico filme mudo El
General, protagonizada por Buster Keaton. Muchas parecidas se utilizaron en
las ferrovías cubanas. Su unidad motriz era una caldera generadora de vapor
convertido en movimiento circular mediante mecanismos adecuados[7]. Su mantenimiento y consumo resultaban costosos
y abrieron paso a los motores de
combustión interna que las sustituyeron. Actualmente son piezas de museo.
A fines del siglo XIX fueron introducidos los
trenes eléctricos. Son particularmente recomendables
en países donde la energía eléctrica es barata. A lo largo del siglo XX impusieron cada vez más su presencia sin
llegar a que fuese absoluta. En Suiza, por ejemplo, el 99% de las líneas
férreas son eléctricas. Las principales ventajas de esta tecnología consisten
en el bajo costo energético y a su menor peso relativo. Sus mecanismos son
mucho más simples y cuentan con otras ventajas. La pega consiste en la costosa electrificación
de las líneas. En toda su longitud ha de disponer de un tendido aéreo[8].
El Talón de Aquiles del tren eléctrico Hershey, como lo siguen llamando, es el costo de reposición
y mantenimiento de su catenaria. Ciclones, vandalismo y el paso del tiempo han
afectado las líneas de cables conductores. Es único en su clase. En los 5064 km de vía pública de los demás
ferrocarriles del país (excluyendo los azucareros) se utilizan equipos diésel.
El primero
de mayo de 2017 el tren de Hershey
recorrió toda la línea por última vez[9].
Actualmente sólo cubre parte de ella. La descapitalización ha golpeado la
infraestructura eléctrica. Se trata de una especie
en peligro de extinción.
Es necesario
un análisis que muestre la alternativa recomendable
de comunicación de la zona en cuestión. Quizás el tren continúe siendo la
mejor, pero queda por demostrar. No se debe perder de vista el carácter
histórico de la instalación y sus posibilidades turísticas. Matanzas está muy
cerca de Varadero que recibe miles de visitantes portadores de moneda libremente
convertible. Algo similar puede decirse de La Habana.
La
tecnología eléctrica ofrece grandes ventajas operativas, pero quizás resulte
excesivo su costo inversionista en las actuales circunstancias. Comoquiera, no
se debe desestimar sin un estudio. Una solución alternativa seria la adopción
de la tecnología diésel. Se perdería el hálito romántico del primitivo tren
pero mantendría la comunicación y la agradable vista del paisaje que incluye al
Valle de Yumurí. A fin de cuentas los
pasajeros utilitarios y los potenciales turistas requieren
comodidad y frecuencia, virtudes ausentes en las actuales condiciones, sin
contar la amenaza de desaparecer.
…Ah, el caserío. Creo que a sus privilegiados
moradores corresponde su mantenimiento sin violar las normas de la
planificación física. Lo urgente es el ferrocarril.
Fin
[1] En la propia zona existía una fábrica de aceite de maní. La distribuía
la firma Sabatés SA (Procter & Gamble) bajo la marca Manico. Tenía un
fuerte clientela entre la colonia judía cuya religión proscribe el consumo de
productos del cerdo. La manteca era ampliamente utilizada por la población
cubana debido a su bajo precio y a un mal hábito apalancado en tradiciones
culinarias favorecedoras del colesterol. Las transnacionales Swift y Armour
ofertaban lard a bajo precio; en Estados Unidos tenía
poca demanda y Cuba les servía de vertedero. En casa de Aurelio también lo
consumían, aunque no eran hebreos.
[2] Puedo
complementar esta tournée de recuerdos con uno mío, menos
emotivo y quizás vanidoso. En el entorno de 1970 visité el central en varias
ocasiones por razones de trabajo. En una de ellas se me hizo tarde para
almorzar en el comedor obrero. Detrás de mi llegó un trabajador también atrasado.
Probablemente debido a mi camisa blanca, me preguntó si yo era el nuevo médico
asignado al consultorio. Le respondí que no, con una sonrisa. No se ría, me dijo casi ofendido. Ud se ve que es un blanco que filtra.
Es una expresión folclórica que aún recuerdo.
[3] Pedrosa Puertas, Rafael. Cinco Siglos de Industria Azucarera Cubana.
Minaz 1966
[4] Estas líneas fueron
documentadas con el artículo El Tren de Hershey contra el Tiempo, de Ventura de
Jesús, Periódico Granma. Enero 9 de 2020. Datos de la Unión de FFCC de Cuba y otros tomados de Internet.
[5] Token: moneda de circulación limitada. Generalmente emitida por una entidad
privada.
[6] Casablanca pertenece al municipio Regla, de La Habana.
[7] En el central Jaronú hubo una curiosa instalación. Los llamados dirigibles no generaban vapor. Eran grandes termos que lo recibían del central y
se aplicaban como locomotoras de patio.
[8] O de un peligroso carril extra, también complejo. Suele limitarse a
lugares con poco o ningún acceso de personas y animales, como los
metropolitanos subterráneos.
[9] Ventura de Jesús. El
Tren de Hershey contra el Tiempo. Periódico Granma. Enero 9 de 2020.
Hershey es un precioso pueblo que debe conservarse como ejemplo de integración comunitaria al ser urbanística, productiva y recreativa.
ResponderEliminarTambién tengo la experiencia de una visita, sentándome a conversar en una de esas casas estilo norteamericanas con uno de sus moradores de antaño. En su conversación me explico tanto la forma de economía cerrada que existía donde todo o casi todo lo que se ganaba como suelto se consumía en el mismo pueblo por lo que no era necesaria la circulación del dinero.
Entre tantas cositas me explicó como la comunidad tenía una organización jerárquica donde las casa de piedra más grandes y confortables eran entregadas a los dirigentes principales del central y las de madera (muy buenas también) para los cargos menos importantes.
La propiedad no solo era del central y el ferrocarril, también se fueron adquiriendo tierras de los alrededores y fue necesario mover de lugar el cementerio. Y por demás se construyó una pequeña iglesia católica.
El vecino me refirió un ejemplo interesante de control o estrategia para que no haya descontrol, me dijo que los jefes en muy rara ocasión tenían asignado un automóvil, que solo usaban caballos. De esta forma se evitaba el uso indebido (que no se escaparan para La Habana).
Existió un centro de recreo en el mismo pueblo, hoy es un Circulo Social Obrero y Los Jardines más aislados (a unos pocos kilómetros) pero aprovechando las bondades del rio cercano.
Si de alguna manera se pudiera restaurar todo en ese pueblo (aunque el central ya sería imposible) constituiría un museo viviente, creándose un lugar turístico formidable.
Bien pudiera ser una parada necesaria de los turistas hacia Matanzas o una estancia corta y si el viaje fuera en el tren restaurado y confortable para el turista seria como pasear en un auto descapotable de los 50.
Hoy prácticamente en ruina constituye un lugar interesante al que recomiendo la visita.
Rogelio Castro Muñiz