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miércoles, 10 de octubre de 2018

El reordenamiento monetario en Cuba: un intermedio, ocho preguntas y las tormentas perfectas


Por Pedro Monreal , 


https://elestadocomotal.com/2018/10/09/el-reordenamiento-monetario-en-cuba-un-intermedio-ocho-preguntas-y-las-tormentas-perfectas/


El pasado 4 de octubre publiqué un texto titulado “El reordenamiento monetario y la devaluación del peso cubano: ¿escogiendo el veneno?” y advertí que era la primera de una serie de dos notas sobre el tema. (1)
En los días transcurridos entre la publicación del primer texto y la preparación del segundo, he recibido comentarios muy agudos de parte de calificados colegas como Humberto Pérez, Joaquín Benavides y Joaquín Infante, con quienes he podido intercambiar mediante el correo electrónico.
Los comentarios me han estimulado a releer una serie de textos sobre el tema que han sido publicados en los últimos años, preparados por diversos especialistas, entre los que se encuentran los propios Humberto, Benavides e Infante, y que también incluye a Pavel Vidal, Vilma Hidalgo, Yaima Doimeadios, Omar Everleny Pérez Villanueva, Rogelio Torras, Juan M. Ferrán, Jorge Barrera, Juan Triana, Jessica León, Hiram Marquetti, Augusto de la Torre y Alain Ize.
Revisando los comentarios y releyendo los textos me ha quedado claro que es el tipo de tema que, por su complejidad y falta de datos precisos, aconseja una considerable dosis de modestia intelectual al enfrentarlo.
Es una lástima que la discusión pública no pueda ser enriquecida por el trabajo que han estado realizando, por encargo oficial, más de un centenar de especialistas, cuyos análisis y propuestas no han sido divulgados.
En mi caso particular, sigo teniendo más dudas que respuestas categóricas y me parece adecuado compartirlas de manera abierta, antes de pasar a publicar en los próximos días el segundo texto que estoy preparando sobre el tema.
A continuación, anoto una serie de ocho preguntas que considero que es  importante tratar de responder:
  1. Ha estado discutiéndose acerca de que el “reordenamiento” monetario debe formar parte de un conjunto integral de medidas que rebasen lo monetario, de manera que, cuando algunos especialistas afirman que el “reordenamiento” debe ser el primero de los pasos de un proceso mayor de reforma, debería precisarse si en realidad ya otros componentes del conjunto de medidas habrían comenzado a establecerse previamente, con independencia de que coincidan o no con las medidas que los especialistas tendríamos en mente. Creo que es un punto importante que conduce a tres preguntas interrelacionadas:
 ¿Favorece el futuro funcionamiento del “reordenamiento” las medidas que ya están siendo adoptadas en el plano real, tanto por afirmación como por omisión? (por ejemplo, las nuevas regulaciones del trabajo por cuenta propia (TCP) -un caso de acción por afirmación- y la postergación de la legalización de la pequeña y mediana empresa privada nacional, un caso de acción por omisión).
¿Se han creado ya las condiciones que permitirían que la economía nacional (estatal, cooperativa y privada) pudiera aprovechar el efecto -potencialmente inmediato- que ofrecería una devaluación abrupta -y probablemente grande- para incrementar las exportaciones y sustituir las importaciones? (Esta es una pregunta macroeconómica crucial)
¿Se han creado ya las condiciones para que el sector estatal pudiera generar el nivel de “ahorro neto” que se necesitaría como contrapartida del superávit en la balanza de pagos que debería ocurrir como consecuencia de la devaluación? (Esta es otra pregunta macroeconómica crucial)
  1. Cuáles serían las ventajas/ desventajas de una maxidevaluación y las ventajas/ desventajas de una serie de sucesivas devaluaciones menores de la tasa de cambio oficial, en las condiciones de Cuba?
  2. ¿De qué manera las rigideces estructurales que existen en Cuba en cuanto al alto peso de las importaciones (estas no pueden reducirse a “voluntad” sin esperar efectos negativos) pudieran contrarrestar el efecto teórico de una devaluación, o sea, que se seguiría importando a un nivel mayor que el “deseable” a pesar del encarecimiento en pesos cubanos de las importaciones?, y, asociado a ello, ¿pudiera provocar la devaluación un incremento de la inflación debido al aumento del costo en pesos cubanos de las importaciones que se utilizan como componentes de la producción nacional? (Otra pregunta macroeconómica importante)
  3. ¿Qué riesgos calculables pudieran existir en Cuba acerca de que una devaluación acabase trayendo un escenario de “pesadilla”: inflación (aumento del costo del componente importado del producto nacional) y el empeoramiento de la balanza de pagos como consecuencia de la pérdida de competitividad provocada por un alza en los costos?
  4. ¿Es inevitable avanzar en un plazo relativamente corto hacia una unificación de las tasas de cambio, o pudiera ser más conveniente mantener durante un tiempo mayor la coexistencia de una tasa oficial con un peso devaluado (con devaluación progresiva) y una tasa CADECA con un peso revaluado (por ejemplo, 1 USD = 15 CUP)?
  5. Asumiendo que al final de un plazo dado se arribase a una tasa de cambio unificada, ¿debería ser esta una tasa única, o pudieran existir una tasa oficial del banco central, que sería la referencia oficial, tasas bancarias con topes de desviación +/- 3% respecto a la tasa del banco central, y una tasa de cambio minorista que pudiera variar a su vez respecto a la tasa de cambio bancaria?
  6. ¿Es correcta la secuencia con la que está discutiéndose el tema -comenzar con la unificación monetaria y cambiaria (con devaluación de la tasa oficial) y pensar luego en cuál pudiera ser el régimen cambiario?, o ¿debería ser distinta la secuencia, identificar primero el régimen cambiario y a partir de esa definición diseñar entonces el proceso inicial de unificación y de devaluación? A largo plazo, lo que es crucial para la “actualización” del modelo económico en Cuba no es tanto el paso inicial (unificación y devaluación) como el régimen cambiario que se establezca,
  7. ¿Es adecuado asumir que pudiera darle la flexibilidad necesaria al modelo un enfoque que “atase” los ajustes a los plazos del plan anual? (por ejemplo, programar cambios de tasas de cambio y consecuentes ajustes de precios, salarios y pensiones solamente al inicio del año, fecha en que comienza el plan anual)?
No se trata de preguntas que necesariamente son abordadas en los dos textos que he preparado sobre el tema. Algunas de esas cuestiones serán abordadas en ellos y otras no, pero considero que son problemas que requieren una cuidadosa atención en el contexto de las discusiones sobre el “reordenamiento” monetario en Cuba.
Usualmente tiende a colocarse el acento en la valoración de los posibles efectos sociales y políticos inmediatos de una devaluación del peso, principalmente la posibilidad de una inflación y su eventual impacto negativo en la pobreza y en la desigualdad. Obviamente es una atención plenamente justificada. Sin embargo, la devaluación del peso también pudiera tener efectos sociales y políticos negativos en plazos mayores, los cuales a veces no logran ser percibidos con claridad pues se presentan superficialmente como procesos económicos que son relativamente más difíciles de comprender.
Todo parece indicar que la devaluación del peso se produciría en un contexto de restricción de divisas, lo cual reduce notablemente el margen de maniobra de la política económica.  La “señal” que enviaría una devaluación de la tasa oficial del peso sería la de aumentar la oferta de productos con un alto componente nacional (incluyendo mayores exportaciones) y de reducir la demanda sobre las importaciones. Teóricamente, la devaluación habría cumplido su función de “empujar” el sistema económico hacia un nuevo nivel de “equilibrio” en el que debería esperarse mayor producción y mayor empleo.
Sin embargo, si esa poderosa señal económica que representaría una devaluación del peso no pudiera ser procesada debido a los “embotellamientos” del sistema económico –por ejemplo, el predominio de un enfoque de planificación burocrática o una débil conexión entre los diversos sectores de propiedad- existiría el riesgo de que el sistema económico pudiera transitar hacia un tipo de “equilibrio” muy diferente. Es un tipo de escenario que cuenta con una teorización apoyada en estudios empíricos. No ocurre siempre, pero sí con la suficiente frecuencia como para arriegarse a no prestarle la atención debida. (2)
El problema es que el efecto estimulante de una devaluación depende de dos supuestos: a) que la moneda devaluada sea capaz de incitar exportaciones, y b) que exista lo que los economistas llaman una alta “elasticidad” de las importaciones respecto a la variación de la tasa de cambio (que las importaciones crezcan o decrezcan con agilidad como respuesta al nivel de la tasa de cambio).
Cualquier problema que pudiera existir en cuanto al incumplimiento de esas dos condiciones elevaría la probabilidad de que -en el mejor de los casos- las devaluaciones tuviesen un impacto restrictivo sobre la producción, o -en el peor de los casos- un efecto destructivo sobre el nivel de producción.
Se trataría de una reducción de la oferta nacional que implicaría menor empleo, ocasionando los temidos impactos sociales y políticos negativos. En fin, una tormenta perfecta.
Lo interesante es que, para un país como Cuba, la devaluación no es una opción que pudiera no ser considerada. El costo de mantener una tasa de cambio con una alta sobrevaluación (1 USD = 1 CUP) durante tanto tiempo en una economía “abierta”, pequeña y subdesarrollada, tiene un efecto macroeconómico bien conocido: “desguaza” el tejido productivo nacional.
Como he dicho antes, eso pudo haber tenido una racionalidad temporal en un momento inicial, pero ya se ha extendido por tres décadas. Es una decisión que se ha mantenido “a voluntad” durante mucho tiempo. Difícilmente un economista recomiende prolongar algo así. Se trataría de otra tormenta perfecta.
Nota
1 “El reordenamiento monetario y la devaluación del peso cubano: ¿escogiendo el veneno?”, blog El Estado como tal, 4 de octubre de 2018, https://elestadocomotal.com/2018/10/04/el-reordenamiento-monetario-y-la-devaluacion-del-peso-cubano-escogiendo-el-veneno
2 No se trata de un enfoque novedoso. Economistas como Carlos Díaz Alejandro lo plantearon hace más de cincuenta años. Otros economistas como Frankel, Krugman, Taylor, Blank,  Kalyoncu y Mironov también han estudiado el tema. Ver, C.F. Diaz-Alejandro, “A note on the impact of devaluation and the redistributive effect”, Journal of Political Economy, 71 (3) (1963), pp. 577-580; J. Frankel, “Contractionary сurrency сrashes in developing countries”, NBER Working Paper, 11508 (2005); A. Blank, E. Gurvich, A. Ulyukaev, “Exchange rate and competitiveness of Russia’s industries”, Voprosy Ekonomiki, 6 (2006), pp. 4-24; H. Kalyoncu, A. Seyfettin, S. Tezekici, I. Ozturk, “Currency devaluation and output growth: An empirical evidence from OECD countries”, International Research Journal of Finance and Economics, 14 (2) (2008), pp. 232-238; P. Krugman, L. Taylor, “Contractionary effects on devaluation”, Journal of International Economics, 8 (3) (1978), pp. 445-456, y V. Mironov, “Russian devaluation in 2014–2015: Falling into the abyss or a window of opportunity?”, Russian Journal of Economics, Vol: 1, Issue: 3 (2015), Page: 217-239.

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