OnCuba
El crecimiento del PIB de un 1,6 por ciento en 2017 es sin dudas sorprendente y supera con ventaja el crecimiento del 1,1 por ciento del primer semestre de este mismo año. Teniendo en cuenta las difíciles condiciones en que se alcanzó, donde la combinación de restricciones financieras, impagos de deuda de corto plazo, evolución insatisfactoria de precios de algunos productos de exportación, el huracán Irma y las tensiones generadas de forma intencionada por el nuevo gobierno estadounidense, han tenido indiscutible impacto. Haber podido alcanzar un desempeño positivo es una muy buena noticia.
Salir de los números rojos en el crecimiento económico es positivo, comparado incluso con el crecimiento esperado en América Latina. Pero esa tasa de crecimiento sobre un decrecimiento del 0,9% en el año 2016 no nos permite elevar la tasa de crecimiento anual promedio del período por encima del 2%, muy lejos aun del crecimiento necesario.
Ese crecimiento se alcanza con déficit del 11 por ciento. Es lo planificado, pero no lo deseado, ni lo más saludable para una economía. Habría que decir que a las presiones que ejercen las restricciones financieras externas, debe sumársele esta otra, la del déficit interno que afecta los equilibrios monetarios y los precios, aun cuando al sistema bancario cubano compre bonos del Estado por la mitad del monto del déficit y con ello se alivie esa presión sobre el equilibrio monetario interno. Ese déficit es también de alguna manera la medida del esfuerzo de crecimiento en condiciones tan difíciles.
Los sectores que contribuyeron de forma decisiva a esa tasa de crecimiento fueron, turismo (4,4 %); transporte y comunicaciones (3,0 %); agricultura (3,0 %) y la construcción (2,8 %) fundamentalmente. Esos sectores tenían un peso ponderado en el PIB de 2015 del 25,9 %.
En la estructura del PIB de Cuba los sectores de mayor peso ponderado (en 2015) eran Comercio y reparación de efectos personales 19,7%, Salud Pública y Asistencia Social 16,9% y la Industria Manufacturera 12,7%. En el reciente informe rendido por el Ministro de Economía no es posible conocer si el sector industrial cubano creció en el año 2017.
No se divulgaron datos de las exportaciones totales, en especial de las exportaciones de servicios, las cuales también deben jugar un rol positivo en el crecimiento alcanzado del PIB.
La relación entre lo coyuntural y lo estructural es decisiva para entender las debilidades del crecimiento económico de Cuba. Los problemas coyunturales de nuestro sector externo tienen un componente estructural de mucho peso. La dependencia de las importaciones para poder exportar es solo la manifestación de causas más profundas, asociadas a una debilidad de larga data de nuestro sector productivo (atraso tecnológico, falta de complementariedad entre las diferentes ramas de la economía, débil impacto de la innovación, concentración productiva en sectores de media y baja tecnología, patrón energético poco eficiente, etcétera) que impactan de forma negativa en la inserción de nuestros productos en el comercio internacional, en la “calidad exportable” de estos y en su competitividad.
Por esas razones es que uno de los ejes estratégicos definidos en las bases del plan hasta 2030 es la transformación productiva del país. Es cierto que es un asunto de mediano y largo plazo, pero es cierto también que nuestras políticas al respecto deben ser mucho más agresivas o, mejor aún, mucho más revolucionarias, en el sentido estricto del término.
A lo anterior habría que sumar que aún nuestras instituciones –“las reglas del juego”– no generan suficientes incentivos para las empresas (las llamadas exportadoras) y para aquellas otras que no lo son.
Todavía la estrategia exportadora sigue estando fundamentalmente concentrada en el sector estatal y no parece existir de momento ninguna intención de sumar al sector no estatal al esfuerzo exportador, aun cuando es cierto que todavía su aporte puede no ser significativo.
Nuestra aspiración exportadora aún se debate entre la distorsión cambiaria, incentivos deficientes e inadecuados y procesos burocráticos paralizantes que incluyen una larga “permisología” altamente centralizada que, como afirmara el Presidente Raúl Castro, al referirse a los problemas monetarios y cambiarios, “nadie puede calcular, ni el más sabio de los sabios que tengamos nosotros, el elevado costo que ha significado para el sector estatal…”. Podemos hacerlo extensivo a estos otros males endémicos de nuestra economía que está en manos cubanas poder cambiar radicalmente.
Un solo ejemplo puede ilustrar el punto anterior en cuanto a las trabas burocráticas. Hace unas semanas se anunció en la prensa cubana la colocación de la primera piedra de la futura empresa mixta entre Nestlé y el grupo Coralsa del Minal. En esa misma información se hacía público que el proceso de negociación se inició en el año 2014 y que la empresa comenzaría a producir en 2019: 5 años después de iniciada la negociación.
Sin crecimiento no habrá desarrollo en el largo plazo, sin crecimiento nuestras aspiraciones de mantener y mejorar aquellas que son la columna vertebral del edificio social de nuestro país, la educación, la salud, la equidad, se verán comprometidas seriamente, aun cuando en el corto plazo podamos mantenerlas vivas.
Es cierto que Cuba hoy no es una plaza para la inversión extranjera tan deseada como hace un par de años. Pero es cierto también que la tasa de creación de nuevas empresas con inversión extranjera es muy baja si la comparamos con la cantidad de intenciones de negocios que mes a mes llegan a Cuba.
Aun este año, cuando los negocios firmados han tocado montos nunca antes alcanzados, siguen estando lejos de nuestras necesidades.
Todavía en sectores decisivos para nuestro crecimiento y desarrollo las ofertas de nuevos negocios que aparecen en la Cartera de oportunidades de 2017 son insuficientes o parecen alejadas de nuestras necesidades.Tal es el caso del sector de la construcción, donde es evidente la insuficiencia en la producción de cemento y de áridos, y no existe propuesta alguna sobre este último en la nueva Cartera de negocios. ¿Podremos hacerlo con capital propio a la celeridad que necesita nuestro déficit en vivienda, en infraestructura y nuestro plan de expansión turística?
Cartera de oportunidades de inversión extranjera en Cuba 2017 -2018 from Janet Fernandez
Pasa otro tanto en la agricultura. El año pasado se aprobó una política para la creación de empresas mixtas con las cooperativas de producción agropecuarias. Hoy no tenemos noticia de sus resultados, pero el país sigue destinando más de 1500 millones a la importación de alimentos parte de los cuales podría producirse nacionalmente.
Solo en carne de pollo se importaron 753 795 toneladas por un valor de 828 950 000 dólares entre los años 2013 y 2016. Sin embargo en la Cartera de Oportunidades de 2014 aparecían ya nueve proyectos de inversión para la producción de carne de pollo, con una capacidad de producción entre los nueve de 21 900 toneladas anuales (24 000 pollos diarios) que a los precios que se pagaron en 2016 (según el anuario de 2016) serían más de 21 millones de dólares. Hasta el momento no se ha hecho público que se haya concretado alguno de ellos. ¿Por qué tanta demora? ¿Quién paga esa demora?
El crecimiento es un fenómeno complejo, crecer es más que el mero aumento de la riqueza que tenemos hoy y mucho más que cumplir con un plan anual. Por eso es importante no sólo el crecimiento y dónde se crece, sino también cómo se crece.
Es decisivo crecer de manera sana, crecer en los sectores que son determinantes para la transformación productiva del país, hacerlo de forma tal que ese crecimiento repercuta positivamente en ganancias de productividad, y que ese crecimiento genere el del empleo en sectores de mayor complejidad tecnológica, que permitan y produzcan una mayor complementariedad de nuestra economía.
Que ese crecimiento permita una mejor integración de todos los actores económicos, desde los territorios y los sectores y desde los estatales y no estatales, es determinante. Porque Cuba es una sola con muchas realidades diferentes.
Por y para eso se discutió y aprobó el documento de los ejes estratégicos de desarrollo, por eso y para eso es necesario avanzar en la concreción de nuestro programa de desarrollo de largo plazo que ya va siendo de mediano plazo.
No podremos cambiar el entorno que nos rodea, pero sí podemos cambiar sustancialmente todo aquello que traba nuestras aspiraciones y depende de nosotros mismos.
Para llegar al largo plazo debemos hacer bien las tareas de 2018, que será difícil, complejo y con retos enormes.
Fuente: http://oncubamagazine.com/columnas/mucho-mas-crecer/
Salir de los números rojos en el crecimiento económico es positivo, comparado incluso con el crecimiento esperado en América Latina. Pero esa tasa de crecimiento sobre un decrecimiento del 0,9% en el año 2016 no nos permite elevar la tasa de crecimiento anual promedio del período por encima del 2%, muy lejos aun del crecimiento necesario.
Los sectores que contribuyeron de forma decisiva a esa tasa de crecimiento fueron, turismo (4,4 %); transporte y comunicaciones (3,0 %); agricultura (3,0 %) y la construcción (2,8 %) fundamentalmente. Esos sectores tenían un peso ponderado en el PIB de 2015 del 25,9 %.
En la estructura del PIB de Cuba los sectores de mayor peso ponderado (en 2015) eran Comercio y reparación de efectos personales 19,7%, Salud Pública y Asistencia Social 16,9% y la Industria Manufacturera 12,7%. En el reciente informe rendido por el Ministro de Economía no es posible conocer si el sector industrial cubano creció en el año 2017.
No se divulgaron datos de las exportaciones totales, en especial de las exportaciones de servicios, las cuales también deben jugar un rol positivo en el crecimiento alcanzado del PIB.
La relación entre lo coyuntural y lo estructural es decisiva para entender las debilidades del crecimiento económico de Cuba. Los problemas coyunturales de nuestro sector externo tienen un componente estructural de mucho peso. La dependencia de las importaciones para poder exportar es solo la manifestación de causas más profundas, asociadas a una debilidad de larga data de nuestro sector productivo (atraso tecnológico, falta de complementariedad entre las diferentes ramas de la economía, débil impacto de la innovación, concentración productiva en sectores de media y baja tecnología, patrón energético poco eficiente, etcétera) que impactan de forma negativa en la inserción de nuestros productos en el comercio internacional, en la “calidad exportable” de estos y en su competitividad.
Por esas razones es que uno de los ejes estratégicos definidos en las bases del plan hasta 2030 es la transformación productiva del país. Es cierto que es un asunto de mediano y largo plazo, pero es cierto también que nuestras políticas al respecto deben ser mucho más agresivas o, mejor aún, mucho más revolucionarias, en el sentido estricto del término.
A lo anterior habría que sumar que aún nuestras instituciones –“las reglas del juego”– no generan suficientes incentivos para las empresas (las llamadas exportadoras) y para aquellas otras que no lo son.
Todavía la estrategia exportadora sigue estando fundamentalmente concentrada en el sector estatal y no parece existir de momento ninguna intención de sumar al sector no estatal al esfuerzo exportador, aun cuando es cierto que todavía su aporte puede no ser significativo.
Nuestra aspiración exportadora aún se debate entre la distorsión cambiaria, incentivos deficientes e inadecuados y procesos burocráticos paralizantes que incluyen una larga “permisología” altamente centralizada que, como afirmara el Presidente Raúl Castro, al referirse a los problemas monetarios y cambiarios, “nadie puede calcular, ni el más sabio de los sabios que tengamos nosotros, el elevado costo que ha significado para el sector estatal…”. Podemos hacerlo extensivo a estos otros males endémicos de nuestra economía que está en manos cubanas poder cambiar radicalmente.
Un solo ejemplo puede ilustrar el punto anterior en cuanto a las trabas burocráticas. Hace unas semanas se anunció en la prensa cubana la colocación de la primera piedra de la futura empresa mixta entre Nestlé y el grupo Coralsa del Minal. En esa misma información se hacía público que el proceso de negociación se inició en el año 2014 y que la empresa comenzaría a producir en 2019: 5 años después de iniciada la negociación.
“Por ejemplo, señaló el presidente de Coralsa, entre los años 2011 y 2016, se han dedicado anualmente alrededor de 26 millones de dólares a la importación de 8 000 toneladas de café, y un promedio de 4,6 millones para la compra en el mercado foráneo de 7 400 toneladas de galletas. A ello se suma la adquisición en el extranjero de más de 1 000 toneladas de sazones, cifra que ha mantenido un crecimiento continuo”. (Granma de noviembre 26 “Nescor S.A., otra mezcla cubana con Nestlé”)Es una empresa que ahorrará importaciones al país, que generará puestos de trabajo, que modernizará la tecnología… Pues bien, nos hemos demorado tres años en comenzar este negocio y dos años más (si todo sale bien) en ponerla a producir. O sea, 5 años para poner a producir una fábrica de galletas. Aquí es más fácil sacar el costo, sólo multiplicar el valor de lo importado en los años de demora innecesaria y tendríamos un aproximado. De este tipo hay otros muchos ejemplos.
Sin crecimiento no habrá desarrollo en el largo plazo, sin crecimiento nuestras aspiraciones de mantener y mejorar aquellas que son la columna vertebral del edificio social de nuestro país, la educación, la salud, la equidad, se verán comprometidas seriamente, aun cuando en el corto plazo podamos mantenerlas vivas.
Es cierto que Cuba hoy no es una plaza para la inversión extranjera tan deseada como hace un par de años. Pero es cierto también que la tasa de creación de nuevas empresas con inversión extranjera es muy baja si la comparamos con la cantidad de intenciones de negocios que mes a mes llegan a Cuba.
Aun este año, cuando los negocios firmados han tocado montos nunca antes alcanzados, siguen estando lejos de nuestras necesidades.
Todavía en sectores decisivos para nuestro crecimiento y desarrollo las ofertas de nuevos negocios que aparecen en la Cartera de oportunidades de 2017 son insuficientes o parecen alejadas de nuestras necesidades.Tal es el caso del sector de la construcción, donde es evidente la insuficiencia en la producción de cemento y de áridos, y no existe propuesta alguna sobre este último en la nueva Cartera de negocios. ¿Podremos hacerlo con capital propio a la celeridad que necesita nuestro déficit en vivienda, en infraestructura y nuestro plan de expansión turística?
Cartera de oportunidades de inversión extranjera en Cuba 2017 -2018 from Janet Fernandez
Pasa otro tanto en la agricultura. El año pasado se aprobó una política para la creación de empresas mixtas con las cooperativas de producción agropecuarias. Hoy no tenemos noticia de sus resultados, pero el país sigue destinando más de 1500 millones a la importación de alimentos parte de los cuales podría producirse nacionalmente.
Solo en carne de pollo se importaron 753 795 toneladas por un valor de 828 950 000 dólares entre los años 2013 y 2016. Sin embargo en la Cartera de Oportunidades de 2014 aparecían ya nueve proyectos de inversión para la producción de carne de pollo, con una capacidad de producción entre los nueve de 21 900 toneladas anuales (24 000 pollos diarios) que a los precios que se pagaron en 2016 (según el anuario de 2016) serían más de 21 millones de dólares. Hasta el momento no se ha hecho público que se haya concretado alguno de ellos. ¿Por qué tanta demora? ¿Quién paga esa demora?
El crecimiento es un fenómeno complejo, crecer es más que el mero aumento de la riqueza que tenemos hoy y mucho más que cumplir con un plan anual. Por eso es importante no sólo el crecimiento y dónde se crece, sino también cómo se crece.
Es decisivo crecer de manera sana, crecer en los sectores que son determinantes para la transformación productiva del país, hacerlo de forma tal que ese crecimiento repercuta positivamente en ganancias de productividad, y que ese crecimiento genere el del empleo en sectores de mayor complejidad tecnológica, que permitan y produzcan una mayor complementariedad de nuestra economía.
Que ese crecimiento permita una mejor integración de todos los actores económicos, desde los territorios y los sectores y desde los estatales y no estatales, es determinante. Porque Cuba es una sola con muchas realidades diferentes.
Por y para eso se discutió y aprobó el documento de los ejes estratégicos de desarrollo, por eso y para eso es necesario avanzar en la concreción de nuestro programa de desarrollo de largo plazo que ya va siendo de mediano plazo.
No podremos cambiar el entorno que nos rodea, pero sí podemos cambiar sustancialmente todo aquello que traba nuestras aspiraciones y depende de nosotros mismos.
Para llegar al largo plazo debemos hacer bien las tareas de 2018, que será difícil, complejo y con retos enormes.
Fuente: http://oncubamagazine.com/columnas/mucho-mas-crecer/
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