Fidel


"Peor que los peligros del error son los peligros del silencio." ""Creo que mientras más critica exista dentro del socialismo,eso es lo mejor" Fidel Castro Ruz

viernes, 3 de agosto de 2018

El proceso de cambiar todo lo que debe ser cambiado


Creo que es de interés tratar de precisar cómo es que se ha llegado a la conclusión de que era imprescindible introducir cambios en la organización de la sociedad cubana definida como socialista y, sobre todo, a la definición de los cambios más trascendentes considerados necesarios que se les propone a los cubanos para su aprobación.

Todo este proceso se inicia cuando, hace ya más de ocho años, se convocó a todo el pueblo a discutir qué había que hacer para mejorar el socialismo cubano, que si bien había logrado sobreponerse al derrumbe del campo socialista, al cual había integrado su economía, no podía seguir funcionando como antes en la nueva situación internacional en que, desde 1991, debía desenvolverse Cuba.

Esa consulta popular desembocó, en el 2011, en los 311 Lineamientos, según los cuales la conclusión de los cubanos era, en síntesis, conservar todo lo bueno que se había logrado en medio siglo de Revolución, y mejorarlo. Así se definía concretamente al socialismo cubano como el humanismo logrado, entendiendo por este concepto las condiciones de vida y las ideas compartidas bajo las cuales este pueblo había organizado su vida en el archipiélago en donde habita. Pero, para mejorarlo, era necesario cambiar todo lo que debía ser cambiado, tal como Fidel lo expresó en el 2006. Pero cambiar, vale decir volver a determinar, era negar hasta donde fuera necesario aspectos de lo ya existente, lo cual chocaba con una idea que había sido divulgada durante décadas, de que únicamente existía una sola organización socialista de la sociedad, basada en ciertos principios inmutables.

De hecho, logró primar una concepción de lo que es un proceso revolucionario que persigue un socialismo próspero y sostenible, expuesta por el General Raúl Castro en el 2011, según la cual el socialismo es “un trayecto hacia lo ignoto, hacia lo desconocido”, vale decir un proceso esencialmente transformador con resultados a veces sorpresivos con relación a los objetivos propuestos, reiterando la idea de Fidel Castro expuesta antes en el 2006, cuando dijo que “Revolución es cambiar todo lo que debe ser cambiado”. Ambos enunciados expresan la idea de que un proceso revolucionario es esencialmente dialéctico y por lo tanto trasformador.

Fue un adiós al determinismo, según el cual una vez establecido el socialismo, básicamente mediante el dominio de la propiedad estatal sobre todos los medios de producción y sus consecuencias, era solo una cuestión de tiempo lograr el desarrollo económico precursor de un nuevo estadio existencial, denominado comunismo. Fue también el adiós a un socialismo esquemático, considerado como el único real y por consiguiente posible. Pero, por otra parte, esa visión renovó la sensación de que continuaba la aventura emprendida por los cubanos el 1 de enero de 1959, por lo cual, a pesar de llevar más de medio siglo de Revolución, se mantenía la búsqueda del destino que le corresponde al pueblo cubano. Toma tiempo convencer de ello a más de 11 millones de cubanos que, en su vida, reiteran lo dicho por Marx: que los hombres sólo saben reproducir las condiciones de vida que conocen. Pero esta especie de inercia social que preside la manera de pensar tiene su aspecto positivo que, en este caso, se expresó por la voluntad de todos ellos, o al menos de una gran mayoría, de conservar todo lo bueno que les ha traído esta Revolución, todos los servicios sociales gratuitos de los que disponen y el hecho de que todos ellos se sienten no solamente iguales ante la ley sino también iguales en su derecho de existir y de realizarse plenamente durante su vida, lo que es, en esencia, el humanismo cubano que han creado y al que no están dispuestos a renunciar.

Primero fue el intento de diseñar un nuevo modelo económico y social a implementar en Cuba, que trató de conceptualizar lo que debe ser la economía socialista en el siglo XXI, según los cubanos, en un documento con más de doscientos acápites, de difícil síntesis conceptual, que fue aprobado por la Asamblea Nacional del Poder Popular, pero que despertó inquietudes en el pueblo con respecto a si no entraba en contradicción con valores y realidades existentes. Hacía falta enmarcar el socialismo cubano en un diseño legal y coherente que definiera claramente los rasgos del régimen económico, social, político e ideológico a establecer, para que se logre ese socialismo próspero y sustentable que se ambiciona. Ese ha sido el proyecto de Constitución de la República de Cuba, recientemente también aprobado por la Asamblea Nacional del Poder Popular para ser presentado al pueblo para su discusión y su aprobación.

En este proyecto de Constitución tres cambios fundamentales --y subrayo lo de fundamentales-- que caracterizaran una nueva etapa del socialismo en Cuba, han sido propuestos por la Asamblea Nacional del Poder Popular a la consideración de los cubanos:

- --Reconocimiento y desarrollo de un sector privado en la economía que, por estar basado en la compra de fuerza de trabajo, es establecer nuevamente en Cuba lo que Marx denominó la relación social de producción capitalista que, aunque no sea dominante, llevará inexorablemente a la acumulación de riqueza por los neo capitalistas cubanos.

- --Corolario de lo anterior, la consideración de la inversión extranjera en Cuba no solamente como deseable sino también como necesaria para construir en Cuba un socialismo “próspero y sustentable”.

- --Reconocimiento de que en la nueva economía cubana que se quiere establecer, regirá la producción y circulación de mercancías, que conlleva la vigencia de la operatoria del mercado conjuntamente con la planificación nacional.

El carácter fundamental de estos cambios proviene del reconocimiento de que se están modificando tanto la estructura económica y por tanto también la estructura de clases sociales existentes en el país, así como la manera en que los diferentes elementos de la nueva estructura social van a interrelacionarse entre sí y la manera en que los propios cubanos van a interpretar esta nueva realidad. No está de más decir que esos cambios conformarán nuevas contradicciones en el seno de la sociedad cubana, algunas de las cuales ya se están manifestando, como el nacimiento y desarrollo de la clase minoritaria de los neo-ricos, conjuntamente con la mayoritaria constituida por trabajadores asalariados. La interpretación de esos cambios como fundamentales en el proyecto propuesto de nueva Constitución de la República de Cuba, se basa en las ideas del marxismo clásico, el de Marx y Engels.

¿Es que esa propuesta a los cubanos, preparada por una comisión de sus representantes a la Asamblea Nacional del Poder Popular, responde a las discusiones de los intelectuales cubanos sobre como concebir el futuro del país, o más bien al diagnóstico de problemas trascendentes y de sus consecuencias, por parte de la dirección política del país, respondiendo a lo manifestado por el pueblo cubano en la consulta del 2011? (1) 

Todo parece indicar que lo acontecido ha sido el resultado de un enfoque pragmático de la realidad, más que de uno teórico, con la excepción de lo expuesto por el General Raúl Castro en el 2011. Porque hay que recordar cuando algunos años atrás --y si mal no recuerdo antes del 2011, con antelación a la gran discusión nacional sobre el qué hacer que dio lugar a los 311 Lineamientos--, el Gobierno hizo público que sobraba un millón de trabajadores en el sector estatal que habría que despedir, a la par que el 42% de las tierras propiedad del Estado no estaban siendo cultivadas, lo que dio lugar a que forzosamente, para no condenar a esos cubanos al desempleo, era inevitable autorizarlos a que se ganaran la vida por su cuenta y que, si querían y podían hacerlo, se les entregarían tierras estatales en usufructo para su explotación individual y se les arrendarían algunas instalaciones estatales para que las operaran por su cuenta.

Guste o no, ese fue el momento en que se aceptó como inevitable y necesaria, a nivel del Gobierno, la autorización para que se constituyera un sector económico privado que se sumaba a la existencia de los pequeños campesinos, tanto independientes como organizados en cooperativas. A raíz de ello dejó de tener validez aquella condición para la definición del socialismo, la apropiación por el Estado de todo el pueblo de los medios de producción de la sociedad, y se limitaba solamente a los considerados fundamentales y determinantes en la producción social. Se consideraba válida, por tanto, desde ese momento, también a la relación social de producción capitalista que descansa en la compra de la fuerza de trabajo, compatible con el socialismo.

Hay que recordar también el anuncio por parte del Ministro del Comercio Exterior y de la Inversión Extranjera, que no dejó de tener una cierta connotación dramática, la presentación de la nueva ley que permitía las inversiones extranjeras en Cuba, cuando señaló que esa era la solución para poder lograr un crecimiento económico anual del orden del 5 al 5,5 % en vez del 2% alcanzado con el nivel del ahorro nacional. En síntesis, el Ministro dijo que un más rápido crecimiento económico de Cuba solo era posible con la introducción de capital extranjero que, como su nombre lo indica, conlleva también reintroducir en el país la relación social de producción capitalista y la presencia de intereses económicos foráneos.

Esas decisiones imponían por simple lógica reconsiderar la interrelación operativa entre empresas --que desde ahora serian estatales y privadas--, que ya no descansaría exclusivamente en un procedimiento denominado planificación --que consiste en el cálculo “ex antes” por una burocracia administrativa que va desde el Consejo de Ministros hasta las unidades productivas--, de lo que deben hacer y cómo deben hacerlo los productores y los encargados de su circulación, procedimiento reiteradamente ineficiente por el pobre cumplimiento de esos planes, sino que en el futuro también deberían decidirlo por ellos mismos según las informaciones objetivas que les lleguen, al interrelacionarse con las demás unidades a las cuales están objetivamente vinculadas y con las cuales deben realizar sus cometidos. Conjunción de la planificación nacional con la operatividad del mercado, dos formas contradictorias de asignar los recursos sociales, lo que presupone la invención de un procedimiento para ello que todavía no existe y que habrá que inventar.

El recuento de la secuencia de lo que ha sucedido en materia de cambios, en ideas y propuestas, y del por qué ha sucedido, ratifica que se han debido a una actitud pragmática de la dirección política del país ante la realidad, y a una concepción correcta de cómo enfrentar el problema de hacer más eficiente el socialismo en Cuba.

¿Es que era posible otra manera de enfocar la problemática de mejorar la eficiencia del socialismo, después de su desplome en Europa, que la de Napoleón al contestar una pregunta sobre su manera de dirigir una batalla, cuando dijo: “Entro en combate y veo que debo hacer”, lo que nos recuerda eso de que construir el socialismo es “un trayecto hacia lo ignoto, hacia lo desconocido”, y que por tanto hay que atreverse a dar los pasos necesarios e inventar que hacer? Si es así, entonces bien vale la consigna de los estudiantes franceses en mayo de 1968: “La imaginación al poder”.

Al encarar el cómo transformar la realidad, surgieron propuestas de soluciones a definir y aprobar finalmente por los propios cubanos, quienes tienen la última palabra al respecto y que, por consiguiente, pueden volver a cambiarlas si así lo consideran. Para ello el nuevo proyecto constitucional contempla que para conservar y mejorar el humanismo que se ha logrado en Cuba, debe mantenerse la unidad cívica-militar de los cubanos y su expresión política mediante un partido único, a los efectos de garantizar la unidad mediante el procedimiento por el que las minorías aceptan las decisiones de la mayoría. Esa solución política es el caldero que contendrá en su interior al nuevo “ajiaco” económico y social en donde “se guisará” la nueva sociedad cubana.

Entre agosto y noviembre de este año, el pueblo cubano tendrá la última palabra al respecto.

La Habana, 30 de julio del 2018

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( 1) Esa pregunta plantea la cuestión del rol de los intelectuales en un proceso revolucionario y de cómo pueden contribuir a su desenvolvimiento explorando en el plano teórico la solución de problemas que van surgiendo, tema que amerita un tratamiento aparte.

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