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domingo, 31 de mayo de 2015

La inversión extranjera directa dentro de la crisis


En general, la tendencia de los flujos mundiales de la IED ha sido a la recuperación, a pesar de las consecuencias de la crisis y el crecimiento lento de los países desarrollados, pero con marcadas diferencias regionales e intrarregionales.

Por Carola Salas Couce*

A tono con el despliegue y profundización del proceso de globalización, en la realidad económica internacional se percibe un aumento de su funcionamiento en redes y clusters, primeramente en los países desarrollados, en los sectores más avanzados tecnológicamente y en relaciones tanto de carácter vertical como horizontal y más recientemente en las naciones subdesarrolladas. Las nuevas condiciones en el mercado global y sus expresiones liberalizadoras y desreguladoras conllevaron a la concentración y centralización de empresas en estados subdesarrollados, que han dado lugar a importantes empresas transnacionales.

Estos procesos, la trasformación de enormes empresas y grupos económicos nacionales en transnacionales, condicionaron un crecimiento en la participación de algunos países subdesarrollados como emisores de inversión extranjera directa (IED) y el mayor despliegue de la inversión Sur-Sur, lo cual constituye una de las más interesantes tendencias mundiales en términos de inversión extranjera.

La crisis mundial y su profundización desde el segundo semestre de 2011 ha consolidado a la IED como el flujo más estable de financiación internacional y perfilado algunos elementos novedosos dentro de la confirmación de sus tendencias. Además de la liberalización, la reducción de restricciones y los procesos de promoción que la propia crisis ha determinado se observa una nueva generación de políticas encaminadas a reforzar los elementos positivos potenciales derivados de la inversión extranjera.

Las políticas diseñadas por determinados gobiernos, en especial de los en desarrollo, y dentro de estas las vinculadas a la inversión extranjera, evidencian preocupación por la seguridad alimentaria y ambiental, los desbalances macroeconómicos y los retos sociales, en particular la pobreza, la marginación y la inequidad y sus vínculos con el capital extranjero.

No obstante, la actual coyuntura mundial plagada de incertidumbre y riesgo le transfiere a los flujos financieros, y en particular a la IED, un claro rasgo de inseguridad en sus determinaciones cuantitativas, destinos y prioridades regionales y sectoriales y en las implicaciones y consecuencias de su radicación. Describir la situación actual e insistir en lo impredecible del comportamiento de sus flujos para los próximos años es el objetivo de las líneas que siguen.

En general, la tendencia de los flujos mundiales de la IED ha sido a la recuperación, a pesar de las consecuencias de la crisis y el crecimiento lento de los países desarrollados, pero con marcadas diferencias regionales e intrarregionales.

Los flujos de IED se movieron entre altas tasas de crecimiento (superiores al PIB mundial), estancamiento y caídas en las últimas décadas a tono con la situación de la economía internacional; el dinamismo que manifestaron desde 2003 se interrumpió en los años 2008-09 resultado de la crisis y se recuperó discretamente en 2010, con un incremento de 1 % con respecto al 2009, que les permitió alcanzar los 1,2 billones de dólares norteamericanos. En 2011, por primera vez, se superaron los niveles pre crisis promedios 2005-2007 y se alcanzaron 1,5 billones como se observa en la gráfica número 1. 

Los flujos de entrada a los países desarrollados tocaron fondo en el año 2009 cuando solamente accedieron a la mitad de los flujos mundiales (606,2 billones de 1197,8) para ascender muy discretamente en 2010 a 77 % de los niveles pre crisis con 618,6 billones.

En 2010, por primera vez, más de la mitad de los flujos de IED se destinaron a las economías en desarrollo que alcanzaron 53 % y los desarrollados 47 % de los totales mundiales. En el 2011 los países en desarrollo recibieron 45 % y los llamados en transición el 6 %, lo que implica que 51 % se destinó a estas economías y solamente 49 % hacia los países desarrollados.

No obstante, en 2011 las naciones desarrolladas incrementaron su captación de flujos en 21 % y alcanzaron los 748 billones por 776 los en desarrollo (684) y en transición (92), que vieron incrementarse sus flujos en 11 % y 25 %, respectivamente.

En 2012 se observó un ligero incremento para todos los grupos de economías y se alcanzaron los 1,6 billones. Los países en desarrollo y en transición continuaron recibiendo alrededor de la mitad de los flujos mundiales como viene sucediendo desde el 2010 en que se reportó una contracción del 7 % en los flujos hacia los países desarrollados, al tiempo que crecieron hacia los subdesarrollados a un ritmo inédito del 10 %.

Solamente recordando que este grupo de países, históricamente, ha sido responsable de más del 80 % de los flujos de entrada y del 90 % de los de salida de IED mundial, se tiene una idea preliminar de la dimensión de la crisis y de lo insuficiente que les resulta la actual recuperación para continuar con su proceso de internacionalización y desarrollo de las cadenas globales en que se consolida su hegemonía.

Las razones que explican este comportamiento hay que buscarlas en el crecimiento lento y las consecuencias de la crisis en los principales emisores que ha determinado que las corporaciones transnacionales hayan desarrollado estrategias más activas que involucran de manera creciente a los países subdesarrollados, y sobre todo a los mercados emergentes de mayor dinamismo.

Naturalmente, no ha sido ajena a esta prioridad en la dirección de los capitales el "clima inversionista" favorable, caracterizado por la liberalización de las restricciones a sus movimientos, expresados en la apertura de la cuenta capital de la balanza de pagos, la propensión a eliminar antiguas restricciones y prohibiciones sectoriales, junto a regulaciones más laxas y ventajas fiscales y tributarias a los inversionistas foráneos.

Las condiciones favorables a las inversiones extranjeras en algunos casos han sido consolidadas y fortalecidas institucionalmente mediante los acuerdos recíprocos de protección de inversión extranjera, o los llamados acuerdos de libre comercio, sostenidos por un grupo de países, principalmente con Estados Unidos, la Unión Europea y Canadá.

Asimismo, el dinamismo de las economías de los países BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), y particularmente el aumento de la demanda China de recursos naturales, minerales, hidrocarburos y alimentos, ha contribuido al incremento de la participación relativa de los países subdesarrollados en los flujos mundiales de IED aunque con marcadas diferencias como se observa en la tabla número 2.

Las diferencias entre regiones y países de acuerdo a sus características socioeconómicas y su nivel de desarrollo continúan acentuadas. Los países en desarrollo y en transición en su conjunto recibieron más inversiones directas que los desarrollados en el último trienio, pero se mantienen bastante alejados como emisores a pesar del incremento en los estados del este y sudeste asiáticos, y algunos latinoamericanos

Los países subdesarrollados se transformaron en los principales receptores de este tipo de flujo a nivel mundial, en medio de los graves desbalances macroeconómicos en la economía global y las dificultades para la recuperación de los principales centros de poder: Estados Unidos, Unión Europea y Japón.

Puede afirmarse que esta situación en los principales emisores ha determinado que las corporaciones transnacionales hayan desarrollado estrategias más activas que involucran de manera creciente a los países subdesarrollados, y sobre todo a los mercados emergentes de mayor dinamismo y tamaño en este contexto, sin embargo, esta "distinción" parece no incidir positivamente sobre las economías de nuestros pueblos que, pacientemente observan cómo se les compromete una vez más el futuro y dejan pasar opciones imprescindibles para recomponer sus patrones de inserción en la economía internacional.

Los principales receptores a nivel mundial son Estados Unidos, China, Hong-Kong, Bélgica, Brasil, Alemania y Rusia.

Los flujos de salida de IED mundial continúan, en absoluta mayoría, proviniendo de los países desarrollados. En el 2009, 856 billones de USD, 72 % de los totales mundiales, tuvieron origen en este grupo y se radicaron en el resto del mundo; en el 2010, 989 billones, 68 %, y en el 2011, 1 237, para un 73 %.

Por países, los principales emisores de IED mundial se mantienen dentro de los desarrollados, pero resulta significativo el dinamismo de China, ocupante del quinto lugar solamente precedida de Estados Unidos, Alemania, Francia y Hong-Kong de China.

Las naciones en crecimiento fueron responsables de salidas todavía insuficientes y altamente concentradas en un pequeño grupo de países asiáticos, latinoamericanos y Sudáfrica. En el 2009 alcanzaron 26 % (307 billones), en 2010, 31 % (461 billones) y en 2012, 27 % (457 billones), de los cuales más de la mitad, anualmente, provienen del este y sudeste asiáticos.

Desde el punto de vista sectorial, la inversión directa mundial se concentra en un 46 % en las manufacturas, 40 % en servicios (en especial de alto valor agregado) y 14 % en los recursos naturales, con la peculiaridad de ser portadora de un alto componente tecnológico que renueva la polémica acerca de las ventajas o desventajas de este tipo de inversión.

El llamado proceso de "reprimarización" de la estructura exportadora de América Latina no es negativo en sí mismo. Un elevado número de "otros factores" interactuantes podría inclinar la balanza en uno u otro sentido y el proceso de captación de tecnologías de punta, el acceso a cadenas de valor, el dinamismo de las exportaciones y la competitividad pueden resultar determinantes.

El comportamiento de los flujos por regiones es bastante heterogéneo. Por tercer año consecutivo los flujos hacia África se redujeron por desinversión en el norte del continente debido a la creciente violencia y ejes de conflictos internacionales en desarrollo que limitan a los inversores; en el Sur del Sahara la inversión continúa creciendo levemente y alcanzaron los 37 billones en el 2011, para un incremento del 86 % con respecto al 2010 (29 billones). Mención aparte merece Sudáfrica por su importancia, tanto como receptor de flujos como por su papel inversionista intrarregional.

Desde el punto de vista sectorial, la negociación en África se caracteriza por recibir flujos mayoritarios en recursos naturales, en particular en minería y petróleo, lo cual consolida su patrón de inserción internacional dentro de las cadenas globales de valor.

La región asiática continúa recibiendo los mayores flujos de IED mundial hacia las áreas en desarrollo, en particular las zonas este y sudeste, en las cuales se encuentran países determinantes como: China, Hong-Kong de China, Corea del Sur, Vietnam, Filipinas, Indonesia, Singapur, Malasia y Tailandia. En esta subregión se produjo un nuevo récord de flujos de entrada en el 2011, al alcanzar los 336 billones (117 en el sur y 219 en el este).

China continúa captando las mayores circulaciones de IED hacia los países en desarrollo y alcanzó niveles récords en el 2011, con 124 billones (más de la mitad del total subregional). En el último trienio los totales regionales pasaron de 315,3 en el 2009 a 423,1 billones en el 2011.

Desde el punto de vista sectorial la región recibe flujos mayoritarios hacia el sector manufacturero, aunque el dinamismo de los servicios es alto y en China, en 2011 y por primera vez, los movimientos hacia los servicios resultaron privilegiados en correspondencia con el actual momento en el proceso de desarrollo de este país y su dinámica interna.

La relativa estabilidad macroeconómica, la expansión del mercado doméstico, el incremento en la productividad del trabajo, los bajos costos de la fuerza laboral y la abundante cantidad de recursos naturales son un contexto de avances en la solución de conflictos sociales internos, el ingreso o las perspectivas de entrada a la Unión Europea y otros organismos internacionales, como la OMC, han abierto posibilidades y estímulo a la presencia del capital extranjero.

La entrada de Rusia a la OMC (16 de diciembre de 2011) y su activa presencia en el grupo BRICS y en la economía y la política a nivel mundial, han elevado su calificación crediticia e incrementado su participación en los movimientos mundiales de inversión.

Los flujos de entrada en estas economías aumentaron de 72,4 billones en el 2009 a 92,2 en el 2011, de los cuales 53 billones fueron para Rusia, el 57 %. Desde el punto de vista de la modalidad de inversión, el mayor dinamismo lo tienen las fusiones y adquisiciones pero se constata un importante crecimiento de nuevos proyectos bajo la forma de greenfield en el sector de los recursos naturales.

El incremento de los nuevos proyectos de inversión a nivel mundial resulta significativo y especialmente en las áreas en desarrollo que absorben las dos terceras partes de los totales mundiales.

La coyuntura actual resulta una buena oportunidad para diseñar proyectos internacionales que redunden en acceso a capital, tecnología y mercados y cumplimentar objetivos estratégicos. El diseño y puesta en práctica de una correcta política de promoción de inversiones constituye un reto ineludible en la actual coyuntura internacional.

América Latina mantiene un incremento significativo en sus niveles de captación de flujos de IED mundial en los últimos años, de 149,4 billones en el 2009 a 217,0 en el 2011. Esta cifra representa un incremento del 31 %, con respecto al volumen captado en el 2010 que alcanzó 187,4 billones.

Se asume que este comportamiento se debe a que el desempeño de la economía de los países de la región, de manera general, ha sido exitoso en medio de un escenario internacional caracterizado por la profundización de la recesión.

Las diferentes subregiones evidencian desiguales ritmos de captación y Sudamérica lidera el crecimiento regional. En el 2010 esta subregión recibió el 76 % de los flujos totales hacia la región y alcanzó los 85 143 millones, con cifras récord para Brasil, Chile y Perú.

En 2011 se produjo un incremento del 34 % liderado por Brasil, que recibió 67 000 millones, el 55 % del total subregional seguido por Argentina, Chile, Colombia y Perú. El dinamismo del mercado interno y el clima de negocios que estimulan el retorno de las inversiones pueden considerarse fundamentales en la explicación de este comportamiento.

En el destino de la inversión el mayor peso lo tiene el sector primario, que se ha visto beneficiado del alto precio de las materias primas (en particular petróleo, gas y alimentos) y de la alta demanda China en minerales e hidrocarburos.

América Central y el Caribe recibieron 29 billones, que representan un incremento del 4 % con respecto a 2010. México recibió 62 % (18.6) del total subregional y 13 % del regional.

En México y Centroamérica el principal destino de la inversión extranjera son las manufacturas intensivas en procesos de ensamblaje y los servicios, lo cual se debe en gran medida a su incorporación a los acuerdos de libre comercio con Estados Unidos.

En la zona del Caribe predomina la inversión en los servicios turísticos, con bajas tasas de crecimiento vinculadas a la incertidumbre mundial, la desaceleración en Estados Unidos y la mayor vulnerabilidad general de esta subregión; algunos países reciben volúmenes considerables en recursos naturales y en particular minero energéticos, como Trinidad y Tobago y Guyana.

Los flujos de salida de inversión desde América Latina decrecieron en 2009 un 44 % pero se incrementaron un 121 % en 2011. La volatilidad de este comportamiento se vincula, obviamente, a la crisis, pero también al alto por ciento de participación de los centros financieros en el total de los flujos que salen de la región y al incremento de la repatriación de préstamos intracompañías que se ha producido en los últimos dos años.

Un considerable grupo de empresas "translatinas" de México, Brasil, Chile y Colombia han alcanzado una dimensión en su proceso de internacionalización realmente notable, que incluye el espacio intrarregional; al interior de esquemas de integración y colaboración, las llamadas "gran-nacionales" de capital público son responsables de cierto dinamismo en las inversiones dentro de estos espacios en crecimiento, lo que contribuye al fortalecimiento de las llamadas inversiones Sur-Sur.

La región latinoamericana recibe flujos mayoritariamente provenientes de Estados Unidos si no se considera a la Unión Europea como bloque; en 2010 el 17 % de las inversiones tuvo un origen estadounidense seguido por Holanda con un 13%, China el 9 % y Canadá, España y el Reino Unido el 4 %.

En 2011 la Unión Europea mantiene el liderazgo con 40 % del total de los flujos seguida por Estados Unidos con 18 %; España 14 % y Japón 8 %. Si se considera la reducción relativa del monto de las inversiones como pérdida de espacio económico y político de los estadounidenses en el área a favor de la UE la situación es especialmente significativa en países como Brasil, Argentina y Chile.

El comportamiento diferente de las economías brasileñas y mexicanas respecto a su atractivo como destino de las IED en general, confirma la tesis de los dos "clusters", o América Latina en dos velocidades, que caracterizan el desempeño de la economía de la región, según esté más vinculado cada economía a Estados Unidos o a los centros de mayor dinamismo mundial, tal es el caso de China y la India.

El flujo de IED hacia el "cluster" mexicano descendió entre 2006 y 2011, mientras en ese mismo período de incrementaba y fortalecía la posición de Brasil como destino de inversiones en la región, pero provenientes de China.

La inversión del gigante asiático en América Latina en 2010 fue de 15,000 millones de dólares, el 92 % de las mismas dirigido a la obtención de recursos naturales y el 8 % concentrada en Brasil.

Con Europa, sin embargo, la situación es otra; vista como bloque y teniendo en cuenta que se trata de dos clusters maduros, los conflictos pueden ser de más corto plazo aunque atenuados porque se puede observar una cierta división geográfica y sectorial en los destinos de inversión respectivos en la región. Resulta imprescindible esperarar que los europeos terminen de resolver, si pueden, sus enormes conflictos internos y comiencen a rediseñar su geoestrategia internacional.

La actual coyuntura no ofrece elementos para valoraciones definitivas, efectivamente, la inversión extranjera crece, más hacia los países en desarrollo y aumenta a pesar de la crisis, pero no hay nada que permita asegurar que este patrón de comportamiento se mantendrá en los próximos años.

La presente circunstancia mundial, plagada de incertidumbre y riesgo, le transfiere a los flujos financieros, y en particular a la IED, un claro rasgo de inseguridad en sus determinaciones cuantitativas, destinos y prioridades regionales y sectoriales y en las implicaciones y consecuencias de su radicación.

Elementos destacados en la Elementos destacados en la actual coyuntura

- Los flujos mundiales de IED mantienen la trayectoria ascendente que iniciaron en 2010 y la peculiaridad de que más de la mitad son destinados a los países en desarrollo contrariamente a la tendencia histórica.

- La actual coyuntura permitió que los países en desarrollo se transformaran en los principales receptores de este tipo de flujo a nivel mundial, en medio de los graves desbalances macroeconómicos en la economía global y las dificultades para la recuperación de los principales centros de poder: Estados Unidos, Unión Europea y Japón.

- El crecimiento en la participación de algunos países subdesarrollados como emisores de inversión extranjera directa (IED) y el mayor despliegue de la inversión Sur-Sur constituye una de las más interesantestendencias mundiales en términos de inversión extranjera.

- Los Estados Unidos se mantienen como el principal receptor mundial seguidos por China, Hong-Kong, Bélgica, Brasil, Alemania y Rusia en ese orden.

- Los flujos de salida los lideran: Estados Unidos, Alemania, Francia, Hong-Kong, China, Suiza y Japón.

- La actual coyuntura en la cual los países en desarrollo captan los mayores volúmenes de ahorro internacional, no garantiza la reinserción estructural y los profundos cambios que requieren, manteniéndose importantes retos, que podrían comprometer una vez más su futuro.

- La actual coyuntura no ofrece elementos para valoraciones definitivas, efectivamente, la inversión extranjera directa crece, crece más hacia los países en desarrollo y crece a pesar de la crisis pero no hay nada que permita asegurar que este patrón de comportamiento se mantendrá en los próximos años.

*Doctora en Ciencias Económicas. Centro de Investigaciones de Economía Mundial (CIEI), Universidad de La Habana. Universidad de La Habana.

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