Por Raquel Sierra, Opciones
En los últimos años, el clima parece haberse ensañado con el archipiélago cubano. En ocasiones, las lluvias arrasaron más de una vez con los semilleros o ahogaron plantaciones de granos, tabaco y tubérculos. En otras, la falta de precipitaciones hizo similar o mayor daño.
La baja disponibilidad de agua, indican fuentes del Ministerio de la Agricultura, se ha agravado por la ocurrencia de fenómenos naturales, sequias prolongadas y variaciones en el régimen estacional. Otros daños son inducidos por causas antrópicas: intrusión salina, sobreexplotación y contaminación, lo que se agudiza, además, por las pérdidas de este valioso recurso en las redes y la infraestructura de canales de conducción, que en algunas zonas pueden alcanzar hasta el 60 % de los volúmenes entregados. Por demás, el proceso de prolongada sequía meteorológica perjudica de manera considerable la disponibilidad real.
Como para todo el reino animal, el agua es imprescindible para las plantas. Incluso aquellas que crecen en desiertos y alturas se han inventado las más ingeniosas formas de obtenerla y guardarla. La producción de alimentos es impensable sin el recurso hídrico: no germinarían las semillas, no crecerían las cosechas, ni pensar en la producción de leche o la supervivencia del ganado.
Agua para la comida
En Cuba, el sector agropecuario consume aproximadamente 47 % del agua asignada cada año por el Instituto Recursos Hidráulicos a la economía, entre a 3,5 y 4 000 millones de metros cúbicos, dirigidos a la producción de alimentos. Del total, el cultivo del arroz acapara 57 % del consumo del líquido.
Según Rodobaldo López Valle, jefe del Departamento de Riego, Drenaje Agrícola y Abasto, del Ministerio de la Agricultura, de una superficie total nacional de 10 988 401 hectáreas, 6 240 263 son dedicadas a la producción agropecuaria, para el 56 % del área total. De ellas, solo 459 007,5 hectáreas, 7,3 % del área agrícola se encuentran bajo riego.
La ejecución del balance de agua en los últimos tres años se ha comportado de forma ascendente, en 2013 el consumo fue de 83 %; en 2014, 87 %, mientras que el pasado año disminuyó a 75 %, debido a la no disponibilidad de los embalses en todo el país con mayor peso en provincias como Pinar del Rio, Sancti Spíritus, Ciego de Ávila, Camagüey, Las Tunas, Granma, Santiago de Cuba y Guantánamo, explicó.
Mover el dominó
El país ha determinado entonces cambiar el actual panorama, mediante un programa que tiene entre sus principios básicos el uso eficiente de este escaso bien natural.
Las proyecciones hasta 2020, que incluyen medidas ya en curso, persiguen incrementar el área bajo riego a un 9 % en relación con el área agrícola, alcanzar una cobertura hidrométrica del 15 % en canales de riego y 48 % en sistemas de riego, elevar la eficiencia en el uso del líquido en canales hasta un 45 %, recuperar progresivamente las áreas bajo riego sin valor de uso por las diferentes técnicas de regadío, reducir aquellos terrenos con dificultades en el drenaje y disminuir la contaminación de las aguas.
Para ello, se trabaja en la identificación de cinco polos productivos donde se ejecutan inversiones estratégicas que incorporan áreas bajo riego agrícola en los sistemas hidráulicos en el centro del país: Paso Bonito-Cruces, Zaza-Ciego y Zona Norte de Villa Clara, Programa de soya-maíz de Matanzas, así como la ejecución de las obras de la agricultura asociadas al Trasvase Este-Oeste.
Otros programas, dijo López Valle, se encaminan a la automatización de los procesos agrícolas e industriales en la Empresa de Cítricos Victoria de Girón y la realización de pruebas prácticas con tecnología GPS para la nivelación de los campos arroceros en la Empresa Agroindustrial de los Palacios en Pinar del Río.
No la dejes correr
Las acciones identificadas están dirigidas a incrementar el área bajo riego agrícola en 10 000 hectáreas, priorizando los polos productivos con técnicas de riego eficientes y así disminuir las normas de consumo brutas por cultivos y el incremento de la productividad, elevar la cobertura hidrométrica, aumentar el mantenimiento y la reparaciones a la infraestructura hidráulica existente.
También se proponen ejecutar inversiones estratégicas para incrementar el uso del agua disponible en embalses de bajo aprovechamiento hidráulico, así como continuar los estudios de proyectos vinculados a estos embalses y polos productivos, potenciar las inversiones dirigidas a la erradicación de focos contaminantes que afectan fuentes de abasto, incrementar el tratamiento en aquellas con destino a la población dentro de las administradas por el Ministerio de la Agricultura y aumentar la reforestación en las cuencas hidrográficas y fajas hidrorreguladoras.
Manos a la obra
No son pocas las acciones en curso, algunas de esas previstas para el segundo semestre del año, por la entrada de recursos al país: la construcción de 333 pozos con la Empresa Nacional de Perforación del Instituto de Recursos Hidráulicos, el montaje de 69 enrolladores, que beneficiarán 540 hectáreas, 3 402 sistemas de riego por aspersión, con incidencia en 7 424 ha, introducción de sistemas de riego por goteo soterrado para la producción de plátano en 627,9 ha.
Se prevé también la instalación de 89 máquinas de riego de pivote eléctrico central fabricadas por la industria nacional, que benefician 2 168 hectáreas, de hipocloradores en acueductos, 268 molinos de viento, hidromecanismos para el control y manejo del agua en el programa arrocero, equipos de medición de agua y de metrocontadores en máquinas de riego, lo que permitiría mayor control del uso y las herramientas para continuar optimizándolo.
Las medidas van desde algunas muy avanzadas, por ejemplo, mejoras de campo con tecnología láser en las siembras arroceras, hasta otras muy tradicionales como la limpieza de reservorios de agua (tranques y lagunas) para garantizar el agua al ganado, construir 354 kilómetros de canales para la conducción del agua y el mantenimiento de 1 1 39 km en el programa arrocero, así como la construcción y mantenimiento de cerca de 900 kilómetros de viales.
Concebida de manera integral, la estrategia nacional incluyó un enfoque de protección del entorno con la directiva de transformar unas 3000 estaciones de bombeo con energía diésel -benefician unas 40 800 hectáreas-, en unidades que usen energía eléctrica, así como la reforestación de 16 084 ha, de esas 5 564 ha en cuencas de interés nacional, con el fin de protegerlas.
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