Casi a punto de tomar por la fuerza la popularidad del emblemático río Yayabo, el jacinto de agua hace justicia al proverbio: no todo lo que brilla es oro. Escambray desenreda este acertijo ambiental, sin conocer cuándo comenzó y, mucho menos, cuándo acabará
Por AILÉN MARTÍNEZ MORGADO, Escambray
El jacinto de agua de a poco borra las márgenes del río Yayabo durante su asentamiento como una especie invasora.
Cuentan que cuando los brotes de cultivos abrazaban el horizonte, allá por el Medioevo, la prosperidad les sucedía. “Verde como la esperanza”, aprendimos a decir los occidentales desde entonces. Sin duda, palabras de fe.
Asoma la primavera en la villa del Yayabo y el color tiñe al cauce padre. Una acuarela de jacinto de agua ha echado raíces desde la orilla hasta el mismo corazón fluvial. Cada semana la planta duplica sus esquejes.
Quizá el lugar y momento precisan de la poesía, del romance y la meditación. Mas, en medio del verdor del paisaje, una llega a preguntarse si la vida ha decidido regalarnos tiempo, como si tantas calamidades pueden esperar con calma.
Una invasión se adueña del río y no hay santo que se ocupe, ni siquiera la memoria caprichosa que asegura que allí, debajo del follaje, habitan especies acuáticas. Ni los mosquitos, ni el hedor, ni la basura pueden enfermar la desidia. De a poco, las márgenes desaparecen.
UNA PLAGA DENTRO DE OTRA
Para la mayoría de los espirituanos, la sábana que tapa al río Yayabo está compuesta por malangueta; sin embargo, la ciencia establece otra cosa. Aunque pertenecen a la división Magnoliophyta dentro de su Reino, la malangueta es de tierra, y el jacinto, en cambio, encuentra en las aguas condiciones favorables para su desarrollo.
Esta última, de nombre científico Eichornia crassipes, nació en la cuenca del Amazonas y no tardó en propagarse por el mundo. Su aspecto ornamental favoreció la exportación. “En algún periplo histórico de migraciones, como el de nuestra población aborigen, pudo haber venido. No es una especie autóctona; pero sí está completamente naturalizada en Cuba por, al menos, más de cinco siglos”, explica Néstor Álvarez Cruz, subdelegado de Medio Ambiente de la Delegación Territorial del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (Citma) en Sancti Spíritus.
Y, en efecto, el también conocido como camalote se adaptó muy bien. Hoy no se precisan los años desde que este espectáculo de la naturaleza edulcora la ciudad, generalmente, en períodos secos. Con el descenso de las precipitaciones y, por ende, de los niveles acuíferos, la materia orgánica aumenta su grado de concentración y despega, así, la mala hierba.
Por su exotismo y belleza, la flor del jacinto de agua abunda en estanques artificiales con finalidad decorativa.
“Ella lleva un manejo muy difícil de hacer por su rápida reproducción. Lo ideal resulta que, llegada la primavera, el río crezca y la arrastre”, responde el especialista ambiental ante la duda sobre si el Citma contempla acciones de saneamiento para menguar la incidencia del jacinto de agua. Mientras el tiempo pasa, para los trabajadores de la Taberna Yayabo parece detenerse. Según sus propias declaraciones, ya van cinco los infectados con dengue en lo que va de año a causa del repunte de Aedes aegypti que vive en la susodicha.
Todo parece indicar que bordear el río Yayabo, lejos de un privilegio ancestral, por estos días representa la cruz que les tocó cargar a unos cuantos vecinos desafortunados. A esta reportera le consta que, a una cuadra de distancia, en el Museo de Arte Colonial, la estancia en el patio se torna insoportable por el insecto.
Álvarez Cruz asegura que su proliferación poco tiene que ver con la planta y sí mucho con las pilas de basura en el área aledaña. De la suciedad deja constancia Ángel Hernández Vidal, jefe de mantenimiento de la Empresa Municipal de Acueducto y Alcantarillado de Sancti Spíritus: “Delante de nosotros los vecinos arrojan escombros, pomos plásticos, desechos de comida y sanitarios. Les hemos llamado la atención innumerables veces y convocado a inspectores. La situación no se resuelve”.
De lunes a sábado Alberto Machado Hernández limpia la periferia del río junto a otros cuatro obreros, en un tramo comprendido entre el balneario y la represa del acueducto. “Hacemos lo que podemos; no somos magos. Llegamos hasta donde alcanzamos. El lacustre del medio solo se va con una redecilla desplegada por mediación de un bote, que no tenemos”, sentencia tajante el jefe de brigada.
No (con)vencida con los argumentos, Adriana Sánchez Pérez, gastronómica por más de un lustro de la Taberna, refiere que después de las seis de la tarde los propios clientes huyen de los balcones de la unidad —en su momento, el principal atractivo de la instalación eminentemente turística—, debido al asedio de mosquitos.
VERDE, QUE TE QUIERO… ¡TRANSPARENTE!
Con tantas directrices en materia medioambiental en Cuba y el jacinto de agua viene a tomar la “justicia” con sus raíces. “Él limpia el Yayabo de desperdicios domésticos. Los asimila y lleva a su estructura”, desenreda el subdelegado del Citma este acertijo natural.
Los vecinos y trabajadores de la periferia del río Yayabo manifiestan su insatisfacción por la oleada de mosquitos que invade la zona desde que se arraigó el camalote.
“El exceso de nutrientes por la actividad negligente del hombre, principalmente de nitrógeno y fósforo, produce la eutrofización. Este fenómeno ocurre cuando la famosa cuenca espirituana alcanza elevadas cantidades de excrementos.
“Las acciones de purificación a nivel internacional son muy costosas. Por este concepto, en el mundo existe un déficit de saneamiento acumulado y Sancti Spíritus no escapa a esa realidad. En un futuro inmediato, trabajaremos en la creación de un sistema de colectoras de residuales para la limpieza de los que hoy vierten en nuestro principal afluente”, argumenta.
Entre tanto se materializa este empeño, únicamente estampado en papeles, la podredumbre adquiere límites insospechados. Con ella, la plaga va y viene año tras año. Los mismos habitantes de Sancti Spíritus desperezan la conciencia solo cuando las hojas amenazan con borrar el torrente.
La planta reduce el intercambio de oxígeno entre la atmósfera y el agua, efecto que retarda la reproducción de la fauna del río. Mientras las empresas provinciales de Acueducto y Alcantarillado y Servicios Comunales, o la Delegación Territorial de Recursos Hidráulicos y el propio Citma se disputan la responsabilidad de lo que sucede aguas adentro, a la invasora mucho hay que agradecer. Por ironías de la vida, el camalote proporciona unos crustáceos como alimentos para peces, reptiles y anfibios que ayudan a la supervivencia en medio de la contaminación.
Con tan “noble gesto”, a los responsabilizados de atajar el fenómeno de seguro no les viene mal la espera. A fin de cuentas, con tantos gastos y tan poco presupuesto, el mejor negocio bien pudiera ser colgar los guantes. En este sentido, Néstor Álvarez aconseja esperar el florecimiento de la especie, período en el que se reduce su capacidad de reproducción. “Solo entonces se podrá contener por algunos meses”, acota.
Montañas de basura alrededor y dentro del afluente devienen materia orgánica para la proliferación de la plaga.
Estudios recientes catalogan el jacinto de agua como amenaza de los ecosistemas acuíferos. En España, por ejemplo, desde el 2011 se prohibió su introducción en el medio natural. Ante la inevitable escalada de la mala hierba, técnicas más revolucionarias encuentran en su procesamiento el combustible del futuro: el biogás.
Desde la ciencia entonces habrá que repensar cómo contener el estrago en Cuba, a sabiendas de su ultimátum a las reservas acuíferas. Si en el Medioevo, el color verde representó la prosperidad, en pleno siglo XXI espirituano el jacinto de agua viene a decirnos todo lo contrario: la contaminación arrecia; la suciedad florece y la indolencia margina.
No por atractiva al paisaje, la planta debe instalarse como uno de los tantos males necesarios que denigran el entorno de un símbolo idiosincrático: el río Yayabo.
Comentario HHC; El deterioro moral y cívico de una parte de la población, se manifiestan en las actitudes deleznables que realizan en todos los ámbitos de la vida estos grupúsculos.
En mi hogar, en la década del 80 del siglo pasado, la casa estaba rodeada de un muro de 40 cm de alto, y el fondo del patio no había nada, y eso era suficiente pra que nadie pasara. En la década del 70 dejaban hasta los litros de leche en las puertas y no se perdían. Pero en la década del 90 y hasta la fecha, se tuvo que poner cerca peerless de más de 2 metros, y con alambres de púas como " adornos", y con todo, han existido intentos y han logrado robar cosas del patio como una bicicleta, bombillos, bomba de agua, etc.
Hoy leo una noticia que pusieron carteles en las ocho vías para señalizar mejor el tránsito, veremos cuanto duran. En los inicios de la década del 90 uno iba por las ocho vias y había señales de todo tipo , incluso por cada kilómetro sé sabia por que KM ibas ¿Qué ocurrió? Se fueron robando todas las señalizaciones para aprovechar el hierro y demás de las mismas y desaparecieron casi todas.
Ese espécimen de ser humano, que no es aún mayoría, es el mismo que no quiere trabajar, y el que lo hace, está pendiente de como se aprovecha de lo que tiene a su alrededor, no hay sistema de estimulo que funcione, porque su actitud ya esta predeterminada. Para ellos no hay limite posible que le funcione, y los haga aportar a la sociedad. Son los portadores de lo mas violento que desplegaron en el 11 J , son los que van con su baja catadura moral actuando por la vida que tienen a su paso., en un omnibus, en colas, mercados, etc en cualquier lugar.
Me duele decirlo, pero después de 63 años, estos seres humanos a los que he aludido, y que se están incrementando, son obra de la revolución, quizás como subproducto, pero lo son. No hay que culpar a nadie más que a nosotros mismos.
Quiero creer que deben existir investigaciones que analicen las causales de esos comportamientos, y las recomendaciones para su solución, pero lo real es que siguen creciendo como "plaga", porque se trasmite de generación en generación, misma y a modo se simil, como se ha cubierto el rio que reseña el artículo. Y si llegan a convertirse en mayoría, la existencia misma de la nación está en peligro, porque es un hecho que no defenderan la revolución, porque se carecen de valores éticos, de conciencia social y solidaria.
Lo anterior es un peligro que nos está corroyendo lentamente, no es masivo, pero es en extremo peligroso a largo plazo. Hay que combatirlo, reeducarnos y solucionarlo por todas las vías. lo antes posible. ¿ Vale la Pena?
Cuando la CULTURA DE LA PARÁLISIS SE APODERA DE UNA PRÁCTICA DE LA GESTIÓN PÚBLICA. SUCEDE LO QUE HEMOS VISTO DEL RÍO YAYABO. DONDE ESTÁN LAS AUTORIDADES ESPIRITUANAS . BIEN ESPERANDO INDICACIÓN DEL NIVEL SUPERIOR. LA OBEDIENCIA Y EL AMANSAMIENTO INSTITUCIONAL A DECIR DE ALFREDO GUEVARA. ES UNA PRÁCTICA DE SOBREVIVENCIA DE LAS AUTORIDADES DEL PARTIDO Y EL GOBIERNO. NO SE COMO DEJARON PUBLICAR EN EL PERIÓDICO ESCAMBRAY ESE CRÍTICO REPORTAJE.
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